Raúl Tejón: «Vivimos un cambio de época, como en las obras de Chéjov»

Raúl Tejón. ©Roberto Villalón

Raúl Tejón. ©Roberto Villalón

El actor Raúl Tejón, conocido por teleseries y culebrones, apuesta por el teatro. Tras protagonizar ‘Ivan-Off’, el gran éxito de La Casa de la Portera, adapta y dirige otro Chéjov, ‘El huerto de guindos’, en la misma sala. Una obra de plena actualidad porque refleja un cambio de valores y poderes en la sociedad. Como ahora.

Su potente rostro se ha enmarcado en muchas series de televisión -desde ‘Al salir de clase’ y ‘Ana y los 7’ a ‘Bandolera’ y ‘Amar en tiempos revueltos’; próximamente estará en ‘Isabel’ como uno de los capitanes que acompaña a Colón-, y en otoño tuvo en cartel la película ‘Diamantes negros’, de Miguel Alcantud. Pero últimamente su nombre se asocia sobre todo con el teatro, con la maravillosa idea de La Casa de la Portera, que con aforos de 25 personas y los actores a 25 centímetros del público, tanto éxito cosecha en Madrid. Ahí, en ese bajo de Lavapiés, Raúl Tejón, hombre de Getafe, se ha enganchado a Chéjov: ha protagonizado ‘Ivan-Off’ y ahora dirigeEl huerto de guindos’.

‘El huerto de guindos’ en vez de ‘El jardín de los cerezos’…, ¿es un guiño al ministro de Economía?

(Risas). No, no. El huerto de guindos siempre ha sido El huerto de guindos, porque en la Rusia central no crecen cerezas por el frío, pero sí guindas; y por la extensión es más un huerto que un jardín. Lo que pasó es que los primeros traductores al italiano y al español consideraron que la guinda tiene mala prensa, porque es amarga, y el jardín resultaba más evocador, bello.

Has dirigido la obra y la adaptación también es tuya. ¿Cuál ha sido tu principal aportación?

Hay guiños a lenguajes actuales, hay cierta mezcla de personajes y, sobre todo, la aportación más importante es que doy una salida digna a dos de ellos, a Tomás, el estudiante, y a Dunia, la criada. Les doy una salida, encuentran alguien con quien quedarse y construir. En la obra de Chéjov nadie encuentra una salvación. Yo sí quería dejar una ventanilla de salida.

Aunque habías dirigido algo de Microteatro, esta es tu primera incursión seria en la dirección. ¿Te gusta esta senda?

Me gusta. Aprendes otras herramientas. Aprendes mucho a medir, a trabajar en equipo, a ver las posibilidades de cada actor y actriz, a sacar lo mejor de cada cual, a respetar a todos.

Has sido protagonista en otra obra de Chéjov representada con gran éxito en La Casa de la Portera, ‘Ivan-Off’. ¿Por qué esta pasión por recuperar ese mundo en decadencia del gran dramaturgo ruso? ¿Tiene que ver con lo que está pasando ahora?

El huerto habla de un cambio de época, sí, de pérdida de unos valores y el inicio de otros. Como ahora. El desahucio, asunto que da pie a la trama, está desafortunadamente muy de actualidad.

¿Estamos viviendo un cambio de época?

Yo creo que sí, no sé hacia dónde, pasó con la Revolución soviética, que tampoco sabían en qué iba a desembocar y acabó  pervirtiéndose a sí misma…

Quizá estemos asistiendo a un cambio de época, pero, al contrario de lo planteado en la obra, yo no veo un cambio en las fuerzas dominantes, sino que los que más tienen aun tienen y quieren más, y los que más mandan aun mandan más…

En España parece que sí, pero mira Ucrania, por ejemplo. Y mira Gamonal. Ha sido un revés, un aviso: seguid, seguid por ahí… Hay toquecitos.

