Paseo por un Camino Natural con 2.000 años de historia: el de la Vía de la Plata

Camino Natural Vía de la Plata en Cáceres. Foto: Javier Rico.

Apasionado como soy de la cultura rural, los caminos naturales se convierten en vías inmejorables de conexión física y emocional con los elementos que la componen. Son antiguas vías de comunicación por donde pasaban trenes, ganado, carretas y personas, algunas tirando de embarcaciones a orillas de ríos y canales. Hay más de 10.300 kilómetros de estos trazados transformados y señalizados como caminos naturales en toda España. Os invito a que me acompañéis por los cuatro tramos de uno de los más históricos, el de la Vía de la Plata. Roza y en algunos momentos se solapa con vías de comunicación históricas: calzada romana, camino de Santiago y, sobre todo, la línea férrea entre Plasencia y Astorga. Como para no desprender cultura, historia y patrimonio rural.

Yo viajé en el tren Plasencia-Astorga. Inaugurado en junio de 1896, el 31 de diciembre de 1984 realizó el último servicio con pasajeros. Es cierto que en sus últimos años recorría el trayecto Madrid-Peñacaballera (pueblo de la sierra de Béjar salmantina) en un Simca 1000 primero y un Renault 6 después, junto a mi familia. Antes, de muy pequeño, recuerdo vagamente el casi interminable viaje desde la histórica estación del Norte –hoy de Príncipe Pío– en Madrid, el trasbordo en Salamanca y la continuación por la línea Plasencia-Astorga hasta la estación de Puerto de Béjar. Allí, el servicio de taxi de Casa Adriano nos llevaba hasta Peñacaballera. Varios años después, las excursiones de la adolescencia y los baños en la piscina del hotel de Puerto de Béjar todavía nos permitían disfrutar con el estruendoso tránsito de los trenes de mercancías, que se clausuró en septiembre de 1996.

Años después de todo lo anterior, he recorrido andando y en bicicleta 86 de los 347 kilómetros del trazado ferroviario original, justo los que se han rehabilitado como camino natural. Todo gracias al Programa de Caminos Naturales del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, que junto a otras administraciones, incluidas las locales, recuperan y mantienen antiguas vías de comunicación, muchas en desuso, para el tránsito actual no motorizado. No hay que obviar tampoco la tristeza, desazón e incluso cabreo –mostrado en varias pintadas– que provoca en algunos pueblos concernidos que se dé definitivamente por perdida como uso ferroviario la vía Plasencia-Astorga, que fue vital para muchas zonas rurales.

La ruta la comenzamos por el norte, en el tramo zamorano convertido en camino natural que une Barcial del Barco con Maire de Castroponce. Nuestro punto de partida y llegada para descansar, dormir y comer es el bar-restaurante Borox, asociado al casi contiguo albergue para peregrinos Las Eras. Aquí tenemos la primera conexión entre el antiguo trazado del tren y el camino de Santiago Vía de la Plata, que desde Sevilla enlaza en Astorga con el camino Francés en dirección a Santiago de Compostela. El albergue se convierte en un entretenido cruce de caminos entre personas que viajamos por diferentes motivos siguiendo vías históricas. Buen momento para departir e incluso ayudarnos a la hora de sacar el máximo partido posible a nuestras caminatas o pedaleos.

Un museo del whisky y otro de maquetas navales

“Dicen que es el silo más grande de España”, nos comentan al pie de la antigua estación de tren de Barcial del Barco –lugar de inicio del pedaleo junto a mi fiel compañera María Luisa–, flanqueada por un imponente silo. No es el más alto, ni siquiera de Castilla y León, pero impresionan sus dimensiones y su valor comercial pasado para estas tierras y su patrimonial actual, bien explicado en los paneles de inicio de este tramo del camino natural. Veremos más silos a lo largo de los 26 kilómetros que nos separan de Maire de Castroponce, como los de Villanueva de Azoague o el de Pobladura del Valle, porque aquí dominan los campos de cereal. Sin embargo, el río Esla y su afluente el Órbigo y un frondoso encinar entre Benavente y Villabrázaro se encargan de otorgar variedad al paisaje que se recorre.

