‘Ni enfermos ni pecadores’: Saúl Castro disecciona ‘las terapias de conversión’

El abogado Saúl Castro. Foto: Edu Espiritusanto.

Desde hace poco más de un lustro, la práctica generalizada e impune de las mal llamadas ‘terapias de conversión’ se ha convertido en uno de los principales temas de preocupación y denuncia dentro del activismo LGTBIQ+ español. Sin embargo, a nivel político y legal, España está todavía muy lejos de que exista un consenso sobre qué son, en qué consisten y cómo deberían atajarse estas pseudoterapias –también conocidas como ECOSIEG (Esfuerzos de Cambio de Orientación Sexual, Identidad o Expresión de Género)– desde un prisma normativo y sociopolítico. Esta problemática ha absorbido gran parte del trabajo que Saúl Castro, abogado y fundador de la Asociación Española Contra Las Terapias de Conversión, ha realizado en los últimos tres años y que ahora plasma en su libro ‘Ni enfermos ni pecadores’. Hablamos con el autor sobre lo que supone un fenómeno tan escandaloso como arraigado en nuestro país.

¿En qué consisten realmente esas prácticas pseudocientíficas de las que hablas en tu libro?

En España, las terapias de conversión se practican, principalmente, siguiendo los llamados ‘enfoques psicoterapéuticos y enfoques de fe’. Estos enfoques se basan en la idea de que la diversidad sexual y de género es inherentemente mala, pecado o contraria a la moral, o bien en la idea de que la diversidad LGTBIQ+ deriva en heridas emocionales o eventos traumáticos que han ocasionado una falta de maduración de la identidad que se entiende como normal (la cis heterosexual). Partiendo de estas premisas, absolutamente desacreditadas por los estándares y consensos científicos, los promotores y perpetradores de terapias de conversión hacen distintas prácticas y ejercicios, entre los que se incluyen la obligación de mantener periodos de abstinencia sexual y castidad (entre 270 días y un año), el control masturbatorio, ejercicios de diario (donde se tienen que ir escribiendo todos los eventos que activan el deseo sexual, el número de veces que uno se masturba), etc…

También hay casos de enfoques más aversivos, como lo de ponerse una pulsera alrededor de la muñeca y darse golpes cada vez que venga un pensamiento homoerótico. Otra de las técnicas que emplean principalmente consiste en obligar a las personas que están itinerando a cortar de raíz con todas sus relaciones fuera de estos grupos (para que esos grupos se conviertan en los únicos entornos de socialización que tienen). Finalmente, en los casos en los que no se consigue modificar la orientación sexual, o por lo menos anularla, los grupos que actúan en España derivan a esas personas a psiquiatras y psicólogos con los que colaboran para que les receten medicación prescrita para determinados trastornos mentales (como pueden ser la epilepsia, la esquizofrenia o el trastorno bipolar), aunque estas personas no estén diagnosticadas de esas enfermedades, porque esos medicamentos tienen como efecto secundario la inhibición de la libido. Al final, es una forma de castrarlos químicamente.

 

Algunas técnicas y métodos de trabajo resultan verdaderamente surrealistas…

Sí. El método más surrealista que he visto yo es el tema de la medicación. Me parece increíble que esto siga pasando aquí en España. He estado en contacto con víctimas que han estado hasta ocho años siendo medicadas diariamente, tanto con benzodiacepinas como con medicamentos que ni siquiera están reconocidos por la Agencia Española del Medicamento, como Depamide, un comprimido similar al litio que se utiliza para tratar la bipolaridad, previo pago de 200 euros por sesión. También me sorprenden mucho los ejercicios de desnudez forzada, con el fin de desexualizar el cuerpo de las personas del mismo género. Además de poner a la víctima en una situación muy vulnerable, se generan entornos en los que desaparece la fina línea entre la violencia sexual y la violencia contra la integridad. Me sorprende mucho, sobre todo, teniendo en cuenta que estas prácticas se llevan a cabo siempre delante del orientador o del pseudoterapeuta de conversión (que sí están vestidos).

¿Quiénes son los principales perpetradores y promotores en España?

En España hay dos tipos de perpetradores. Por un lado, están los profesionales que ofrecen servicios no regulados, como puede ser el coaching, previo pago de una determinada cantidad, que suele estar entre los 60 y 80 euros por sesión. Estas personas, aunque tienen una ideología fuertemente religiosa, también enmarcan sus trabajos dentro de un servicio profesional para recuperar la identidad, como es el caso, por ejemplo, de Elena Lorenzo [la supuesta coach sancionada en 2019 por el Gobierno de Madrid por promover terapias contra la homosexualidad].

