¡Qué arte el de los suizos! (ahora en el paseo del Prado)

Pablo Picasso (1881–1973); Nu couché; 1934. Depósito permanente en el Kunstmuseum Basel. Foto: Mark Gisler.

Pablo Picasso (1881–1973); Nu couché; 1934. Depósito permanente en el Kunstmuseum Basel. Foto: Mark Gisler.

Pablo Picasso (1881–1973); Nu couché; 1934. Depósito permanente en el Kunstmuseum Basel. Foto: Mark Gisler.

Suiza no es sólo el lugar donde se guarece el dinero opaco. Suiza es ahora, en Madrid, el país que muestra su cultura, su poderío en arte y enseña cómo una sociedad civilizada ayuda a mantener un patrimonio rico, muy rico. Las obras de renovación del museo de la ciudad de Basilea, el Kunstmuseum Basel, han permitido que 166 de sus grandes piezas de arte hayan sido cedidas para su exhibición al Reina Sofía y 10 de sus mejores picassos al Museo del Prado. Tres exposiciones que forman un recorrido completo por el arte del siglo XX hasta la actualidad y que ayudarán a que miremos a Suiza de otra manera.

Basilea, bañada por el Rin, fronteriza con Francia y Alemania, sede de una poderosa industria químico-farmaceútica, es una moderna ciudad con un pasado glorioso. Fue la capital de la imprenta. Allí, en su Universidad, dieron clases pensadores como Erasmo de Rotterdam y Paracelso; es la sede de varias fundaciones culturales y el lugar donde cada año se celebra Art Basel, una de las más reputadas ferias de arte contemporáneo. La vida intelectual de Basilea fue el germen donde florecieron varias colecciones de arte atesoradas por sus ricos habitantes. Es la capital europea que posee el museo público más antiguo, creado en 1662 a partir del Amerbach Kabinett y de sus retratos pintados por Hans Holbein. De toda esa tradición humanista y burguesa arranca el legado artístico, orgullo de la ciudad, el Kunstmuseum Basel, un museo público con vocación moderna en una ciudad humanista.

Las obras que hoy pueden verse en el Reina Sofía son hijas de aquel sueño y del empeño de los coleccionistas que jugaron un papel fundamental en su personal búsqueda de la belleza. La exposición Fuego blanco, título tomado de la obra de Barnett Newman y que remite a la tradición judía del fuego blanco como la forma simbólica del conocimiento ilimitado, es un recorrido por las principales vanguardias europeas y por el gran arte norteamericano de la segunda mitad del siglo XX: cubismo, simbolismo, surrealismo, abstracción, constructivismo, minimalismo, postexpresionismo, expresionismo abstracto y pop art, representados por los grandes artistas: Kandinsky, Juan Gris, Picasso, Léger, Braque, Giacometti, Paul Klee, Mondrian, Rothko, Jasper Johns, Warhol o Steve McQueen.

Gerhard Richter (* 1932); Motorboot; 1965

Gerhard Richter (* 1932); Motorboot; 1965

Andy Warhol (1928–1987); Optical Car Crash; 1962.  Kunstmuseum Basel.

Andy Warhol (1928–1987); Optical Car Crash; 1962. Kunstmuseum Basel.

Piet Mondrian (1872–1944); Composition no. I, avec rouge et noir; 1929.  Kunstmuseum Basel, donación de Marguerite Arp-Hagenbach.

Piet Mondrian (1872–1944); Composition no. I, avec rouge et noir; 1929. Kunstmuseum Basel, donación de Marguerite Arp-Hagenbach.

¿Quieren ver pintura cubista? Los fondos del museo público de Basilea le dejarán ahíto. Y todo por la donación que hizo a la institución uno de los hijos de la burguesía de la ciudad, el financiero Raoul La Roche (1889-1965), que logró coleccionar los mejores Braque, Juan Gris, Picasso y Léger, gracias a su amistad con el marchante de todos ellos, Daniel-Henry Kahnweiler. La casa que hizo que le construyera Le Corbusier en París, actual sede de la Fundación Le Corbusier, estaba atestada de obras, lo que motivó la protesta del arquitecto, a lo que el banquero contestó: “Yo le encargué un marco para mi colección y usted me entregó un poema hecho de paredes. ¿Quién de los dos tiene la culpa?”.

El expresionismo alemán está magníficamente representado en la colección pública de Basilea gracias al que fuera su director en aquel periodo, Georg Schmidt, quien con astucia y fondos logró en 1939 comprar un buen lote de lo que los nazis alemanes consideraron “arte degenerado”. Obras como Ecce Homo (1925) de Coeinth, Figura y Máscara (1911) de Emil Nolde, las obras de Max Beckmann, Kirchner, Munch o Chagall, salvadas por los suizos, colgaron desde entonces en su museo.

Wassily Kandinsky (1866–1944); Studie zu Murnau - Landschaft mit Kirche; 1909. Depósito permanente en el Kunstmuseum Basel.

Wassily Kandinsky (1866–1944); Studie zu Murnau – Landschaft mit Kirche; 1909. Depósito permanente en el Kunstmuseum Basel.

Mark Rothko (1903–1970); No. 1; 1964. Kunstmuseum Basel.

Mark Rothko (1903–1970); No. 1; 1964. Kunstmuseum Basel.

Pero fue otra donación, la de Marguerite Arp-Hagenbach, la mujer del escultor y pintor Hans Arp, quien llenó de obras capitales el Kunstmuseum: Albers y su estudio para Homenaje al cuadrado (1956); Mondrian, Van Doesburg, Moholy-Nagy, Kandinsky… Abstracción que choca con las obras del suizo Paul Klee, donadas por otro mecenas, que busca la pintura espontánea independiente de los movimientos de vanguardia. Y siguiendo con los regalos de la burguesía, el museo de Basilea posee la cuarta parte del fondo de la colección Alberto Giacometti. En poco tiempo se consiguió que todas las vanguardias europeas colgaran de sus muros.