El puente de hierro sobre el río Esla, poco antes de llegar a Villanueva de Azoague, obliga a hacer una de las paradas imprescindibles, por su valor arquitectónico y por el frondoso bosque de galería que atraviesa, primera inmersión ornitológica de las que tanto me gustan, con garzas, ánades, ruiseñores, currucas, petirrojos y oropéndolas, y sin desdeñar las decenas de cigüeñas blancas en busca de comida tras los tractores que remueven las tierras en barbecho. Benavente, incluida su antigua estación de tren reconvertida en parque y museo ferroviario al aire libre, y Villabrázaro, con sus bodegas en cuevas, muy comunes por estas tierras, dan paso al tramo final, principalmente destacado por la parada en Pobladura del Valle.

En Pobladura del Valle comimos, en la cafetería Vafer, reseñable por su menú tradicional, pero sobre todo por las 3.000 botellas de whisky de los cinco continentes que tienen a la vista en mostradores, vitrinas, bajo el suelo que pisamos, en el frontal de la barra… Impresiona, y más aún si compartes conversación con Luis Vara, propietario de la cafetería y coleccionista de botellas de whisky. A partir de aquí, atención a la posibilidad de hacer coincidir nuestro viaje con catas maridadas con alimentos de la zona. Pobladura del Valle guarda otro tesoro en forma de museo: uno de maquetas de barcos –¡algunas construidas con 32.000 piezas!– que en breve se ampliará con una de tamaño considerable de la estación de trenes Grand Central de Nueva York (el museo se llama Grand Central). De nuevo, conversar con el artífice de estas obras, José Luis Blanco, enriquece la experiencia y el viaje. Y terminar en Maire de Castroponce, a orillas del río Órbigo, se convierte en el colofón ideal antes de nuestra vuelta a Barcial del Barco.

Antiguas fábricas textiles de Béjar en el Camino Natural Vía de la Plata. Foto: J. R.

Alfarería de filigrana y farinato con el Lazarillo de Tormes

El camino natural está muy bien señalizado, en kilometraje y en información en puntos de relieve, aunque el siguiente tramo, el que une ya en Salamanca las localidades de Carbajosa de la Sagrada y Alba de Tormes, preferimos hacerlo en sentido inverso, comenzando en esta histórica villa. ¿Qué recomendar de un lugar al que fue a morir Santa Teresa de Jesús, con su amplio y variado arte sacro asociado, y donde construyeron los duques de Alba un palacio-castillo que figura entre los más singulares de España? Me decanto por el paseo al amanecer o al atardecer por el puente sobre el río Tormes; la visita a la tienda-taller de Tomás Pérez –quinta generación de alfareros– para disfrutar de su alfarería de filigrana –algunos botijos tienen 10.000 piezas–; prolongar esta visita artesanal con el museo de la Alfarería –seguid la pista a otra familia alfarera, los Dueñas–, primorosamente expuesto en la iglesia románica desacralizada de Santiago; y comer farinato –¡qué recuerdos de la infancia y de la cocina de mi madre!–, entre otros platos autóctonos, en la Bodeguilla del Lazarillo de Tormes. No paro de insistir en que hay que preguntar y conversar con las gentes del lugar. “Entrad ahí, que cocinan muy bien”, nos sugirieron callejeando por Alba de Tormes. Dieron en la diana.

Desde el punto y final de este tramo, donde comenzamos a pedalear, hay unas hermosas vistas de Alba de Tormes –una pena lo de la estación en ruinas–, e incluso de la sierra de Gredos, remontando con la vista el río Tormes. En ligera subida, estamos en un buen tramo para disfrutar entre las trincheras cavadas para trazar la línea del tren, con pizarras que más adelante se ven delimitando fincas donde pasta el ganado. Pero poco a poco la que comienza a dominar es la encina. Las dehesas que forma este quercus se convierten en protagonistas del característico campo charro antes de llegar a otro de los grandes hitos históricos: los Arapiles.

