Pablo Palazuelo, la música arquitectónica de líneas y silencios

Pablo Palazuelo. Maqueta del proyecto para el Auditorio de Madrid, 1989. Intervención en la fachada, que nunca llegó a realizarse. Foto: Fundación Pablo Palazuelo, 2023.

La exposición ‘Pablo Palazuelo, la línea como sueño de arquitectura’ que acaba de inaugurar el Museo ICO de Madrid es algo más que una expo, supone una excelente oportunidad para descifrar de una forma sistemática y muy atractiva a uno de los artistas españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Palazuelo tal vez represente el máximo exponente de la geometría abstracta del arte español y esta muestra, comisariada por Teresa Raventós-Viñas y Gonzalo Soleto-Calvillo, explora mucho más allá del personaje que el aficionado medio al arte puede tener en la cabeza. Y lo hace de una forma didáctica y apasionante. Seguimos así con la ‘Semana del Arte’ en Madrid. 

La exposición se ha estructurado en nueve ámbitos y recorre toda la vida del artista, desde su nacimiento en Madrid en 1915 hasta su muerte en 2007. Un devenir vital en el que tres viajes marcaron definitivamente no solo su obra, sino también su vida. En 1933 decide marcharse a estudiar arquitectura en la School Of Arts and Crafts de la Universidad de Oxford. Con el estallido de la Guerra Civil en 1936, decide volver a España, pero la mente del arquitecto ya se había instalado dentro de él e informaría, de una manera u otra, toda su obra. Precisamente es este el hilo conductor de esta exposición que, por primera vez, exhibe 12 obras y 12 proyectos que ilustran la intensa relación establecida entre la arquitectura y la producción artística de un hombre que, terminada la contienda fratricida española en 1939, decide que quiere dedicarse a la pintura tras verse truncado su proyecto de convertirse en arquitecto.

Decorados para la ópera ‘Sonorité Jaune’, de Wassily Kandinsky, París (proyecto, 1950-54). Foto: Fundación Pablo Palazuelo, 2023.

Algunos de los trabajos realizados por Palazuelo en aquella etapa de estudiante forman parte del principio de la exposición, en la que también se marca el hito de la aparición de la obra de Paul Klee en la vida de Palazuelo, momento en que comienza un imparable periplo del artista hacia la abstracción geométrica que se irá perfeccionando a lo largo de toda su carrera. Casi coincidente en el tiempo es el viaje de Palazuelo a París en 1948, becado por el Instituto Francés. De 1954 es una de las obras expuestas más interesantes: los decorados para la ópera sinestésica de Kandinsky Sonorité Jaune. Tras asistir a una representación de Lohengrin de Wagner, Kandisky definió así su primera experiencia sinestésica: “Los violines, los profundos tonos de los contrabajos, y muy especialmente los instrumentos de viento personificaban entonces para mí toda la fuerza de las horas del crepúsculo. Vi todos mis colores en mi mente, estaban ante mis ojos. Líneas salvajes, casi enloquecidas, se dibujaron frente a mí”. Así que ideó una serie de espectáculos en los que se combinaba la música, el ballet, el juego y la pintura.

Pablo Palazuelo, ‘Critis’, 1973.

El año 1970 marca la vuelta definitiva de Palazuelo a España. Adquiere el Castillo de Monroy, en la provincia de Cáceres. En la exposición podemos ver los planos y dibujos para la reforma acometida por él mismo y su hermano Juan Palazuelo, arquitecto. También con su hermano participó en el proyecto de un hotel en la calle Princesa de Madrid en 1961 y en las obras de remodelación de la vivienda familiar en Galapagar. Y es aquí donde volvemos a observar cómo el método creativo de Palazuelo, como bien dice Sotelo-Calvillo, autor de la tesis doctoral Análisis de la geometría de Pablo Palazuelo desde la visión del arquitecto, “guarda una asombrosa similitud con la metodología del proyecto arquitectónico atravesando una serie de etapas gráficas que le conducían progresivamente desde los bocetos iniciales hasta los planos más definidos de materialización”. Esto puede verse especialmente en proyectos escultóricos que van aparejados a otros edificios, como el Auditorio Nacional de Música, murales como el de Torre Picasso, esculturas para el edificio auxiliar del Banco de España o el edificio de los Grupos Parlamentarios del Congreso de Diputados de Madrid. También pinturas para la sede de Bankinter en Madrid, obra de Rafael Moneo. O vidrieras buscando la luz, como la de la finca La Charca del Valle, en Valdemorillo, o para la iglesia de San Salvador en Guetaria.

Un apuesto Pablo Palazuelo, fotografiado por su hermano Enrique. Foto: Fundación Pablo Palazuelo.

“El laberinto es el lugar o conformación cuya capacidad para la generación de formas es abismal, no tiene límite“, aseguró Pablo Palazuelo. El artista creía que se podían crear laberintos a partir de su imaginario formal simbólico, ya que los definía como un tipo de manifestación de las fuerzas espaciales. En este apartado se han seleccionado dos de los diseños que se enmarcan en su colaboración con el mecenas Juan Huarte: Una instalación en los Salones Hisa, un espacio diseñado previamente por Francisco Javier Sáenz de Oiza; y un artesonado de madera de palo rojo y roble en el techo de la residencia para Juan Huarte, donde se aprecia la influencia de la tradición hispano-árabe.

La muestra incluye también obras concebidas a escala urbana, como proyectos escultóricos para la ciudad, pero también otras concebidas para el ámbito doméstico. En todas ellas se esconde una pulsión por la creación que discurre entre lo matemático y el aparente caos que podríamos encontrar en una fuga de Bach. Esta exposición invita al visitante a dejarse embrujar por un secreto algoritmo de líneas, pliegues, espacios, rotaciones y virajes que conforman una armonía tremendamente atractiva y, en ocasiones, sensual. A descubrir la sinfonía de acentos, silencios y dinámicas que se esconden tras la mente de uno de los grandes genios del arte abstracto español.

Pablo Palazuelo. Sin título, 1988. Foto: Fundación Pablo Palazuelo.

Pablo Palazuelo. ‘Muro’, 1998.

La exposición contiene un buen compendio de dibujos, croquis, acuarelas, maquetas y esculturas que, custodiados por la Fundación Pablo Palazuelo, han permanecido muchos de ellos inéditos hasta su catalogación por parte de los comisarios y se muestran por primera vez al público. Pablo Palazuelo. La línea como sueño de arquitectura ha sido posible gracias, fundamentalmente, a la Fundación Pablo Palazuelo, propietaria y custodia del grueso de las obras que la conforman. Pero también a las Colecciones ICO, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía y el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza.

Horarios y más información de la exposiciónPablo Palazuelo, la línea como sueño de arquitectura’, aquí.

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Generación 2023 en ‘La Casa Encendida’ 

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