La música clásica llega, nace y vive en la España rural

La Iglesia Parroquial La Asunción de Nuestra Señora de Cariñena (Zaragoza) organiza conciertos de clásica para sus vecinos.
“Notaréis que se llega al clímax del primer movimiento con una nota muy aguda del violín. Es como si Mendelssohn estuviera gritando por el sufrimiento tras la muerte de su hermana. Y de nuevo, en el cuarto y último movimiento llega ese allegro molto lleno de rabia, furia, miedo…”. Cecilia Novella, violinista de 20 años de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, explica al comienzo del ‘Cuarteto de cuerda nº. 6’ de Felix Mendelssohn lo que transmite esta obra. El público agradece esta introducción, pero, sobre todo, la interpretación. Estamos en la Iglesia Parroquial La Asunción de Nuestra Señora de Cariñena (Zaragoza), en un ejemplo entre muchos de cómo la música clásica se acerca, nace o vive en la España rural. Viajamos también a Galicia, Castilla y León, Extremadura en busca de esa alianza entre las notas clásicas y los pueblos.
“Lo que me ha gustado mucho es que expliquen los movimientos, asociar la música a los sentimientos del compositor”. “He disfrutado una barbaridad. Se me ha hecho corto. Ver a gente joven tocar de esta forma es una maravilla”. “Disfrutar de esto en mi pueblo, sin desplazarme al auditorio de Zaragoza, es un lujo”. Así de satisfechos salían algunos vecinos y vecinas de Cariñena de su iglesia parroquial tras presenciar un concierto con obras de Mozart y Mendelssohn.
El concierto del 22 de marzo en este pueblo de 3.500 habitantes del Campo de Cariñena, declarado Capital Europea del Vino 2025, fue el primero de cuatro de la segunda edición del ciclo Música Cercana que impulsan la Escuela Superior de Música Reina Sofía y Redeia. Las siguientes citas serán en Piélagos (Cantabria) el 23 de mayo, en Manzanares (Ciudad Real) el 30 de mayo y en Medina de Rioseco (Valladolid) el 6 de junio.
“No serán ni las mismas obras ni los mismos músicos. En Piélagos habrá un quinteto de viento, en Manzanares un trío con piano y en Medina de Rioseco volvemos al cuarteto de cuerdas”. Jorge Feliz, responsable de Mecenazgo y Desarrollo en la Escuela, habla de los conciertos por venir y de lo que ocurrió al día siguiente en Cariñena, porque Música Cercana se compone de conciertos y, al día siguiente, de talleres donde se conjuga la realidad virtual con la contextualización de las obras de grandes compositores.
Vivir lo que sentían Mozart y Tchaikovsky
“Talleres, charla, conferencia y todo muy participativo. Presentamos a Mozart, Tchaikovsky y Respighi desde las emociones, no desde la historia de la música o lo puramente académico. Lo combinamos con gafas de realidad virtual que nos permiten recorrer espacios de la vida de estos compositores, por ejemplo, palacios donde se compusieron o interpretaron sus obras. O incluso les permite ponerse en el centro de una orquesta”, resume Feliz sobre los talleres.
Si, en especial a las personas de menos edad, el concierto en la iglesia les sorprendió, esta segunda parte no fue para menos: “Lo hemos pasado muy bien. Son cosas que no vives habitualmente en Cariñena. Nos gusta conocer todo esto”, decían casi al alimón una niña con un patinete en la mano y un niño que estudia batería en la Escuela de Música de Cariñena. Porque sí, en la España rural también se aprende música clásica, aparte de vivirla en directo gracias a iniciativas como la de la Escuela y Redeia.

El proyecto La Ruralité actúa fundamentalmente en el entorno de Extremadura.
Mucho más que música clásica
En agosto de 2024 se celebró en Noia, A Coruña, la 11ª edición del festival internacional de arpa: Noia Harp Fest. Se reunieron allí e interpretaron sus obras artistas de Ucrania, Francia, Escocia, Alemania y Senegal, pero uno de los momentos más emocionantes fue la exhibición inaugural llevada a cabo por jóvenes alumnos y alumnas (incluidos niños y niñas) de diferentes escuelas de música de Galicia, también los del Conservatorio de Torroso. En esta parroquia pontevedresa del municipio de Mos hay un conservatorio profesional, escuela de música y danza y banda de música juvenil, todo nucleado en torno al Centro Recreativo y Cultural.