Los Arapiles son dos cerros testigos enfrentados uno al otro: el Grande y el Chico. Los cerros testigos son relieves en alto, aislados y esculpidos por la erosión, que permanecen como testimonio de las elevaciones más homogéneas que se levantaban sobre el mismo terreno. Entre ambos cerros se libró en julio de 1812 una de las batallas más importantes de la Guerra de la Independencia, con victoria aliada (Inglaterra, España y Portugal) sobre las tropas francesas de Napoleón, y punto crítico para la posterior retirada de estas de la península. La maqueta, y en general el centro de interpretación sobre la batalla que hay en el pueblo de Arapiles –abre sólo jueves y sábados– te sumergen en la contienda hasta casi oír los cañonazos y la algarabía de los soldados, entre los que murieron casi 18.000 (12.500 de ellos, franceses). Ya de nuevo en el camino natural, a quienes se oye especialmente es a las alondras, cogujadas, trigueros y abejarucos.

Calzada y ‘mansio’ romanas y chiringuito autóctono

Desde Arapiles hasta Carbajosa de la Sagrada se atraviesan grandes extensiones cerealistas. Es el tramo más monótono, incluida esta última localidad, que funciona más como ciudad dormitorio de la capital, además de albergar un polígono industrial. Aquí es donde termina la ruta, quizá en el punto más feo y peor acondicionado como área de descanso. Lo mejor: las vistas de la ciudad de Salamanca, que crecen a medida que se avanza desde Arapiles, enseñoreadas por la figura de sus dos catedrales, especialmente al atardecer. Sirva esta imagen para prolongar el interés paisajístico por la provincia de Salamanca a partir del siguiente tramo que nos espera, que está previsto ampliar entre Alba de Tormes y Béjar.

Entre Navalmoral de Béjar, en Salamanca, y Casas del Monte, en Cáceres, el Programa de Caminos Naturales ha dividido este tramo continuo en dos: Casas del Monte-Hervás y Baños de Montemayor-Béjar. Con independencia de recomendar tramos aislados más cortos, pero con mucho atractivo para quienes caminan principalmente –el de la ciudad de Béjar, Puerto de Béjar-Baños de Montemayor y Hervás-Aldenueva del Camino–, en nuestro caso nos lo planteamos en bicicleta en dos jornadas de ida y vuelta: una de Puerto de Béjar a Navalmoral de Béjar (30 kilómetros) y otra de Puerto de Béjar a Casas del Monte (54 kilómetros). ¿Y por qué elegir Puerto de Béjar? Porque cerca nos quedan referencias importantes a los dos caminos que comparten historia en la Vía de la Plata: el camino de Santiago y la calzada romana entre Augusta Emerita (Mérida) y Asturica Augusta (Astorga).

Para ello nos debemos desviar unos tres kilómetros hasta el pueblo de Peñacaballera. Por la antigua carretera que unía la N-630 con esta localidad se pasa por el camino peregrino, con albergue incluido, y por uno de los tramos restaurados de la calzada romana, muy cerca de donde se intuye que había una de las 16 mansios que jalonaban el trayecto, la de Caecilius Vicus. Las mansios funcionaban como posadas o ventas pegadas a las calzadas donde al principio recalaban sobre todo mandos militares y personalidades importantes, pero que luego albergó viajeros en general. Víctor Guijo, propietario de la casa rural La Mansio, en Peñacaballera, nos ilustra algo más sobre estos alojamientos, a la par que descansamos en el suyo, que recrea una domus romana, con el atrio en el centro. Clara Rubio y Antonio Valencia, de camino entre la calzada romana y la casa rural, nos obsequian en el Chiringuito La Calleja –y también ilustran– con una jugosa gastronomía de kilómetro cero que cultivan y elaboran ellos mismos.

El alfarero Tomás Pérez en Alba de Tormes. Foto: J. R.

