Nuestra quiniela para los Goya: nieve, abejas y sueños de robot
Cada año, una selección de las mejores películas españolas del año llegan a la orilla de los Premios Goya, que este año celebran su 38 edición en Valladolid, con actuaciones de Amaia, David Bisbal, Estopa, María José Llergó, India Martínez, Niña Pastori, Silvia Pérez Cruz y Salvador Sobral. Antes, estas películas navegaron en embarcaciones, unas grandes como transatlánticos y otras frágiles como balsas, unas en flotas ordenadas y otras solitarias, invisibles. A algunas las estelas de los barcos grandes las hicieron naufragar. Hacemos un repaso de lo que podemos ver mañana, sábado, 10 de febrero, con una conclusión: la cosecha de 2023 es soberbia y sitúan al cine español entre los mejores del mundo.
Todas navegaron en mares inciertos y tempestuosos. No todas son las mejores, si es que se debe hablar en esos términos; ni tampoco las que ganan muchas veces lo son, pero son las que deciden los académicos españoles, y la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de España es la más importante organización de cine en España, pues representa al conjunto de profesionales de la cinematografía de nuestro país, de ahí la relevancia de sus premios.
Méndez Leite y Juan Mariné
Como organización que decide, entre otros, los más influyentes premios del cine español, capaces de relanzar la vida comercial de las películas y prestigiar a los actores, actrices y técnicos premiados, la Academia española de cine es, hoy, un auténtico nido de víboras y jilgueros presidido por un equipo capitaneado por Fernando Méndez-Leite, persona de cine de muy largo recorrido. El Goya de Honor de esta edición será de los mejor dados en los últimos años, a Juan Mariné, que la academia define como “histórico director de fotografía, restaurador fílmico e investigador y auténtico mito del cine español”.
Varios son los factores extra cinematográficos que influyen en qué película o profesional se lleva el gato al agua en los Premios Goya. Desde hace ya unos años, la política influye intensamente, especialmente por el movimiento feminista en el último lustro, pero también antes, aunque con una capacidad más limitada, por el llamado “cine contemporáneo”, el que narrativamente se opone al que busca públicos amplios.
Tendencias de voto
Todas a una, Fuenteovejuna. Respecto a los efectos del tsunami feminista, la victoria en 2021 de Las niñas (Pilar Palomero) ya visibilizó su relevancia. Las nominaciones se han visto cada vez más ocupadas por mujeres cineastas, la mayoría de las cuales participan en historias dirigidas y protagonizadas por mujeres. En 2024, más del 61 % de los nominados –por primera vez superan el 50%– son mujeres. Esta circunstancia tiene también que ver con que las ayudas públicas al cine han venido puntuando estas películas de mirada femenina con mujeres en sus equipos. La Academia ya ha avisado que este año, además, visibilizará en la ceremonia “la reivindicación de que la violencia sexual y los abusos de poder no tengan cabida en el mundo del cine. Ninguna mujer debería ser puesta en una posición de peligro, de inferioridad o de menosprecio, y ninguna violencia debería quedar sin respuesta”, ha afirmado en un comunicado.
Al factor feminista y, en menor medida, el llamado cine contemporáneo, se ha sumado otro factor muy relevante a la hora de decidir premios: el voto, nacionalista o regionalista, de las distintas comunidades autónomas. Si durante los primeros diez años de los Goya la primacía del voto estaba en la industria con base en Madrid, en los últimos 25 años, a medida que la institución iba ampliándose y que las comunidades desarrollaban políticas de fomento propias, académicos de comunidades como el País Vasco, Cataluña, Andalucía y, en menor medida, Galicia, han ido influyendo, en no pocas ocasiones decisivamente, en la concesión de los premios para películas o profesionales provenientes de sus regiones.
