Palabra de banquero: «Vivimos entre el miedo y la responsabilidad social»

El director general de Triodos España, Mikel García-Prieto.

El director general de Triodos España, Mikel García-Prieto.

El director general de Triodos España, Mikel García-Prieto.

En unos tiempos de tanta agitación y desconfianza en el sector financiero, de corrupciones, sociedades opacas y paraísos fiscales, llama la atención oír hablar así a un banquero: «Creo que estamos viviendo una tendencia de fondo de avanzar hacia una sociedad y una economía más humanas y sostenibles, algo que ha pasado de ser alternativo a estar ya en la agenda de todos; lo vemos en temas como el cambio climático o la crisis de los refugiados. Hay una tendencia social hacia ese lugar de la responsabilidad o del humanismo que no tiene marcha atrás». Lo dice Mikel García-Prieto, director general de Triodos España, un referente en la banca ética y responsable en Europa (Triodos opera en cinco países y cuenta con más de 600.000 clientes). Hablamos con un banquero de cambio climático, desigualdad social y huertos ecológicos.

Haznos con cifras un retrato para ver en un flashazo dónde está Triodos España.

Lo que está pasando en estos últimos años es que, siguiendo con la buena acogida del país a la propuesta de Triodos, podemos hablar de crecimientos del 20% cada año; eso supone que cada cinco años doblamos la dimensión del banco, y hoy en día son cifras que en este sector resultan bastante excepcionales. Con toda la crisis de reputación de los bancos, vemos que hay un reconocimiento importante a que nuestra propuesta está alineada con las nuevas demandas de la sociedad, y eso nos hace estar por encima de los 204.000 clientes a día de hoy en España, con un balance de 1.870 millones de euros. Y también podemos destacar un cambio cualitativo: de haber empezado siendo un banco de ahorro, donde la gente nos buscaba para poner sus ahorros, o parte de sus ahorros, y pensar que con eso ya contribuían a construir una sociedad distinta, hemos pasado a ser el primer banco de los clientes, donde la gente ya no sólo pone un ahorro, sino que realiza toda su operativa con nosotros, con la nómina domiciliada, con su hipoteca y sus tarjetas…; con una propuesta ya integral.

¿Cómo está Triodos España comparado con los otros Triodos europeos?

Holanda y España son las principales puntas de lanza de Triodos como un banco con una propuesta integral de servicios. Y en cuanto a volumen, representamos un 25% del grupo, que en la actualidad está en Reino Unido, Bélgica, Holanda, Alemania y España. Más una agencia en Francia para abrir próximamente una sucursal.

Antes de seguir, necesito saber algo de ti. ¿De dónde sales?

Llevo en Triodos España desde el año 2000. Soy ingeniero industrial. Trabajaba en temas de tecnología apropiada, que se llama; o sea, intentar buscar que la tecnología esté al servicio de las personas y no al revés. Estaba trabajando en empresas de la construcción sostenible, el desarrollo rural, proyectos de cooperación al desarrollo; también en una asesoría al Parlamento Europeo en temas de regulación tecnológica, gestión de residuos… En un momento determinado, como pasa muchas veces en la vida, un amigo me habló de alguien que estaba desarrollando un proyecto muy interesante de banca ética en España. Decidí conocerlo. Me presentaron la idea, y para mí fue un momento de descubrimiento, de pensar: qué forma más fantástica y efectiva de trabajar por la transformación del mundo en que vivimos. Estaba en Bruselas, y me vine a Madrid para participar en este proyecto tan ilusionante.