Por otro lado, tenemos a agrupaciones altruistas, sin ánimo de lucro directo (porque luego sí que piden donaciones). ‘Es posible la esperanza’, que es la que está más vinculada al trabajo en los centros diocesanos de orientación familiar (como pueden ser el de Alcalá de Henares o el de Cartagena, Murcia), fue fundada por el sacerdote Santiago Olmeda, en colaboración con Belén Vendrell, secretaria y mano derecha del obispo de Alcalá, Juan Antonio Reig Pla.

Paralelamente, tenemos a ‘Verdad y Libertad’, fundada por Miguel Ángel Sánchez Cordón, que se organiza de una forma más piramidal estableciendo que los itinerantes están controlados por ex itinerantes que pasan a conseguir el rango de hermanos mayores y entonces supervisan el proceso de curación de la homosexualidad de las personas que están por debajo.

Entiendo, por tanto, que la Santa Sede está al tanto de la práctica de estas terapias…

Sí. ‘Es posible la esperanza’ remitió en 2015 un dosier, donde describía su itinerario de maduración espiritual, tanto a la Santa Sede como a todos los obispos de la Conferencia Episcopal de España. Estos son conocedores de esas prácticas, y ese dosier buscaba fomentar que la Iglesia asumiera ese itinerario como parte de su labor parroquial y pastoral. Por otro lado, en 2020, la Congregación para el Clero publicó un informe de investigación de ‘Verdad y Libertad’, dirigido por el Cardenal Stella, en el que se identificó a por lo menos seis miembros de la curia española (cuyos nombres no han trascendido) como partícipes y promotores de terapias de conversión en el marco de ‘Verdad y Libertad’.

La Santa Sede remitió este informe a la Conferencia Episcopal, que lo discutió en su asamblea plenaria de abril de 2021, aunque el informe no ha trascendido. Lo único que dijo la Conferencia Episcopal es que animaba a las víctimas a recurrir a la vía civil, porque por la vía eclesiástica no se podía hacer nada. Así que sí, la Iglesia no solo conoce que estas prácticas se llevan a cabo en sus instituciones, sino que también sabe que miembros del clero las patrocinan y promueven abierta y activamente, y aun así no han hecho nada.

¿Cómo contactan normalmente los perpetradores a sus víctimas?

Se hace a través de vías informales, a través de contactos por las parroquias o por los grupos de atención pastoral. O incluso a través de Internet. ‘Verdad y Libertad’ eliminó hace unos años su página web, pero tiene grupos de Telegram y Facebook, y también sigue teniendo su canal de Youtube, así que es fácil indagar y contactarlos.

Los promotores de los ECOSIEG en España se aprovechan de la desinformación y de la carencia de una educación integral sobre diversidad sexual y de género en la población para afianzar sus prácticas a través de tesis absolutamente falsas. ¿Cuáles son los mitos más arraigados?

Todos dicen un poco lo mismo. Por un lado, definen el origen de la diversidad sexual y de género como fruto de heridas emocionales, pero lo hacen de una forma muy amplia, guiándose por lo publicado por Richard Cohen y Joseph Nicolosi en sus libros de cabecera (donde estos identifican una lista de once factores, con subapartados, que pueden producir la homosexualidad). Enumeran tantas características que es imposible que una persona no haya pasado por una de esas situaciones. Algunas de las causas que dicen que originan la homosexualidad son tener una relación de sobreprotección y muy cercana con el progenitor de distinto género, haber sido víctima de bullying, estar expuesto a contenido LGTBI (como películas o series), haber sido demasiado alto para tu edad en el colegio o que no te gusten los deportes. El contenido es tan amplio y tan burdo que, al final, funciona como un horóscopo, como una profecía autocumplida. Cuando tú hablas con el terapeuta, este te dice que tu homosexualidad se produce ‘por esto y por esto, tal como dijeron Cohen y Nicolosi’. Por otro lado, se aprovechan un poco de estos estereotipos derivados del psicoanálisis que decían que la homosexualidad es una falta de la maduración de la identidad, todo muy freudiano (y que ha quedado totalmente desacreditado).

¿Cómo se posicionan hoy las organizaciones de profesionales respecto a las terapias de las que hablamos?

