Rafael Bachiller: “La Astronomía nos hace ver la maravillosa fragilidad de nuestro planeta”

Rafael Bachiller, director del Observatorio Astronómico Nacional de España. Fotografía: RB

Un apasionado del cielo y la astronomía. Y lo es desde pequeño, cuando levantaba la cabeza y se impresionaba con la inmensidad del Universo. Nos referimos a Rafael Bachiller García (Madrid, 1957), director del Observatorio Astronómico Nacional de España. Un enamorado de su disciplina. Una querencia que también le ha llevado a comprometerse con la divulgación, implicándose con medios de comunicación y diversas iniciativas pedagógicas y de difusión. ¡Todo un lujo! Desde ‘El Asombrario’ hemos querido entrevistarle coincidiendo con la entrada del solsticio de verano. Hablamos sobre su trayectoria y las últimas novedades astronómicas, como las fotografías obtenidas del agujero negro central de la Vía Láctea.

¿Cómo se interesó por la Astronomía? ¿Cuándo le brotó la querencia por esta materia?

Me recuerdo mirando al cielo desde muy niño. Crecí en un ambiente rural, en la meseta castellana, en un sitio y en una época en que los cielos eran deslumbrantemente oscuros. Sobre todo, en invierno, cuando Orión me resultaba asombroso. Luego me fui orientando por las ciencias –las matemáticas no se me daban mal–, y decidí estudiar Física. Tantas cosas me interesaban que, al final, hice dos especialidades, Física Fundamental y Astrofísica. Esto me proporcionó una base teórica estupenda para iniciar una carrera en investigación…

Durante todos estos años, ha pasado por diferentes centros e instituciones de primer nivel. Sé que es una pregunta complicada, pero ¿con qué etapa se quedaría?

Los mejores periodos han sido los que he pasado haciendo observaciones astronómicas muy intensivas. En el ambiente de un observatorio astronómico, durante la noche, encuentro algo mágico. Mirar al cielo –aunque sea a través de las pantallas de los ordenadores–, seguir el curso de los astros, ver lo que ningún otro ojo antes había divisado… Nunca he permitido que la magia desapareciese de esos momentos.

¿En qué investigación se encuentra inmerso ahora?

Llevo muchos años dedicado a estudiar los procesos químicos que se producen en las nubes interestelares donde nacen las estrellas. Las estrellas en formación eyectan unos potentes chorros supersónicos que crean ondas de choque, produciendo unas alteraciones de las condiciones químicas del medioambiente que son espectaculares. Pero, con el tiempo, me he ido dedicando, cada vez más, a tareas de gestión científicas, que también son muy importantes, tratando de dejar que los más jóvenes, que se encuentran en una fase plenamente creativa, puedan dedicarse con más tiempo y concentración a la ciencia.

Estos días se ha producido un hito de la investigación en radioastronomía, con la publicación de una imagen del agujero negro del centro de la Vía Láctea. ¿Qué opinión le merece este descubrimiento?

En primer lugar, hay que destacar el alarde tecnológico que supone esta imagen. Es el resultado de los esfuerzos coordinados de los mayores radiotelescopios del mundo, que han estado observando al unísono en dirección al Centro Galáctico. Las observaciones han confirmado que allí se encuentra un objeto con una masa de cuatro millones de soles, pero concentrada en un agujero negro cuyo diámetro apenas presenta 10 diámetros solares. Lo más sorprendente es que los radiotelescopios han conseguido obtener una imagen de esa pequeña región, que se encuentra a una distancia 2.000 millones de veces mayor que la distancia entre el Sol y la Tierra. Esto equivale a ver los detalles de una canica en la superficie lunar.

Usted ha subrayado que España ha jugado un papel importante en este hallazgo…

Así es. La red EHT (siglas en inglés de Telescopio del Horizonte de Sucesos), así como otras redes internacionales de radiotelescopios, cuentan en España con algunos de sus elementos más importantes. Entre ellos, el radiotelescopio de 30-m de diámetro del Instituto de Radioastronomía Milimétrica (IRAM), en Pico Veleta (cerca de Granada); y el de 40-m del Instituto Geográfico Nacional (IGN), en Yebes (Guadalajara).

En este sentido, el IGN es copartícipe de IRAM. Y, además, el Observatorio de Yebes ha proporcionado elementos de muy alta tecnología que forman parte de los receptores empleados en los observatorios del IRAM (en el Veleta y en los Alpes) y ALMA (en Atacama), piezas esenciales de la red EHT. De esta forma, además de las contribuciones realizadas a nivel científico, España –a través del Observatorio de Yebes– ha aportado a estas observaciones pioneras unas contribuciones tecnológicas de primera línea.

