En España reciclamos el 50% de los aparatos eléctricos y electrónicos
Al titular que encabeza este artículo le podríamos haber añadido la coletilla ‘ya’ o el adverbio ‘solo’, pero el autor optó por la asepsia, y que cada lector saque sus conclusiones. Como parte de la nueva colaboración de ‘El Asombrario’ con otra de las entidades encargadas del reciclaje en nuestro país, la Fundación Ecolec, hoy toca hablar de la recuperación y nueva vida de esa tostadora, lavadora, cepillo de dientes eléctrico o móvil a los que jubilamos. En España recuperamos en torno al 50% del volumen de estos aparatos puesto en el mercado cada año. ¿Es mucho o poco?
La familia de los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos domésticos (los llaman por sus iniciales, RAEE; por abreviar así los llamaremos también nosotros; además, suena simpático, a una especie de pequeño roedor: raee) es muy amplia. Abarca desde los voluminosos frigoríficos hasta un televisor o un pequeño coche de juguete que se mueve a pilas. En total, estamos hablando de unos 500 millones de kilos al año (o 500.000 toneladas; hay gente que es más de calcular en toneladas); y según Rafael Serrano, director de Relaciones Institucionales, Comunicación y Marketing de la Fundación Ecolec, en 2017 en España se recuperó y gestionó con eficiencia y cuidado para el medioambiente en torno a la mitad, tal como indican que hay que proceder directivas europeas y normas nacionales de hace 15 años, actualizadas por un real decreto de 2015, que insiste más en el consumo responsable y la prevención de generación de residuos. La Comisión Europea exige que para este año los países miembros de la UE alcancen el 55% y para 2019, el 65%.
En este punto, Serrano subraya la importancia en esta cadena de economía circular de dos factores cruciales: 1. La concienciación de la sociedad, que ciudadanos y ciudadanas piensen dos veces antes de tirar una batidora, una maquinilla eléctrica de afeitar o un secador de pelo al cubo de la basura; Ecolec, junto con otras entidades encargadas de la recuperación y reciclaje de estos residuos, ha lanzado en este sentido campañas con lemas fáciles de retener como Lo que se enchufa se recicla y La RAEEvolución. 2. La figura clave del distribuidor, o sea, el comercio, para facilitar la recogida de lo que hemos considerado un trasto que ya no nos sirve en casa y su introducción en el canal adecuado de desguace y recuperación de materiales.
Para gestionar esas casi 250.000 toneladas de lavavajillas reumáticos, vídeos obsoletos y demás de la familia RAEE, se ha constituido en España, desde que la normativa comenzó a exigir que los productores se hicieran cargo de lo que ponen en el mercado también cuando hay que retirarlo, un pequeño grupo de entidades para gestionar bien esos restos, como Ambilamp (para lámparas y luminarias) y como la Fundación Ecolec, creada por la Asociación Nacional de Fabricantes e Importadores de Electrodomésticos de Línea Blanca (ANFEL) y la Asociación Española de Fabricantes de Pequeño Electrodoméstico (FAPE) en 2004 y que trabaja con dos millares de comercios, alrededor de la mitad de los que existen en España.
Dentro de ese grupo, Ecolec es quien mayor cuota de mercado tiene (en torno al 40%) y ha sido el primer SCRAP (en unas líneas explicamos lo que significa SCRAP) de aparatos eléctricos y electrónicos que ha superado (el año pasado) la recuperación de 100 millones de kilos anuales de RAEE (o 100.000 toneladas, para los toneladistas; en concreto 103.000). Están distribuidos por toda España, con especial actividad en Cataluña, Madrid, Castilla y León, Galicia y Andalucía. Y precisamente por eso que destacábamos en el tercer párrafo de ponérselo fácil al consumidor para que no vaya con el rizador de pelo en las manos recorriendo las calles de la ciudad (un poco al estilo de Carmen Maura en la película de Almodóvar ¿Qué he hecho yo para merecer esto?) acaban de lanzar un buscador on line de 800 puntos limpios, puntos de entrega de residuos eléctricos y electrónicos, para que los molinillos y microondas no acaben perdidos ni en el trastero de casa (hay un buen porcentaje de RAEES que reposan ahí, por ese axioma que tanto daño hace en nuestro espíritu minimalista: el “por si acaso”) ni en un vertedero.
