Moda SOStenible: ¡Aquí hay madera!

Dos vestidos confeccionados con tejido de última generación obtenido de pulpa de madera: Foto: Lenzing AG / Richard Ramos.

A lo largo y ancho de la última edición de la Fashion Week Madrid, celebrada a mediados de este mes, desfilaron muchas cosas y se pudieron ver muchas tendencias y modas, pero hay un tema oscuro en esta industria por el que se pasa de puntillas: su enorme impacto eco-social. Para enfocarlo, la marca SKFK, FSC y Signus organizaron la mesa redonda ‘La moda en la encrucijada’, en la que, entre muchos otros datos, se aportó información sobre el empleo de retazos de neumáticos fuera de uso en la elaboración de complementos y de fibras celulósicas en la producción textil, una puerta abierta y con mucho futuro. Y partieron de este dato escalofriante: cada año se fabrican entre 100.000 y 150.000 millones (según diversos cálculos) de prendas de ropa, lo que lo convierte en el segundo sector industrial más contaminante, por detrás del petrolero y por delante del ganadero.

Mucho se habla hoy día del impacto en el planeta de la industria alimentaria; el debate es constante. Pero ¿y la industria textil?, ¿qué se dice del sector de la moda? Poco, a pesar del cada vez mayor empuje de la Slow Fashion. Casi todo se envuelve de lujo, tendencias, modelos, pasarelas, grandes inversiones publicitarias, brillos, colecciones, colecciones cápsula, gloss, rímel y glamur. Se habla mucho del desperdicio alimentario, que ronda el 30% de lo que se produce y comercializa. ¿Y el desperdicio de ropa? Pues resulta que es similar. El 30% de lo fabricado nunca llega a venderse. Además, el 50% de las prendas de las cadenas de fast fashion es desechado por sus compradores en más o menos un año. Dicen que el consumidor occidental medio sólo se pone una prenda entre 7 y 10 veces antes de tirarla o arrinconarla al fondo del armario.

Por cierto y por fin, ahora se está montando ya un sistema de recogida y reciclaje de textil usado, similar al que existe desde hace décadas con los envases de vidrio, los envases plásticos, el papel, el cartón, las pilas, los electrodomésticos… En la moda se ha asumido que lo cool es el cambio, lo efímero, lo pasajero, el color que hará furor este otoño, el que primará la próxima primavera. Nada al azar, todo pensado para vender más y más. Millones de prendas cada temporada para esa mujer actual y versátil, segura de sí misma, y ese hombre atrevido que huye de las prendas de siempre. Todo es pasajero, cambia, cambia, que aquí no pasa nada, recicla tus envases de yogur pero cómprate 20 camisetas distintas cada año. No pasa nada, ni con el enorme impacto ambiental ni con las infra-condiciones de los trabajadores asiáticos para las grandes marcas, ni con los contaminantes cultivos en África.

Datos que impresionan, ¿no? Para aportar información y conciencia sobre el asunto, y coincidiendo con su 25 aniversario y su debut en la MBFW Madrid (cuánto echamos de menos aquella denominación de Pasarela Cibeles), la marca de moda sostenible (hasta su dirección digital incluye lo de “moda ética”) del País Vasco SKFK (antes se llamaban Skunkfunk, pero decidieron darle una vuelta a la imagen de marca y sonar menos punkis) (prometo no poner tantos paréntesis en lo que queda de artículo) organizó una mesa redonda con participantes muy concienciados, de esos que intentan expandir su compromiso para que otros también se conciencien y su mensaje vaya calando, como la lluvia suave pero persistente, en la sociedad. Allí estuvo El Asombrario. Y, entre otras cosas, esto es lo que el público escuchó:

Ropa deportiva realizada con fibras obtenidas de la madera. Foto: Lenzing AG / Richard Ramos.

