Revista ‘Quercus’, una valiosa superviviente de una especie en extinción

aguila perdicera

VENTANA VERDE

Están a punto de publicar su número 333. La revista ‘Quercus’ ha logrado sobrevivir al huracán que en la última década se ha llevado por delante a las publicaciones especializadas en medio ambiente. Su director, Rafael Serra, nos habla de este raro y valioso ejemplar de nuestra biodiversidad.

RAFA RUIZ

Toda una especie en extinción. La revista mensual Quercus, centrada en la información y protección de la biodiversidad, es la gran superviviente en kioscos del ecosistema de publicaciones de divulgación ecológica españolas. Hubo un momento, allá por los años noventa, que las revistas de este tipo se defendían bien en el catálogo de publicaciones especializadas. Pero ahora Quercus se ha convertido en todo un símbolo de profesionalidad, de resistencia frente a viento y marea (y torbellinos y huracanes), de supervivencia. Con una plantilla austera, compuesta por tres periodistas más una persona encargada de Publicidad,  sigue despachando aún una honrosa tirada de 16.000 ejemplares a 3,90 euros, sobre todo entre biólogos, médicos, veterinarios, forestales, profesores de Bachillerato y Universidad… El 90% de sus contenidos son elaborados por los propios investigadores, de manera que la revista se ha convertido en un altavoz importante para la publicación de trabajos científicos relacionados con la biodiversidad. Sus responsables a veces han sentido la tentación de virar hacia contenidos más comerciales, de divulgación, intentando llegar a un público más amplio; pero, visto lo visto, lo sucedido con otras revistas verdes, ahora se alegran de haberse mantenido siempre fieles a esos principios con los que se fundó. Frente a tanto oleaje, la estabilidad de la pequeña barca les ha mantenido a flote.

En noviembre publicarán algo my grande: su número 333. Por eso hemos querido traer hoy esta revista a nuestra sección.

«Nos defendemos como gato panza arriba», nos explica su director, Rafael Serra. «En suscripciones y venta en kiosco apenas nos hemos resentido; pero lo que sí ha caído en picado ha sido la publicidad, que ahora se limita prácticamente a los extras que realizamos en colaboración con comunidades autónomas y ONGs. En redes somos muy activos en Facebook y Twitter. Estamos además en las plataformas de kiosco digital; pero en la web prácticamente lo único que damos son reseñas de los reportajes publicados en la revista en papel».

La revista fue creada en diciembre de 1981 con carácter trimestral por un pionero del ecologista en España, Benigno Varillas, junto a Teresa Vicetto. En junio de 1988 pasó ya a ser mensual. Y desde 1998 pertenece al grupo editorial América Ibérica, que publica revistas especializadas, sobre todo en actividades al aire libre.

Rafael Serra pinta el panorama de actividad tan escasa en torno a la información ecológica especializada: «Yo en estos temas veo ahora un paisaje sombrío, en paralelo al desencanto con la política. El movimiento ecologista echó a andar en España aprovechando el entusiasmo de la Transición por hacer las cosas de otra manera. Pero tres décadas después, como que se quedó sin savia nueva, sin aportar nueva energía; se mantiene ahí, un poco por inercia, pero yo creo que sin el entusiasmo de los primeros tiempos, y no veo a las nuevas generaciones muy por la labor de una defensa auténtica de los postulados del ecologista. Los más jóvenes se limitan a una declaración superficial de respeto a la naturaleza y al planeta, pero sin que ello suponga un trastoque en su forma de vida, entonces ya dan un paso atrás».

¿Y desde las Administraciones? «Nunca las vi con un compromiso claro y profundo con el medio ambiente; actúan solo empujadas por campañas concretas en torno a un tema; entonces sí, a veces reaccionan, pero como respuesta a una preocupación ciudadana con mucho eco; si no, por lo general, motu proprio, siempre suele ser en la dirección negativa, como ahora desmontando mucho de lo logrado, como la protección de la costa».

Foto: Colección de Fauna Marina del Centro Oceanográfico de Málaga

Ya apuntando a temas concretos, Serra señala como especialmente preocupante la rápida pérdida de biodiversidad en nuestro país: «Todos los estudios científicos señalan que estamos asistiendo a un cambio en la biosfera que, por su calado y su rapidez, no tiene antecedentes en ningún registro fósil».

Y dentro de esa oscuridad, Quercus sigue sirviéndonos de faro, de luz en la que confiar.

¿Los principales temas de vuestro número de octubre? «Las setas en Aragón, de una diversidad valiosísima. El inventario señala 2.800 especies de hongos en esa comunidad, que, además, sabe apreciarlas gastronómicamente, como los vascos y los catalanes. El otro gran tema son las relaciones de competencia entre el águila real y el águila perdicera, que comparten los mismos intereses en presas, zonas de nidificación y zonas de expansión de los juveniles».

Entre sus piezas de los últimos números, reportajes sobre la gaviota sombría, «la nueva reina del invierno en Madrid» y la invasión de las polillas gamma de este verano, más el seguimiento especial que realizan de cuatro grandes lacras a nivel nacional: el uso ilegal de venenos en el campo con la consiguiente mortandad de especies protegidas, los cultivos transgénicos, las especies invasoras que ponen contra las cuerdas a otras autóctonas y las artes de pesca esquilmadoras.

¡Suerte con el 333!

Foto del Águila Perdicera de Juan Luis Muñoz

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Comentarios

  • José Luis

    Por José Luis, el 17 septiembre 2013

    ¡Larga vida a la revista Quercus, y a los profesionales que la sustentan!

  • Ricardo

    Por Ricardo, el 17 septiembre 2013

    Yo no creo que el problema este en la falta de interés de los ciudadanos por los temas de ecología o de naturaleza en sí. El problema es que muchas de estas noticias de tipo catastróficas, deshielo de los polos, agujero de ozono, desaparición de especies, etc., afectarán a la especie humana dentro de dos o tres siglos y los ciudadanos prefieren preocuparse de lo cotidiano, de aquello que las afecta o puede afectar hoy, mañana o pasado. Por lo general lo futuro es eso, del futuro – ya lo arreglarán nuestros descendientes- y lo preocupante es la enfermedad que nos desanima, la falta de alimentos o de agua potable para los nuestros, el paro que nos hunde en el fango o la corrupción, ante la que nos sentimos marionetas movidas por los cuatro desgraciados de siempre, esos que manejan los hilos. Pero no hay otra causa por la que no nos preocupe más la ecología, aunque también es cierto que ciertas actuaciones de estos grupos han dejado mucho que desear en cientos de ocasiones al impedir el desarrollo humano y social por proteger no se sabe que mosca cojonera.

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