Parecer normal

Hace algunos meses, recibí un mail de un hombre que, reconociéndose homosexual, criticaba el ‘tono’ de mi programa en RNE de la siguiente manera:

“Vengo escuchando el programa desde que se llamaba Las aceras de enfrente y lo presentaba el desaparecido Leopoldo Alas. Posteriormente lo presentó Luis Antonio de Villena que, aunque con su estilo ampuloso, siguió la línea de seriedad que le imprimió su antecesor. Pero ahora parece ser que la renovación consiste en más «pluma» y más frivolidad. La imagen que dais del mundo gay es precisamente lo que causa rechazo y burla de la sociedad, o sea, locazas, histrionismo, y grititos absurdos. Y eso no refleja a la mayoría de los homosexuales que trabajan, o estudian, o cumplen sus obligaciones sin diferenciarse del resto de la gente con actitudes payasescas.”

Y pensé que quizá había llegado el momento de empezar a trabajar para desterrar de una vez el dañino influjo del homosexual homófobo.

ClessMe niego a aceptar esa especie de rechazo que siente un tipo de homosexual hacia otros homosexuales por el simple hecho de tener pluma, de vivir su vida de una manera más abierta y, en algunos casos, realmente histriónica. Y me preocupa que eso acabe siendo tendencia. Me preocupa que una parte del colectivo lgtb hable de ‘normalización’ como si adaptarse, mimetizarse, con el rol heterosexual fuera lo correcto. Como una manera de pasar desapercibidos. Pasar o no pasar desapercibidos, ser o no ser más evidentes, más o menos extrovertidos, tiene que ver con la personalidad del individuo, no con su tendencia sexual. Y discriminar a alguien por su personalidad, asegurando que su imagen o su actitud es la responsable del rechazo de una sociedad me parece, cuando menos, injusto. Sobre todo porque es una reacción que siempre se utiliza para fragmentar al colectivo más débil. Nadie se plantea que una mujer como Carmen Lomana dé mala imagen del resto de las mujeres o que un hombre como Berlusconi dé mala imagen del hombre heterosexual. Sin embargo, si un gay tiene pluma, ese gay es el responsable de todo el odio heterosexual hacia el colectivo. Me parece muy injusto y no me gusta. Y eso sin entrar a comentar que fueron precisamente hombres con mucha pluma los que pusieron la primera piedra, en Stonewall, para que hoy todos, incluso los homosexuales homófobos, disfrutemos de unos derechos que ese mimetismo con el rol heterosexual no nos había proporcionado.

Leí un artículo que explicaba lo que ya algunos medios de comunicación norteamericanos definían como “lesbianización” de algunas mujeres que rompían con sus anteriores parejas, masculinas, y emprendían una nueva relación con otra mujer. La atracción por otro sexo convertida en tendencia. Lo que en los 90 era el “lesbian chic”, o sea, lo que el mundo heterosexual entendía como lesbianas que no parecían lesbianas, que llevaban falda, que se maquillaban, que eran muy femeninas,…vamos, que parecían “normales”. Eso es lo que le gusta al homosexual homófobo.

Los gays tenemos que ir al gimnasio, tenemos que lucir cuerpazo, tener un gusto exquisito vistiendo, la pluma está muy mal vista,…vamos, debemos ser hombres que cualquier mujer heterosexual desease llevarse a la cama. Las lesbianas igual. Deben ser guapas, con cuerpazo, femeninas,…vamos, que cualquier hombre heterosexual quiera llevárselas a la cama. Me inquieta esa catalogación tan heteronormativa.

«Ser gay o lesbiana no es una tendencia que poner en la columna del in o del out de una revista. Se es y punto. Delgada o gorda, musculazo o enclenque, lista o boba, joven o viejo, con pluma o sin ella».

Desde luego que está bien la visibilidad. Pero de todas y todos, de las guapas y atractivas y de los feos y tirillas. Que parece que la visibilidad que mola es aquella que quiere ver la mayor parte, heterosexual, de la sociedad. Y no. Por mucho que Ana Botella se empeñase en ello, no somos frutas en cajas en las que podemos separar las apetecibles de las que no. Porque al final, con la supuesta tontería de que todos los gays sean Jesús Vázquez y todas las lesbianas Eden Clark, no aceptaremos la diferencia y acabaremos “normalizándonos”, con lo peligrosa que es esa palabra, y apartando de la vista al gay con tripa o a la lesbiana gruesa. Ser gay o lesbiana no es una tendencia que poner en la columna del in o del out de una revista. Se es y punto. Delgada o gorda, musculazo o enclenque, lista o boba, joven o viejo, con pluma o sin ella. Porque si lo que mola y respetamos, empezando por nosotros mismos, solo es una de las dos opciones, mal vamos para reivindicar igualdad.

ILUSTRACIÓN: CLESS

Escucha el último programa de Wisteria Lane que Paco Tomás dirige en RNE.

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Comentarios

  • Jordi

    Por Jordi, el 08 mayo 2013

    Bravo!

  • Rafael

    Por Rafael, el 08 mayo 2013

    Admirable respuesta. La tomo para dirigirme a aquellos que, dentro del colectivo LGBT, dicen «odiar los que tienen pluma». No me gusta ese odio, aunque no lo sienta ni se dirija a mí. Creo en el respeto y la diversidad dentro de la diversidad.

