Necesitamos naturalizar y ruralizar las ciudades

San Sebastián, una de las ciudades españolas que mejor integra naturaleza y vida urbana.

Dos periodistas y escritores de larga trayectoria, Javier Morales y César Javier Palacios, han sido los invitados a la cuarta sesión del ciclo ‘Lecturas Verdes’ que organiza ‘on line’ la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA), a raíz de sus libros de amplio contenido verde: ‘El día que dejé de comer animales’ (Morales, editorial Sílex  ) y ‘Naturalmente’ (Palacios, Plaza y Valdés Editores). Recogemos aquí un resumen de lo que hablaron, muy centrado en el respeto a los animales y la tensión entre mundo urbano y mundo rural.

Javier Morales abrió la charla con una cura de poderosa humildad: “Un libro no cambia el mundo pero sí puede cambiar a un lector que puede cambiar el mundo”, tal como ha dicho, por ejemplo, el escritor mexicano Benito Taibo.

César Javier Palacios: Absolutamente de acuerdo. Se trata, tanto como periodistas como escritores de estos dos ensayos, de aportar información a la gente para que pueda vivir de manera más libre y consciente.

Morales: Me ha gustado mucho el optimismo de tu libro, algo que refleja bien tu carácter.

Palacios: Es que si eres pesimista, corres serio riesgo de desanimarte, de pensar: ¿para qué voy a luchar? Si te convences de que no hay futuro, entonces apaga y vámonos. Creo que el entusiasmo es el motor que puede movernos hacia el cambio; el entusiasmo y la solidaridad, la empatía, pensar en los demás.

A partir de esta intro, ambos autores abordaron el porqué de su decisión de dejar de comer carne.

Morales: Mira, a mí precisamente me cambió un libro. Llevaba mucho tiempo trabajando en temas ambientales, y muchos años dándole vueltas a este asunto. Y fue el libro Comer animales, de Jonathan Safran Foer (Seix Barral), por el que decidí dar el paso. En el epílogo de la tercera edición de mi libro cuento la evolución, una evolución que me ha llevado al veganismo, aunque reconozco que alguna vez, si las circunstancias me llevan a ello, me como un pincho de tortilla.

Palacios: Creo que es importante no ser muy estrictos, y tener también empatía hacia los que no piensan como nosotros.

César Javier Palacios, periodista y escritor. Fotografía de Marina Palacios.

Morales: No ser talibanes. Pero a mí lo que me interesa es el concepto del antiespecismo, de que los humanos no somos los reyes del planeta, que no tenemos derecho a sacrificar animales indiscriminadamente.

Palacios: En mi caso la decisión viene por una conciencia ambiental. Como buen burgalés llevaba comiendo carne a diario, consumiendo embutidos desde pequeñito. Yo, sin embargo, sí como pescado. ¿Los peces no sufren? Sí, pero no sé, quizá también el pescador artesano que vive de su pesca también sufre.

Morales: En lo que debería haber consenso es en la crítica sin matices a la ganadería industrial.

Palacios: Eso es fundamental, porque además esa carne es veneno. Una agroindustria que nos envenena a nosotros y envenena el territorio.

Morales: Las condiciones en las que viven los animales en las macrogranjas son terribles; también las condiciones de los trabajadores. Las condiciones son deplorables para todos, para que la carne a consumir salga barata.

Palacios: Claro, la gente debe ser consciente de que no se puede criticar las macrogranjas y luego querer comer carne de cerdo a 3 euros el kilo. Los consumidores deben pensar sobre el origen de lo que compran. En alimentación, en moda, tenemos que pensar de dónde viene lo que consumimos. Y buscar lo más cercano, de temporada, sostenible… Yo creo mucho en que los consumidores concienciados son la primera gran revolución política de nuestra sociedad. Cada día tomamos una decisión en lo que consumimos, y eso puede ser mucho más revolucionario que lo que votamos cada cuatro años.

El periodista y escritor Javier Morales. Fotografía de Isabel Wagemann.