La Asociación Americana de Psicología (APA) ha hecho una revisión amplísima de la literatura existente, que indica que las terapias de conversión son ineficaces y representan gravísimos riesgos para la salud de las personas (riesgo de depresión, cuadros ansiosos, aumento de intentos autolíticos…). Esto ha sido asumido por más de 80 asociaciones profesionales. Sin embargo, no se nos ha llegado a educar respecto a eso. A ti te proponen ahora mismo una terapia homeopática y, por la educación que has recibido en el colegio, tú sabes que la biología y las medicinas no funcionan así, y estás un poco más protegido. En el caso de la diversidad sexual y de género, como no se nos da una educación al respecto, no nos explican que esta diversidad es una manifestación normal de la diversidad de la naturaleza, que es científicamente imposible modificar la voluntad, o que la orientación sexual no deriva de factores sociales o culturales, sino de factores biológicos que pueden ser genéticos o ambientales.

Esa falta de educación hace que las víctimas estén más expuestas a poder creerse todas esas mentiras. Todo ello se une a que, al final, vivimos en una sociedad estructuralmente LGTBIfoba, así que en el momento en que empezamos a cuestionar nuestra identidad como personas no cis heterosexuales, lo primero que queremos es intentar conformarnos a la cisheteronorma. Esto es, que muchas personas, en función del contexto, de sus creencias o de su nivel de LGTBIfobia interiorizada, van a ser más proclives a buscar cualquier vía para no ser LGTBIQ+.

Elena Lorenzo comenzaba sus cursos con un módulo que traslada la responsabilidad del éxito de la ‘terapia’ a las propias víctimas. ¿Es este el recurso más eficaz para justificar su ineficacia?

Efectivamente, eso de vincular la responsabilidad de las víctimas al éxito de la terapia es una técnica muy empleada por todos los terapeutas de conversión. Con ello, se traslada toda la responsabilidad a la víctima, lo que luego aumenta su sensación de culpabilidad, y se presenta a las víctimas que no consiguen reprimir su orientación o identidad como errores frente a los testimonios que figuran en sus páginas web o los casos de personas que sí que han sido milagrosamente curadas. Elena Lorenzo fue sancionada en 2019, aunque en 2021 se revirtió su sanción. La Comunidad de Madrid ha sido obligada a devolver los 21.000 euros que ella había recaudado a través de un crowdfunding orquestado por Hazte Oír. Pero ya no es solo eso, porque la sanción que se le puso fue solo una multa económica y no se le cerraron temporalmente los servicios que ofrecía. Pese a la sanción, ella siguió, y sigue ofreciendo a día de hoy, a través de su página web, terapias de conversión que ella enmarca en el coaching de identidad para tratar, dice ahora, el trastorno obsesivo-compulsivo homosexual (que no es ningún tipo de enfermedad ni consta en ningún manual de diagnóstico clínico).

También lograste hablar con víctimas de Aquilino Polaino, que en 2005, invitado por el PP, declaró en el Senado que los gais son hijos de padres ‘hostiles, alcohólicos, distantes’. ¿Llegó a redimirse este psiquiatra, o aún sigue promoviendo el tratamiento a homosexuales?

No, nunca se ha llegado a redimir. Siguen estando disponibles los vídeos donde dice que la diversidad sexual y de género es fruto de alteraciones en el desarrollo de las personas, y de problemas mentales. Ni se le ha investigado judicial o criminalmente, ni tampoco se le ha denunciado por todas las declaraciones que hizo, o por los testimonios que constan en prensa pública. A día de hoy, él consta como retirado, pero yo sí que escuché que había personas que habían sido atendidas de extranjis por Aquilino Polaino, aunque no he podido verificar esos testimonios.

Tristemente, las personas trans tienen el doble de probabilidades de ser sometidas a ‘terapias de conversión’ que las personas cis….

Sí, la estadística lo dice claramente. Al final, las identidades trans tienen que pasar por un control médico y clínico, al menos en España, para obtener su reconocimiento legal. El mero hecho de ver su identidad sometida a tela de juicio y a validación por parte de un tercero las pone en situación de tener que enfrentarse a potenciales personas que les vayan a poder aplicar un tratamiento para paliar esta disforia de género que tiene que ser diagnosticada.

¿Qué papel están jugando el activismo LGTBIQ+ y los medios de comunicación en la impunidad de los ECOSIEG?

