Quique González: “Para mí las grandes ciudades han perdido rollo”

El músico Quique González.

Suena a madera y honestidad el nuevo disco del madrileño Quique González, muestra nobleza y sabiduría ya desde la portada, suena a locura y reflexión el título, ‘Sur en el valle’. Esta es su 13ª referencia discográfica desde que emprendió su carrera musical en 1998. Doce canciones que más que del poderoso viento del sur, hablan del paso del tiempo sobre nosotros, de lo que te enseña la vida, de la pérdida de la inocencia… Hablamos con él de su ilusión por volver a los conciertos, de cómo compone, de su nueva vida de padre y –hablando de vientos– del entorno en el que vive, los valles cántabros del Pas, ahora amenazados por una avalancha de polígonos eólicos. “Es una salvajada lo que quieren hacer”.

Nada más arrancar la entrevista le pregunto si había ganas de nuevo disco y gira a la vista: “¡Y tanto! Vamos a hacer teatros a partir del 19 noviembre, empezaremos en Cádiz en el Gran Falla, imagina. Si de normal hay ganas, en esta ocasión, tras este tramo del desierto en donde realmente no sabíamos si esto iba a poder volver a ser, pues ya son exageradas las ganas de volver a juntarme con mi banda, con mi equipo y echarnos a la carretera”.

Un disco de texturas, nada comprimido, todo lo contrario, respira profundo. Canciones como Alguien debería pararlo o Los amigos se van muestran las credenciales actuales de Quique González, desvelan poéticamente las coordenadas que, junto a Toni Burnet, marcarán el sentido de las canciones. Puede que me mueva , primer single de este nuevo disco, despliega todo el trabajo que el productor ha desarrollado en el estudio, un sonido que ayuda a que las canciones suenen cercanas, cálidas. Jade y Tornado entonan su poesía al encierro mundial que ha supuesto la pandemia. El trabajo ha sido masterizado en EE UU por Ryan Freeland, el ingeniero de sonido que siempre trabaja con el compositor y productor de Carolina del Norte, Joe Henry, artista cuyas canciones han servido de faro a la hora de guiar la producción de Sur en el valle.

Quique nos atiende al otro lado de la señal del satélite, son las 11 de la mañana, quizá nos atiende desde su casa en Villacarriedo (Valle del Pas, Cantabria). Lamenta que ciertos contratiempos hayan impedido que desayunemos juntos para realizar la entrevista, podría responderle que no importa, pero, tras llevar dos días escuchando Sur en el valle, lo cierto es que me hubiese gustado darle un abrazo y poder preguntar mirándole a los ojos.

Los músicos, los artistas en gira, vivís esa polaridad de darlo todo el fin de semana y durante la semana recluiros. Es un poco un tópico, pero es verdad. ¿No te sentiste enclaustrado en ese sentido durante este periodo de inactividad forzosa?

Tal cual lo dices. Necesito el movimiento, necesito pescar cosas y para eso es necesario el movimiento. De pronto, y por obligación, eso quedó parado, desapareció mi forma de vida. Me gusta vivir aislado, porque tengo un oficio que me obliga a estar al otro lado, tampoco sería mejor lo contrario, estar en continuo movimiento. Regresar a casa, salir de nuevo a otra ciudad, esa es mi forma de vida y se complicó.

He leído que tienes una mítica furgoneta donde te gusta encerrarte para componer tus canciones. Explícanos, ¿existe realmente ese espacio o es leyenda urbana?

No, es la realidad. En el jardín de casa tengo una furgoneta aparcada, está acondicionada por dentro y además suena muy bien.

¿Pero no anda?

Sí, anda, cuando me voy a dar una vuelta la uso, me encanta irme con mi perra y la guitarra a la playa. Acostumbro a irme un par de días así, a la playa, a ver si sale algo. Pero ha estado parada por lo que sabemos, debido a todo lo que ha pasado. Además, he sido padre, he tenido una niña que tiene ahora tres años; así que la furgoneta resulta un buen lugar donde aislarme. La cuarta vez que estaba con la guitarra y vino mi pequeña para decirme que dejase de tocar y que la hiciese caso pensé que la furgoneta en el jardín era una buena opción para encontrar ahí la concentración necesaria. Se trata de buscarme la vida para aislarme y concentrarme; por la noche, tampoco me gusta meter mucho ruido en casa para no molestar. Ese tipo de circunstancias me han llevado a trasladar más aún si cabe mi lugar de trabajo a esa furgoneta. Pero ya te digo, creo que el aislamiento favorece la concentración y en esa furgoneta encuentro eso precisamente.

El sonido cercano, caliente, que transpira Sur en el valle, es un hilo conductor, un barniz que da sentido al disco.

El productor del disco, Toni Brunet, es responsable de ello. Le expliqué el concepto, lo que queríamos hacer con estas canciones. Escuchamos cosas que nos gustan a los dos. En el disco hay mucho contrabajo y eso ayuda a esa idea en el sonido, esa textura orgánica, de madera. La naturaleza de las canciones, claro, ha sido la que ha llamado a este tipo de producción.

¿Cómo muestras tú, esas canciones, a Toni? ¿Cómo salen de la furgoneta esas nuevas composiciones que has de llevar al estudio?