Es un ejemplo más de que la música clásica llega, vive o nace en la España rural, incluso en zonas poco pobladas. Cariñena tiene 3.500 habitantes, Torroso 1.350 y Cerezales del Condado 84. En este pueblo del municipio de Vegas del Condado, en la comarca Tierra de León, se asienta la Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC), paradigma de la apuesta de la música clásica por el medio rural y mucho más: investigación, producción y difusión del arte y la cultura contemporánea; diálogo y pertenencia de la fundación al vecindario desde la etno-educación; y talleres didácticos desde los 3 años y colaboración en el currículum académico de los centros escolares de la zona y con colectivos con necesidades especiales.
Secuencias, Sonidos de la Escuela Rural, Sonidos de Primavera, Sonidos de Invierno y Programa de Residencias en colaboración con Juventudes Musicales de España. Todos ellos son programas de conciertos y educativos surgidos de la fundación y que llenan Cerezales del Condado y los alrededores de una cultura viva y dinámica. “Acude gente de muchos lugares, de este pueblo y de los de alrededor. También de la ciudad y en ocasiones de fuera de León. No hay un perfil concreto pero sí hay bastante público habitual”, comentan desde la FCAYC.
La música en el diálogo con el medio rural
También explican la importancia de implicar al territorio: “Muchos de los programas no suceden en las instalaciones de FCAYC, sino en otros espacios que muchas veces no están en Cerezales del Condado. Para que esto ocurra hace falta una colaboración vecinal y de agentes del territorio que resulta indispensable. Hay proyectos específicos, como Sonidos de la Escuela Rural o las Secuencias X y XI, que conllevan una colaboración más activa y les implican de otras maneras. En general, el nivel de diálogo es alto”.
La Secuencia X involucró a todo el territorio que se extendía entre los campanarios de cuatro pueblos. Ocurrió en septiembre de 2024 y participaron los compositores Llorenç Barber y Montserrat Palacios y el vecindario de Ambasaguas, Barrio, Cerezales y Devesa. La presentación presagiaba fuertes emociones: “Suenan nueve campanas. No marcan la hora, no tocan a vecera. El ritmo suele transmitir el mensaje, pero aquí la seña es nueva. Intenta hacerse reconocible entre sonoridades extrañas, emparentadas con las ya conocidas. Las vibraciones conectan el territorio que se expande entre cuatro torres: rozar el bronce, esperar la respuesta. Las sonoridades de lo comunal se leen desde diferentes capas que se relacionan”.
Leer y sentir esto acrecienta las ganas de asistir a la Secuencia XI, el 24 de mayo, en un lugar por confirmar en las inmediaciones de la confluencia de los ríos Porma y Curueño, con el acompañamiento de la compositora Pilar Miralles. “El proyecto plantea que las propuestas estén compuestas en diálogo con ese lugar. Es decir, que no solo tiene el papel de albergar, sino que implica a ese espacio como un interlocutor. Algunos han estado relacionados con el sector primario, como una cantera o un molino, y otros con espacios patrimoniales, como un monasterio o un castillo”, añaden desde la fundación.

Fundación Cerezales Antonino y Cinia (FCAYC), paradigma de la apuesta de la música clásica por el medio rural y mucho más: investigación, producción y difusión del arte y la cultura contemporánea. En la foto, Raquel G. Ibáñez e Ignacio Martínez, en un concierto de ‘Secuencias’.
