Parques nacionales, naturales, reservas de la Biosfera… Pero ¿qué son los geoparques?

Geoparque del Cerro del Hierro. Foto: Vicente Castaño.

En los últimos tiempos se está hablando mucho de la ‘crisis climática’. Sobre todo, a partir de la multiplicación de fenómenos extremos, como la borrasca Filomena o la sucesión de las olas de calor durante los veranos. Por tanto, se han de tomar medidas para abordar y atajar esta realidad. Entre ellas, la concienciación y la formación ciudadana. De hecho, ya existen diversas propuestas que caminarían por esta senda. Una de las más destacadas sería la de los geoparques, una figura que se aplicó en España hace 21 años y que, en la actualidad, alcanza una quincena de espacios. El último en declararse, el de Granada.

Pero, ¿en qué consisten los geoparques? “Son áreas simples y unificadas geográficamente donde los lugares y paisajes de relevancia geológica internacional son gestionados bajo un concepto holístico de protección, educación y desarrollo sostenible”, aseguran Luis Carcavilla y Asier Hilario Orús en Geoparques en España: Facturas clave de su implantación, retos y consideraciones geológicas para su futuro crecimiento. De esta manera, “el patrimonio geológico de un territorio es considerado desde la presencia y las necesidades de las personas que lo habitan. Además, se utiliza junto a otros elementos naturales y culturales de interés para impulsar el desarrollo local a través del geoturismo, la formación y la identidad cultural”.

Así, las áreas incluidas en esta figura se constituyen como “paisajes vivos y activos en los que la ciencia y las comunidades locales actúan de forma mutuamente beneficiosa, mediante un enfoque de abajo hacia arriba”, aseguran desde la UNESCO. En definitiva, los rasgos de dichos espacios se fundamentan en varios pilares: “La presencia de patrimonio geológico de relevancia internacional; la gestión relacionada con la investigación, conservación, educación, geoturismo y desarrollo sostenible; la visibilidad, y el trabajo en red”.

Todo ello con el fin de poner en valor las potencialidades pétreas, ambientales y económicas del territorio. No en vano, “la riqueza ígnea forma parte de esos recursos naturales con potencialidad turística y está constituida por los recursos no renovables de valor científico, cultural o educativo, ya sean formaciones rocosas, estructuras geológicas, formas de relieve, acumulaciones sedimentarias o paleontológicas y otras que permitan reconocer, estudiar e interpretar la evolución de la historia geológica de la  Tierra”, indican David Lagar Timón, Ramón García Marín y Manuel Pulido Fernández en Caracterización del potencial turístico del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara (Extremadura, España).

Geoparque de Villuercas. Foto: Geoparque de Villuercas.

Desde el año 2000

Sin duda, estamos ante una propuesta que estimula el conocimiento del entorno. Pero, ¿desde cuándo lleva en funcionamiento? “La idea surgió en 1996 [durante la celebración del 30º Congreso Geológico Internacional en Beijing, China], pero no fue hasta el año 2000 cuando representantes de cuatro territorios, que previa e independientemente habían promovido la conservación del patrimonio geológico y el desarrollo sostenible, firmaron una convención declarando la creación de la Red Europea de Geoparques”, relatan Carcavilla e Hilario Orús. “En 2004, la red se abrió a espacios no europeos, creándose la Global Geoparks Network (GGN)”.

Progresivamente, los lazos se fueron afianzando hasta que en 2015 se dio un nuevo paso. “Los 195 estados miembros de la UNESCO ratificaron por unanimidad la creación del programa de Geoparques Mundiales (UGGp)”. En este contexto, nuestro país es puntero a nivel planetario. España cuenta, a día de hoy, con 15 UGGp, lo que representan un 9% del total mundial, existiendo, además, varias candidaturas más en progreso. Entre ellas, la que “se encuentra en una situación más avanzada” es la de Costa Quebrada, en Cantabria, asegura Luis Carcavilla, investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME).

España, en la cabeza

De esta forma, el hispano se alza como el segundo Estado del mundo con más geoparques, por detrás de China. El primer emplazamiento peninsular que recibió el mencionado reconocimiento en 2000 fue el Maestrazgo, en Teruel. Poco después, también se incluyó al Cabo de Gata, en Almería. Desde entonces, ha habido 13 lugares más que han alcanzado la deseada consideración. Asimismo, “en los 20 años de existencia de esta figura en España ha habido 26 evaluaciones de revalidación, de las cuales sólo cuatro se han saldado con tarjeta amarilla”, mientras que “hubo otros dos ejemplos de expulsión temporal por motivos administrativos, pero en ambos casos han sido readmitidos poco después”.