Así que, para terminar de realizar la cuadratura de este círculo, hay que tener en cuenta los resultados en los premios que, previamente, se han otorgado en las distintas comunidades y otros foros de referencia. Los productores premiaron 20.000 especies de abejas como mejor película en sus Premios Forqué. Los cineastas catalanes, a Creatura en los Premios Gaudí, mientras que 20.000 especies de abejas fue premiada como mejor película no catalana. Los andaluces premiaron Cerrar los ojos en los Premios Carmen. Y los vascos tendrían sus preferencias entre 20.000 especies de abejas y Cerrar los ojos, aunque por producción y rodaje la primera podría aglutinar las preferencias.
Pablo Berger
Si por cosas de la política la mejor película española del año pasado, el musical rodado en Valladolid Voy a pasármelo bien, de David Serrano, no recibió ni una sola nominación a los Goya, este año el honor le corresponde, por primera vez en la historia de estos galardones, a una película de animación que sí ha sido nominada en cuatro categorías. Se trata de Robots Dreams, la cuarta (en este caso, maravilla) de Pablo Berger, sobre un perro sensible y torpón que un día se pide un robot por correo para combatir la soledad.
La mejor película española de 2023 se desarrolla en los 80 del siglo pasado en Nueva York y es, sin decirlo, que es lo más importante, un canto a la diversidad. Tiene un final que para muchos que esperaban el clásico happy end puede resultar decepcionante, pero es que la historia se cuenta en 2023, y sí, comprender la complejidad de las relaciones humanas en el devenir de las circunstancias de cada uno es una enseñanza que nos permitirá ser realmente, de verdad, más felices. De nada sirve engañarnos pensando que una vez que hemos conquistado al ser amado, la cosa no va a pasar de ahí.
Pero es que la película, además, es tan tierna y delicada, con momentos tan emocionantes y logrados, que no hay que dejar de verla. ¿Creías que no soltarías jamás una lagrimita con la imagen de una cría de ruiseñor estampada en la cara de un robot, queriendo no separarse nunca de la máquina? Pues eso, descúbranla, y, a los programadores, prográmenla, nunca se arrepentirán. Robot Dreams es, además, cine en estado puro, pues para construirla Berger, que ya deslumbró en 2012 con Blancanieves, no ha necesitado ni un solo diálogo.
Robot Dreams ganó en diciembre el premio a la mejor película de animación europea y compite nada menos que en los Oscar. Ganará, fuera de toda duda, la mejor película de animación, con altas posibilidades en el mejor guion adaptado a partir de la novela gráfica de Sara Varón, la mejor música original para la estupenda banda sonora llena de guiños cinéfilos –como todo el filme– de Alfonso de Villalonga y mejor montaje para Fernando Franco. Este triunfo de Robot Dreams, que se podrá llevar hasta cuatro estatuillas, afectará a lo último de Fernando Trueba, Dispararon al pianista, otra muy interesante película de animación que, en este caso, homenajea la bossa nova a través de la historia de un pianista brasileño desaparecido en la dictadura argentina. Si su potencia visual es apabullante, la apuesta narrativa de Fernando Trueba es arriesgadísima, convirtiéndolo en el primer documental de entrevistas realizado en cine de animación que conozco.
Juan Antonio Bayona y Estibaliz Urresola
Este año se jugarán la mayoría de los Goyas Juan Antonio Bayona, Víctor Erice, Isabel Coixet y la debutante Estibaliz Urresola con, respectivamente, La sociedad de la nieve, Cerrar los ojos, Un amor y 20.000 especies de abejas.
La sociedad de la nieve, sobre los jóvenes deportistas uruguayos que sobrevivieron 72 días a 4.000 metros de altura en los Andes tras un accidente de aviación, es, visto en términos absolutos, por la dificultad de la propuesta y la potencia visual con que está resuelta, la mejor película de ficción del cine español de 2023. Es también la película más cara del cine español, 60 millones de euros, con producción de Netflix al 90%. Eso influye, y de qué modo, para que no tenga rival en casi todos los premios técnicos, mejor sonido, fotografía, montaje, dirección de producción, dirección de arte, mejores efectos especiales, vestuario y maquillaje y peluquería.
