Paca La Piraña, amiga de La Veneno y ahora musa de Los Javis

Paca La Piraña. Foto. Atresmedia

En 2020, en medio del tedio de la pandemia covid-19, los fans de Cristina Ortiz, ‘La Veneno’, disfrutaron con ‘Veneno’, una serie sobre la vida de la malograda artista trans. Creada por Javier Ambrossi y Javier Calvo, la producción de Atresmedia consiguió figurar entre las listas de lo mejor de aquel año en la prensa estadounidense y, sobre todo, rompió moldes televisivos, pues ningún otro producto audiovisual español había contado hasta entonces con tantas personas trans, tanto en su equipo técnico como en su elenco. El pasado diciembre, Los Javis estrenaban también en Atresmedia ‘Vestidas de azul’, que funciona como segunda parte de ‘Veneno’ y está basada en el libro homónimo de Valeria Vegas, que analizó aquella película de Antonio Giménez Rico que trasladó la realidad de las mujeres trans a las salas de cine de la España de la transición. Tanto una como otra serie cuentan en su reparto con Paca la Piraña, Francisca Aracil en el DNI, interpretándose a sí misma.

Nacida en Almería en julio de 1962, la actriz ha explicado que creció en el seno de una familia humilde capitaneada por un padre taxista con tendencia natural hacia la infidelidad. Como consecuencia de este defectillo, su madre cayó en una profunda depresión y se vio obligada a meterla en un internado de monjas. La experiencia fue dura para Paca, sobre todo al principio, y ya no solamente por el hecho de extrañar a su progenitora, sino porque, como muchas otras mujeres trans de su generación, le tocó sufrir en sus propias carnes la intolerancia a la diversidad sexoafectiva.

“Mis padres al principio lo pasaron mal, nadie quiere tener un hijo gay”, aseguró. “Pero ya de pequeña me veían afeminada. Un día mi madre le dijo a mi padre: ‘Lleva al médico al niño, que parece que ha salido maricón’. Y me mandaron hormonas masculinas. De haber nacido hoy me habría gustado nacer hombre-hombre o mujer-mujer. Es que siendo diferente se sufre. Aunque los gais hoy en día ya son un imperio. Un imperio romano, y se lo pasan bomba”.

A los 12 años, Paca se puso a fregar platos y vasos en una cafetería para poder ayudar a su familia, y después trabajó preparando tapas en un bar de su barrio. Tras obtener el título de peluquera, pasó una temporada combinando su faceta de estilista con una vocación de artista del transformismo. Fue en esa época, en la década de los 80, cuando conoció a Cristina La Veneno –a quien por cierto ella puso ese mote– en un pub de la localidad almeriense de Aguadulce. Después se marchó a Elda (Alicante), en principio con idea de trabajar en el mundo del espectáculo, pero acabó instalándose en Valencia, donde durante muchos años se jugaría el pellejo ejerciendo la prostitución.

“Si tú te sientes mujer por dentro, eres una mujer aunque tengas esa joroba”, confesó en una entrevista en la que se abordó por qué motivo optó por no someterse a una cirugía completa de reasignación. “Tuve que elegir: o hipoteca o chumino. Entonces, elegí hipoteca. Porque la casa es para siempre, y además, yo el chumino lo tengo atrás y así me va bien. Yo tenía a mi marido, una pareja que me quería como era, y luego los clientes querían pito. Entonces, dije: ¿Para qué me voy a poner chumino? Si hay millones en el mundo”.

Cristina pasó muchos días y noches en casa de Paca, con quien cultivó una relación llena de complicidades, risas y confidencias. De hecho, la actriz fue testigo del ascenso a la fama de la vedette, que en 1996 pasó de prostituta callejera a colaboradora en Esta noche cruzamos el Mississippi, uno de los programas de televisión más exitosos del momento. También vivió su caída a los infiernos, que dio comienzo cuando en abril de 2003 Cristina tuvo que ingresar en la cárcel de Aranjuez condenada por estafa; y como aún no había cambiado de nombre y sexo en los documentos, la internaron en un módulo de hombres.

Al salir de prisión en 2006, Cristina reapareció en público visiblemente desmejorada y recorrió varios platós de televisión maldiciendo a su ex novio  –el italiano Andrea Petruzzelli, que fue quien la delató en su día–, y asegurando haber sufrido malos tratos por parte de su madre durante su infancia. En alguna de esas entrevistas también denunció múltiples vejaciones en la cárcel y explicó las graves secuelas físicas y psicológicas que la experiencia carcelaria dejó en ella. “Entré pesando 68 kilos y llegué a pesar 122, porque tomaba 60 pastillas diarias para los nervios. Estaba todo el día sentada en un banco. Allí me insultaban, me llamaban maricón”, contó a una revista.

Como en tantas otras ocasiones, la intérprete de Veneno pa tu piel abandonó temporalmente su casa en el madrileño barrio de Tetuán para viajar una temporada a Valencia, donde empezó a perder peso y a tratar de superar traumas y heridas con la motivación y ayuda de Paca. En realidad, esta última siempre puso su casa a disposición de muchas mujeres trans, travestis y gais de baja extracción social necesitadas de amparo. Fue precisamente en su piso donde la escritora Valeria Vegas, que se presentó por primera vez allí tras enterarse a través de una amiga del lugar donde se estaba hospedando Cristina, empezó a preparar el controvertido libro de memorias de la vedette.

La relación entre Cristina y Paca se fue deteriorando con el tiempo, sobre todo cuando la primera se empezó a juntar con malas compañías y se mostró totalmente incapaz de aceptar consejos de nadie. La gota que colmó el vaso de la paciencia de Paca fue el momento en que esta se negó a acoger en su piso a un joven rumano con el que su amiga había ligado poco antes. Enrabietada, Cristina decidió vengarse y en una de sus entrevistas aseguró que Paca le había robado dinero. «Si dices que te he robado millones, entonces no eres amiga mía ni eres nada, eres una persona que no está bien de la cabeza”, aseguró luego la actriz. “Me dio mucha rabia, tuve mucha impotencia, fue una puñalada trapera, yo no te he robado nada, ¿cómo te atreves?”.

Paca le repitió varias veces a Cristina que solo la perdonaría si reconocía públicamente que la historia del robo había sido una invención suya para hacerle daño. Eso no llegó a ocurrir, y en noviembre de 2016 la otrora colaboradora de televisión falleció después de estar tres días en coma en el hospital La Paz tras sufrir una misteriosa caída en el baño de su casa. Fue al año siguiente cuando Paca abandonó la prostitución, vendió su casa en Valencia y regresó a su tierra natal para cuidar de su anciana madre.

La actriz había empezado a trabajar como limpiadora en un centro de salud cuando los Javis contactaron con ella para conocerla personalmente y ofrecerle un papel en Veneno. Tras darle vueltas al asunto, Paca aceptó formar parte de un proyecto que no solo le sirvió para distraerse, sino que le permitió ser una de las pregoneras del Orgullo LGTBI+ 2020 y le valió una nominación a los Feroz en la categoría de mejor actriz de reparto de una serie. Ahora estrena su segunda serie con Ambrossi y Calvo, que, por lo visto, también están trabajando ya en un biopic (Piraña) que narrará la verdadera historia de esta actriz de personalidad espontánea y fama tardía.

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

No hay comentarios

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.