Del mosquito tigre al visón americano: asesinos acuáticos en serie

Un mosquito tigre. Aedes Albopictus.

Un mosquito tigre. Aedes Albopictus.

Las especies exóticas invasoras suponen una grave amenaza. El Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) ha estado acogiendo una exposición sobre especies acuáticas invasoras, dentro del proyecto LIFE INVASAQUA sobre concienciación de esta grave amenaza. Nosotros nos hacemos eco de esa alerta, ya que este domingo se celebra el Día Mundial del Agua. Repasamos el espantoso catálogo de estos otros asesinos en serie, que van del cangrejo americano al mejillón cebra, del visón americano al mosquito tigre, del galápago de Florida al siluro.

Por desconocimiento o por irresponsabilidad, la suelta de animales exóticos en charcas, lagos o ríos es una de las principales amenazas de la biodiversidad acuática, conlleva enormes pérdidas económicas y pueden ser además transmisoras de enfermedades.

La idea de regalar animales a los niños puede parecer a priori estupenda, siempre que se tenga en cuenta que son seres vivos, que necesitan cuidados (alimentación, visitas al veterinario), forman parte de la familia y por tanto en vacaciones no se les puede abandonar y, además, lo son para toda la vida, no un capricho de unos meses, sino de años. No son peluches con los que jugar cuando nos apetezca ni a los que poder dejar tirados en cualquier lugar. Y sobre todo a la hora de decidir tener una mascota hay que ser responsables con lo que compramos. Al dejar en libertad especies exóticas que no se adaptan a vivir en casa o de las que nos podemos cansar, estamos poniendo en grave peligro a la fauna autóctona. El mapache, el galápago de Florida, la tortuga pintada, la tortuga mordedora –introducidas y vendidas como mascotas en nuestro país– son ejemplos de que los animales exóticos no siempre son una buena compañía.

20.000 tortugas exóticas en la Albufera de Valencia

Las mascotas más abandonadas son las tortugas: en la Albufera de Valencia se han recogido más de 20.000 ejemplares, y los centenares que vivían en el estanque de la estación de Atocha en Madrid han sido trasladas a una instalación en Navas del Rey, ya saturada. También son fuente de enfermedades. En EE UU, 76 personas se infectaron con salmonelosis en 2018 transmitida por tortugas. Más cifras de espanto: desde 2015 se han extraído 200 toneladas de peces invasores en el Parque Nacional de Tablas de Daimiel (Ciudad Real), con un coste anual de 158.000 euros. Lo que indica la magnitud del problema.

La picaresca también juega un papel en la introducción de especies que acabarán convirtiéndose en invasoras, advierte Anabel Perdices, investigadora del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN). Se venden especies para mascotas similares a las que ya se han prohibido al estar catalogadas como invasoras; es el caso de los galápagos, añade Laura Moreno, técnico del programa de especies amenazadas de WWF.

¡No los liberes!

Antes de comprar una mascota, elige o adopta especies no exóticas, y exige certificados de importación legal y sanitarios. Y en el caso de que ya no la quieras tener, jamás la liberes a un espacio natural porque creas que va a vivir mejor, ya que puede ocasionar graves e irreparables daños a la biodiversidad. Entrégala a un servicio de recogida de animales.

Las vías de entrada de estas especies acuáticas invasoras en España son a través de las granjas peleteras, como el caso de visón americano; por escape de zoológicos (ibis sagrado); como plantas ornamentales (camalote); comercio de mascotas (galápago de Florida); navegación (mejillón cebra); importación de mercancías (mosquito tigre); agricultura (helecho de agua); pesca (siluro); acuicultura (trucha arcoíris); o alimentación (cangrejo americano).

Los daños que causan son muy graves en los ecosistemas por alteración de la cadena trófica o contaminación del agua; en las especies autóctonas por extinción de especies nativas, competencia con las nativas, transmisión de enfermedades o hibridación; y en costes económicos en agricultura, pesca, acuicultura, infraestructuras, detrimento del turismo y transmisión de enfermedades a los seres humanos.

De las especias acuáticas invasoras, el grupo mayor es el de los invertebrados, con el 45% del total de las invasoras, seguido de plantas y hongos (27%), peces (22%) y los vertebrados no peces (6%), como el visón americano o el mapache, por ejemplo.

Siluros de hasta 120 kilos

Entre los peces que viven en nuestro ríos y lagos, un 93% de las especies nativas se encuentran amenazadas. De cada 10 especies de peces que habitan en España, entre 4 y 6 son invasoras. Unas cifras que asustan. Y la razón hay que buscarla en la pesca deportiva y en la suelta de mascotas: el 81% de las especies invasoras ha entrado por liberación intencionada.

Es el caso del siluro, que se introdujo para la pesca deportiva desde Centroeuropa y que se ha adaptado a vivir en aguas salobres e incluso contaminadas. Un siluro puede superar los 2,8 metros de largo y los 120 kilos de peso, y puede devorar hasta patos y perros. ¡Se come todo!