A propósito de Yebes, en Guadalajara. Este es uno de los radiotelescopios más relevantes del país. De hecho, ha conseguido identificar más de una cuarentena de moléculas que pudieron influir en la formación de la galaxia. ¿Qué impacto tiene este complejo a nivel nacional e internacional?

El radiotelescopio de 40-m de diámetro en Yebes es uno de los mejores del mundo en su género, un auténtico alarde de la tecnología. Y, consecuentemente, está dando unos frutos científicos sobresalientes. El número de moléculas detectadas en el espacio desde Yebes constituye un auténtico récord a nivel mundial. Por tanto, es de esperar que, según se sigan ampliando las prestaciones del radiotelescopio, se obtengan más resultados de primera línea.

Otros de los centros punteros en España dependen del Instituto Astronómico de Canarias. En el Observatorio del Roque de los Muchachos (en La Palma) se domicilia el mayor telescopio óptico e infrarrojo del mundo. A ello se añaden las infraestructuras instaladas en el Observatorio del Teide (Tenerife), donde se concentran los mejores telescopios solares de Europa. ¿A qué se debe la elección de Canarias para este tipo de investigaciones?

En el mundo solo hay otros dos observatorios ópticos con cielos claros y nítidos comparables a los de Canarias. Se trata del Cerro Paranal, en el desierto de Atacama (Chile), y el del volcán Mauna Kea, en Hawái (EE UU). En concreto, el Roque de los Muchachos es un lugar excepcional, cuyo cielo está protegido por ley, un auténtico tesoro nacional que atrae a astrónomos de todo el mundo. Su protección y la construcción de nuevos instrumentos aseguran un largo porvenir a este observatorio, que seguirá siendo uno de los tres más importes del mundo.

¿Se debe apostar más en España por la investigación astronómica?

Afortunadamente, durante las últimas cuatro décadas, nuestro país ha apostado fuertemente por la astronomía. Todos los gobiernos, independientemente de su color político, han venido apoyando nuestra ciencia de manera decidida. Era algo natural, pues seguimos disfrutando de algunos de los cielos más oscuros y despejados de toda Europa. Y, por ello, instituciones de muchos lugares decidieron instalar aquí sus telescopios. Ahora somos una de las mayores potencias en investigación astronómica a nivel mundial. Los medios de observación con que contamos los astrónomos españoles son magníficos.

Entonces, ¿la astronomía en España no presenta ninguna necesidad?

El mayor problema que tenemos en nuestra comunidad científica es que, para poder explotar debidamente toda esta instrumentación, debería aumentar considerablemente el número de astrónomos que trabajan en el país. Es descorazonador ver cómo jóvenes investigadores nacionales deben afincarse en el extranjero por no encontrar aquí un puesto de trabajo estable.  Y esto resulta particularmente triste cuando consideramos que en España tenemos observatorios magníficos y los mejores medios para investigar en esta disciplina.

Usted conoce muy bien el desarrollo de esta ciencia en otros países. De hecho, parte de su formación la realizó en Francia. Así que no quiero dejar de preguntarle cómo se está apostando en el resto de Europa por esta materia. ¿Hay algún país puntero en las políticas públicas sobre investigación astronómica?

El astrónomo siempre quiere ver más lejos y con mayor detalle. Es extremadamente exigente con la tecnología. Por ello, la astronomía, a lo largo de la historia, siempre ha sido un motor importantísimo para el desarrollo tecnológico. Las cámaras fotográficas digitales, los sensores infrarrojos, las comunicaciones por microondas, las técnicas más avanzadas de análisis de imágenes (por ejemplo, en medicina) son algunas de las técnicas que se han desarrollado más y mejor gracias a los avances logrados en nuestra disciplina. Le comento esto porque de ello resulta, de manera natural, que todos los países avanzados tecnológicamente mantengan programas de investigación astronómica muy ambiciosos. Francia presenta una gran tradición en óptica y un programa nacional de investigación muy puntero; Alemania y Reino Unido también lo poseen. Y, lo que es más importante, entre los países más avanzados en la materia fomentamos una colaboración constante y una hoja de ruta común que nos permiten avanzar de manera muy eficiente. Sin duplicar esfuerzos y abordando proyectos muy ambiciosos que ningún país individual podría emprender por sí solo.

¿Los conflictos bélicos, como el de Ucrania, afectan a la cooperación internacional en asuntos relativos a la astronomía?