¿Cómo os ha influido la crisis? Por un lado, ha desacreditado a los bancos; por otro lado, la gente dispone de menos dinero, menos ingresos y ahorros; y por otro lado, quizá puede haber influido en la actitud de cierta gente de dirigirse más hacia una banca ética…

Yo creo que estamos viviendo una tendencia de fondo de avanzar hacia una sociedad y una economía más humanas y sostenibles, recuperar movimientos que tienen su origen en los 60 y 70 de crear una conciencia social, algo que ha pasado de ser alternativo a estar ya en la agenda de todos, lo vemos en temas como el cambio climático o la crisis de los refugiados. Hay una tendencia social hacia ese lugar de la responsabilidad o del humanismo, que no tiene marcha atrás; que puede ir más rápido o más despacio, pero que no tiene marcha atrás, y ahí nuestra propuesta bancaria cuenta con muy buena aceptación. Parte de nuestro buen desarrollo tiene que ver con esa coincidencia de valores o de perspectiva de futuro de querer trabajar por ese tipo de sociedad. Además, la crisis que llega en 2008 es una llamada de atención, o un golpe importante, para despertar mucha conciencia hacia cierta educación financiera…

¿Tú crees que la crisis sí ha servido para que la gente cambie el chip hacia otro modelo de banca, hacia otro modelo de sociedad?

Yo creo que la crisis ha generado un antes y un después. Hay cosas a las que antes no mirábamos, o pensábamos que no eran nuestra preocupación, y ahora hemos despertado. Nos ha obligado a repensar muchas cosas. Estoy convencido de que sí se ha creado una sensibilidad que antes no existía, y sí ha habido un avance para ver que es más necesario trabajar en el ámbito de la responsabilidad social; basta mirar todos los movimientos en torno a la economía circular y a la economía colaborativa. Hay otro espíritu en las nuevas generaciones, de mirar alrededor de otra manera. Es verdad que también con la crisis ha llegado el miedo y el intentar resolver las cosas con normas y regulaciones.

Vuestro mensaje insiste en que «La economía son personas», y tú me hablas de todo este avance hacia economías y sociedades distintas, más conscientes, de comportamientos menos pasivos, pero yo creo que la mayoría de la gente tiene la sensación de que el capitalismo campa más a sus anchas que nunca, cada vez más rotundo e intransigente. Drásticos recortes sociales por un lado, flamantes paraísos fiscales por otro.

Creo que lo que vivimos hoy es una polarización más importante que la de antes. Hay una tendencia muy fuerte hacia ese mundo de las grandes empresas, los Big Data, y luego hay otro mundo extraordinariamente emergente, el de recuperar el sentido humano y de la responsabilidad del ciudadano. Y lo vemos en todo. Hay grandes compañías que han fracasado. Ha cambiado el espectro político. Ahora una empresa de vehículos no puede no tener vehículos híbridos. Hay cosas que parecían imposibles, pero que ya están aquí. Y este cambio del entorno nos obliga a todos a reflexionar. Vivimos una polarización entre el miedo y la responsabilidad social. Y eso nos va a dar pistas de hacia dónde vamos en el futuro. Lo que nos toca hoy es desarrollar mucho la consciencia, la consciencia de que vivimos en esa polaridad y en cada momento debemos realizar un ejercicio individual para saber qué opción de futuro elige cada uno.

Para elegir en cada comportamiento diario, por pequeño que parezca, qué sociedad queremos construir… Ahí vosotros insistís mucho en defender la importancia del consumo responsable y del ahorro responsable; que se pueden decir y decidir muchas cosas en el día a día, más allá de ir a votar cada varios años.

El dinero es una herramienta que tenemos para hacernos responsables sobre su impacto en los demás. El dinero nos relaciona con los demás mucho más que cualquier otro elemento. Dónde compramos, qué producto compramos… Si compro un kilo de tomates a 30 céntimos o un litro de leche a 60 céntimos, ¿es posible que todos los trabajadores que han participado en ese proceso tengan un salario digno? ¿Es posible mantener que la producción y el animal mantengan un mínimo de estado de calidad? Son preguntas que nos debemos hacer. Y si la respuesta es negativa, no puedo pensar sólo en que es un producto barato y que a mí me viene bien; tenemos que pensar más allá. Este cambio de dimensión o perspectiva con el dinero yo creo que es uno de los grandes elementos de transformación ciudadana. Si cada vez más gente decide que queremos un consumo responsable, estamos empujando al cambio en los sistemas de producción. En esto España también tiene que decidir hacia dónde quiere ir. En el Norte de Europa hay ya muchas regulaciones favoreciendo un consumo responsable o una inversión de impacto social, y en España vamos un poco por detrás.