Va a resultar que sin quererlo sí es un guiño a nuestro ministro de Economía… Chéjov habla de la infancia, la casa, el paisaje de la niñez y la adolescencia, su importancia como señas de identidad…

La infancia nos marca a todos, claro que sí.

De familias en descomposición…

Como cualquier familia, ¿no? Eso es lo interesante de Chéjov, que localiza sus tramas en un espacio y tiempo determinados, pero que trasciende, va más allá, son asuntos universales. De ahí su vigencia. Que me diga alguien de una familia totalmente funcional… Las familias suelen ser desestructuradas. Mira las obras de uno de los autores que ahora mismo más público atraen, Tolcachir…

Pero si a menudo nos da tanta pereza, si ahora hay muchas más opciones vitales y sociales, ¿por qué sigue desempeñando la familia ese papel de referente? 

Porque es el único sistema que hemos encontrado para tender un cable a tierra. La familia que nos toca y la que vamos formando nosotros. Necesitamos esos anclajes a tierra. Lo que nos mueve en este mundo es que nos quieran. Casi todo lo que hacemos en este mundo es para que nos quieran. Y generalmente, la familia, por muy disfuncional que sea, casi siempre es el hueco donde puedes recurrir, hayas hecho lo que hayas hecho. Y eso nos da tranquilidad. Es como cuando jugábamos de pequeños a pillar, y siempre inventábamos un lugar al que decíamos ¡casa!

Y esa madre, interpretada maravillosamente por Consuelo Trujillo, que tiene algo de Marisa Paredes en su gestualidad, en sus hombros y su esternón…, esa madre que no se quiere enterar de nada…

Como tantas madres que se enganchaban a las anfetaminas en los ochenta… Construyen su mundo, lo idealizan, y no miran… Cuántas cosas guardamos todos bajo la alfombra, todos, para no petar, para no fundir los plomos… Cada uno tiene su pedrada.

¿Qué opinas de esta explosión de muchas pequeñas salas alternativas, que permiten mantener la creatividad pero están convirtiendo el teatro en pura supervivencia, con escasas posibilidades de vivir dignamente de vuestro trabajo?

Ahora pocas más salidas hay. Y lo que tiene de positivo es que permite mantener la creación. Mira, por ejemplo, Argentina, peor que nosotros lo han pasado, y han conseguido mantener siempre la capacidad creativa… Pero entiendo que esto, y solo esto, no puede ser una salida a largo plazo; tenemos que recuperar el sitio en la barricada y contar sin que nos digan cómo, porque eso es lo más grande que tiene esta profesión, que te da la posibilidad de expresarte, de contar, y muchas veces sin mirar el puro rendimiento económico…

Esta es una entrevista con dibujo, así que ahora toca, Raúl, que me dibujes algo… 

Pues mira, ya que estamos…

(Un minuto después). Anda, mira el marketing. Je….

Claaaro.

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¿Son cerezas o guindas?

No se sabe nunca muy bien… (Sonrisa). Pero a mí me gustan mucho los sabores amargos… La amargura de la guinda le pega más a la función que la dulzura de la cereza. Hay mucha amargura tras tanta belleza de ese huerto.

¿También te gusta la amargura en tu vida?

Intento ser cada vez menos adicto al drama. Pero acepto la amargura como parte fundamental en la vida. Pero, eso sí, controlando, intento que no me supere…

‘El huerto de guindos’ se representa en La Casa de la Portera hasta el 2 de febrero, luego pasa a sesiones matinales de domingo y en marzo volverá a programarse varios días a la semana. 

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Comentarios

  • Luis

    Por Luis, el 01 febrero 2014

    Completamente de acuerdo con su afirmación de que se huele el cambio. Espero que cambiemos a mirar y apreciar al humano (microsistemas), en vez de al cosmos (macrosistema), tal como hicieron en el período helenístico:

    http://neopsyque.blogspot.com.es/2013/11/el-pensamiento-helenistico.html

    Con la entrevista me han entrado ganas de visitar ese teatro tan pequeño. Quizás me acerque algún día. Gracias.

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