No me gusta grabar, soy bastante negado con la tecnología, lo intenté con el protools… Por eso lo hago a la vieja usanza; en lugar de una grabadora de las de casete, utilizo el teléfono, que graba muy bien y para eso sí que me da facilidades. Hasta ahí llego. No hay que editar nada, lo mando a quien sea fácilmente. Grabo lo básico, guitarra y voz. Me he juntado con César Pop para acabar de dar forma a las canciones, a veces con Toni también, los tres, a ellos les iba enviando esas canciones que tenía. Por teléfono planteábamos cada una, dando ideas generales sobre lo que buscábamos, lo que le iría bien a cada una de las canciones. Tras ese trabajo de preproducción, monté unos ensayos generales en una casa que alquilamos en Cervera de Buitrago, en la sierra de Madrid; se trataba de ensayar durante cuatro días esas canciones que íbamos a grabar. Probar cosas antes de meternos a grabar en La Casa Murada, fue una cosa guay, esos días de convivencia con los músicos, la camaradería atrae la música.

A estas alturas, con la de músicos que has tocado, ya tendrás camaradería con un montón de ellos.

Sí, con todos había tocado ya, quizá con el que menos era con Toni. Toni estaba también en mi anterior disco, el que hice junto a Luis García Montero hace dos años. Ahí fue donde ya comencé a contarle que estaría bien trabajar con él un disco de canciones mías. Con los músicos hay de todo, con Edu Olmedo, el batería, llevo tocando más de diez años; con Jacob Reguilón, el bajista, he tocado mucho, pero hacía ocho años que no lo hacíamos. Sí, Toni era el menos conocido en este caso, aunque también habíamos trabajado juntos.

Cuando uno lleva tantos años, ¿con quién no ha tocado?

He tenido esa inmensa suerte, sí, he tocado junto a los mejores músicos de España.

He percibido en algunas canciones algo así como una reflexión adulta, quizá en algunas letras estás mirando a lo que eras y a lo que eres, una especie de maduración. ¿Quizá sea este un disco que haga de bisagra entre lo que ya hay y lo que vendrá?

Algo hay de eso, seguro. Lo estoy contando estos días en las entrevistas, creo que es un disco donde tengo un pie en lo que he vivido y otro en lo que está por venir, lo que me espera a la vuelta de la esquina. Hay reflexión, contemplación a lo que he vivido, pero desde la ventana en la que estoy ahora apoyado. El primer día en el estudio, alguien muy amigo y que lleva conmigo un montón de años me dijo: ¿vas a grabar sentado ya que es tu disco de madurez? Creo que todo el mundo en el estudio estaba viendo esa imagen de las canciones y mi madurez.

¿Cuántos años tienes?

Acabo de cumplir 48.

Estás hecho un yogurín.

¡Qué va, qué va! En absoluto, para nada.

El músico Quique González.

Eres de Madrid y te fuiste a vivir a Cantabria. Cuando bajas a la capital, ¿notas que todo ha cambiado o percibes que eres tú el que ya no es el mismo? Pregunta para testar lo ‘abuelo cebolleta’ que eres.

Últimamente percibo las grandes ciudades como las tiendas de los aeropuertos, todas son las mismas y repetidas, una copia tras otra, el mismo olor, las mismas calles. Las tiendas de discos en vías de extinción y los bares de diseño o de bachata. Para mí sí que han perdido rollo. Hace no mucho pasé por la calle San Mateo, trabajé algún tiempo en el bar Sanmateo6, también en el Nashville y en el Purgatorio, que estaban al lado…, pues pasé hace dos semanas por allí y aquello parecía otro bar, otra calle, otro barrio.

En tiempos de pandemia, ¿no te dio por pensar que quizá el oficio de cantar, de tocar, de entretener tal y como lo conocemos podía desaparecer y con ello tu trabajo?

Por supuesto, ha sido duro. Tengo colegas del gremio que han tenido que ponerse a hacer mudanzas. Tenemos amigos comunes que sabes que se buscan la vida tocando en bares o salas, que cobran 50 pavos por ese trabajo y que, si no tocan, no ganan esos 50 euros con los que viven. No es que esos bares hayan cerrado, es que no van a volver a abrir. ¿Quién, en estas circunstancias, va a pensar en abrir una sala de conciertos o un bar de actuaciones? Antes de la pandemia esos lugares ya estaban perseguidos por la ley, en Madrid exageradamente, pero en el resto de los centros de las ciudades también. La gente lo va a tener difícil y me preocupa, los músicos viven en el día a día.

Para terminar, Quique. Vives en el Valle del Pas; sus vecinos están ahora levantados contra la avalancha de parques eólicos que están en proyecto en la zona, ¿qué te parece a ti?

Que es una salvajada. Mucha gente viene a visitar el valle para estar en un entorno natural y bello, y de repente les van a poner unos aparatos que mide 160 metros delante de sus ojos. No sé si la gente va a tener ya ganas de venir. Esto es todo por dinero, quien pone el dinero encima de la mesa, no hay más preocupación, lo del impacto en la naturaleza, la transformación del entorno son cosas que ni se plantean. Me parece que tenemos que parar eso, porque además utilizan unos métodos muy oscuros para lograr sus propósitos; tengo gente aquí mismo que me cuenta cómo les están ofreciendo pasta para poder llevar a cabo sus planes. El campo está mal, lo que se llama ahora la España vaciada. Los chavales de 20 años se van a tener que buscar la vida en otros lados, la vida en el campo ya es dura de por sí y la llegada de esto no va a hacer más que conseguir que desaparezca esa vida, que sea más dura, va a traer un poco de dinero que se va a ir enseguida, no va a traer nada positivo, esa es la verdad.

Conciertos de Quique González, Gira ‘Sur en el Valle’: Cádiz (19 de noviembre). Navalmoral de la Mata (27 noviembre). Valencia (17 diciembre). Donostia (26 diciembre). Madrid (Inverfest/Teatro Circo Price, 14 enero). Gijón (21 enero). Murcia (29 enero). Barcelona (17 febrero). Vigo (25 marzo). A Coruña (26 marzo). Zaragoza (8 abril)

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