Si hay interés por el legado romano, se puede avanzar hacia el puente de la Malena sobre el río Cuerpo de Hombre, en Montemayor del Río, en busca de los miliarios que marcaban las distancias en la calzada; o prolongar la visita desde Casas del Monte hasta las ruinas de la ciudad romana de Cáparra. Por ahora nos mantenemos en el camino natural, en Puerto de Béjar y en dirección a Béjar, catando unos primeros retazos de bosques atlánticos en los que se combinan el roble melojo y el castaño.

Con las sierras de Francia y de Gata en lontananza a nuestra izquierda, se llega a Béjar, donde hay que revivir su importante pasado como núcleo de una industria textil que conserva algunas de sus fábricas tras salir del túnel en dirección a Navalmoral de Béjar. En una de estas fábricas se ubica un museo sobre este pasado fabril, al pie también del Cuerpo de Hombre. Al igual que Alba de Tormes, Béjar cuenta con un rico patrimonio histórico a rastrear entre su casco antiguo, ensalzado por el palacio de los duques de Béjar y los lienzos de la muralla medieval que aún se mantienen en pie.

Un bosque de robles te hace el pasillo

Al día siguiente madrugamos porque nos espera la jornada a pedales más exigente, la que nos llevará en un ida y vuelta entre Puerto de Béjar y Casas del Monte. Muy importante para quien nos emule: la vuelta es una continua subida, suave, pero que se nota en las piernas al final ya de la jornada. Una opción es, para recuperarse, disfrutar de unos baños termales (de nuevo de resonancias romanas) en Baños de Montemayor. Eso sí, entre esta localidad y la antigua estación de tren hay un tramo en cuesta muy pronunciado. Otra cosa es la estación de Hervás –recomendable comer y descansar igualmente en ella–, situada cerca del casco urbano y tras pasar el puente metálico sobre el río Ambroz, cauce que vertebra estas tierras del norte cacereño.

Llega el momento de disfrutar a fondo de lo que queda de uno de los bosques de corte atlántico más meridionales de la península. Tanto, que en otoño protagoniza el programa Otoño Mágico que impulsa la Asociación para el Desarrollo Integral del Valle del Ambroz. Atención en ese programa a las actividades en torno a la cestería del castaño y la recolección de setas. En el pedaleo entre Hervás y Aldeanueva del Camino –buen lugar para hacerse con pimentón de la tierra– se aprecia el fragor de esta masa boscosa, que en ocasiones forma galerías muy cerradas sobre el camino natural. No me resisto a dos recomendaciones fuera de ruta: los castañares Gallego en Hervás y del Temblar en Segura de Toro.

Todo lo anterior ocurre antes de que las encinas y los alcornoques ganen terreno a medida que nos acercamos a Casas del Monte, y de parar sí o sí en los puentes que sortean las gargantas que bajan con sus aguas cantarinas hacia el Ambroz. En un futuro, el camino natural llegará a Plasencia, otra cumbre del patrimonio cultural e histórico. De momento, nos tumbamos en la estación de Casas del Monte, relajando el cuerpo y la mente entre los planeos de buitres y águilas y el olor a la jara y el hinojo, recuperando fuerzas para retomar los 27 kilómetros de vuelta y sabiendo que en la otra estación de destino, la de Puerto de Béjar, nos espera una mesa con más viandas del lugar en el restaurante La Pequeña Estación.

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Comentarios

  • Jacinto Bermejo García

    Por Jacinto Bermejo García, el 20 mayo 2022

    Sería bueno que los ciclistas no invadieran los espacios peatonales. No se puede mezclar en la misma vía circulación de vehículos y de peatones. Esto, por el riesgo que implica para los peatones, nos impide poder disfrutarla. Entiendo que la carretera es un riesgo para los ciclistas y por eso deben ser protegidos, pero de la misma manera debemos ser protegidos los peatones, porque sino tenemos la completa seguridad de que no puede haber un accidente, no podremos disfrutar del camino. Así que, por favor, respetar las aceras, calles, parques y caminos peatonales para que podamos disfrutarlos todos. Ciclistas he visto hasta por los pasillos e, incluso, andenes del metro. No sólo en caminos de montañas, en los que alguna vez he estado en grave riesgo de ser atropellado.