Pero las adquisiciones no se acabaron ahí. Tras la Segunda Guerra Mundial, para rematar la faena y celebrar en 1959 los 75 años de la existencia del Kunstmuseum, la Compañía Nacional de Seguros Suiza regaló al museo 100.000 francos para comprar en Nueva York cuadros de pintores estadounidenses. Una locura. Y así fueron llegando obras de Kline, un maravilloso Rothko, Warhol, Donald Judd, Bruce Naumann, Pollock… En la actualidad, la colección ha seguido aumentando con obras de Richter, Kippenberger, Ruscha, Gabriel Orozco o del artista británico, premio Turner, Steve McQueen, de quien se proyecta el vídeo Iluminer (2002).

El otro plato fuerte en el Reina Sofía es la exposición Coleccionismo y Modernidad. Las obras de las colecciones de Rudolf Staechelin y Karl Im Obersteg, miembros ambos del Comité de las Artes de Basilea, son un canto a la búsqueda de la belleza, a la transmisión de una cierta manera de percepción del arte. 62 pinturas de Van Gogh, Cézanne, Renoir, Pissarro, Picasso, Manet, Modigliani, Monet, Chagall, Soutine, Jawlensky o Hodler, un conjunto de piezas que marcaron la pintura figurativa hasta 1940. Auténtico lujo por el que hipotecarían su patrimonio los grandes museos.

La colección de Obersteg (1883-1969) es impresionante. La influencia del pintor ruso Jawlensky, expresionista, colorista, casi fauvista, marcó los gustos del empresario. Él y el marchante francés Paul Gillaume le ayudaron en la búsqueda de las mejores piezas de Picasso, Cézanne, Chagall, Modigliani o Soutine.

Rudolf Staechelin (1881-1946) tenía un objetivo claro, comprar sólo las pinturas de los periodos maduros o clásicos de sus autores, la mayoría franceses. Y así, en la mansión del magnate entraron en cascada las obras de Manet, Gauguin (una de ellas Nafea faa ipoipo, ¿Cuándo te casarás conmigo?, fue subastada y comprada recientemente por un museo de Catar por 265 millones de euros; se expondrá en el Reina Sofía en julio), Renoir, Van Gogh, Courbet, Signac y Picasso. Exquisitas piezas acorde con la idea de Staechelin de formar una colección como si fuera para un museo.

Paul Klee (1879–1940); Alter Klang; 1925, 236. Kunstmuseum Basel, legado de DR h.c. Richard Doetsch-Benzinger. Basel, 1960.

Paul Klee (1879–1940); Alter Klang; 1925, 236. Kunstmuseum Basel, legado de DR h.c. Richard Doetsch-Benzinger. Basel, 1960.

Después de esto, y aún bajo el síndrome de Stendhal, tómense un respiro, o una caña, como prefieran, y enfilen el paseo del Prado para darse otra ración de gran arte, en este caso para contemplar los diez picazos que el Kunstmuseum ha colgado en el Prado. Son las joyas de Basilea, la ciudad que vivió una fiebre picassiana en 1967, cuando sus ciudadanos recolectaron, en el primer crowfunding moderno que se conoce, seis millones de francos para que Los dos hermanos (1906) y Arlequín sentado (1923), dos obras de la colección Staechelin que iban a ser vendidas, se quedaran en su museo. Picasso, que sólo había estado una vez en Basilea, se quedó tan encantado con aquella pasión por su pintura que donó a la ciudad tres obras: Hombre, mujer y niño (1906), Venus y amor (1967) y La pareja (1967). Picasso, el que fuera director del Prado durante la Guerra Civil, ha vuelto a su sede, y ha sido recibido a lo grande. Los diez Picassos hablan de tú a tú con los mejores pintores. En la galería central del Prado, entre Tiziano, Tintoretto, El Greco, Veronés, Velázquez y Rubens, pueden admirar la mejor Historia del Arte con el pintor malagueño dirigiendo la orquesta.

‘Fuego blanco. La colección moderna del Kunstmuseum Basel’ y ‘Coleccionismo y Modernidad. Dos casos de estudio: colecciones Im Obersteg y Rudolf Staechelin’, organizadas por el Museo Reina Sofía, y ‘Diez Picassos de Kunstmuseum Basel’, organizada por el Museo del Prado, pueden visitarse hasta el 14 de septiembre. Entrada conjunta: 18 euros.

Paul Cézanne (1839–1906); Verre et pommes; 1879–1882. Colección Rudolf Staechelin. Kunstmuseum Basel.

Paul Cézanne (1839–1906); Verre et pommes; 1879–1882. Colección Rudolf Staechelin. Kunstmuseum Basel.

Claude Monet (1840–1926); Temps calme, Fécamp; 1881. Colección Rudolf Staechelin. Kunstmuseum Basel.

Claude Monet (1840–1926); Temps calme, Fécamp; 1881. Colección Rudolf Staechelin. Kunstmuseum Basel.

Vincent van Gogh (1853–1890); Le jardin de Daubigny; Juli 1890. Colección Rudolph Staechelin. Kunstmuseum Basel.

Vincent van Gogh (1853–1890); Le jardin de Daubigny; Juli 1890. Colección Rudolph Staechelin. Kunstmuseum Basel.

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Comentarios

  • Nely García

    Por Nely García, el 25 marzo 2015

    El poder económico puede permitirse toda clase de privilegios.

  • Helena

    Por Helena, el 22 abril 2015

    Una exposición que no defrauda.

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