Sin embargo, auguro que una conjunción de tres factores hará que no gane la mejor película. El primero, el voto feminista, que irá concentrado a sus contendientes dirigidas por mujeres. Solo una división de voto entre 20.000 especies de abejas (Estibaliz Urresola), Creatura (Elena Martín Gimeno) y Un amor (Isabel Coixet) mantendría al filme de Bayona con opciones. El segundo, su condición de película al 90% financiada por la multinacional estadounidense Netflix, que puede relativizar para algunos su condición de española, pues es cierto que los estándares técnicos y artísticos, además del propio tema, la alejan de los habituales del cine español. Esto, sin embargo, no fue óbice para que la academia la postulara como candidata española a los Oscar, donde finalmente está nominada en la categoría de mejor película internacional.
El tercero es su condición de filme-espectáculo. Vista en una sala de cine, la sensación de estar dentro del avión en la secuencia en que se narra el accidente, seguida de una prolongada imagen en negro, es real, al espectador le parece estar ahí. El virtuosismo de puesta en escena, sonido, montaje es innegable durante todo el filme, pero, sin embargo, hay demasiada imagen de dron, grúas, en momentos que la trágica historia de supervivencia merece una opción narrativa donde primara más una contención que llevara al espectador de la épica al duelo y la reflexión. A mi juicio, esa decisión narrativa del guion, esquemático y previsible como todos los del cine comercial, y de Bayona en la puesta en escena le resta al filme alma, capacidad de trascendencia. Es un rasgo de todo su cine, desde El orfanato (2007); impacta sobremanera al primer disparo, pero pierde interés con el paso del tiempo.
Por eso, Estibaliz Urresola debe ganar en el decisivo la mejor película. La mejor dirección sí debería ser para el virtuosismo técnico imbatible de Bayona. Además, Urresola compite en la categoría de mejor dirección novel, donde a buen seguro ganará. Así que La sociedad de la nieve se irá a casa con entre 7 y 9 estatuillas. Respecto a 20.000 especies de abejas, hay tantísima emoción, ternura, novedad y buen hacer en la película sobre la niña Cocó que nació siendo llamada Aitor (interpretada por una Sofía Otero, ganadora del Oso de Plata en el festival de Berlín, capaz de hacerte recordar nada menos que a Ana Torrent en el filme de 1973 de Víctor Erice El espíritu de la colmena), que probablemente arrastre de forma irremisible a los académicos al premio. No hay que olvidarse de los peros que también tiene el filme, y es esa ya cansina voluntad, en el tramo final, de demostrar que también se sabe hacer narrativa cinematográfica contemporánea, que para mí no es otra cosa sino intentar encubrir no saber cómo terminar de forma redonda la película.
La actriz Ane Gabarain, a quien España conoció en la serie de Netflix Patria como la rocosa madre abertzale Miren, se alzará con todo merecimiento con el tercer Goya para la película vasca de Urresola, en la categoría mejor actriz de reparto. Solo podría arrebatarle el premio a Gabarain la estupenda
actuación de Clara Segura en Creatura, como la aturdida madre de Mila o un masivo ataque de nostalgia cinéfila de los académicos que lo decantara en favor de Ana Torrent, por Cerrar los ojos, de Víctor Erice. Es razonable pensar que 20.000 especies de abejas podría obtener el cuarto Goya en la categoría mejor guion original. Ahí volvería a tener como único rival al nuevo filme de Erice, cuyo guion es más complejo y ambicioso. Así pues, que los académicos se decanten por Urresola o Erice dependerá que 20.000 especies de abejas logre entre dos y cuatro Goyas, entre ellos la mejor película, y Cerrar los ojos entre ninguno y dos.
