Ojo con el impacto de la IA en la gestión ambiental y en la ética

La información digital también genera residuos que hay que saber cómo gestionar. Ilustración: CC

La inteligencia artificial (IA) ha venido para quedarse, como tantos otros avances a lo largo de la historia humana, pero en estos momentos son muchas las incertidumbres en torno a su desarrollo y cuáles pueden ser sus aportaciones para que las actividades humanas disminuyan sus impactos ambientales y sus derivas sociales. Frente a los datos que señalan que puede ayudar a cumplir hasta un 79% de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (los 17 ODS de la Agenda 2030), como ha sido publicado en la revista científica ‘Nature’, otras investigaciones de la Universidad de Massachussets alertan de los daños ambientales que también genera. En el encuentro ‘Vidrios y barras’, organizado en Madrid por la entidad de reciclaje Ecovidrio y la revista ‘Ethic’, se habló de ese debate que cada vez ocupa más espacio del discurso público, protagonismo que ninguna tecnología humana alcanzó antes a esta velocidad.

“La IA escoge datos, ingredientes de aquí y allá, y toma decisiones sobre un país o un negocio, pero no nos dice por qué las toma, porque no lo sabe. Es como un niño. Y también alucina. Si utiliza información basada en alucinaciones es tan imperfecta como lo somos los humanos. Hay que tener en cuenta que es una herramienta y que puede hacer relaciones erradas si coge informaciones no perfectas”, señalaba Silvia Leal, experta en transformación digital que recientemente ha sido nombrada asesora del Global Forum of Technology de la OCDE.

Casi cada día se dan a conocer nuevas posibilidades de cómo la inteligencia artificial ayuda a la gestión ambiental, ya sea con incendios forestales, pronósticos de inundaciones mediante sensores o cámaras para cazar a furtivos. En España, en el evento de Ecovidrio del pasado martes, Mariola Domenech, directora de sostenibilidad en Acciona Energía, comentaba cómo les resulta útil para tomar decisiones estratégicas en su negocio de instalación de infraestructuras de energías renovables, según los datos de sol y viento. “La IA anticipa tendencias que nos sirven para optimizarlas y prolongar su mantenimiento con mayor integración en el territorio”, aseguraba. “También nos permite automatizar tareas, liberando tiempo para otras, y la usamos para evitar impactos en la biodiversidad. Con IA anticipamos el paso de aves migratorias, con su sistema por el que se paran los aerogeneradores cuando las detecta”, añadía, en relación con una investigación presentada en octubre por la compañía Minsait (Indra) que se encuentra en periodo experimental.

Otro de los sectores que se abordó fue el de los residuos. Según datos de Statista de 2022, cada año se generan en el mundo 2.010 millones de toneladas de desechos sólidos municipales, de los que al menos un tercio no se recogen y suponen un riesgo para el medio ambiente y la salud humana. Parte de ellos son de vidrio, un material que puede reutilizarse o reciclarse para ser usado infinidad de veces. En España, un 70% de estos envases ya acaba en ese proceso, según Ecovidrio, que ahora también trabaja con IA para mejorar su recogida. Si hasta ahora lo más innovador era poner sensores con infrarrojos en los contenedores verdes para detectar cómo estaban de llenos, ahora se utiliza la IA para la gestión de los datos. Lo explicaba Gonzalo De Sebastián, su director de Estrategia e Innovación: “Tenemos muchos datos de mediciones diarias de recogida en los contenedores. Y sabemos que los ciudadanos no reciclan porque no tienen uno cerca, por falta de concienciación ambiental o por desinterés. En Ecovidrio nos centramos en los dos primeros casos y cruzamos datos de recogida con otros por edades, sexo, situación socio-económica, zonas, etcétera. Así sacamos patrones de dónde se nos escapa el vidrio y la razones. Si es por falta de contenedor, se coloca uno, y si no se puede, como pasa en algunos casos, gracias a la  IA diseñamos ideas innovadoras”, destacaba. “Además, también nos sirve para diseñar rutas más eficientes, de forma que se contamina menos”.

José Luis de la Cruz, de la Fundación Alternativas, puso el foco en otro aspecto controvertido. Para ello, había preguntado a la propia IA su utilidad para los retos ambientales actuales, a través de ChatGPT. Y ella misma le respondió que “no es mágica”, pero sí le enumeró sus muchas capacidades para optimizar consumo de energía o agua, facilitar la descarbonización de la economía (es decir, menos consumo de combustibles fósiles), optimizar el reciclaje o proteger la biodiversidad. Sin embargo, él echó en falta algo fundamental: “No mencionó nada relacionado con la justicia social, con la ética, y en la Fundación trabajamos por integrar la justicia ambiental. Es verdad que la IA puede servir para asuntos como determinar zonas muy contaminadas y que ayuda a tomar medidas, pero también hay que promocionar procesos participativos justos y sin sesgos, porque si esa tecnología no incluye esa parte de justicia, no nos vale”.

También salió a relucir el tema de los recursos minerales necesarios para producir todas estas nuevas tecnologías y se planteó la cuestión de cómo la IA puede aumentar o disminuir la brecha norte/sur, un asunto sobre el que De la Cruz apuntó que aún “no hay respuesta”, aunque recordó que la nueva ley de materias primas de la UE busca diversificar proveedores, dada la dependencia actual de China. Y es que este país, en los últimos años, ha conseguido ya la propiedad o gestión de los yacimientos más importantes en todo el mundo de minerales fundamentales para la digitalización; muchos están en su propio territorio, pero también en África, América Latina y resto de Asia. “El tema del origen de los minerales es muy preocupante”, señalaba el representante de Ecovidrio.

A este asunto Silvia Leal añadió el problema del consumo energético y otros impactos que tienen la IA y, en general, las nuevas tecnologías. “Para 2030, los teléfonos móviles supondrán ya la mitad de lo que es hoy la contaminación del transporte; es decir, un 14% del total de emisiones [el transporte supone un 28%], y eso es algo que no se puede parar, pero nos plantea otros retos humanos, como el de la basura digital, por lo que es muy importante que se desarrolle con responsabilidad”. No obstante, la experta se centró más en las ventajas que la IA tendrá a la hora de tomar decisiones políticas relacionadas con el medio ambiente o para cambiar la mentalidad ambiental de la sociedad. “Si sirve para ganar elecciones, ¿por qué no para hacer un mundo más sostenible”, se preguntaba.

Preguntados sobre las claves de cara al futuro para la inteligencia artificial, cada uno hizo hincapié en un asunto. Desde Acciona, Doménech se centró en la necesaria digitalización de la sociedad y de las pymes, además de señalar cómo mejorará sus infraestructuras. Silvia Leal destacó que no debe juzgarse la IA sin probarla antes y que con ella “se inicia la era del aprendizaje”. Desde Ecovidrio, Gonzalo De Sebastián mencionó que fomentará la creatividad y el emprendimiento humano. Y José Luis de la Cruz, de Fundación Alternativas, recordó que será clave tener un marco que la regule.

La jornada, que discurrió bajo el título Inteligente, artificial… y sostenible, es la 12ª edición de los encuentros Vidrios y Barras, en la que Ecovidrio busca crear espacios para el diálogo y la reflexión entre expertos y expertas ambientales sobre asuntos de actualidad relacionados con la sostenibilidad o el cambio climático; se realiza en colaboración con la revista Ethic.

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