Mikel Elzo, fundador de SKFK (13 tiendas propias –8 en España, 3 en Francia, 2 en Santiago de Chile–, cientos de puntos de venta en tiendas multimarca, 60 trabajadores, central en Bizkaia): “En el mundo de la moda falta transparencia y poner en valor los proyectos que se desarrollan para minimizar los impactos negativos de la cadena de producción de este sector. Nosotros empezamos en 1999; al principio cometimos muchos errores, y de ellos aprendimos; tras un viaje a China vimos en directo lo que no se podía hacer, y desde 2003 apostamos por un marchamo de sostenibilidad. Estamos orgullosos de decir que somos pioneros en minimizar impactos y en transparencia en la industria de la moda”. Y añadió más sobre su marca: “El 98% de la materia prima con la que trabajamos es sostenible, (principalmente algodón orgánico, a lo que se suma un tercio de fibras de celulosa de bajo impacto, fibras de reciclaje y lino europeo). Lo que muchos ven como basura, nosotros lo vemos como materia prima”. “Nos siguen preguntando si somos una empresa de moda o una ONG, y yo creo que ya ha llegado el momento de normalizar la certificación de la industria de la moda, y que no vean como raros a los que ponemos empeño en hacerlo bien, sino que eso debería ser la norma”.

Gonzalo Anguita, director ejecutivo de FSC España: “El sello FSC promueve una silvicultura tan rentable como responsable, cero deforestación, reduciendo los impactos en el clima, en el consumo de agua y energía, en la biodiversidad, y respetando los derechos humanos de trabajadores y comunidades locales”. Anguita reconoció la importancia de que el consumidor tenga confianza en la trazabilidad de un producto, en que sea sostenible la cadena de producción, desde su origen hasta que llega al punto de venta; y aquí reconoció: “La cadena de suministro de la moda es larga, compleja y oscura. Por eso, para nosotros, Lenzing, en el comienzo de la cadena que nos ocupa, y SKFK en la comercialización de prendas con fibras celulósicas son como estrellas polares, faros entre tanta oscuridad”.

Fibras celulósicas. Foto: Lenzing AG.

También participaron Isabel Rivadulla, de Signus, que presentó junto a SKFK una colección de pendientes hechos con neumático reciclado con la marca de artesanía MCamposenNegro, que pone de manifiesto el compromiso de SKFK por dar una segunda vida a los residuos; Susana Pérez, de Lenzing, firma austriaca que es el referente europeo en producir fibras de celulosa a partir de madera; Jon Curutchet, de SKFK, y Álvaro Goicoechea, de FairTrade Ibérica  (reconocido sello de comercio justo), que insistió en la necesidad de que los criterios de certificación sostenible respeten al mismo nivel los derechos humanos y los naturales.

Todos coincidieron en que, aunque resulta difícil romper con inercias impuestas por la moda efímera y barata y el mercado de ‘consume cuanto más mejor’, sin duda lo razonable y saludable para el planeta y la humanidad es reducir el número de prendas que se compran: Menos y mejores, como hacían nuestras abuelas, que se confeccionaban vestidos y abrigos no sólo para toda la vida, sino incluso pensando en que los heredaran sus hijas y nietas. Es más sostenible y justo para el planeta y los trabajadores comprarse un vestido de 110€ (que es el precio que Mikel calculó de media para los vestidos de su marca) que 4 de 25€. Compra menos, compra mejor. Un eslogan fácil de aprender, tener en cuenta y aplicar.

Los participantes del debate La moda en la encrucijada también coincidieron en la opacidad actual de los gigantes de la industria de la moda y en la importancia del etiquetado para orientar al consumidor, aunque sin abrumar con datos que nadie leería, que no haya que hacer un training (perdón, un cursillo) para leer las etiquetas, sino que de forma clara y concisa (porque la cadena de producción es, como decía Anguita, larga y compleja), informen y eviten el tan habitual green-washing con eslóganes que nada de verdad quieren decir.

Se siente la necesidad de abrir puertas y ventanas en el sector para que entre aire fresco.

Tras el debate en el acomodado barrio de Salamanca, me acerqué a la tienda de SKFK en Madrid, en la calle Ayala. Buena impresión. En el escaparate, pegados los sellos de algodón orgánico y de FairTrade; a la entrada, un acertado eslogan: “Las prendas de calidad no temen el paso del tiempo”. Nada que comprar. Hace años dejaron de diseñar ropa para hombre, aunque han anunciado que van a retomar alguna pequeña colección masculina. No todo podía salir perfecto esa mañana.

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