Morales: Yo difiero un poco de esa opinión. Creo que un consumo responsable no basta, que no vale con trasladar la responsabilidad de todo al consumidor. Eso es muy cómodo, y yo no confío tanto en el capitalismo verde. La carne también ha sido en la historia una cuestión de estrato social, los pobres apenas la comían, no es tan sencillo explicarles ahora que se ha abaratado, que está al alcance de la mayoría, que no es bueno que la coman.

Palacios: Tienes razón, Javier; es muy sencillo culpabilizar a la sociedad de lo que no funciona. ¿No es más sencillo reducir tanto plástico en los envases en vez de fabricarlos así y luego pedirle a la gente que reduzca su consumo de plásticos? Algo que, por ejemplo, me da mucho coraje son las dichosas toallitas higiénicas, un producto que antes no existía, que comenzó en el 2000, que se hizo una gran campaña para su consumo, y ahora nos culpabilizan si las consumimos. ¿Pero por qué las fabricaron?, ¿para qué?, no existía esa necesidad, esa demanda… ¿No eran conscientes del problema que creaban? ¿Quién las puso en el mercado, quién autorizó que inundaran el mercado?…

Morales: Consumo responsable sí, pero también exigencias a los fabricantes, no traslademos toda la responsabilidad al consumidor y no nos olvidemos de que hay gente muy vulnerable económicamente.

Palacios: Quería lanzarte una pregunta, Javier, que me surge del libro Enganchados a la carne, de Marta Zaraska, también publicado por Plaza y Valdés. Ella señala que los hombres de verdad se ven como obligados a comer carne. ¿Tú has sentido algún tipo de discriminación cuando dices que eres vegano; risitas, chistes?

Morales: No exactamente, pero sí creo que el machismo y el especismo tienen mucho que ver, que corren paralelos en la historia; es el concepto de dominación del hombre sobre la mujer y sobre el resto de los seres vivos. Es todo una cuestión de poder.

Palacios: También creo que lo que está sucediendo es una desconexión cada vez más amplia entre el mundo urbano y el mundo rural; no se trata tampoco de idealizar el mundo rural de antes, en el que la gente pasaba hambre, los niños se comían los mocos, ni hace falta convertir los pueblos en parques temáticos, pero sí que nos falta mucha más cultura de la naturaleza.

Morales: Totalmente. Y campo y ciudad no deberían ser excluyentes. No debería existir esa tensión. Y un paso sería empezar por re-naturalizar las ciudades. En Madrid, por ejemplo, queda todo por hacer. Bienvenidas sean iniciativas como la de Tokio, donde existe la obligación de que toda nueva construcción lleve una azotea con vegetación. No es ni más ni menos que hacer las ciudades más habitables, en beneficio de todos.

Palacios: El científico Fernando Valladares explica a menudo que hay informes que demuestran que vivir en las ciudades cerca de zonas verdes aumenta varios años la media de esperanza de vida, y no hace falta que sea un bosque, basta con un pequeño parque o una plaza con árboles. Es fundamental repensar nuestras ciudades, repensarlas como pueblos, ruralizarlas, que tengan sus ríos naturales, sus huertas, sus plazas con árboles, sus tiendas de proximidad, sus bares de vecinos, espacios en los que haya oportunidad de conocer a los vecinos. Es curioso, porque yo creo que el futuro está en el pasado: ciudades con pequeño comercio, pequeñas librerías, pequeñas tiendas de barrio… Ahí está el futuro. Lo moderno ahora es volver a lo de antes, volver a la tienda de barrio y a las croquetas de la abuela.

Morales: Tender redes de colaboración y conocimiento.

Palacios: Hay que aprovechar la vida desde el minuto 1 y ser felices.

Aquí puedes leer un resumen de las otras ‘Lecturas verdes’ organizadas por APIA:

José Luis Gallego y Antonio Cerrillo, aquí. 

Maribel Orgaz y Julio Martínez, aquí. 

Carlos Fresneda e Irene Baños, aquí. 

  COMPROMETIDA CON EL MEDIO AMBIENTE, HACE SOSTENIBLE ‘EL ASOMBRARIO’.

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