Lo que a mí más me fastidia de esto es que, a pesar de que estas noticias han existido en los últimos años, no he visto que se investigara de forma seria y detallada la práctica sistemática de terapias de conversión (hasta que nosotros fundamos Noesterapia). Creo que eso se debe a que, al final, la lógica del activismo LGTBIQ+ en España se ha quedado desfasada. El activismo se centra principalmente en la denuncia, en la atención social a las víctimas y en la elaboración de estudios, que también son muy importantes, pero no utiliza el sistema jurídico para garantizar que nuestros derechos sean efectivos. No sé si lo hacen por miedo, o por dependencia de ayudas de distintos organismos públicos.

Ahí está Abogados Cristianos, que se lía a meter querellas y denuncias contra todo el mundo, de las cuales unas cuelan y otras no, y que consigue que vayamos retrocediendo en los derechos de la comunidad LGTBIQ+. Las víctimas con las que yo he contactado eran muy reacias a hablar conmigo, porque decían que, en observatorios contra la LGTBIfobia o cuando se habían acercado a otras plataformas de la sociedad civil, se habían sentido muy ignoradas, que no les habían ofrecido ejercer acciones penales a través de la acusación popular, o que no habían participado en procedimientos administrativos como interesadas. Eso es muy grave y, al final, demuestra unas carencias muy grandes en el tipo de activismo que se hace en España.

Con la prensa pasa un poco lo mismo. Se ha tendido a focalizar los esfuerzos en el amarillismo de hablar con víctimas, y no tanto en hacer investigaciones coordinadas con la sociedad civil para documentar y para infiltrarse en esos grupos, y así conseguir un acervo probatorio que luego poder presentar en un caso.

¿Cómo se explica que todavía no se haya llevado a cabo en España una investigación seria y oficial sobre estas dañinas prácticas?

Porque no tenemos un marco jurídico que permita hacer eso. Ahora mismo, en España solo hay ocho comunidades autónomas que prohíben y sancionan administrativamente la práctica, la promoción o la difusión de terapias de conversión. La tutela administrativa de la práctica de terapias de conversión se ha mostrado absolutamente ineficaz, primero, porque el inicio de los expedientes sancionadores solo se puede producir de oficio y depende exclusivamente de la voluntad de los titulares de la consejería competente en materia de derechos LGTBI. En el caso de Elena Lorenzo y el del obispado de Alcalá, se ha visto de forma muy clara que la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid no solo no ha querido investigar sino que ha dilatado los plazos para notificar a los denunciantes la decisión de archivo de las denuncias, para que así prescribieran y ya no se pudieran recurrir.

Tampoco hay competencias…

No, porque el mismo marco sancionador que se usa para cuando a ti te insultan por la calle o por Twitter se está usando para sancionar la práctica sistemática de terapias de conversión en contextos en los que no existe ningún tipo de publicidad. Para el primer tipo de infracciones administrativas, es muy fácil conseguir pruebas que demuestren que se ha cumplido, porque si tú pones un tuit homófobo, ese tuit queda registrado y se puede denunciar directamente. Sin embargo, para investigar la comisión de infracciones consistentes en la práctica y en la promoción de terapias de conversión, en la forma en la que se llevan a cabo en España, es imposible.

Los órganos administrativos no disponen de medios para poder documentar y obtener pruebas de que esto se hace. En tercer lugar, está el hecho de que las acciones no son disuasorias. Con el caso de Elena Lorenzo quedó muy claro que una multa no va a disuadir a los perpetradores de terapias de conversión, porque ellos se apoyan en redes económicas con muchos recursos que les pueden financiar. Sin embargo, si esto estuviera criminalizado, se enfrentarían a penas de cárcel, o incluso a antecedentes penales, lo que sí tiene una fuerza disuasoria mucho mayor.

¿Por qué comentas que, en relación con las terapias de conversión, el Anteproyecto de la Ley Trans y LGTBI aprobado por el actual Gobierno es “una basura”?

Porque no es nada ambicioso. En los estados que tenemos a nuestro alrededor, como Francia, Alemania, Malta y Grecia, pero también en Canadá, Nueva Zelanda y siete estados de México, están criminalizando las terapias de conversión, porque son conscientes de que hay un bien jurídico, la dignidad personal y el derecho a la identidad sexual y de género, que se tiene que proteger y que se ve dañado por las terapias de conversión. Pero, además, reconocen que la única vía para conseguir que se frenen estas prácticas es a través de la criminalización. España no está siendo vanguardista ni puntera. Nuestro Ejecutivo debería ser más ambicioso, tocando el Código Penal e introduciendo en él un delito consistente en la práctica de terapias de conversión.

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