Reinaldo Arenas, la estrella que no se apaga

El escritor Reinaldo Arenas.

‘Arturo, la estrella más brillante’ es una de las obras más crudas y menos conocidas del escritor cubano Reinaldo Arenas (1943-1990). Ahora, casi cuatro décadas después de que viera la luz por primera vez, la editorial hispano-argentina Sigilo la recupera en una cuidada edición y bajo una llamativa cubierta del artista Diego Becas. Aprovechamos esta reedición para recuperar a un escritor cuya estrella no se apaga.

“Queridos amigos: debido al estado precario de mi salud y a la terrible depresión sentimental que siento al no poder seguir escribiendo y luchando por la libertad de Cuba, pongo fin a mi vida”. De esta forma, tan directa y sin rodeos, se iniciaba la carta de despedida que el escritor Reinaldo Arenas dejó para su entorno justo antes de ingerir el cóctel de pastillas y alcohol que le llevarían a claudicar ante la vida. Así finalizaba un interminable periplo de diez años que le había llevado a vagar fuera de las fronteras de su amada isla por culpa del exilio político que se vio forzado a iniciar en el año 1980.

Cuatro años después de esta marcha, Arenas publicaba Arturo, la estrella más brillante, una de sus obras más crudas y menos conocidas. La novela cuenta la historia real de un preso de los campos de concentración del régimen castrista, aquellos lugares que pretendieron “reeducar” a miles de homosexuales cubanos a base de sufrimiento, maltrato y trabajos forzados: “(…) antes de amanecer era dado el grito ‘de pie’ al que generalmente se le anexaba la palabra ‘maricones’; todos en menos de cinco minutos debían levantarse, vestirse, desayunar y estar listos para partir rumbo al campo de trabajo, ya en la guardarraya se distribuía ‘el personal’ como decía el jefe de la brigada para no verse obligado a utilizar la palabra ‘hombres’; (…)”, se relata en la obra, escrita en una única frase, sin un solo punto.

Reinaldo Arenas estuvo muy cerca de ser otro más de aquellos internos. Y eso que en sus inicios había apoyado activamente la revolución de Fidel Castro, ya que vio con esperanza las promesas de aquel joven abogado que quería liberar a su país de la dictadura de Batista. Pero en los años 70, con las medidas de castigo a homosexuales junto a la previa aparición en 1967 de Celestino antes del alba, única novela publicada en la isla, y El mundo alucinante (1969), el autor sería señalado como enemigo del régimen. Esto le obligó a huir y a vivir en clandestinidad hasta que fue apresado y encerrado durante dos años en la cárcel de El Morro, acusado de tener ideas anticomunistas y de mantener relación con la cultura homosexual de La Habana.

Una vez que por fin consigue escapar de Cuba, ya que hubo varios intentos fallidos, se instala en Miami y más tarde en Nueva York, aunque ya nunca volverá a ser feliz, arrastrando una insondable melancolía. A este profundo sentimiento de desarraigo se le une un diagnóstico de VIH tan tardío que la enfermedad del sida ya se había desarrollado y se encontraba en un estado muy avanzado: “He visitado decenas de médicos y para todos es un enigma. Se atienden las enfermedades relativas al sida, pero el sida parece más bien un secreto de Estado”, escribía Reinaldo.

A partir de ese momento, su único afán sería el de conseguir mantenerse con vida para terminar sus memorias, Antes que anochezca: “Óyeme lo que te voy a decir, necesito tres años más de vida para terminar mi obra, que es mi venganza contra casi todo el género humano”, cuenta que le pidió a la foto del también escritor cubano Virgilio Piñera, fallecido en 1979. Finalmente, no se sabe si por la intercesión divina de su amigo, consigue terminarla cuatro meses antes de su muerte.

En esta obra se cuenta, entre otras cosas, cómo Reinaldo vivió su sexualidad de forma abierta, y ni siquiera tuvo reparos a la hora de hablar de las visitas a los urinarios públicos, lugar en el que los hombres gais mantenían encuentros sexuales furtivos y, a veces, eran convertidos en el único espacio seguro para la relación entre iguales: “Hacía unos meses había entrado en un urinario público, y no se había producido esa sensación de expectación y complicidad que siempre se había producido. Nadie me había hecho caso, y los que allí estaban habían seguido con sus juegos eróticos. Yo ya no existía”, cuenta en el prólogo de las memorias.

Aunque la muerte de Reinaldo tenía visos de ser casi inminente, el autor cubano decidió adelantar la marcha. El 7 de diciembre de 1990 se escapaba del hospital en el que estaba internado, se encerraba en su apartamento de Nueva York y escribía la ya mencionada carta final antes de ingerir la mezcla de alcohol y pastillas: “Cuba será libre. Yo ya lo soy”, afirmó para dar por concluido, de forma voluntaria, el último capítulo de su turbulenta vida.

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Comentarios

  • Los 20 libros LGTB+ que más nos emocionaron en 2023

    Por Los 20 libros LGTB+ que más nos emocionaron en 2023, el 16 enero 2024

    […] Casi cuatro décadas después de que viera la luz por primera vez, la editorial Sigilo rescata uno de los libros menos conocidos del cubano Reinaldo Arenas. Una dura obra que narra la historia de los presos de los campos de concentración castristas para la reeducación de homosexuales, tal y como nos contó Carlos Barea en este artículo. […]

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