Esta victoria como mejor película de 20.000 especies de abejas dejará a otra película dirigida por una mujer, Creatura, de Elena Martín Gimeno, posibilidades solo en dos premios que sí podría recoger con todo merecimiento, mejor actriz revelación para la Cláudia Malagelada por lo bien que resuelve su rol de la adolescente Mila, y mejor actor de reparto para Alex Brendemühl, perfecto en el papel del padre de Mila. Ninguno debería tener rival. Si Clara Segura se impone sobre Ane Gabarain como
mejor actriz de reparto serían tres. Creatura pone en el mapa a su directora y actriz protagonista, Elena Martín Gimeno, con una historia sobre una niña que sufre porque siente que le “bota la vulva” sin que acierte a entender el motivo, ni se sienta feliz así. Bravo por Martín Gimeno, quien ya demostrara un gran talento con su opera prima Julia Ist (2017). En la categoría de mejor actor revelación auguro premio para Brianeitor por su papel homónimo en Campeonex. Sería una nueva oportunidad de los académicos para visibilizar el trabajo de actores con diversidad funcional –severa en este caso– y el único premio para el filme de Javier Fesser.
David Verdaguer y Malena Alterio
El premio a mejor actor protagonista es de los más reñidos, entre David Verdaguer por Saben aquell (David Trueba) y Manolo Solo por Cerrar los ojos (Víctor Erice) . El premio irá para el primero por su papel del humorista catalán Eugenio si los académicos saben valorar el gran trabajo de Verdaguer no solo en gestos y posturas, sino especialmente para calcar su voz, con ese timbre característico, sus silencios y los giros acelerados que le imprimía de repente. También por cómo ha logrado Verdaguer reproducir el arqueo de la ceja derecha del humorista cuando se quedaba en blanco en el escenario. Además de la soberbia interpretación de Verdaguer, también es fuera de serie su trabajo de caracterización del humorista, que podría arrebatar en la categoría de mejor maquillaje y peluquería el premio a la favorita, La sociedad de la nieve. Así pues, el muy recomendable filme de David Trueba Saben aquell obtendría entre una y dos estatuillas.
En mejor actriz protagonista, ganará Malena Alterio por Que nadie duerma , del siempre recomendable Antonio Méndez Esparza, sobre una informática que pierde su empleo y comienza a trabajar como taxista. Es injusto que sea la única nominación del filme, pues la de Méndez Esparza, sobre un libro de Juan José Millás, es de las mejores películas de autor del año y hubiera merecido, al menos, la nominación al mejor guion adaptado y mejor actriz de reparto para Aitana Sánchez Gijón, pero el importante premio a la hija del gran actor argentino Héctor Alterio lo compensará.
Quien solo podría arrebatarle el premio a Alterio es María Vázquez por su trabajo en Matria. La actriz gallega interpreta de forma sobresaliente a la intensa Ramona, madre y mujer de clase trabajadora, pluriempleada en trabajos duros y precarios en Galicia en el filme de Álvaro Gago. En la categoría de actriz protagonista, mención aparte merecen Patricia López Arnaiz, por 20.000 especies de abejas, como la madre de Cocó, y Laia Costa por Un amor, de Isabel Coixet. Esta última, que se reveló como una de las grandes actrices del cine español el año pasado con Cinco lobitos (Alauda Ruiz de Azúa), participa en otra recomendable película de 2023, Els Encantats, de Elena Trapé. La realidad es que España es un país de actrices enormes.
Isabel Coixet y Víctor Erice
De Un amor, la película de Isabel Coixet, adaptación de la novela de Sara Mesa, he visto, desde su estreno en el festival de cine de San Sebastián en septiembre pasado, a mucho crítico sesudo llevarse las manos a la cabeza. A mí me gustó, reconociendo que hubo momentos que no entendí. Tras ver recientemente lo último de Wim Wenders, Perfect Days, se me ocurrió que hay un paralelismo entre el maestro alemán e Isabel Coixet, por cómo siempre abordan películas con registros diversos y temas de hondo calado. Es innegable el lugar que Coixet se ha labrado en la historia del cine, abriendo como pocas directoras antes y después un pasillo ancho y largo al cine dirigido por mujeres en España. Quizás esa sea la razón por la que sus estrenos siempre se han visto envueltos en ruido. El machismo también en el mundo de la crítica cinematográfica española es un tema que no se ha abordado como merece.