Percas, truchas y gambusias

Otros peces muy voraces y que suponen una grave amenaza para la fauna autóctona son el percasol y perca americana, que se importaron de Norteamérica como especies ornamentales o para la pesca deportiva; o del grupo de los salmónidos (trucha arcoíris, salmón del Danubio o salvelino) para la acuicultura y pesca deportiva; y el fúndulo, gambusia y el guppy, que se introdujeron para el control de poblaciones de mosquito. El caso de la gambusia resulta muy preocupante, porque es una de las mayores amenazas para especies en peligro crítico como el fartet, el salinete o el samaruc, ya que compiten por el alimento y se comporta de forma muy voraz con sus huevos y juveniles. Se introdujo para control de mosquito y ha acabado siendo el problema, explica Anabel Perdices.

Otro grupo de peces invasores se introdujo como cebo para la pesca deportiva y tiene una gran capacidad de dispersión natural. Son especies como la pseudorasbora, el rutilo, el alburno y el gardí. Y los que más éxito han logrado en su expansión son la carpa y el carpín, presentes en casi la totalidad de las cuencas hidrográficas de la Península, debido a la pesca deportiva y a la acuicultura.

Para evitar que sigan proliferando y expandiéndose las especies invasoras, la normativa exige una limpieza de equipos de pesca, botas, redes, pero parece que no es suficiente. No hay casos de erradicación de especies invasoras, a lo más que se llega es a confinarlas y controlarlas.

Patos y visones invasores

Otro vertebrado invasor muy dañino es el visón americano, que actualmente se cría en España en 38 granjas, sobre todo en Galicia, y que es el carnívoro más invasor de Europa. Laura Moreno explica que no tiene sentido que se permita la cría del visón americano en España, en granjas destinadas a la peletería, cuando es una especie invasora que es la principal amenaza para el visón europeo. Ha habido escapes de visón americano y liberaciones intencionadas en las granjas, cuando se pueden utilizar otros materiales para confeccionar abrigos, sin poner en riesgo nuestra biodiversidad. Si no se toman medidas, el visón europeo puede extinguirse en 5 o 7 años.

Entre los patos también tenemos invasores. Son especies introducidas con fines ornamentales en charcas y estanques y que se han escapado y conquistado nuevos territorios, como el pato mandarín, el ganso del Nilo, la barnacla canadiense, el cisne blanco o la malvasía canela. Esta última es capaz de reproducirse con la malvasía cabeciblanca, autóctona, y genera híbridos, con lo que se podría perder la especie endémica.

El mayor asesino de anfibios

Para Anabel Perdices, uno de los invasores más dañinos es el hongo quitridio, que silenciosamente ha conquistado toda la Península y se desarrolla en la piel de los anfibios. “Es de las mayores plagas, ha extinguido a 90 especies de anfibios”, apunta la investigadora del MNCN. Este hongo nativo de Asia es muy resistente y tiene facilidad para dispersarse. La quitrodiomicosis, producida por este hongo, además de extinguir a 90 especies de anfibios en los últimos 50 años, ha llevado al declive de más de 500 especies.

Y el invasor que más daño está causando en la cuenca del Guadiana es el camalote o jacinto de agua, una planta procedente del Amazonas, que se introdujo con fines ornamentales en acuarios, fuentes y estanques, y que se reproduce con rapidez. Se han retirado 900.000 toneladas de la cuenca en 15 años y se han invertido 40 millones de euros en su retirada, pero sigue expandiéndose. El camalote forma una cobertura perfecta que no deja penetrar la luz y acaba asfixiando a todo lo que hay en el río. Está generando graves perjuicios a la biodiversidad, a la agricultura e incluso al turismo.

El caso del helecho de agua es un ejemplo de malas prácticas agrícolas. Se introdujo como fertilizante para el cultivo del arroz, y se ha convertido en una plaga, tornando los ríos en canales verdes muertos. El helecho de agua puede duplicar su biomasa y tapizar tramos fluviales en apenas tres días.

Cangrejos americanos, mosquito tigre y mejillón cebra

Los invertebrados invasores como bivalvos o crustáceos se introdujeron por el comercio del sector de la alimentación, procedentes sobre todo de Norteamérica y Asia. Es el caso del cangrejo americano, el cangrejo señal, el cangrejo azul y el yabby común, que entraron para alimentación humana. Estos cangrejos invasores transmiten el parásito de la afanomicosis a los cangrejos autóctonos, y prácticamente los han eliminado.

Por otro lado, uno de los invertebrados invasores más agresivo es el mosquito tigre, procedente del sudeste asiático y que se introdujo de forma accidental por el transporte de mercancías. Este mosquito es transmisor de dengue, fiebre amarilla y zika, y se ha expandido por la costa mediterránea y Baleares.

La plaga del mejillón cebra, extendido por el Ebro y el Guadiana, se introdujo por error en los cascos de los barcos, procedente del Mar Negro y el Mar Caspio. “No es sólo un problema para la fauna y flora autóctonas, es un problema económico, afecta a las infraestructuras y atasca tuberías”, explica Perdices. Así, los daños causados por el mejillón cebra en el río Ebro ascienden a 1.600 millones de euros, y ya se han destinado 2 millones de euros a combatirlo.

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