Una nueva piedra en la historia de los primeros europeos, los de Atapuerca

En 2024 llegará el relevo en la dirección de los yacimientos de Atapuerca. En la foto, de izquierda a derecha, Eudald Carbonell, Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martín-Mendizábal. Foto: Rosa M. Tristán.

Atapuerca, los yacimientos más prolíficos del mundo, revelan nuevas pistas sobre las diferentes especies humanas que habitaron la sierra burgalesa. En este verano de 2021, la novedad más llamativa es diminuta: una pequeña lasca de piedra, que fue hecha y utilizada por un humano de hace 1,3 o 1,4 millones de años. Esa pequeña piedra constata la presencia humana más antigua del continente, retrasándola unos 200.000 años respecto a la mandíbula que se halló en ese mismo lugar hace años.

Entrar en la Trinchera del Ferrocarril en Atapuerca es reencontrarse con las homínidas y los homínidos que en el pasado recorrieron la sierra burgalesa. Ahora, quienes pasan allí un mes cada verano ya no buscan refugio o comida, sino el oculto alijo de restos de banquetes y estancias y luchas, humanas o no, que quedaron allí hace miles o cientos de miles de años y nos retrotraen a los tiempos de los primeros humanos europeos.

El día final de cada campaña, cuando los codirectores y su equipo se reúnen para mostrar al mundo el resultado de su intenso trabajo a piqueta y buril, siempre hay sorpresas. En este 2021, la más llamativa es diminuta: una pequeña lasca de piedra, afilada en sus cantos, que fue hecha y utilizada, si no fallan las primeras impresiones, por un humano de hace la friolera de 1,3 o 1,4 millones de años, más que posiblemente de un Homo erectus, como me aventuraba días antes el arqueólogo Eudald Carbonell mientras recorríamos los yacimientos. Esa pequeña piedra, menor que la palma de una mano, constata la presencia humana más antigua del continente, retrasándola unos 200.000 años respecto a la mandíbula que se halló en ese mismo lugar hace años, más cercana al diente humano que se encontró en el yacimiento granadino de Orce.

La ya famosa lasca de cuarzo estaba en el nivel 7 de la llamada Sima del Elefante, el primer gran agujero que da la bienvenida a esta trinchera que partió el monte en dos, dejando a la luz un osario que es hoy Patrimonio de la Humanidad. “Estamos tres metros por debajo de donde hace unos años encontramos la mandíbula humana más antigua de Europa. También había tortugas, hipopótamos, águilas pescadoras, castores… y eso nos dice que el clima era más templado que el actual. Estamos muy contentos”, contaba la coordinadora del yacimiento, Rosa Huguet, desde el fondo lo que fue una cueva. Ahora es un inmenso agujero que cruza el camino y se atraviesa gracias a un puente.

La de este año ha vuelto a ser una campaña rara. Como la anterior, el personal se redujo al mínimo debido a la pandemia, unas 180 personas, y además se ha anunciado quiénes serán los que tomen el relevo al actual triunvirato que dirige los yacimientos (Eudald Carbonell, José María Bermúdez de Castro y Juan Luis Arsuaga). La actual directora del Centro Nacional de Evolución Humana (CENIEH) , María Martinón-Torres, la arqueóloga Marina Mosquera y el biólogo Ignacio Martín-Mendizábal tomarán las riendas en el año 2024.

Seguimos avanzando y un poco más adelante, a la derecha, esperaba el gran supermercado del Pleistoceno. Hace unos 270.000 años, a este lugar venían a buscar caza los pre-neandertales que vivían por los alrededores. Cuando llegamos, una espectacular mandíbula de caballo asomaba entre los sedimentos. Isabel Cáceres, su coordinadora, clasificaba algunos de los 1.500 restos óseos de fauna y de herramientas de piedra que se han encontrado este año durante la campaña. “Este nivel es muy rico. Ahora ya no sacamos los restos, los dejamos ahí, a la vista, para ver la relación entre ellos. Marcan la superficie por la que aquellos homínidos se paseaban y queremos ver cómo era su escenario. Con nuevas técnicas podremos hacer escáners y trabajar en 3D”, explica la arqueóloga del Instituto de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES), que forma parte del equipo de Atapuerca desde hace tres décadas.

Este año, han tenido un mes largo e intenso trabajo en el que han logrado sortear al enemigo Covid-19. Pero se notó que eran menos. Otros años superaban los 200. Será por ello que el gran yacimiento de la Gran Dolina parecía en esta ocasión casi vacío en comparación con otras campañas. Visto desde la zona más alta del impresionante andamio que permite acceder a los trabajos, se presentaba como un mosaico de historias. Mejor, de prehistorias. En el nivel más alto actual, TD8, Marina Mosquera, piqueta en mano, andaba sacando, junto a otras 10 personas, restos de osos de las cavernas que posiblemente hibernaron en la cueva hace unos 700.000 años. Era el Pleistoceno Medio y aquellos gigantescos plantígrados compartían hogar con hienas, caballos y bisontes.

Diferentes niveles de profundidad en las excavaciones de Atapuerca. Foto: R. M. T.

En un nivel inferior se veían asomar las cabezas de quienes escarbaban un pasado aún más remoto, 900.000 años atrás, en TD4. Allí también habitaron ancestros humanos muy primitivos, quizás H. erectus como los de Elefante, no se sabe, pero lo cierto es que dejaron olvidadas sus herramientas de descarnar animales. Este año salió a la luz la segunda en este lugar. No lejos estaba otra pieza del puzle de rinoceronte que Emiliano Aguirre, padre del proyecto de Atapuerca, empezó hace ahora 30 años con otros fósiles del mismo animal que llevan años en el Museo de la Evolución Humana. Eso da idea del tiempo que llevará acabarlo.

