¿Resistimos o nos rendimos a un destino catastrófico?

Emmanuel Cappellin, director del documental ‘Once You Know’.

Como un barco que se adentra en la tormenta, hoy nuestra civilización industrial se enfrenta a los primeros síntomas del agotamiento de la energía y de un colapso inducido por el cambio climático. ¿Hay mejores formas de acabar con nuestro propio planeta? Es la pregunta que lleva haciéndose Emmanuel Cappellin desde que tomó consciencia de la huella negativa que genera el ser humano en la Tierra. En su documental ‘Once You Know’, que hemos podido ver en el festival Another Way Film Festival, que termina este viernes, el director trata de responder a estas preguntas desde una perspectiva personal y colectiva.

“¿Es mejor morir mirando a la muerte a los ojos y en consciencia con el proceso que decidamos seguir? Vivimos en un momento difícil, pero prefiero ser parte del cambio y huir de esa comodidad psicológica y material de la que disfrutan todas las sociedades”, nos cuenta Emmanuel Cappellin, director del documental Once You Know. Hace un par de días, este joven director se encontraba en medio de una ocupación para bloquear la destrucción de tierras fértiles a las afueras de París. Por suerte, en El Asombrario hemos podido tener un larga y reflexiva charla con él sobre su ópera prima antes de su próximo viaje.

 “Todo comenzó sin darme cuenta, tres años antes de que empezara a preparar el documental. Me encontraba en Australia como asistente de cámara para un documental sobre refugiados ambientales cuando conocí a una pareja de científicos que estudiaban los corales en Australia. En ellos pude ver que existía una especie de conocimiento tóxico que afectaba a sus vidas en el día a día”, relata Cappellin. “Se trataba de una pareja que no podía hablar del cambio climático con su hijo, que tenía depresiones a menudo, ni con una hija que había dejado la escuela. “¿Para qué, si no hay futuro?”, decía. No entendía qué estaba pasando en aquella familia. Al principio me parecía algo muy particular, pero luego descubrí que eran los primeros síntomas de un proceso social mucho más largo y profundo. La única diferencia es que esta familia sabía. Fue la primera vez que asistí a un tipo de ecoansiedad que nunca había visto antes”, cuenta.

Ante este “conocimiento tóxico” que iba tomando forma en la cabeza del director, Cappellin se obsesionó sobre la idea de qué estamos haciendo en realidad, como sociedad, frente a lo que está por llegar. En aquel entonces, este joven director recapacitaba sobre la pregunta: “¿Contaremos en el futuro historias de resistencia o simplemente de cómo nos rendimos ante un destino catastrófico?”. Su búsqueda de respuestas lo ha llevado a emprender un largo viaje por el mundo para conocer a cinco de los principales científicos climáticos y expertos en energía del mundo. Comparten con él la verdad, el caos y la esperanza en su trabajo. Y, a su vez, le permiten desafiar todo lo que este dio por sentado, desde las democracias basadas en el crecimiento hasta las libertades personales.

“No tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Hace ocho años no era director de cine y tuve que aprenderlo todo. Me costó mucho trabajo encontrar el enfoque que quería darle al documental, que era alejarme de los tópicos cinematográficos que siempre vemos, como las típicas imágenes de huracanes y tifones, y darle una visión más personal e interna”, explica el director. “Cuando el productor leyó mi guión me dijo que era una buena idea para un libro, pero no para una película. Fue una labor muy difícil para mí y la solución que encontré es que cada personaje fuera una etapa de ese proceso de ‘conocimiento tóxico’: la tristeza, la rabia, la valentía, la impotencia… Cada experto es una escalera para alcanzar el saber, para conocer”, señala Cappellin. 

Para financiar el documental, Cappellin lanzó una campaña de Kickstarter, una plataforma de crowfunding. En poco tiempo se generaron más de 60.000 euros en donaciones on line. Un ejemplo de cómo el espíritu y la acción ciudadana pueden marcar la diferencia: una manera de decirle al mundo que la sociedad no se siente cómoda por cómo se están haciendo las cosas y que son más conscientes de los problemas que nos acechan de lo que pensamos. No obstante, el presupuesto de la película llevó al director a poner una gran suma de dinero de su bolsillo, utilizando los ahorros que tenía guardados para su propia casa. Actualmente, aún no ha conseguido recuperar el total del presupuesto que se empleó para rodar la película y, a día de hoy, su organización continúa con la campaña de crowdfunding.

