Predicar entre conversos
Las declaraciones del nuevo cardenal, Fernando Sebastián Aguilar, recién nombrado por el Papa, asegurando que la homosexualidad es un mal que «tiene tratamiento», ponen en cuestión la presunta intención de modernización de la institución de la Iglesia desde sus máximas esferas.
Es muy frustrante que el paso del tiempo solo se materialice en las arrugas de nuestros rostros y en los achaques que nos llevan a acompañar con un ¡ay! todo movimiento que ayer hicimos sin queja. Es lamentable que, como especie, hayamos sido capaces de trasplantar un páncreas o crear smartphones, tecnología wifi o un GPS, y aún, en seis millones de años, no hayamos aprendido a respetar al diferente, a convivir, a relacionarnos sin hacer uso de la agresión. Como si la especie humana fuese impermeable al progreso, como si estuviese condenada a envejecer llamando «evolución» a esos cambios que se producen en su vestimenta.
La anacronía de estos tiempos empieza a teñirse de pesadilla. Por mucho que la vida sea un ciclo, no debería ser lógico que recuperemos una canción protesta del año 78 y la escuchemos con la misma vigencia que entonces. Del mismo modo que nadie se plantea la posibilidad de que desaparezca la lavadora y tengamos que volver a los lavaderos, no comprendo las razones que hacen que los seres humanos aceptemos con resignación conductas y opiniones propias del siglo VII.
No he cumplido un año sobrevolando Kansas y ya siento que cualquiera de las columnas que he escrito para ‘El Asombrario & Co’. se podrían repetir cada semana. Simplemente cambia la agresión que las inspiró, pero las sensaciones de desamparo, de indignación, son las mismas. Cuando leo las declaraciones del nuevo cardenal nombrado por el Papa guay, del señor Fernando Sebastián Aguilar, en las que afirma que la homosexualidad es una deficiencia que se puede normalizar, me invade una desolación que me conduce al aburrimiento. No hace falta que escriba una columna nueva. Lean ustedes la que se publicó el 17 de abril del año pasado o la del 8 de mayo, titulada Parecer normal, o la del 20 de agosto, Licencia para agredir. En todas ellas, y en los párrafos de otras, hay argumentos, algunos empuñados desde la razón y otros desde el coraje, para intentar combatir la homofobia, el desprecio irracional que unos seres sienten hacia otros seres humanos por el mero hecho de sentir diferente.
¿Qué hago ahora? ¿Repito los mismos argumentos? ¿Digo que el señor Aguilar es un irresponsable por afirmar que la homosexualidad se puede curar con un tratamiento adecuado cuando existen datos alarmantes sobre gays y lesbianas que han perdido la vida como consecuencia de las terapias reparadoras? ¿Transcribo el informe de la American Psychological Association en el que se citan la depresión y la tendencia suicida como efectos de esas terapias? ¿Vuelvo a gritar en mayúsculas que desde el año 1973 la comunidad científica internacional considera que la homosexualidad no es una enfermedad y que la Organización Mundial de la Salud así lo ratificó en 1990? ¿Escribo que la hipertensión del señor Aguilar no es la enfermedad más grave que padece? Y si lo hago…, ¿con qué fin?
Empleando un código que seguro entendería el nuevo cardenal, creo que acabamos predicando entre conversos. Libero mi indignación en esta columna y la mayoría de ustedes, al otro lado, suelen opinar lo mismo. Con suerte, tal vez se dejen llevar por el ímpetu del momento y escriban un comentario con el que aliviar su rabia. Y nos apoyamos entre nosotros. Y soñamos con aprobar algún día la asignatura pendiente de la convivencia. Pero mañana volverá a aparecer un cardenal, un alcalde, un profesor de universidad, una diputada, un presidente de colegio de médicos, un portero de discoteca, un juez, y repetirá que estamos enfermos, que somos contranatura, que en la Biblia se nos define como abominación, que no merecemos los derechos que tenemos, que somos vicio y perversión, que somos anormales, que deberíamos estar en la cárcel, en un sanatorio mental o en un cementerio.