¿Y qué decir de Víctor Erice y Cerrar los ojos? Primero que Erice es un vizcaíno con suerte, pues con solo tres esfuerzos fílmicos está reconocido por muchos por encima, por ejemplo, de Woody Allen, con casi 60 películas a la espalda. La anterior película de ficción de Erice es El sur (1983), que, vista en el cine con el paso de tiempo, es una película bella, poética, austera y distante. En aquellos años 80, Erice se quejó de que el productor Elías Querejeta no le dejara alargar la película; quería rodar una segunda parte del filme en el sur de España. Querejeta tenían razón. Y es que toda la emoción del espíritu del sur en el filme está perfectamente representada en la emocionante aparición de la eterna Rafaela Aparicio, haciendo el filme más imperecedero. En el caso de Cerrar los ojos, no solo es que no hubo un Querejeta que le dijera a Erice que sus 169 minutos de duración la hacen demasiado larga, sino, también, que 40 años sin dirigir largometrajes pasan factura y la narrativa fílmica del vizcaíno de los 70 y 80, a la que sigue siendo hoy fiel, ya no despierta a los públicos actuales el mismo entusiasmo de entonces.
Alzheimer
Dos documentales sobre la enfermedad de Alzheimer, dirigidos por sendas mujeres, una venezolana y la otra chilena, que optan en las categorías mejor documental español y mejor película iberoamericana, podrían recibir premio. Se trata, respectivamente, del filme sobre la actriz catalana Carme Elías Mientras seas tú , de Claudia Pinto, y de La memoria infinita, de Marina Alberdi, que, atención, opta además al Oscar al mejor documental este año. La historia de amor de los chilenos Paulina Urrutia y Augusto Góngora, ella actriz y política, él periodista, es el tema del filme de Alberdi, del que se me ha quedado ese arranque que recupera la canción ¿Adónde van? de Silvio Rodríguez, llenándola de sentido. El filme de Pinto me resulta más interesante. Explora menos la emoción del espectador y más su entendimiento del proceso por el que está pasando Elías, cuyo primer síntoma se reveló durante el rodaje de una película de Pinto en la isla canaria de La Palma.
El cine español, entre los mejores del mundo
En 2023 se habrán rodado muchísimos más de 20.000 planos en el cine español. La filmación de todos y cada uno de ellos es un milagro que requiere la coordinación milimétrica de un equipo creativo y técnico altamente cualificado. A los cómicos del cine de hoy se les exige, más que nunca, un alto nivel de eficiencia y productividad en un entorno extraordinariamente competitivo.
Muchas películas se convierten en flores de un día, su rendimiento se limita, en muchos casos, al año en que le toca medirse en la cartelera comercial –si es que llegan– o los festivales de cine –si es que son seleccionadas– y en esa partida compiten con miles de películas en el mundo que ansían exactamente lo mismo. Los productores pelean con ilusión y ferocidad por el pastel de las subvenciones públicas con las que se sufragan las producciones en España y en casi todo el resto del mundo. Que nadie se equivoque. Nunca nada es idílico, ni en las películas de grandes presupuestos ni en las pequeñas.
La cosecha del cine español de 2023 es soberbia; lo que llega a los Premios Goya son algunas de las flores más bonitas de la tienda. Hay muchas más. El cine español es una sociedad con películas dirigidas a públicos amplios y minoritarios, plurales en miradas y puntos de vista, la mayoría con estándares técnicos y artísticos de nivel superior, diversas como el propio país y las personas que lo habitan, todas distintas y, en esa medida, iguales, la mejor ventana que tenemos. Todas sitúan al cine español entre los mejores del mundo.
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