Gracias a este esfuerzo, esta figura se encuentra presente por casi todo el país. “Los 15 UGGp se reparten de manera bastante homogénea por el territorio nacional, existiendo seis al norte, tres en la zona central, cuatro en la zona meridional y dos en el archipiélago canario”. Así, dichos territorios reflejan a la perfección la variedad climática, orográfica y paisajística española. Todo ello, sin dejar de lado la riqueza ígnea nacional, al reflejar convenientemente las cinco unidades geológicas nacionales.

De esta forma, “en el dominio del Macizo Ibérico se sitúan los UGGp de Villuercas-Ibores-Jara, Sierra do Courel y Sierra Norte de Sevilla; en el ámbito pirenaico se distinguen dos grandes subdominios: el Pirineo, donde se ubican los de Sobrarbe-Pirineos y Origens, y la Cordillera Cantábrica, en el que se emplazan los de Costa Vasca-Geoparkea y Las Loras; en la Bética se encuentra el de Sierras Subbéticas; en el Sistema Ibérico existen los geoparques del Maestrazgo y Molina–Alto Tajo; y en el espacio formado por las grandes Cuencas Sedimentarias Cenozoicas se hallan los de Granada y Cataluña Central”, explican los investigadores.

Asimismo, y en último lugar, se han de mencionar los afloramientos volcánicos existentes en nuestra geografía. En Canarias se pueden visitar tres geoparques: el de Lanzarote, el del archipiélago Chinijo y el de El Hierro, fundado tras la erupción de 2011 con el fin de revitalizar la economía de la isla a medio y largo plazo, aseguran Joan Poch, Verónica Montero y José Juan Medina en El Hierro se convierte en el primer geoparque de las Islas Canarias. Además, “el UGGp de Cabo de Gata también presenta una parte importante de sus afloramientos sobre estas unidades volcánicas, pero en el extremo suroriental de la Península Ibérica”.

Geoparque de Las Loras. Foto: Nicolas Gallego.

Una riqueza que, además, se ve acompañada por la variedad ambiental que contienen. “Todos los UGGp españoles contienen total o parcialmente uno o varios espacios naturales protegidos (ENP). No en vano, existen 87 ENP incluidos en los geoparques, entre los que destacan dos parques nacionales: el de Ordesa y Monte Perdido en el de Sobrarbe Pirineos, y el de Timanfaya en el de Lanzarote y archipiélago Chinijo”.

Asimismo, “existen también seis Reservas de la Biosfera emplazadas en otros tantos UGGp”. De hecho, “la coexistencia de ambas figuras es posible, pero debe demostrarse que un geoparque aporta valor añadido”. Y como muestra, el caso de Villuercas, en el que el 30% de su territorio está bajo algún elemento de protección, confirma su subdirector, Javier López Caballero. También se ha de mencionar el caso de Cataluña Central, donde se comparte territorio con dos parques naturales, como señala su responsable científico, Ferrán Climent Costa.

Incluso, el UGGp de la Sierra Norte de Sevilla “coincide en el espacio” con el territorio protegido homónimo. Así lo confirma la cabeza visible de la primera entidad, Vicente Castaño Torres. Por tanto, y como señala Ánchel Belmonte Ribas, coordinador científico de Sobrarbe–Pirineos, “el mantenimiento de la geodiversidad es tan valioso como la conservación de la biodiversidad”.

Variadas metas

Pero si los valores geológicos, climáticos y estructurales de los UGGp son relevantes, no son menos importantes y variadas sus metas a corto plazo. Estos elementos se encuentran condicionados “por su delimitación, la realidad socioeconómica del territorio y por los objetivos del proyecto”. De hecho, “hay casos, como Maestrazgo, Molina Alto–Tajo o Las Loras, que buscan ofrecer opciones de desarrollo a territorios muy despoblados”. Otros, como Sobrarbe–Pirineos, “trabajan en la formación y la capacitación de la población en general y de profesionales de distintos sectores productivos, trasladando a la sociedad la visión geológica del territorio y ofreciendo alternativas de calidad para desestacionalizar el turismo”.