Y aunque la verdadera lucha por los derechos lgtb sea un logro reciente, llevamos siglos respondiendo a esas agresiones sin que un ápice de ese fanatismo se haya desvanecido en una lógica evolución. Nos insultan desde las redes sociales, leen sus discursos homófobos desde un iPad, contactan entre ellos por el Skype, pero sus argumentos siguen siendo los mismos que empleaban los visigodos. Me agota tener que asumir que eso será así siempre, que nuestras palabras nunca viajarán más allá, que la probabilidad de que una de estas columnas modifique una conducta homófoba es tan remota como una fantasía. Es asistir a la obstinación como génesis y epílogo de la condición humana.
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Comentarios
Por implosivo, el 22 enero 2014
Mucho me temo que con estas columnas no modificará ninguna de esas conductas. Es cuestión de tiempo, de demostrar. Supongo que el mismo cansancio que siente usted hace bostezar a cualquier persona con dos dedos de frente al leer opiniones de personajes como éste.
Por Cavernarius, el 22 enero 2014
Tienes toda la razón, resulta muy cansado responder siempre con el mismo argumentario a los mismos rebuznos.
Es como empeñarse en quitar cada primavera las malas hierbas del jardín con un azadón, año tras año vuelven a salir. ¿Y por qué no usar un herbicida para ahorrarnos el trabajo?
El problema, la raíz de la homofobia, es la religión: un pensamiento mágico anclado en una cultura bárbara del siglo VIII a.n.e., y que precisamente por ser mágico, se resiste al cambio. Esa es la cuestión.
Por Enrk, el 22 enero 2014
Muy buen artículo, pero tanto en estas declaraciones como en las del papa Paco creo que tendemos a hacer lecturas demasiado apresuradas. En realidad no son contradictorias entre sí, sino que lo contradictorio es la lectura sensacionalista que le damos.
Sobre el recién estrenado cardenal, dudo que esté bien informado sobre la naturaleza de la homosexualidad, ni sobre sus tratamientos y sus consecuencias: el clero católico hubo un tiempo en que fue el sector más instruido de la sociedad, pero eso sucedió en la Edad Media. Ha pasado mucho desde entonces, y hoy desde luego no lo es, más de una vez su carencia de conocimientos produce sonrojo. Esa declaración simplemente manifiesta la consabida postura de la Iglesia católica: el sexo, entre hombre y mujer, y casados sacramentalmente. En esta visión la homosexualidad se configura como un problema y su tratamiento debería beneficiar al sujeto, no perjudicarle. Su nueva Eminencia no habla de castigos.
¿Y lo del papa Paco? Pues simplemente insiste en que de castigos nada, que un hombre no debe juzgar a otro hombre, que eso es prerrogativa de Dios. ¿Significa eso que admite una relación homosexual?: pues yo me temo que no. De hecho no ha realizado ninguna declaración tendente a permitir las relaciones sexuales fuera del matrimonio entre hombre y mujer, así que…
Vamos, que estamos montando castillos con diferencias de talante, no de fondo. Mientras el uno dice las cosas por donde agradan, el otro por donde molestan.
Por Fran, el 22 enero 2014
Cierto es que estamos cansado de tener que repetir siempre los mismos argumentos ante los ataques homófobos, porque aunque el respeto es simple, las formas de homofobia son bien extensas. Sin embargo, y desde mi humilde opinión, creo que de poco sirve querer cambiar la concepción de la homosexualidad que tiene un señor entre los 80 años y la muerte. ¿Para qué malgastar nuestro esfuerzo en ello? La lucha, si queremos que la evolución sea algo más que cambiar de ropa, está en la educación. En una educación laica, crítica y diversa.
Por Emilio, el 22 enero 2014
http://www.pastoralsj.org/index.php?option=com_content&view=article&id=1152&catid=6&Itemid=34
Este artículo publicado por un jesuita escritor de varios libros (José Mª Rodríguez Olaizola sj) deja claro la postura no solo de este jesuita sino la interpretación que muchos cristianos vemos sobre estos comentarios sobre la homosexualidad.
Vergüenza me dan ciertos Cavernícolas que hablan desde la moral, mezclándolo con la ciencia. La iglesia como «jerarquÍa esta 200 años atrasada» (Cardenal MARTINI) pero la base aunque callada pero no sumisa sigues trabajando por el bien.
Me gustaria que la gente viera como la iglesia de base, las comunidades cristianas (que existen) no hacemos caso de semejantes barbaridades, ni las comentamos en las reuniones. Cuando no hay sustancia no hay comentario. Veo que hay una voz mas crítica por parte de Ateos y agnosticos y me sorprende mucho. Nosotros que somos los cristianos que deberíamos protestar creemos que es innecesario, pelear con tamaño #CardenalCavernicola es como hablarle a la muralla santa.