Hay que subir más por la ladera de la sierra para llegar hasta la Cueva Fantasma. No está, pero es fácil imaginarla grandiosa en los más de 300 m2 de excavación abiertos. Un gigantesco andamio protege ahora el lugar donde aquella gran caverna se hundió. “Este yacimiento es de los últimos en abrirse y tiene para muchos años. Tenemos restos del Paleolítico Superior, hace unos 80.000 años, y abajo los hay de hace 300.000 años. Aquí encontramos un trozo de cráneo de un neandertal. Cada punto que ves marcado es un fósil de fauna o una de las muchas piezas líticas que nos salen y que fueron usadas para golpear los huesos o son restos de tallar otras piedras”, explicaba Carbonell. “Durante muchos años, con José María, pasábamos por aquí y veíamos restos de microfauna, hasta que un día decidimos excavar y nos encontramos un bifaz grande. Como había tanto yacimiento abierto, hasta hace cinco años no empezamos a trabajarlo a fondo. Al abrirlo encontramos que había habido una galería grande, hundida”, explicaba.

Ana Isabel Muñoz, entusiasta coordinadora de los trabajos, enfocaba la mirada : “¿Has visto qué bonita la secuencia que hemos sacado?”. Y lo es. Le han dedicado mucho tiempo esta campaña a perfilar las capas diferentes de sedimentos. “Era una sala enorme, con bóvedas que alcanzaban los seis metros de altura. En algunos puntos, 10 metros, como las dimensiones de Cueva Mayor o el Salón del Coro, ancho y alargado. Y todos son fósiles. En total, 18 metros a estudiar”. Más o menos desmenuzados, hay caballos, ciervos, rinocerontes, elefantes, hienas, jirafas… “A todos se los vinieron a comer aquí los carnívoros o los humanos”, puntualiza.

Con ser reciente, aún más lo es el yacimiento neandertal Galería de las Estatuas Exterior, donde estaría la entrada de la Galería de las Estatuas del interior de la Cueva Mayor. Comentando novedades, al llegar estaban allí Juan Luis Arsuaga e Ignacio Martínez-Mendizábal. “Estamos tanteando el yacimiento, es la primera fase de trabajo, luego ya ves si te casas con él o lo dejas”, decía metafóricamente Martínez-Mendizábal, muy implicado ahora en formar futuros paleontólogos en España y en Argentina. Tras encontrar días después un espectacular bifaz tallado hace 80.000 años y más de 400 útiles tallados en piedra, todo hace pensar que la relación acabará en boda y para muchos años.

En Atapuerca se han encontrado los restos de los homínidos más antiguos de Europa.

Ese día, aún ni Arsuaga ni su equipo habían bajado a la Sima de los Huesos, tan pequeña que es difícil trabajar con protocolos COVID. Pero al final lo hicieron, apenas cuatro horas que dieron para sacar el hueso del tobillo de un pre-neandertal de hace 430.000 años, un astrágalo, que puede dar pistas de su peso y de su sexo, algo muy difícil de determinar en los ancestros humanos.

Un cráneo de un oso en la llamada Sala de los Cíclopes de hace 400.000 años, todo tipo de objetos de la Edad de Bronce (punzones, agujas, adornos, etc…) en El Portalón de la Cueva Mayor y trozos de brazaletes de mármol en la cueva El Mirador han sido también parte del botín de la campaña, que habrá que estudiar a fondo en los meses venideros.

La única mota que enturbió el ambiente durante este mes de julio es el vandalismo que un año más sufrieron las instalaciones del equipo de Atapuerca junto al cercano Río Arlanzón, donde criban los sedimentos en busca de los huesos más pequeños, semillas o pequeñas piezas. El equipo que trabaja en el río tuvo el disgusto de encontrarse todo por los suelos.

El complejo de la Trinchera del Ferrocarril es un ‘libro’ lleno de páginas para conocer nuestra Prehistoria. Foto: R.M.T.

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Comentarios

  • Enrique

    Por Enrique, el 03 agosto 2021

    Muy interesantes y actuales. Gracias.

  • Felipe Domínguez

    Por Felipe Domínguez, el 04 agosto 2021

    Me interesa mucho la ciencia

  • Raul

    Por Raul, el 04 agosto 2021

    “… las homínidas y los homínidos…”
    De verdad que ya rozamos lo ridículo o la ridiculez, lo que prefieras.
    Podrías escribir también: “… Un cráneo de un oso…” o de “una osa”…
    En fin, un comentario sin comentarios.

  • María Romero

    Por María Romero, el 05 agosto 2021

    Muy interesante! El conocimiento de nuestros orígenes nos hace más humildes. Gracias por enriquecernos con la profundidad de la información!
    Salud!
    Buen día!

  • Joaquín

    Por Joaquín, el 05 agosto 2021

    Cuando nuestra conducta dejo de ser animal para convertirse en humana??

  • Jose antonio Quinto

    Por Jose antonio Quinto, el 06 agosto 2021

    Muy interesante y fascinante.

  • Fernando Gracia Sevilla

    Por Fernando Gracia Sevilla, el 16 agosto 2021

    Fuera de lugar lo de homínidas y homínidos, si se quiere tratar un artículo con rigor científico.

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