Plasencia, ciudad de la poesía

Un dibujo de la ciudad de Plasencia. Imagen: Guy Moll / Flickr Creative Commons.

Un dibujo de la ciudad de Plasencia. Imagen: Guy Moll / Flickr Creative Commons.

Un dibujo de la ciudad de Plasencia. Imagen: Guy Moll / Flickr Creative Commons.

Claro que no es Cracovia (imposible reunir en un mismo lugar a poetas de la talla de Milosz, Szymborska, Herbert) ni Dublín, pero a su modo, modesto y silencioso, la ciudad en la que nací, Plasencia, de poco más de 40.000 habitantes, es hoy una ciudad de poetas. Fruto del aliento lírico infundido por los más veteranos, del azar tal vez, me llama la atención que, entre las novedades del pequeño gran mundo de la poesía, varias beban de esta ciudad bañada por el Jerte. Desde ‘Más allá Tánger’, de Álvaro Valverde, al primer libro de Víctor Peña Dacosta.

Referencia ineludible de la poesía en español, Álvaro Valverde (Plasencia, 1959) publica Más allá Tánger (Tusquets). El Tánger que nos describe Valverde en este libro nada tiene que ver con la ciudad mítica de Capote, Bowles o Burroughs, cruce de caminos de la bohemia internacional, sino con el apacible lugar donde vivió su infancia la mujer con la que viaja el autor. Es, pues, un libro escrito a partir del recuerdo compartido de otra persona y de la propia percepción y sensibilidad del poeta en su viaje a Tánger, «una suma de símbolos / de lo que fue y no ha sido, / de la vida pasada / y del mundo futuro». Con el mismo lenguaje austero y evocativo de siempre, aún más depurado, Valverde transita por la memoria, el lugar (un tema recurrente en su obra) y la identidad.

La noción de lugar también es clave en la obra de Álex Chico (Plasencia, 1980), quien lo retoma en su nuevo poemario, Habitación en W (Isla de Siltolá), aunque esta vez desde el escritorio, el centro desde el que gira todo su universo, como una especie de aleph. Pascal nos enseñó hace tiempo que nuestra infelicidad proviene de que no sabemos estarnos quietos en una habitación. “Una habitación es suficiente. Para vivir otra vida”, apostilla Chico. En un tono reflexivo, el poeta dialoga con otros escritores (Mann, Beckett, Zagajewski, Otero, Perec, Sebald, Modiano, el citado Valverde…) para iluminar un viaje a una ciudad europea, la memoria, la amistad, un cuadro, un libro, el amor, un rincón que podría pasar desapercibido, el instante en el que pudimos aproximarnos a la felicidad y que nunca alcanzamos.

Juan Ramón Santos (Plasencia, 1975) ha demostrado ser un sólido narrador con una novela y varios libros de relatos. Ahora, en un viaje inverso al que suelen transitar otros escritores, debuta como poeta, al menos como poeta con obra publicada, con un primer libro, Cicerone (De la luna libros), que quiere rendir un homenaje a la ciudad en la que ha nacido y en la que vive. Con el mismo humor y la sabia ironía que apreciamos en su prosa, Santos evoca los lugares, los rincones de la ciudad que moldeó su infancia. Sin nostalgia, aunque con un poso de melancolía, el autor reflexiona sobre el paso del tiempo y la idiosincrasia de una ciudad que en parte le ha convertido en el hombre y el escritor que es hoy. “La ciudad es paciente, / no se altera, / hasta aquí todo llega siempre tarde, / buscamos el futuro en el pasado / y sin duda tenemos los políticos / que sí nos merecemos / pero no aguantamos”.

Entre lo culto y lo popular se mueven los poemas de La huida hacia delante (Isla de Siltolá), el primer libro de Víctor Peña Dacosta (Plasencia, 1985). Con un estilo desenfadado, mediante el juego, a veces la provocación y un humor simpsoniano (de Hommer Simpson), Peña Dacosta nos habla del amor y el desamor, de las relaciones frustradas, de las expectativas de la vida y de lo que conseguimos finalmente. “Adaptarse, como todos, al miedo / Amortiguarlo con pastillas. / Apagar el despertador antes de que suene. / Ponerse camisa para ir a trabajar”.

Rocky tokio gang bang (De la luna libros) es el título del tercer libro de poemas de Francisco Fuentes (Plasencia, 1985). El autor se vale de una prosa fragmentaria y dialogada para describir un “mundo que se va” y cuyo único hilo conductor es el “espectador perplejo”.

A estos nombres habría que sumar otros (Javier Pérez Walias, Víctor Martín Iglesias, por ejemplo), que no han publicado recientemente pero que cuentan con una trayectoria poética más o menos consolidada. Poetas, por tanto, no faltan en Plasencia. Tal vez por eso y por su condición periférica, el escritor José María Cumbreño ha elegido esta ciudad para reunir a poetas centrifugados e independientes de toda España. El encuentro se celebrará del 13 al 15 de marzo y habrá talleres, charlas, debates. Quienes participen tendrán el aliciente añadido de que los cerezos del valle del Jerte quizás hayan florecido ese fin de semana, un haiku que nadie debería perderse.

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