Sin orugas no hay mariposas: alerta por la desaparición de insectos

‘Hyles euphorbiae’ o esfinge de la lechetrezna. Foto: Transición Verde.

Coincidiendo con la publicación del ‘Atlas de los Insectos’ por la Fundación Transición Verde, su director, Raúl Gómez, nos explica la importancia vital –y tan a menudo olvidada o menospreciada– de toda esta porción de la biodiversidad. “Los insectos son uno de los pilares de la vida en nuestro planeta y están desapareciendo por causas antropogénicas a una velocidad que asusta. En 2017 se dio la voz de alerta con las abejas y había indicios de que no le pasaba solo a ellas”… Abrimos así una nueva colaboración de contenidos entre la Fundación Transición y ‘El Asombrario’.

Avanzamos por una carretera cualquiera de Jaén. El paisaje que nos rodea es una sucesión de colinas con miles y miles de olivos perfectamente alineados. No hay setos que separen los terrenos y del suelo no surge más vegetación que los propios árboles. El paisaje es hermoso, aunque monótono, y transmite calma… demasiada calma. Caigo en la cuenta de que apenas oigo cantos de pájaros. No hay más vegetación que las hileras de árboles, no hay hierbajos, matorrales, florecillas… No hay nada más que olivos. Y, claro, apenas hay insectos y, sin ellos, no hay aves insectívoras, ni quienes depredan a estas. Para colmo, el olivo es anemófilo, su polen es tan fino que no necesita a los insectos para la fertilización, le basta con el viento. Así que aquí ningún insecto es bienvenido.

Los insectos son uno de los pilares de la vida en nuestro planeta y están desapareciendo por causas antropogénicas a una velocidad que asusta. En 2017 se dio la voz de alerta con las abejas y había indicios de que no le pasaba solo a ellas, sino que la reducción de las poblaciones era una tendencia entre un buen número de especies. Y así es, estamos perdiendo biodiversidad de insectos y en la mayoría de especies el número total se está reduciendo. De mantenerse esta situación pondríamos en grave peligro el suministro mundial de alimentos en un periodo de tiempo muy reducido. Prácticamente todos los cultivos de flor, es decir, frutas, verduras, hortalizas… casi todos a excepción de los cereales, dependen de los insectos para su polinización.

Pero no es solo la polinización de cultivos. Los insectos son fundamentales para la descomposición de los excrementos o cadáveres animales y restos de vegetación en un proceso en el que, además, enriquecen el suelo aumentando su fertilidad. Y, claro está, la polinización de lo que no son cultivos: las flores de nuestras montañas, campos, praderas, árboles silvestres… El paisaje entero nota la presencia o ausencia de insectos. Y es que, al margen de nuestra economía, pensemos en todas las especies animales que se alimentan de ellos y, por cierto, incluyamos ahí a la especie humana, ya que los insectos se emplean como alimento en más de 130 países de todo el mundo. No podemos ser conscientes del daño que le estamos haciendo a la biodiversidad porque las consecuencias de la alteración de las cadenas tróficas a esas escalas son difíciles de predecir.

Un escarabajo ‘Mylabris variabilis’. Foto: J. Carlos de Villar.

Ocupamos tanto espacio en el planeta que, como estamos viendo con el cambio climático, somos capaces de alterar los ciclos naturales a escala planetaria. Nuestra capacidad de transformar paisajes naturales no tiene comparación con ningún proceso anterior por la velocidad con la que lo estamos haciendo (salvo algunos cataclismos que conllevaron grandes extinciones masivas). Entramos en la tercera década del siglo XXI y seguimos arrasando selvas tropicales para introducir monocultivos que luego trataremos con pesticidas.

Y aquí no es mejor la situación; hace muchos siglos que acabamos con nuestros paisajes naturales, pero nuestros paisajes agrícolas, hasta hace unas décadas, tenían una biodiversidad infinitamente mayor que la que presentan ahora. Pesticidas, industrialización del campo, monocultivos… están afectando gravemente a los insectos. En los estudios realizados en espacios protegidos españoles, la conclusión no es más positiva; un ejemplo: en unas décadas hemos perdido el 25% de las especies de abejorros presentes en Pirineos (una de cada cuatro). Y un solo abejorro poliniza 3.800 flores al día.

Pero ¿y si perdemos los insectos? La tecnología podría realizar la polinización, o hacerla los humanos a mano, pero el coste sería enorme, inasumible. La reducción de la diversidad de especies de insectos y su cantidad es un síntoma más de que nuestro modelo de sociedad está alterando gravemente las bases de la vida y tenemos que modificar en la medida de lo posible todo lo que la está causando con una mirada a largo plazo y basándonos en los datos científicos, ya que parece que con el sentido común no es suficiente para frenar unas inercias económicas destructivas.

Hasta hace poco los insectos han sido vistos por los humanos solo como un problema por los parásitos, las plagas que pueden suponer para la agricultura o por la transmisión de enfermedades que pueden realizar algunas especies; pero ya no podemos seguir considerándolos únicamente así, porque son fundamentales para la vida en la Tierra y para nosotros como especie. Debemos aceptar las dos caras de la moneda: la oruga que se come la planta y la mariposa que la poliniza. Así funciona la vida y nuestro principal esfuerzo debe ser contribuir al equilibrio natural porque nos va el futuro en ello.

El ‘Atlas de los insectos’

El pasado 11 de diciembre se presentó la versión española del Atlas de los Insectos, el cual supone un esfuerzo de divulgación, basado en las informaciones científicas más recientes a nivel mundial de la situación de los insectos. La versión original fue publicada por la Heinrich Böll Stifftung junto con Friends of the Earth. La versión en castellano ha sido un trabajo conjunto de la Fundación Transición Verde, Amigos de la Tierra y del entomólogo José Luis Viejo Montesinos, catedrático de Zoología de la Universidad Autónoma de Madrid. Se puede descargar en este enlace: https://transicionverde.es/atlas-insectos/

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Comentarios

  • vicente

    Por vicente, el 12 enero 2021

    Vivo en un pueblo y creo entender algo de la naturaleza. No sólo desaparecen los insectos. En abril pasado, curiosamente subieron la potencia de unas antenas de TV. cercanas y a todos los gorriones les dió por morirse. Pero no penseis mal, esto es casualidad. En la misma fecha todos los aviones, golondrinas y vencejos desaparecieron. No ví ninguno muerto. A los dos meses regresaron, logicamente no se si los mismos u otros. Lo que si se es que ese año no hicieron ningún nido nuevo. Abejas, avispas y moscas y mosquitos, apenas hubo.
    P.D. Se que subieron la potencia ya que tengo un aparato que lo detecta.
    Cordiales saludos.

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