Por supuesto. Es tristísimo ver cómo esta guerra de Putin está dejando aislado a su país a nivel científico. Y, más concretamente, en astronomía. Por citar un ejemplo, algunas de las técnicas empleadas en la obtención del agujero negro del Centro Galáctico fueron desarrolladas por científicos soviéticos en la década de 1960, pero ahora se han suspendido este tipo de colaboraciones entre astrónomos occidentales y rusos. A mí se me parte el corazón, pues yo he trabajado estrechamente con algunos de estos investigadores, que, además, han llegado a ser buenos amigos. Pero el caso es que, al menos en cuestiones de alta tecnología, no podemos seguir colaborando, hoy por hoy, con científicos rusos. No sería ético compartir conocimientos de relevante valor tecnológico cuando existe el riesgo de que sus autoridades utilicen tales competencias para aplicaciones militares en nuestra contra. O en contra de naciones amigas, como Ucrania.

¿Se interesa la sociedad por su disciplina?

Existe un gran interés en el ciudadano medio. Además de su imbricación con la alta tecnología, que ya hemos mencionado, hay que tener en cuenta que la astronomía es una ciencia muy bella. El cielo nocturno, en un lugar bien oscuro, ya resulta sobrecogedor. Y las imágenes que nos desvelan los telescopios son fascinantes. Es natural e inevitable querer saber más sobre las estrellas, las galaxias, el universo.

Precisamente, una mayor difusión de los fenómenos astronómicos, sus dinámicas y consecuencias, ¿serviría para que los ciudadanos conocieran mejor lo que ocurre más allá de nuestro planeta?

Creo que sirve para valorar nuestro mundo en su justa medida, como una pequeña nave espacial en la que toda la Humanidad compartimos el incierto viaje de la vida. De hecho, las primeras imágenes de la Tierra vistas desde el espacio contribuyeron de manera decisiva a despertar una conciencia ecológica en la sociedad. Considerado a nivel astronómico, nuestro planeta se nos presenta con toda su maravillosa fragilidad.

¿Un conocimiento astronómico de calidad nos permitiría a los ciudadanos dimensionar determinadas noticias, como las relativas a los asteroides próximos a la Tierra? Unas informaciones que, por otro lado, en ocasiones se abordan con un relativo sensacionalismo por algunos medios…

Con sensacionalismo se logran titulares de impacto, también en las ciencias del espacio. Nos hablan de asteroides que van a rozar la Tierra cuando, a menudo, pasan más lejos que la Luna… Hay cierta tendencia a la cosmofobia. Pero, como en casi todos los ámbitos, una mayor cultura nos hace más críticos. Actualmente, tenemos que conocer un poco de ciencia. Si no es así, los que saben siempre jugarán con ventaja…

¿Qué importancia tiene la divulgación en el Observatorio Astronómico Nacional (IGN)? ¿Qué propuestas se impulsan?

Damos una importancia capital a la divulgación científica. Entre otros motivos, porque en el Real Observatorio Astronómico de Madrid estamos encargados de preservar un patrimonio histórico, científico y artístico absolutamente sobresaliente. Recordemos que el Real Observatorio ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad como parte del Eje Recoletos–Retiro, un auténtico Paisaje de las Artes y las Ciencias. Este patrimonio lo divulgamos mediante unas excelentes visitas guiadas a las que acuden miles de ciudadanos cada año.

Para finalizar, usted colabora con diferentes medios de comunicación en la divulgación de la astronomía; incluso llegó a intervenir en el XIII Congreso Nacional de Periodismo Ambiental, organizado en noviembre de 2021 en Madrid. ¿Nota buena acogida de sus palabras entre la prensa y la audiencia?

El público siempre está abierto a aprender cosas nuevas. Sobre todo, si son tan interesantes como la evolución de nuestro planeta. También es receptivo a asuntos con gran contenido filosófico: qué es el universo, cómo surgió, cuál es su futuro, la posibilidad de vida en otros lugares del cosmos, de dónde venimos y adónde vamos… Solo hay que tratar de contarlo bien, de manera sencilla. Así que la acogida es siempre espléndida, lo que realimenta mis deseos por comunicar más ciencia, por compartir esos conocimientos tan maravillosos a los que tengo la suerte de acceder desde primera línea. Todos esos descubrimientos que, grandes o pequeños, se producen cada día estudiando el cielo. ¿Cómo podría pasarme sin compartir algo tan fantástico? ¿Cómo no disfrutarlo en compañía?

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