  • Una Loser

    Por Una Loser, el 08 mayo 2013

    Creo que lo que causa rechazo es el hecho de imaginarse a un tío pillando punto de apoyo para un rato de desenfreno. La pluma en sí es lo que muchas veces abre mentes en ciertas personas que consideran que los mariquitas son personas muy graciosas y predispuestas a la fiesta. Aquí cada cual que mire su ombligo y se quite sus propias pelusas, si no te gusta, no consumas y punto.
    Son ganas de criticar la pluma del vecino y sentirse menos gay.
    La misma estupidez ocurre con los que se sienten superiores por ser activos, pero un activo sin un pasivo iba a terminar comiéndose los mocos.
    Si no hubiera pluma, quizás el mundo gozaría de menos alegría. Pero eso nunca lo sabremos, por suerte.

    BTW, qué bien hablas!

    • Julia

      Por Julia, el 08 mayo 2013

      Aplausos a tu comentario. SrPaco Tomás, como siempre tan acertado.

  • Paco

    Por Paco, el 08 mayo 2013

    Buen artículo y buen comentario el de Una Loser.
    Sin embargo el problema no está dentro. Todos (homosexuales o no) hemos nacido y crecido en una sociedad heterosexual, asimilando actitudes y valores – incluidos los estéticos – heterosexuales, por lo que cualquier divergencia puede percibirse como transgresora, y la tolerancia ante la transgresión – o el fomento de ésta – no tienen por qué estar ligados forzosamente a la orientación sexual del individuo, sino que son fruto de un proceso consciente de reflexión. Por razones análogas, hay mujeres cuya actitud las hace cómplices de su propia discriminación pero no por ello responsables de ella.
    Cambiando de tema, lo de que lucir cuerpazo, tener un gusto exquisito en ropa o ir al gimnasio sean exigencias de la «hetero-normalización», pues casi que no. En todo caso son hábitos que la sociedad percibe en principio como gays y que después han sido asimilados por el mainstream. Por lo general, detrás de esta asimilación existen invariablemente intereses económicos y me temo que la pluma no es aún tan rentable como para tomarse las molestias.

  • José Vázquez

    Por José Vázquez, el 08 mayo 2013

    Sorprende que se centre el tema en el aspecto externo (locuelo), dada la diversidad con origen en la propia naturaleza:
    http://bioetica.ancmyp.org.ar/user//files/03Giorgiutti.pdf
    No debería incidirse en la formalidad del comportamiento, que creo es ajeno a la sexualidad.
    «Locuelas/os» los hay o mejor dicho son percibidos como tales por el personal y, muy probablemente con sexos no determinados….Creo que lo que realmente diferencia a la homosexualidad es su sentimiento y sensibilidad ante los retos que plantea la naturaleza, la vida, el arte en general…

  • A.

    Por A., el 08 mayo 2013

    Me parece profundamente injusto calificar a quienes no tienen pluma de tener un rol heterosexual. Eso también es discriminación. Hay gays, como personas, de todo tipo. Para mí es fundamental que la sociedad entienda eso. En estos momentos por un lado la sociedad acepta cada vez más pero a veces en los medios solo se da visibilidad a quienes tienen mucha pluma. Eso no es un problema salvo la estereotipación que genera para todo el colectivo.

  • Pepe Garcia

    Por Pepe Garcia, el 10 mayo 2013

    Sr.PacoTomas, no está bien reciclar sus propios artículos para volverlos a publicar meses después. Esto ya lo he oido yo, palabra por palabra en su programa hace meses. Y creo que también leido en su blog. Y me parecía igual de equivocado entonces. Al menos podría molestarse en rehacerlos, aportando algo más.

    • Sr.PacoTomás

      Por Sr.PacoTomás, el 10 mayo 2013

      Sr. Pepe García:
      Si me lo permite, reciclar MIS PROPIOS artículos o palabras no aparece como delito en el código penal y ni siquiera se considera falta moral o ética. Son míos, como mis pensamientos, y hago con ellos lo que, para que usted me entienda, me da la gana. Como si, como hacía el gran Manuel Vicent repitiendo, cada San Isidro, su artículo anti fiesta nacional sin cambiarle ni una coma, me apetece repetirme siete veces al día.
      Lamento que no le gustase mi opinión entonces y tampoco le guste ahora. Eso es lógico. Tan lógico como que yo opine lo mismo respecto a la pluma o el ‘lesbian chic’ hace varios meses y hoy. Eso no deslegitima mi opinión. Simplemente le da una nueva vida. Como los abrigos vintage. ¿O usted es de los que piensa que no se puede opinar dos veces sobre un mismo tema, como si los temas de opinión tuvieran vidas como en los videojuegos?
      Le agradezco que me siga tan de cerca como para conocer perfectamente todo lo que escribo y digo en diferentes medios de comunicación. Me congratula. Y no voy a añadir nada a su comentario final porque me da una pereza que me dueeeeeerrrrmoooo. Gracias por leerme. Incluso cuando me repito.

      • Pepe Garcia

        Por Pepe Garcia, el 10 mayo 2013

        Lejos de mi intención ofenderle. Obvio es que le sigo y admiro y quizá por ello mi expectación sea más alta, y me vea en la presuntuosa posición de exigirle algo más. Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a suceder.

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