“No salvamos al mundo con documentales. Solo nos salvamos a nosotros mismos con cualquier tipo de arte. El problema con el clima es que nos falta un punto de inflexión emocional. El saber intelectual es solo el principio del camino, pero después necesitamos entenderlo y sentirlo”, responde Cappellin a la pregunta de si el cine puede ser un altavoz que conciencie al mundo sobre los problemas reales del cambio climático. “Se necesitan comprensión emocional y comprensión política. Y el cine es sólo pura comprensión emocional. Por eso soy el personaje principal del documental. Necesitamos identificarnos de alguna manera con algo o alguien para unir nuestras emociones y llevarlo después a un plano de identidad general”, señala el director.

Frente a un pronóstico tan sombrío, es fácil sentir que los esfuerzos individuales para reducir el consumo de energía o ser más sostenibles son inútiles, especialmente cuando nuestros líderes mundiales parecen no estar dispuestos a tomar medidas significativas. Por eso la película de Cappellin es tan importante. En un momento en el que muchos de nosotros nos sentimos impotentes, Once You Know nos ofrece una especie de estrategia de resistencia: Juntos, venceremos. “La razón por la que vivimos en una época oscura es porque vivimos a la sombra de las catástrofes que están por llegar. No hablamos sobre ellas, pero sabemos que están de camino”, explica el director. “Nuestros dirigentes no tienen mucho coraje, pero sucede lo mismo con el pueblo. Creemos que es mejor no hablar de ello y aprovechar estos años de comodidad psicológica y material, y cuando vengan los problemas ya intentaremos solucionarlos. Ese pensamiento de que anticiparnos al derrumbe robaría a la gente ese preciado confort psicológico que disfrutan ahora es lo que nos va a llevar al desastre”.

En el documental, el director no pretende inventar por arte de magia algo que nos ayude a superar todas las consecuencias del cambio climático. Él, al igual que muchos expertos, admite que puede que ya sea demasiado tarde para que podamos evitar un desastre económico y un colapso derivado del agotamiento de la energía. En cambio, en su película sí podemos centrarnos en la capacidad colectiva para enfrentar los desafíos que nos esperan. “Lo que es extremadamente peligroso es que este fenómeno ocurre en una sociedad individualizada”, decía Cappellin en una entrevista antes del estreno del documental. Y añadía: «Tendremos que recurrir a entidades políticas más pequeñas, como las comunidades y el biorregionalismo».

Por eso su odisea alrededor del globo lo devuelve a Saillans, un pequeño pueblo francés perdido en las montañas, donde reside con su mujer y su hijo. En las imágenes del documental vemos que se trata de un oasis en medio del caos mundial. Un espacio donde todo vuelve a ser posible: tener un hijo, redefinir cuestiones de justicia social, implementar la democracia participativa o iniciar una transición energética. Los primeros pasos, quizás, hacia una especie de resiliencia colectiva.

“No pienso que podamos cambiar todo de la noche a la mañana, pero sé que esos cambios van a imponerse cuando nos falte la energía. La relocalización será algo necesario en nuestras vidas. Es un pensamiento idealista y una utopía en la época de la globalización, pero creo que ahora existe una pulsión increíble y que la energía fósil no va a durar mucho tiempo a esta escala. Este sueño y modelo económico están muriendo poco a poco. Aquí en Saillans, por ejemplo, tengo control sobre mis relaciones sociales, sé de dónde viene mi energía o qué es lo que como cada día y de dónde proviene. Es un proceso que todo el mundo debería experimentar, cuenta el realizador francés.

Al final de su viaje, Cappellin reflexiona: «¿Qué traemos de vuelta de nuestros viajes mentales diarios al futuro? ¿En quiénes nos convertimos una vez que regresamos a nuestro presente, con nuestras familias, comunidades, estructuras y políticas? Dentro de la tensión, la belleza, el dolor y las luchas de nuestra era se encuentran las decisiones que cambiarán la vida que queremos tener, ya sea usted un padre, un alcalde, un empresario o un ciudadano. Esto es lo que decidirá si el ser humano va a ganar la apuesta más importante de nuestras vidas. ¿Qué harás tú una vez lo sepas?”.

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