Si miras revistas cristianas como Revista21, ElCiervo o la web ReligiónDigital verás como desde la dirección estas palabras del cardenal y muchas otras de otros obispos no se admiten. por que lo que hace rica la vida es la pluralidad y la diversidad.
Por Daniel, el 22 enero 2014
Me parece muy bien todo esto que cuenta de los cristianos de base y de la hartura de estos por lo que dicen sus representantes, que al mismo tiempo no admiten como tales. Empiezo a estar bastante cansado de todo este rollo de los cristianos de base, a los que no les gusta la mayoría de las opiniones de la curia de la iglesia a la que pertenecen; pero que siguen en esa iglesia, dándole fuerza y haciendo que el número de católicos sea el que es. Si no os gustan las opiniones de los obispos, cardenales y demás elementos tal vez debáis plantearos cambiar de iglesia, religión, culto, secta o como le queráis llamar. Sabéis muy bien cómo se las gasta la Iglesia Católica, ¿por qué continuáis en ella? Lo siento, pero veo en ello una postura bastante hipócrita e inconsecuente. Además, a esta iglesia nunca la vais a cambiar. Es como es: dañina.
Por ateo666666, el 22 enero 2014
Estimado señor cardenal, no se me ofenda que yo como buen amigo suyo le digo con total sinceridad que es un usted uno de los mayores y más completos cretinos que conozco, porque su deficiencia intelectual está alcanzando cotas difícilmente inimaginables ya que seguramente no sólo nuestros primos chimpancés, sino muy probablemente cualquier humilde cuadrúpedo en estado salvaje es más inteligente que usted, un anciano senil supuestamente virgen que se cree alguien importante por haber leído las alucinantes invenciones de unos ignorantes y fanáticos pastores de cabras del desierto palestino. http://diario-de-un-ateo.blogspot.com.es/2014/01/con-todos-mis-respetos-estimado.html
Por Render, el 22 enero 2014
Bueno, pues si la homosexualidad, según este ente, tiene cura, que empiece a aplicar electrochoques a los violaniños de su secta.
Igual así podrían dejar de dilapidar sus riquezas en indemnizar a sus víctimas y dedicarlas a cosas más útiles y más acordes con lo que predican.
Aunque en fin, con su política de «haz lo que digo y no lo que hago», no espero nada productivo por parte de estos carcamales anclados en el nacionalcatolicismo. Ni siquiera el pequeño detalle de volarse la cabeza unos a otros para evitar el suicidio. Del último me encargaría yo encantado. Por hacerle un favor.
Por Nino, el 23 enero 2014
Muy señor mio.
Será casualidad que ayer recibí un wasp de mi primo diciendo:
-Que tal primo como va?
– Bien preparando la cena y tu?
– Pasando el peor momento de mi vida
– Pqqqqq? que susto? Te llamo?
– No, no puedo hablar ahora. Mis padres saben lo mio…..
En resumidas cuentas, despues de intentar irse de casa…. pensar en hacer ‘cualquier tonteria’… Sus padres han decidido que le van a llevar a un medico para ver q se puede hacer….
Claro como su madre lea la noticia, con mas razón se reafirmara en su intención de ‘curarlo’…
Ya veremos donde termina todo.
Yo simplemente al leer su articulo no pude por menos de desahogarme contándole a usted y a todos lo q me paso anoche al recibir el wasp de mi primo…
Un saludo 🙂
Por Pablo, el 05 febrero 2014
Sólo un apunte para este fantástico (aunque tristemente realista) artículo. No estoy de acuerdo en combatir las batas blancas con las batas negras. Si los de las batas negras dicen que la homosexualidad es una enfermedad, los gays siempre decís que los de las batas blancas la retiraron de los manuales diagnósticos. Así pues:
– ¿Era la homosexualidad una enfermedad mientras estuvo en los manuales?
– ¿Lo volverá a ser, si los de las batas blancas deciden volver a incluirla?
– Se olvida que cuando la homosexualidad salió de los manuales diagnósticos, la transexualidad ocupó su lugar ¿Está bien legitimar a los manuales diagnósticos como jueces de la salud mental ajena, sólo porque a unx mismx le beneficia (en el presente)?