“No trabajen para los destructores del clima”

Ilustración CC.

“No trabajen para los destructores del clima». Es lo que dijo hace unos días el secretario general de la ONU, António Guterres, a miles de estudiantes que acababan de graduarse en la Universidad Seton Hall (Nueva Jersey, EE UU). A pesar de las montañas de evidencia de una catástrofe climática inminente, todavía vemos montañas de fondos para el carbón y los combustibles fósiles que están acabando con nuestro planeta. Pero sabemos que invertir en combustibles fósiles es un callejón sin salida: ninguna cantidad de GreenWashing  o manipulación puede cambiar eso. Así que hay que avisarles: viene la rendición de cuentas de quienes liquidan nuestro futuro”. Inversores, accionistas, consultoras y tribunales empiezan a dar la espalda a las grandes petroleras.

No es la primera vez que Guterres se manifiesta claramente contra las empresas que impulsan la extracción de combustibles fósiles. En abril dijo a los líderes mundiales: “Nuestra adicción a los combustibles fósiles nos está matando”. Semanas antes, no dudó en decir a las empresas y gobiernos cuyas acciones climáticas no concuerdan con sus palabras: “Están mintiendo y los resultados serán catastróficos. Invertir en nueva infraestructura de combustibles fósiles es una locura moral y económica”.

En esta ocasión, el máximo responsable de la ONU alentaba a las nuevas generaciones a que utilizaran su talento para ofrecer un futuro renovable: “Ustedes deben ser la generación que logre enfrentar la emergencia planetaria del cambio climático”. Y agregó: “Tú tienes las cartas. Tu talento es demandado por empresas multinacionales y grandes instituciones financieras. Tendrás muchas oportunidades para elegir. Mi mensaje para ustedes es simple: no trabajen para los destructores del clima. Utilicen su talento para impulsarnos hacia un futuro renovable”.

Apenas 24 horas antes, Caroline Dennett, una consultora senior que llevaba 11 años trabajando para la petrolera Shell (una de las 20 principales empresas responsables de la crisis climática), ponía fin a su relación laboral con la compañía en una carta abierta a sus ejecutivos y 1.400 empleados. En un vídeo adjunto, publicado en LinkedIn, denunciaba que daba este paso porque no podía sostener más el «doble discurso sobre el clima» de Shell. Dennett acusaba a la multinacional del petróleo y el gas de «operar más allá de los límites de diseño de nuestros sistemas planetarios» y «no anteponer la seguridad ambiental a la producción (…) La ambición de seguridad declarada de Shell es ‘no hacer daño’, Objetivo cero, lo llaman, y suena honorable, pero están fallando por completo. (…) Saben que la extracción continua de petróleo y gas causa daños extremos a nuestro clima, a nuestro medio ambiente y a las personas. Y digan lo que digan, Shell simplemente no se está deshaciendo de los combustibles fósiles (…) Contrariamente a las expresiones públicas de Shell sobre el cero neto, no se están quedando sin petróleo y gas, sino que planean explorar y extraer mucho más”.

Dennett tomó esta decisión inspirada en una protesta de Extinction Rebellion: “Cuando vi imágenes de noticias de Extinction Rebellion invitando a cualquiera en Shell a abandonar el barco y ofreciendo apoyo a través de su proyecto TruthTeller, me motivó a actuar. Espero que muchos más puedan encontrar la manera de hacer lo mismo” e instó a los ejecutivos de Shell a “mirarse en el espejo y preguntarse si realmente creen que su visión de una mayor extracción de petróleo y gas aporta un futuro seguro para la humanidad”. TruthTeller es un espacio virtual ligado al movimiento internacional Extinción Rebellion que denuncia irregularidades medioambientales para fomentar el motín corporativo y ayudar a los empleados de las empresas que dañan el planeta a revelar de forma anónima lo que saben.

El anuncio del Dennett y el discurso de Guterres se produjeron en la víspera de la Junta General de Accionistas de Shell en Londres. Aquel día, a los activistas climáticos se unieron los miembros del grupo holandés de pequeños inversores Follow This. El objetivo común era presionar a la compañía a cumplir con los acuerdos de París, después de que días antes la justicia holandesa la obligara a reducir un 45% sus emisiones de dióxido de carbono.

Cambiar desde dentro es lo que buscaba el pequeño grupo de inversores Engine No.1, que en la asamblea de accionistas de esta semana presentó una terna alternativa a la de la dirección de Exxon para que entraran como miembros al consejo del gigante petrolero varios expertos en energías verdes. Días antes, los tribunales habían obligado a la dirección de esta petrolera, la mayor de EE UU, a admitir que 2 de sus 12 miembros fueran los propuestos por este minoritario fondo de inversión.

Junto a Saudi Aramco, Chevron, Gazprom, National Iranian Oil Co, BP y Shell, Exxon forma parte de la lista de las 20 multinacionales dedicadas a los combustibles fósiles que han sido responsables del 35% de todo el dióxido de carbono y el metano emitidos por todo el sector energético mundial desde 1965, según un estudio del Climate Accountability Institute. Al caso de Exxon se une también esta semana lo ocurrido en la asamblea de Chevron, otra gran petrolera estadounidense: más del 60% de los accionistas aprobaron una declaración pidiendo que la empresa reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero.

Las comunidades energéticas

Mientras esto sucede, las comunidades energéticas siguen proliferando en Europa. Las comunidades energéticas se construyen sobre el concepto del autoconsumo energético local, es decir, la producción de energía para uso propio, individual o colectivo, y en el mismo lugar en el que se genera. Son clave para democratizar la energía y enfrentarse a la emergencia climática contribuyendo a disminuir emisiones. Además, representan una oportunidad para luchar contra la pobreza energética, reforzar el tejido productivo local, fomentar la creación de comunidades resilientes, disminuir la factura eléctrica y aumentar la independencia energética frente a grandes corporaciones.

Si bien hay iniciativas y ejemplos inspiradores de comunidades energéticas en el ámbito europeo, es ahora cuando en el Estado español están empezando a coger fuerza. Recientemente, el Instituto Balear de la Energía (IBE) ha firmado el convenio para la constitución de la que será «la primera comunidad energética de energías renovables que beneficiará directamente a la ciudadanía de toda una zona residencial”, en la urbanización de Es Galatzó (Mallorca). Los paneles fotovoltaicos instalados en el instituto, la escuela o el polideportivo, además de otras cubiertas residenciales y aparcamientos, abaratarán la factura de la luz hasta un 40% para cerca de 400 viviendas. Paralelamente, las cooperativas de energías renovables como Som Energía empiezan a estimular la creación de proyectos que generen modelos sociales innovadores, energía renovable y eficiencia energética que fomenten la transición energética en el marco de la Economía Social y Solidaria. Acaban de abrir las inscripciones de la 6ª edición de este Germinador Social. 

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