No olvidemos el cambio climático: una primavera anormalmente lluviosa y cálida

El cielo después de la tormenta sobre Doñana tomado desde el confinamiento. Foto: Manuel Cuéllar.

El cielo después de la tormenta sobre Doñana, tomado desde el confinamiento. Foto: Manuel Cuéllar.

Tan pendientes como vivimos de la pandemia, y con razón, nos estamos olvidando de otro fenómeno que puede cambiar la historia de la Humanidad de forma drástica: el cambio climático. A pesar del confinamiento, nos dimos cuenta de que abril no fue un mes normal. En la Agencia Estatal de Meteorología nos lo confirman: marcó récord de lluvias, de pocas horas de sol y de temperaturas mínimas insólitamente elevadas. Lo analizamos. 

En abril, aguas mil. El refranero meteorológico español es muy extenso y certero. Y en este caso dio en el clavo. Abril es un mes primaveral bastante lluvioso, pero este año batió todos los récords. Rubén del Campo, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), nos explica que el mes de abril fue el undécimo más lluvioso desde 1965 y el séptimo en lo que llevamos del siglo XXI.

“Ha sido un mes muy húmedo, ha llovido un 40% más de lo normal, de los 65 litros por metro cuadro que tenemos de media, han caído 91 litros”, expone.

Las lluvias se han repartido bien por toda la Península, y hay zonas que registraron hasta el triple de precipitaciones, como en la costa de Girona y Barcelona, en Cáceres y en Baleares. En Barcelona se ha superado la efeméride anterior, que databa de 1969, de cantidad de lluvia recogida en un mes de abril: 264 mm. frente a los 169 mm. de la anterior máxima.

Además, en los observatorios de Rota (Cádiz) y en Soria se han superado las máximas recogidas en un día de abril con 71 mm. y 46 mm., respectivamente, mientras que los récords anteriores eran de 50 y 40 mm.

Este registro de lluvias tan abundantes y persistentes se debe al comportamiento de la atmósfera, nos explica Del Campo. “Vivimos una amplificación del Ártico, es decir, el calentamiento en la región ártica es más rápido que en el resto del planeta y una de las consecuencias es que el tiempo de bloqueo de un anticiclón es mayor”, indica el portavoz de la AEMET.

Como consecuencia del cambio climático, una de las posibilidades que se empiezan a detectar es que la circulación atmosférica esté ondulando y las borrascas ya no entren a la Península por el Oeste y circulen hacia el Este, sino que entren de Norte a Sur. Durante el mes de abril, el anticiclón de bloqueo se ha situado en el centro de Europa y las borrascas se han mantenido en la Península Ibérica. “La ondulación mayor hace que persista más la borrasca”, añade Del Campo.

De esta forma, uno de los efectos del cambio climático es que en la Península Ibérica hay mayor frecuencia de borrascas, y son más persistentes e intensas, nos expone Del Campo. “Con el cambio climático vamos a un tiempo más extremo, y este mes de abril tan húmero sería un primer síntoma”, añade.

Además, la entrada de borrascas por el noreste peninsular ha hecho que en la costa cantábrica las lluvias no hayan llegado ni a la mitad de los valores normales para abril en el noroeste de Asturias y zonas de Cantabria.

Sobre la posibilidad de que la ausencia de contaminación en las ciudades hubiera propiciado una mayor cantidad de precipitaciones, Del Campo comenta que no tiene relación, porque en otras ciudades europeas también han estado confinados y se ha registrado menos contaminación, pero no han tenido precipitaciones, sino más horas de sol. Lo que ha influido es el cambio en el comportamiento de la atmósfera, asegura.

Un país con muy pocas horas de sol

Abril nos ha pillado confinados y quizá no hemos percibido la falta de sol. Esas lluvias abundantes en casi toda la Península y Baleares han hecho que los cielos hayan estado prácticamente cubiertos casi todos los días, y también se han registrados nuevas efemérides: ha sido el segundo mes de abril con menos horas de sol desde 1983, año en el que comienzan los registros.

Esta anomalía ha hecho que España, que presume de sol, haya sido el país europeo con menos insolación de abril: 171,4 horas, lo que supone 58 horas por debajo de la media del mes.

Entre el 15 de marzo y el 23 de abril, España estuvo a la sombra en esta singularidad climática, mientras que Hungría, Eslovaquia, Luxemburgo y Alemania registraron en promedio más de 370 horas de sol, frente a las 223 de España.

En concreto, en varios observatorios de los situados a orillas del Mediterráneo como Valencia, Castellón o Málaga, éste ha sido el periodo de 40 días con menos horas de sol de toda su serie histórica.

Un mes con temperaturas mínimas muy altas

Abril ha sido además un mes cálido, el séptimo más cálido desde el inicio de la serie histórica en 1965. Parece una contradicción que, siendo un abril con pocas horas de sol, pueda ser cálido. Esto es debido a que las temperaturas mínimas han sido singularmente elevadas. Así, el pasado abril ha sido el tercer mes de abril con una temperatura mínima media más alta desde 1965, por detrás tan solo de los meses de abril de 2011 y 2014. La temperatura mínima ha sido 2,3 ºC por encima del valor normal.

Además, es la primera vez desde 1965 que se registra un periodo tan largo, 12 meses consecutivos de mayo de 2019 a abril de 2020, con anomalías positivas en todas las temperaturas medias mensuales.

El mes de abril ha sido muy cálido, con una temperatura media en España de 14,4 ºC, lo que supone 1,4 ºC por encima de la media de este mes. Ha sido el séptimo abril más cálido desde el comienzo de la serie en 1965 y el sexto más cálido del siglo XXI.

En 11 estaciones se han registrado récords de temperaturas mínimas para el mes de abril de toda la serie histórica, y destacan los datos de Palma de Mallorca, donde se observó el día 19 de abril una temperatura mínima de 16,8 ºC, la más alta de un día de abril desde el comienzo de la serie.

Lluvias más frecuentes, persistentes y de mayor intensidad, y aumento de las temperaturas: síntomas de que el cambio climático ya es una realidad.

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