    Por favor, los caminos, para los caminantes.

    • Antonio González

      Por Antonio González, el 21 mayo 2022

      Creo que exageras un poco los ciclistas que utilizamos las vías verdes siempre damos prioridad al caminante y respetamos con personas como tú no se podría compartir no solo las vías verdes Creo que nada en la vida mejor que te quedes en casa

  • Andrés

    Por Andrés, el 20 mayo 2022

    Muy interesante, porque estoy interesado en hacer la vía de la Plata en bici.

  • Fernando

    Por Fernando, el 20 mayo 2022

    Me encanta el artículo. Muy

  • Javier Rico

    Por Javier Rico, el 20 mayo 2022

    Muchas gracias por leernos y por los comentarios. Los caminos naturales están hechos para recorrerlos tanto andando como en bicicleta, siempre con el debido respeto y responsabilidad de quienes van en bici, que van a mayor velocidad. Pero entiendo la preocupación de la invasión de bicicletas y patinetes en vías urbanas, ya que no deberían ir por las aceras. Aquí son considerados vehículos a todos los efectos y deben ir siempre por la calzada y bajados de la bicicleta y patinetes sin van por la acera.

  • Juan Antonio

    Por Juan Antonio, el 21 mayo 2022

    Hola Javier. He leído con sumo interés tu artículo, el cual me ha gustado enormemente. Ahora bien, la distancia entre Puerto de Béjar y Casas del Monte es de 22 km. y no 54, como indicas. ¡Enhorabuena por tu artículo y gracias por compartir tus experiencias! Saludos

    • Javier Rico

      Por Javier Rico, el 23 mayo 2022

      Muchas gracias Juan Antonio por leer y apreciar el artículo. Como pongo en el texto, el recorrido entre Puerto de Béjar en Salamanca y Casas del Monte en Cáceres es de ida y vuelta. Según el kilómetraje y perfil de cada tramo expresado por la señalética in situ y la página web de Caminos Naturales del MAPA, entre Casas del Monte y Hervás hay 21,08 kilómetros, y entre el límite de este municipio y la estaciíb de Puerto de Béjar hay 6,5 kilómetros. Es decir, son algo más de 27 kilómetros de ida y 27 de vuelta. De ahí saco los 54 kilómetros, y de nuestras piernas, porque se nota mucho en ellas la subida continua desde Casas del Monte a La Pequeña Estación de Puerto de Béjar.

    • Javier Rico

      Por Javier Rico, el 23 mayo 2022

      Hola Juan Antonio. Muchas gracias por interesarte por el artículo y tus comentarios. Los 54 kilómetros salen, como comento en el artículo, de sumar el ida y vuelta entre Puerto de Béjar y Casas del Monte. Tanto la señalética in situ como el perfil que aparece en la página web de Caminos Naturales, marcan 21,08 kilómetros entre Casas del Monte y el límite municipal entre Hervás y Baños de Montemayor, y de seis entre este punto y La Pequeña Estación de Puerto de Béjar. Los 27 kilómetros de ida se hacen muy cómodos, casi de dejarte llevar, pero los de vuelta son otra cosa, ya que son en continua pendiente, moderada, pero siempre pendiente.

  • Javier

    Por Javier, el 29 mayo 2022

    Hola qué tal
    Son entornos preciosos
    Lugares con una belleza paz tranquilidad calidad del aire en fin..
    Vías verdes
    Para disfrutar solo en pareja con la familia niños.. tu mascota ..
    Si no fuera por la moda bicicleta muntanbikera que se carga todo lo anterior
    Si amigos si..
    Rompen la paz el silencio llenan de polvo ruido estresan al que va andando ocupan toda la vía peligran niños y mascotas
    Y no nos engañemos ..no palpan ni sienten la grandeza de esa paz y tranquilidad que ellos rompen

    José
    Pero es así
    Las vías verdes son incompatibles con el tropel muntanbikistico

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