Recuperar a ilustradoras científicas, tachadas de la Historia
Observar, estudiar, analizar y comprender para plasmar en papel el conocimiento científico es el arte que muchas mujeres anónimas y desconocidas han desarrollado y que ha permitido el progreso de la Ciencia. En el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) están enfocándose a dar visibilidad a estas ilustradoras científicas, mujeres olvidadas por la ‘narrativa oficial’ de la Historia, como en tantos otros ámbitos. En este artículo recuperamos las curiosas biografías de una alemana y una inglesa, y de dos españolas que trabajaron para el MNCN.
Cada una de las ilustraciones de animales terrestres y marinos, plantas y árboles, flores y frutos, es una obra de arte que ayuda a comprender la anatomía de un ejemplar y a descubrir similitudes o diferencias entre especies. Un trabajo minucioso que muchas mujeres con vocación científica han realizado sin el reconocimiento público, bajo seudónimos o con el nombre de sus maridos.
Algunas sí han logrado figurar en los archivos y ver sus nombres publicados. Hoy queremos reconocer el trabajo de las pioneras que sí pudieron firmar sus obras y quizás, en los próximos años, de los archivos de los museos de ciencia salgan a la luz las ilustradoras científicas que en ellos duermen.
Una pionera de la entomología
La pionera de la ilustración científica fue Maria Sibylla Merian, nacida en Alemania en 1647. Se crio en un ambiente artístico, su padre era grabador, y desde pequeña se interesó por el medio natural. Empezó a trabajar con su padre y a realizar pinturas de flores; poco a poco se fue interesando por los insectos y comenzó a estudiarlos. Se la considera una de las madres de la entomología.
En 1699, cuando tenía 52 años de edad, se embarcó junto a su hija con destino a Surinam, y allí estudió la metamorfosis de las mariposas y logró publicar uno de los primeros libros, ilustrado por ella y pagado por ella, sobre este tema. “En el siglo XVII el espacio que las mujeres ocupaban en el arte era lo que se consideraba y se ha mal llamado ‘artes menores’, que son pinturas de flores o bordados, frente a la pintura de Historia que se consideraba más importante”, explica Paula Martín, profesora del curso Ilustra Historia.
Anulada por el marido
Otro ejemplo de ilustradora científica es Elizabeth Gould, nacida en Reino Unido en 1804. Se casó con el ornitólogo John Gould y en las publicaciones sobre aves que realizan con las ilustraciones de ambos, sólo aparece el apellido o la inicial de él. Elizabeth no firmó sus propias obras.
El contexto familiar determinó la dedicación de las mujeres, y solo las que provenían de entornos con un alto poder adquisitivo pudieron formarse y dedicarse a la observación de la naturaleza y la ilustración, o bien las que se casaron con un marido con interés por la ciencia y así ellas se encargaban de sus dibujos.
Es el caso de Marianne North, nacida en Reino Unido en 1930, que con la herencia de su padre se dedicó a viajar por Canadá, Estados Unidos, Jamaica, Brasil, Japón, Borneo, Java, Sri Lanka, India, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. En sus viajes pintó la flora endémica; incluso varias plantas llevan hoy su nombre. En sus viajes realizó 832 pinturas, que son hoy como fotografías de lo entonces desconocido.
Dos españolas especializadas en peces
En España destacan dos mujeres que han trabajado en el Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN): Luisa de la Vega y Josefa Sanz.
Josefa Sanz Echeverría (1889-1952) coincidió con Luisa en el Museo Nacional de Ciencias Naturales. Se especializó en los otolitos, una parte del oído interno, y pudo identificar muchas especies de peces, gracias a los pormenorizados dibujos de Luisa de la Vega.
Pero en España todavía queda mucho trabajo de investigación por hacer, para sacar a la luz a ilustradoras científicas.
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