Mi vida como un perro confinado

«Desde lejos vi su cola y al principio pensé que era un peluche… entonces me acerqué y descubrí a la perra más relajada del mundo, una Border Collie que disfruta echándose en su ventana para tomar el fresco y observar a humanos y perros por igual». Texto y foto: Micaela de la Maza.

«Este guapérrimo labrador se pasó un buen rato así, asomando la trufa por la ventana y mirando curioso a los pocos humanos que paseaban por su calle. A mí me hizo reír al verlo y ahora cada vez que paso por su calle miro a ver si está, pero nunca más he vuelto a verle en la ventana». Texto y foto: Micaela de la Maza.

Micaela de la Maza, responsable de srperro.com -una de las mejores guías para dueños de perros urbanos en España-, presenta una exposición virtual sobre el confinamiento de perros y gatos a beneficio de la protectora El Campito Salvando Peludos en la que adoptó a Tía, su inseparable perrita blanca, vitalista y ruidosa, actual protagonista de su página web.

Vaya por delante que las comparaciones son odiosas, pero con la calculadora en la mano, ganamos por goleada. ¡Somos casi el doble! En España hay censadas 13 millones de mascotas (nos da tres patadas que nos llaméis así en lugar de compañeros, que os quede claro). Sin embargo, los humanos menores de 15 años no llegan a los 7 millones. ¡Cómo no os vamos a adorar si nos queréis tanto! Ahora, como portavoz de esa legión perruna (y gatuna) española, es mi obligación deciros que habéis estado de lo más raritos durante los dos últimos meses aproximadamente.

Siempre nos habéis hecho sentir como miembros de pleno derecho de vuestras manadas (salvo horribles excepciones que escuchamos en la tele, pero que no vamos recordar ahora aquí) y vuestros cachorros han sido, desde tiempo inmemorial, nuestros mejores cómplices y aliados. Pero de un día para otro no los dejasteis salir a la calle. Así, sin más. A nosotros nos dabais unos paseítos cada vez más rácanos, pero al menos estirábamos las patas. Pero ellos, de repente, nada. Hasta dejaron de ir al cole. Y vosotros también decidisteis permanecer en la cueva con la manada casi a tiempo completo. Como si hubiera algún peligro desconocido afuera.

Ser representante del mundo canino me obliga a estar muy informado y a tener muchos contactos. El gran Attila Andics es uno de ellos. Él es etólogo y estudia mucho con sus amigos de la Academia de Ciencias de Hungría. En cierta ocasión nos metió a 15 de nosotros en una máquina bien ruidosa que nos miraba la cabeza por dentro. Todo ese escándalo para llegar a la conclusión de que compartimos con vosotros mecanismos parecidos para procesar la información social. Dice Attila que utilizamos zonas del cerebro comunes para captar sonidos y voces y que somos capaces de percibir emociones en vuestras voces. Nosotros esto lo sabíamos de toda la vida, pero Attila se divierte con estas cosas y no nos importa dejarlo que sea feliz.

Fijaos si lo sabemos que desde hace un par de meses hemos notado que estáis más preocupados de lo normal. Os encontramos un poquito tensos, para qué nos vamos a engañar, y hacéis unas cosas de lo más extrañas. ¿A qué viene tanta higiene de repente? ¿A qué tanto taparse la cara para salir a la calle, como si os pusierais bozal? ¿Os estáis escondiendo de alguien? Pero, sobre todo, ¿a qué viene que ahora, de repente, no podamos socializar con nuestros colegas del parque? ¿A qué viene que nos abracéis tanto últimamente? ¿Por qué tenemos que salir todo el tiempo con la correa y no podemos saludar a saltos a cualquiera que se nos cruce por el camino? ¿A qué viene tanta distancia? ¿A qué viene llorar a escondidas? Conste que nos ha encantado que estuvierais con nosotros las 24 horas de todos y cada uno de los días de la semana, pero, de verdad, ¿estáis bien?

Tía es otra de mis mejores amigas. Su humana, Micaela de la Maza, sabe la tira sobre nosotros. Casi más que el bueno de Attila. La gente le pregunta bastante y consulta mucho su página de internet para informarse de las cosas más variopintas sobre nuestro universo a ras de suelo. Sabe tanto de nosotros que hasta se ha dado cuenta de que nos hemos percatado de vuestra ansiedad. Ella ha sido una de las pocas humanas que hemos visto por las calles en las últimas semanas. Ha ido acompañada de su inseparable Tía, su perrita blanca y revoltosa, mirando hacia las ventanas y los balcones haciéndonos fotos durante las semanas más duras de vuestro-nuestro encierro.

Le han quedado tan chulas que ha organizado una exposición “virtual, animal y solidaria”, como ella la denomina, con 30 de las mejores imágenes que consiguió. Me ha pedido que os cuente esto: “Esta serie es un pequeño homenaje a la naturaleza canina, a su paciencia, su curiosidad ante ese mundo tan diferente que se veía desde sus balcones y ventanas, su felicidad por estar junto a sus humanos pero también su frustración contenida al oler y escuchar todo aquello que no podían más que atisbar”.

Dice Micaela que el objetivo de su exposición virtual es intentar echar una pata a una protectora, a El Campito Salvando Peludos, donde fue adoptada Tía, la actual protagonista de su página web, que es toda una guía para dueños de canes urbanos en España. Las imágenes se pueden comprar en este enlace y la impresión de las fotos, en tirada limitada de cinco ejemplares cada una, estará a la venta al simbólico precio de 15 €. Los beneficios íntegros serán para El Campito Salvando Peludos.

Sólo me queda aconsejaros que os cuidéis mucho, porque nosotros seremos más, pero sin vosotros, como dice Amaral (lo que me gusta escuchar a esa mujer), no somos nada.

«Desde lejos vi su cola y al principio pensé que era un peluche… Entonces me acerqué y descubrí a la perra más relajada del mundo, una Border Collie que disfruta echándose en su ventana para tomar el fresco y observar a humanos y perros por igual». Texto y foto: Micaela de la Maza.

«Me encanta la mirada que capté en esta foto, el perro que casi te perdona la vida, la displicencia perronalizada. Y eso que él era de lo más amistoso y curioso; vino a saludarnos a Tía y a mí al vernos pasar». Texto y foto: Micaela de la Maza.

Esas orejas…, un cachorrote de lo más tímido que primero se colocaba en la verja al ver a otro perro cerca, pero que luego se apartaba raudo en cuanto Tía y yo fuimos hacia allá. Texto y foto: Micaela de la Maza.

«Al ver u oler a Tía pasar cerca de sus casas muchos canes ladraban, no con ladridos amenazantes ni estresados ni nada por el estilo, tan solo llamando nuestra atención. Es su forma de comunicarse al fin y al cabo». Texto y foto: Micaela de la Maza.

«El perro de la colada: de pura casualidad vi sus ojos entre las pinzas y la ropa. Silencioso y curioso, me encantó descubrir a ese perrete interesado por el mundo». Texto y foto: Micaela de la Maza.

«La cara casi zen de este can me fascinó. Ahí está, viendo la vida pasar y mirándonos a los humanos que paseamos con mascarilla como si fuera lo más normal del mundo». Texto y foto: Micaela de la Maza.

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