Asimismo, el de Costa Vasca–Geoparkea tiene como fin “posicionarse en el mapa turístico con un producto de geoturismo de alta calidad”. Por el contrario, los de Lanzarote o Cabo de Gata “buscan diversificar la oferta turística, ofrecer productos con valor añadido y promover la participación de la población local”. Los de Cataluña Central o Villuercas–Ibores–Jara pretenden, en cambio, “vertebrar el territorio a través de la educación y la implicación del sector privado y ampliar los flujos turísticos”. Pero a pesar de estos matices, “la estructura de gestión de un UGGp debe incluir a todos los agentes del territorio (científicos, administrativos, educativos, públicos, privados, etc…) que tengan alguna competencia en los ámbitos de trabajo de los mencionados espacios”, confirman los implicados.

Todo ello sin olvidar que uno de los elementos más importantes de estas figuras es el vinculado a la divulgación, la formación y la investigación. “Cada UGGp tiene su propio comité científico, un órgano consultivo formado por expertos nacionales e internacionales que trabajan en el territorio”, describen Carcavilla e Hilario Orús. “Su perfil suele ser muy variado, ya que hay especialistas en diferentes disciplinas de las Ciencias de la Tierra, además de ecólogos, arquitectos, historiadores, arqueólogos y educadores”.

Un arduo trabajo que se desea comunicar a la ciudadanía. “Todos impulsamos acciones formativas concretas. Pero hay una iniciativa que realizamos de forma conjunta. Se trata de la semana de los geoparques europeos. Durante la misma damos a conocer los valores de los espacios y organizamos charlas y salidas de campo”, explica Karmah Salman, gerente del UGGp de Ubierna. “Y aparte del programa educativo formal, que se desarrolla entre los escolares del territorio, también se imparten cursos para la formación de guías y en la enseñanza este patrimonio entre empresarios el sector turístico”, explica Francisco Juan García Tortosa, coordinador científico del Geoparque de Granada.

Los desafíos

Sin embargo, aún queda mucho por hacer en el ámbito de los UGGp. También en España. De hecho, aún hoy existen zonas geográficas sin representar en la red de nuestro país. Entre ellas, la costa noroeste (Galicia y Asturias), la parte noroeste de la meseta y el Sistema Central, la meseta sur, el litoral mediterráneo (Cataluña, Comunidad Valenciana y Murcia), el archipiélago balear y la fachada atlántica de Andalucía. Por tanto, se ha de trabajar en este sentido para alcanzar una superficie lo más representativa posible.

Pero, además, las nuevas declaraciones que se impulsen han de poseer “una estructura de gestión que garantice su continuidad”. Por ello, “no es suficiente contar con un patrimonio geológico extraordinario para crear un UGGp”, explican Catalina González Tejada e Yves Girault en Los Geoparques Mundiales de la UNESCO en España: entre divulgación científica y desarrollo turístico. “Se debe apostar por proyectos sostenibles. Hay que conseguir los apoyos necesarios para avalar la supervivencia de la declaración”.

Además, algunos de los involucrados, como Javier López Caballero, subdirector de las Villuercas, solicitan “una mayor promoción a nivel nacional por parte de la Secretaría de Estado de Turismo”. De la misma forma, los implicados manifiestan que “hacen falta inversiones de las administraciones públicas” en lo referente al “impulso de miradores, senderos o accesos a geositios”. E incluso dichas instituciones han de “estimular, todavía más, la investigación sobre la materia”.

En cualquier caso, nos encontramos ante auténticos tesoros para poner en valor el territorio, su riqueza geológica y ambiental, lo que, al mismo tiempo, se alza como un reclamo turístico y un estímulo económico para las zonas beneficiadas. “Nos encontramos ante un viaje en el tiempo”, explica Guillem Puras, coordinador del Geoparque de Origens, en Lérida, “que nos permite conocer la formación del universo, pasando por la generación del Pirineo, así como los últimos dinosaurios que vivieron en Europa y muchas historias humanas”.

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Comentarios

  • Amaier Saioa

    Por Amaier Saioa, el 22 abril 2022

    Buenos días,

    «Asimismo, el de Costa Vasca–Geoparkea tiene como fin “posicionarse en el mapa turístico con un producto de geoturismo de alta calidad”.»

    ¿Podrías decirme la fuente de esta cita, por favor?

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