En esta línea verde (ya, ya, hay línea blanca de electrodomésticos; pero nosotros vamos a hablar aquí de línea verde, que para eso estamos en la sección Ventana Verde de El Asombrario), desde Ecolec quieren resaltar el papel y valor de las #GreenShop, establecimientos especialmente amigables con el planeta y el reciclaje, el desarrollo sostenible y la economía circular, que facilitan la recogida de estos productos en desuso. Ya hay 50 greenshop de Castilla y León (territorio elegido para esta experiencia piloto) colaborando con la Fundación y la idea es llegar al millar en 2018.
Todos tenemos la experiencia de que los instaladores del comercio que nos traen una nueva lavadora o un nuevo televisor se llevan el aparato antiguo con el compromiso de hacerse cargo de su reciclaje. Es la vía que siguen en torno al 70% de los trastos recuperados (da cosilla llamarlos trastos, pero algún sinónimo hay que emplear con RAEE). Cómodo y sencillo. Pero hay muchos otros pequeños aparatos que no los llevamos a la tienda en el momento de comprar el nuevo. ¿Cuántas veces pasa que uno se acuerda en la calle de comprar una nueva cafetera o un nuevo ventilador, y, claro, no llevamos en ese momento en el bolso o bolsillo la cafetera o el ventilador antiguos? Pues ya tenemos una pequeña complicación. Lo suyo, claro, es que no lo tiremos al cubo de la basura general, sino que lo entreguemos en un punto limpio. De ahí la importancia de estos lugares. Pero la cantidad que llega por esta vía sigue siendo muy pequeña. Según Rafael Serrano, no llega al 15% del total recogido y reciclado, y eso que ahí se incluye la recogida a domicilio de trastos que los Ayuntamientos realizan.
¡Ah, los SCRAP! SCRAP quiere decir “sistema colectivo de responsabilidad ampliada del productor”; un concepto que llega de Europa y parte del principio “quien contamina, paga”; obliga al fabricante a no desentenderse de sus productos una vez vendidos, sino a recogerlos cuando se quedan trasnochados. Por cierto, SCRAP en inglés significa chatarra. Seguro que quien lo bautizó así pensó en esta regla nemotécnica. Antes se llamaban SIG, “sistemas integrales de gestión de residuos”, pero los tiempos cambian, y parece que lo de colectivo y responsabilidad remite a más compromiso.
Uno recuerda cuando no hace tantos años, paseando por el campo que rodea su pequeño pueblo del norte de Burgos, encontraba tambores de lavadoras convertidos en macetas, carcasas de frigoríficos adaptados como bebedores para vacas y caballos en los pastizales, y pequeños electrodomésticos abandonados en cualquier vaguada e incluso a la orilla de arroyos. De ahí que el autor salude este tipo de estructura circular, esta mentalidad SCRAP. Solo dos datos para remarcar su importancia: El fósforo que contiene un solo televisor puede contaminar hasta 80.000 litros de agua. Un frigorífico mal reciclado emite a la atmósfera gases de efecto invernadero equivalente a las emisiones de un coche durante 15.000 kilómetros.
La Fundación Ecolec saca músculo al dar más datos sobre su trayectoria desde 2004: “Hemos evitado la emisión de más de 160.000 toneladas de CO2, el equivalente a más de 300 vuelos de ida y vuelta desde España a Nueva York”. Las normas nacionales y comunitarias exigen que el 85% del peso de esos RAEE se recicle, sólo un 15% puede ir, al final del proceso, a vertedero. “Gracias a la gestión de Ecolec se recuperaron 58.000 toneladas de metales férricos, 14.500 toneladas de plástico y aproximadamente 2.500 toneladas de cobre y de aluminio”. “Por cada millón de teléfonos móviles reciclados se pueden recuperar 16 toneladas de cobre, 350 kilos de plata, 34 kilos de oro, 15 kilos de paladio, según la Agencia de Protección Medioambiental de EE UU. La basura electrónica puede ser, literalmente, oro. Un oro que mueve millones de euros cada año en todo el mundo”.
ECOLEC se suma a ‘El Asombrario’ #SúmateAlReciclajeResponsable
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