En este sentido, Triodos debemos entenderlo también como una comunidad de gente que apuesta por otro modelo de sociedad. Si yo soy un agricultor ecológico y le pido un préstamo y le pago los intereses de ese préstamo a una entidad que está financiando los transgénicos, pues vaya lío, ¿no? Quienes trabajamos aquí y nuestros clientes sentimos que formamos parte de la comunidad del cambio, y compartimos una misión; confiar en que tengo un socio con el que puedo ir hasta el final y no entrar en conflicto. Las personas que trabajamos en Triodos creemos en lo que está haciendo la persona que está al otro lado de la mesa; compartimos propósitos, objetivos, una forma diferente de hacer: que sean alianzas, no meras transacciones, no una compra-venta de productos; son relaciones con perspectiva a largo plazo. Quienes vienen a trabajar a Triodos (1.121 en total; 267 en la sucursal española, con un crecimiento del 7,7% respecto a 2014) buscan una manera distinta de hacer banca; es una profesión llena de juicios, que nos permite favorecer un tipo u otro de economía…. Aquí estamos concienciados sobre qué tipo de realidad social queremos, e intentamos mantener viva la ilusión de formar parte de un cambio.

En uno de los últimos números de vuestra revista (https://revista-triodos.com) tocáis un tema de plena actualidad: el de los paraísos fiscales y la desigualdad. En la entradilla de vuestro reportaje dais un dato escalofriante: «62 personas acumulan tanta riqueza como 3.600 millones de personas en el planeta». Y en el texto, firmado por Miguel Alba, responsable de Fiscalidad y Sector privado en la ONG Oxfam-Intermón, destacáis lo escandaloso: «La inversión hacia paraísos fiscales se ha multiplicado por cuatro, creciendo casi el doble de rápido que la economía mundial». «En 2014, la inversión española hacia paraísos fiscales creció un 2.000%». ¿Qué hacemos?

El tema del paraíso fiscal es el extremo de la no transparencia. Si queremos tomar decisiones responsables, tenemos que defender unas reglas de juego transparentes y compartidas. Todo lo que no lo favorezca genera situaciones poco saludables. Al final, debemos preguntarnos: ¿qué es la economía: un objetivo en sí mismo o algo al servicio de las personas? ¿Acumular dinero o intercambiar bienes y servicios para mejorar la calidad de vida de las personas? Desde el momento en que la economía no sirve para crear ese bienestar en las personas, hay algo en la esencia del dinero que estamos pervirtiendo. Se trata de generar esa reflexión. Y cada uno de nosotros, con nuestras pequeñas decisiones económicas diarias, bien primando siempre lo más barato o bien pensando más allá, estamos contribuyendo a apoyar el desarrollo de ese tipo de riquezas y desigualdades o a favorecer un desarrollo más igualitario, o preferiría decir más justo. Yo tengo que decidir dónde compro, a quién compro; y esto debería formar parte ya de nuestra reflexión. No ir sólo a lo más fácil y lo más cómodo; sino pensar también en las consecuencias, y cómo participamos nosotros en todo ese ciclo. Para mí, una de las consecuencias claras de la crisis es habernos dado cuenta de que vivimos en una sociedad muy compleja; y creo que no es saludable permitirse decisiones que no incorporen esa complejidad. La comodidad ya no es suficiente. Debe haber una exigencia en la sociedad actual de mayor consciencia.

Pero la gente arguye desconocimiento, falta de tiempo para estar al tanto de tantas trampas que nos tienden, de tantas manipulaciones. En una sociedad supuestamente hipercomunicada e hiperconectada, las zonas en sombra son enormes…

Todo esto, y los paraísos fiscales representan el extremo, tiene mucho que ver con el tema de la transparencia. Para tomar decisiones responsables, necesitamos transparencia en las reglas de juego, en unas reglas de juego compartidas. ¿Por qué no le preguntamos a las instituciones financieras qué van a hacer con nuestro dinero? ¿Por qué esto no forma parte de nuestro comportamiento? No sólo cuánto me pagas por el dinero, sino también: oye, ¿que vas a hacer con mi dinero, en qué lo vas a invertir? Incorporar eso en nuestras decisiones. Nosotros en Triodos realizamos un ejercicio importante de transparencia.