“Alentamos a que se componga música inspirada en el territorio”
“Tenemos que plantear integración y soluciones locales con innovación y flexibilidad. Que surjan las cosas de la comunidad es fundamental. Hay mucho patrimonio natural y cultural que puede servir de escenario, motor, lugar… Alentamos a que se componga música inspirada en el territorio. Y pongo un ejemplo, nuestra obra Bordadoras del tiempo, inspirada en la Asociación Últimas Bordadoras de Villafranca de los Barros (Badajoz)”. Marta Lozano es música, compositora, presidenta de Wazo Coop, pero sobre todo un volcán de la dinamización y la cooperación rural. De esta entidad de la economía social y solidaria surgen varias iniciativas musicales: Rural-ESS, Cultur Coop 2024, Music4Coop…
En una conferencia-taller de Music4Coop en Madrid, en la Asociación Turística Ferroviaria (Turisferr), tenemos la suerte de conocer de primera mano esta iniciativa, que busca reforzar la mentalidad cooperativa en el sector musical para el desarrollo local sostenible, especialmente en zonas rurales, poco pobladas y remotas de España. La acción principal es la definición y desarrollo de un nuevo perfil profesional de la cooperación musical europea. En la reunión se cooperó con ideas que venían de propuestas atractivas como Traductores del Viento , de Bustarviejo (Madrid), Sala Oeste, de Chapinería (Madrid), y la Fundación Katarina Gurska y la Orquesta Sinfónica del Real Sitio (Segovia).
Ese espíritu integrador con la comunidad, que plasma en campanarios, molinos y castillos la FCAYC está presente en cada propuesta en la que se embarca Wazo Coop desde su doble centro de operaciones: Almendralejo, en Badajoz, y Valdelafuentes, en Cáceres. Y casi siempre aparece el Ensemble La Ruralité como hilo conductor: “Es una iniciativa de Wazo Coop que fusiona la elegancia de la música clásica con un enfoque social transformador, generando un impacto positivo en las comunidades rurales”.

Actuación del proyecto Villalacre, en Las Merindades, Burgos.
La Ruralité: entre bordadoras, higos y nueces
Con Marta Lozano en la composición y Carmen Agúndez (violonchelo), Eduardo Sánchez (piano) y Raquel Otero (violín) en la ejecución musical, La Ruralité interpreta piezas como Bordadoras del tiempo, Raíces o Casamientos de higo y nuez, que explora la profunda conexión entre los sabores y la memoria. “Esta música se convierte en un homenaje sonoro a la tierra, las costumbres y la identidad cultural de Almoharín y Sierra de Montánchez y Tamuja”, añade Lozano.
El segundo Music4Coop Fest se celebró del 5 al 9 de mayo en distintos escenarios de la sierra de Montánchez y Tamuja, entre Badajoz y Cáceres. De nuevo fue un buen momento para degustar esta música entroncada en lo rural. Como lo fue la reciente 12ª edición de Música en Segura (14 al 18 de mayo), el festival por antonomasia de la música clásica y estilos aledaños que tiene lugar en otra sierra, la jiennense de Segura. No hay que olvidar que, más allá del festival, esta propuesta reparte conciertos para escolares y residencias de mayores a lo largo del año. O Les Arts Volant, propuesta desde el Palau de Les Arts de Valencia para llevar la ópera dentro de un camión ambulante por pueblos de la provincia durante los meses de junio y julio.
Y como nos gusta ver que estas iniciativas crecen y se replican, terminamos en el norte de Burgos, en la comarca de Las Merindades, con una propuesta musical que ya pasó por El Asombrario: Proyecto Villalacre. “Claro que seguimos”, cuenta Adrián Carro, saxofonista y uno de los integrantes del proyecto: “En verano mantenemos el ciclo de la Noche Encendida, en Villalacre y otros pueblos. El año pasado tuvimos récord de asistencia, con cien personas en algunos conciertos. Y hemos ampliado la propuesta con la interpretación en directo de bandas sonoras del cine mudo mientras se proyectan las películas. Desde la residencia artística de Villalacre hemos desarrollado otros proyectos, como Más allá de la zarzuela, Naima Dúo o Merinjazz…”
El artículo tiene que acabar, pero no las ganas y las ideas para que la música sea también parte de la identidad rural, como apunta Adrián Carro: “Esta es la manera de hacer nuestro propio camino, basado en la autogestión, que te lleva a darle vida a tu tierra a través de la música”.
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