“En el caso Rocío Wanninkhof se asumió que ser lesbiana era malo, un trastorno”

Detención de Dolores Vázquez en otoño del año 2000, por el asesinato de la joven Rocío Wanninkhof, que no cometió.

La joven Rocío Wanninkhof desapareció el 9 de octubre de 1999 y 25 días después fue hallado su cadáver con muestras de haber sufrido una brutal agresión. Un jurado popular declaró culpable del asesinato a Dolores Vázquez, pareja sentimental de la madre, Alicia Hornos. Con esta mujer en la cárcel, en 2003 se produjo otro crimen, el de Sonia Carabantes. Ambos casos se relacionaron gracias al testimonio de una británica de origen chileno, que alertó a la policía de la peligrosidad de su ex marido, Tony King, finalmente considerado el auténtico culpable de ambos crímenes. La cineasta y escritora Tani Balló, empeñada en reescribir la historia reciente de nuestro país desde una perspectiva de género, ha llevado ‘El caso Wanninkhof-Carabantes’ a la pantalla.

Y lo ha llevado para denunciar la lesbofobia que existía en España y que condicionó la sentencia contra Dolores Vázquez, los errores de la investigación policial y del juicio penal, la lamentable participación en todo ello de los medios de comunicación y, por supuesto, la existencia trágica de los asesinatos machistas.

La película documental El caso Wanninkhof-Carabantes, que se estrena este miércoles 23 de junio en Netflix, es una necesaria reflexión –nacida de una meticulosa investigación– sobre esta sociedad patriarcal, sus prejuicios y los instrumentos que se emplean para mantenerla con vida. Una mirada indispensable, la de Tania Balló, autora del felizmente conocido proyecto documental Las Sinsombrero.

Cuando Dolores Vázquez fue condenada, ¿recuerda qué estaba haciendo usted?

Sí, estaba estudiando cine. La detención de Dolores Vázquez es uno de mis recuerdos televisivos, como la muerte de Lady Di, el ataque a las Torres Gemelas y los asesinatos de las niñas de Alcàsser. En el caso de Dolores Vázquez me acuerdo que había algo en el tratamiento televisivo que me perturbaba profundamente. Seguí toda la historia hasta el final y lo recuerdo impactada. En ese momento entendí que el que Dolores Vázquez fuera lesbiana había sido un agente necesario para convencer a la opinión pública de su culpabilidad.

¿Cuándo decidió que quería llevar esta historia al cine, qué pretensión inicial tenía?

Quería hacer un largometraje, con análisis y crítica, cine social, nada de una película de sucesos.

La película habla de muchas cosas, una esencial, la sentencia injusta contra Dolores Vázquez. Sin embargo, no está su testimonio, ¿por qué?

Una premisa en mi forma de trabajar es que hago las películas con lo que tengo. Sabía que no iba a tener a Dolores Vázquez y me parecía bien no tenerla. La película no la necesita y con su testimonio sería otra película diferente.

¿Hoy la opinión pública caería en la siniestra trampa de la lesbofobia?

Creo que no, creo que hoy no lo permitiríamos, no permitiríamos el juicio social a una mujer por ser lesbiana. En aquel momento el movimiento LGTBI no estuvo a la altura, hoy sí lo estaría. Y habría una alerta social ante el papel de los medios de comunicación, nos daríamos cuenta de que se estaba vulnerando un derecho fundamental y que sería una falta de ética asumir la culpabilidad por el prejuicio de homofobia. Nos daríamos cuenta de la forma en que se trata la vida de una persona por el hecho de ser lesbiana. Entonces, cuando ocurrió, todavía vivíamos en una sociedad en la que se asumía que ser homosexual era malo, un trastorno.

El papel de los medios de comunicación no está tan claro, ¿no?

¡Tengo tantas ganas de pensar que no sería así! ¡He leído cosas tan bestias! Siento la necesidad de creer que 20 años después algo hemos aprendido, aunque hay casos que demuestran que no es del todo así. Pero seguro que seríamos más reactivos a la evidencia de esa homofobia.

¿Y las redes sociales?

Las redes sociales tienen una parte muy positiva que es dar voz a los que no la tienen y sirven para señalar muchos problemas. En las redes sociales hay un espacio para la disidencia.

Tania Balló, directora del documental ‘El caso Wanninkhof-Carabantes’.

Por desgracia, lo que no ha cambiado es el asesinato machista.

No ha cambiado, no, por desgracia. Ni aquellos fueron los primeros crímenes de género ni los últimos.

Todavía en televisión se hablaba de ‘crimen pasional’.

Sí y ese fue el error fundamental, creer que se trataba de un crimen pasional. Los crímenes pasionales van acompañados siempre de un relato, son ejecutados por alguien cercano y los motivos son celos, odio, venganza, posesión… Cuando asumieron eso dejaron de investigar la línea del agresor sexual, que fuera un asesinato por azar. Por supuesto eso hubiera conllevado el pánico social, porque todas las mujeres serían víctimas posibles y se crearía un caos social. Pero yo no quiero pensar que ese error se cometiera deliberadamente para tapar evidencias.

¿Dolores Vázquez no ha recibido indemnización ni un gesto de perdón público?

Estuvo en pleitos porque pedía una indemnización más allá de la que le correspondía por los días que estuvo en la cárcel. Se tuvo que ir de España y estuvo fuera 18 años; aquí no le daban trabajo. No ha habido ninguna escenificación institucional de perdón. De ella, lo más impactante fue su dignidad, decidió no entrar en el juego, ella no tenía que demostrar que era inocente. En su momento rehusó la indemnización que le correspondía para seguir peleando.

¿Qué no estaba usted dispuesta a hacer en la película?

Revictimizar a las víctimas. Había líneas rojas que no estaba dispuesta a pasar. La cinematografía tiene que aprender a no revictimizar.

El testimonio de la ex mujer de Tony Alexander King es muy turbador, ¿cómo consiguió que hablara ante la cámara?

Buscamos a Cecilia hasta que, por fin, la encontramos, porque es un personaje clave. La sombra de King en su vida es inmensa. Ella todavía tiene miedo. Cuando hablé con ella le dije varias veces que no esperaba nada de ella, que solo contara lo que quisiera. Fue complicado, ella ha tenido una vida trágica y lo que contó a la cámara era muy fuerte. Quería presentar su personaje sin ningún artificio y sin sombra de duda de que vivía en pánico. Es una víctima más.

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