Las mujeres rebeldes se empoderan en el Museo Thyssen

Chechu Álava. Dr. Freud, 2013. Colección privada.

Chechu Álava. Dr. Freud, 2013. Colección privada.

Eva Hesse, Frida Kahlo, Tina Modotti, Simone de Beauvoir… Mujeres así, de fuerte presencia y personalidad, han entrado en el Museo Thyssen a través de los óleos de Chechu Álava. La exposición ‘Rebeldes’ es la tercera entrega en este museo del ciclo ‘Kora’ para dar visibilidad a la mujer en el mundo del arte. Hasta el 29 de marzo.

En el inicio de los tiempos, Eva tentó a Adán hasta ser expulsados del Paraíso. La escritora Sylvia Plath siempre fue una inadaptada a su entorno. La poeta Anne Sexton rompió muchos moldes tratando temas tabú en su época como la menstruación, el aborto y las drogas. Hanna Arendt fue la gran filósofa del mal y de la mentira política. Eva Hesse y Camille Claudel se han ganado a pulso el derecho a figurar como grandes escultoras en la historia del arte, igual que Tina Modotti como fotógrafa y Frida Kahlo como pintora, por muchos machos que hubiera a su alrededor intentando eclipsarlas.

Estas mujeres y algunas más han tomado una de las salas del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza –el balcón-mirador de la primera planta, entrada libre– con la galería de retratos femeninos pintados por Chechu Álava (Piedras Blancas, Asturias, 1973; con residencia en París desde 2001). Obras que, según explica el catálogo, “ofrecen una oportunidad para reflexionar sobre el género del retrato a través de esta selección de personalidades complejas, de singular talento y a contracorriente, a menudo juzgadas en el mundo de hombres en el que intentaron hacerse un hueco. Todas ellas fueron rebeldes, puesto que desafiaron las normas representadas por los mitos de Venus y de Eva”. “Son rebeldes y, a la vez, heroínas para las jóvenes generaciones que aprenden de sus experiencias y su resiliencia”.

Son lienzos en los que, más que físicos, Chechu Álava retrata almas, espíritus indomables. Para ello, se sirve de una pintura velada, translúcida, que transmite algo onírico a cada mujer, sin respetar exactitud en proporciones ni perspectivas, a lo hopperiano. Reduce el retrato a la esencia, sobre todo de una mirada. Como dijo en la presentación de la muestra, el pasado lunes, Guillermo Solana, director artístico del Thyssen, “lo que más me sorprende de la pintura de Chechu Álava es cómo atemperando, intensifica; algo misterioso, cómo atemperando, aminorando la expresión, consigue la intensidad de los expresionistas, de un munch”. Y citó el que para quien esto firma es, sin duda, el mejor óleo de la muestra, el pequeño pero hipnotizador retrato de Eva Hesse, prácticamente una sombra tumbada.

La comisaria de la muestra, Rocío de la Villa, hizo mención a cómo la artista ha hecho virtud y seña de identidad de los defectos que en la historia del arte se echaron en cara a las mujeres artistas: “La delicadeza, los colores apastelados, el no respeto a las proporciones canónicas del cuerpo humano”… Y lo dijo poniendo ese tono que ponemos para referirnos a lo insignificante, a lo que menospreciamos. Resaltó también el detalle de que la sala está presidida por el lienzo de mayor tamaño, que con ironía recoge al doctor Freud escuchando a una mujer tumbada en un diván, “ese hombre que tantos dolores de cabeza nos ha dado”…

Izquierda: Chechu Álava. ‘Niki de Saint Phalle y el fusil de pintar’, 2018. Eva de Torre. A la derecha: ‘Eva’. Colección de la artista.

La exposición de Chechu Álava es la tercera entrega del ciclo Kora que, a partir del nombre del mito de la primera retratista de la historia del arte relatado por Plinio el Viejo, presenta una exposición anual en el Museo Thyssen desde la perspectiva de género. Las dos anteriores estuvieron dedicadas a Paloma Navares (Del jardín de la memoria, en 2018) y a Cristina Lucas / Eulàlia Valldosera (Patriarcado, en 2019).

Aparte de los 16 lienzos de la sala-balcón, hay otras cuatro piezas de Chechu Álava (todas pintadas en la década pasada) que se escapan para dialogar con grandes obras de la colección permanente del Thyssen. Así, la niña de Soy rebelde mira a la descarada adolescente Fränzi de Kirchner; la Frida fumando en rosa posa junto a la Quappi con suéter rosa, muy segura de sí misma, de Max Beckmann; la Virgin Girl de 2016 nos contempla, mística y ajena, junto a la famosa Virgen de la aldea de Chagall, y la melancólica mirada de la Muchacha que sueña despierta tiene mucho que ver con la mujer del Atardecer que Munch pintó en 1888, con solo 25 años, cuando su melancolía y soledad aún no habían derivado en la angustia del fuerte expresionismo que le dio fama.

Al terminar la presentación, Chechu Álava dijo “esto es un sueño” y quiso especialmente darle las gracias a otras mujeres divinas, las musas, “que me dan fuerza y me sirven de guía y compañía”.

‘Chechu Álava. Rebeldes’ puede visitarse de forma gratuita en la sala balcón-mirador del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza https://www.museothyssen.org/ hasta el 29 de marzo.

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