Vosotros en la web contáis…

Contamos todos los proyectos que estamos financiando para que, de alguna manera, nuestros clientes sepan qué se está haciendo con sus ahorros. Ese es el principal valor añadido. La gente puede entrar en nuestra web y ver qué estamos haciendo con su dinero, cuáles son los proyectos que financiamos. Es un ejercicio de transparencia muy exigente para nosotros; porque a veces no a todos les gustan todos los proyectos que hemos financiado, porque, al final, cada uno tiene sus preferencias.

Entre esos proyectos que financiáis, ¿ves algún sector ahora más dinámico?

En España, el sector social, la atención a personas mayores o con discapacidad. Ahí estamos haciendo muchas cosas. Y también un sector donde España es una referencia, la agricultura ecológica; sin embargo, en el de las energías renovables sucede todo lo contrario; hemos tenido un desarrollo excepcional y ahora estamos moviéndonos hacia atrás.

España es el principal productor de alimentos ecológicos en Europa, pero la media de consumo de estos alimentos aquí es de 25 euros por habitante y año, cuando la media europea es de 80, y en Dinamarca, por ejemplo, está en 165. ¿Qué nos pasa?

Hay una desconexión clara entre la producción y el consumo, que no es una buena semilla para el futuro. Yo creo que en este país en lo social hemos ido muy rápido, pero en lo medioambiental no tanto; la conciencia medioambiental sigue sin estar incorporada a la sociedad. Es verdad que todos los años crecemos, pero muy poquito a poco; y todavía hay muchas ciudades, capitales de provincia, donde no tienes un restaurante ni un supermercado con alimentos ecológicos. Es un desafío real. Nosotros hemos desarrollado un programa, que yo creo que es muy interesante y del que nos sentimos muy orgullosos, que es el de los huertos ecológicos educativos (http://huertoseducativos.org). Intentando que en cada colegio haya un huerto, en la línea de la educación para el futuro. Para que las nuevas generaciones perciban el valor de una alimentación sostenible y saludable.

Otro tema que habéis tocado últimamente en vuestra revista: Tu opinión, la opinión de un director de un referente en la banca ética, respecto al cambio climático y una transición energética.

Creo que lo crítico en este aspecto es que el problemas está ahí, pero que las soluciones también. Y ya es una cuestión de velocidades. Imagina Madrid sin el ruido y la contaminación de los coches, con vehículos eléctricos, con tejados y azoteas verdes y un autoconsumo renovable… Es otra ciudad. Y todo esto ya es posible, es sólo una cuestión de voluntades regulatorias y ciudadanas. Si una comunidad de vecinos decide poner un techo verde y un panel fotovoltaico, y si el vecino se compra un 4X4 para ir por la ciudad o bien se compra un híbrido, que en ciudad no contamina. Por eso la llamada de atención es tan importante. Porque las circunstancias ya están aquí, pero las alternativas también, en consumo, en energía, en banca. Están aquí.

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Comentarios

  • chifus

    Por chifus, el 05 abril 2016

    gracias

  • juan

    Por juan, el 05 abril 2016

    interesante

  • Salvador Fernández Prieto

    Por Salvador Fernández Prieto, el 05 abril 2016

    Soy cliente de Triodos desde hace unos 15 años. Está en la línea de la Banca que necesitamos para el bien del conjunto. En ella no cabe la especulación, cáncer de la economía. Estoy agradecido al papel que desempeña esta Entidad.

  • Alex Mene

    Por Alex Mene, el 05 abril 2016

    Ese es el camino.

  • Maica

    Por Maica, el 15 abril 2016

    Triodos Bank es una alterntiva real a la banca tradicional que además apoya a empresas que aportan a la economía real y no especulativa, la economía que de verdad importa. Y con unas cifras ya considerables. Y que otros ahora quieran hablar de ética para lavar su imagen… qué poco pudor!

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