Saludamos 2022 con las mejores miradas de aves

Fotografía de un charrán patinegro titulada ‘Una mirada al Cantábrico’, finalista del FotoAves 2021 de SEO/BirdLife. Foto: Egoitz Ikaza.

Como el Nuevo Año es el de los dos patitos, en ‘El Asombrario’ queremos estrenar 2022 por todo lo alto. Levantamos el vuelo con la mirada de las aves. Con la mirada fija y poderosa de un águila imperial ibérica en vuelo. O la amarilla del alcaraván, que destaca sobremanera por encima de cualquier parte de su cuerpo. Ojos, miradas, que se han premiado en el último concurso de FotoAves que organiza la Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife). El ganador de esta edición ha sido ‘El galán del llano’, la imagen del macho de hubara de cortejo en Fuerteventura.

“No se busca la imagen de un ave espectacular, de mucho colorido, y de hecho descartamos muchas fotos de este tipo, sino el mérito fotográfico, un instante único, que tenga mensaje, sacarle partido a situaciones complicadas, difíciles de captar, sobre todo entre unos modelos que no son personas, que no te lo ponen nada fácil”. Así se expresa Luis Martínez, la referencia fotográfica en SEO/BirdLife, técnico del Área Social y uno de los responsables del concurso FotoAves. Al observar las fotos premiadas en esta última convocatoria ves ese mensaje de futuro poco halagüeño en El sonido del bosque, con el urogallo; el instante único en el Pez volador, con el martín pescador, y las situaciones difíciles de captar en El galán del llano, con la avutarda hubara.

Yo he visto hubaras en Fuerteventura, como siempre dejándome guiar por gente experta y sensible con el territorio. Bien es cierto que ese día fue otra compañera periodista de El Asombrario, Pura C. Roy, la que dio primero con el corretear nervioso de un ejemplar tras un intento infructuoso entre uno de los llanos en los que se las suele ver.

El ganador de esta edición de FotoAves ha sido ‘El galán del llano’, la imagen del macho de hubara de cortejo en Fuerteventura. Foto: José Juan Hernández.

Foto finalista de un águila imperial el pleno vuelo. Foto: Tomás Calle.

“Para intentar retratar ese momento de la hubara, en pleno corretear del cortejo, mostrando todo el esplendor de su plumaje, me tuve que semienterrar con un hide (escondite); cavé de noche y luego me metí en él muy temprano por la mañana”, recordaba José Juan Hernández, autor de la foto ganadora, en las recientes Jornadas Ornitológicas organizadas por SEO/BirdLife. “La técnica del barrido, en lugar de congelar el movimiento, es muy complicada, pero refleja muy bien el momento”, apostilla Martínez.

Y el ojo queda a la vista. “Claro, tienes que usar la velocidad adecuada para que el ojo no salga movido”, añade el fotógrafo ganador. Ese ojo entrevisto en plena colisión del barrido y el despliegue del plumaje fijan también la mirada de quien observa esta obra.

El ojo de los animales en la fotografía de naturaleza es algo que se cuida mucho porque es parte esencial de la expresión corporal y lo que denota fácilmente si una foto está movida o desenfocada.

Urogallo negro y martín pescador azul eléctrico

Poco se le ve el ojo al urogallo de la foto galardonada con el primer accésit: El sonido del bosque, de José Manuel Castrillo. Pero está ahí, tan oscuro como el resto del cuerpo y de la fotografía. “Quería transmitir el futuro tan oscuro e incierto que tiene en España la especie”, señala Castrillo.

Accésit del fotógrafo Sebastián Molano. ‘El pez volador’, un martín pescador en plena acción.

Se titula ‘Cara a cara’ y son dos garcetas comunes fotografiadas por Francisco Javier Sánchez.

Yo nunca he visto al urogallo. Lo podía haber observado en un escenario completamente diferente al que muestra la imagen de Castrillo. Una nevada intensa en Oseja de Sajambre (León) durante otro viaje para periodistas impidió que nos adentráramos en su territorio y además empleamos parte del tiempo en empujar las furgonetas que se quedaron atascadas en el puerto del Pontón.

Todo lo contrario en cuanto a avistamientos me ha ocurrido con el protagonista del segundo accésit, el martín pescador de la imagen de Sebastián Molano titulada Pez volador. No se me olvida la primera vez que lo identifiqué por mí mismo, sin que mediara la advertencia de nadie, pasando como un rayo azul metálico entre uno de los canales del Delta del Ebro. ¿Qué dice el jurado de FotoAves sobre el Pez volador?: “Es difícil que la imagen de un martín pescador destaque entre las decenas que llegan cada año a FotoAves mostrando la especie. Sin embargo, esta fotografía lo consigue gracias al efímero instante captado, ese momento mágico de una acción que transcurre en milésimas de segundo en el que el pez parece flotar ingrávido en el pico del ave”. Dice Molano: “Tengo que agradecer a mi hija su insistencia en querer tener una fotografía del martín pescador para verlo de cerca”. Los ojos del pez y casi el de reojo del ave centran la atención de ese “instante único”.

Aunque no sean tan protagonistas, hay muchos más ojos en los otros dos accésits: La panda de pingüinos rey, de Pau Núñez, y el Cara a cara de garcetas comunes, de Francisco Javier Sánchez. En el primer caso me llama mucho la atención cómo refulge el amarillo-naranja del pecho y la cara de los pingüinos dentro de una imagen casi en blanco y negro. En el segundo, el salto acrobático de las blancas garcetas remite a bailarinas en plena función de El lago de los cisnes. “Me encanta recrearme con la atmósfera de la fotografía, meterme en ella y sentarme tranquilamente a contemplar sus infinitas posibilidades”, dice Sánchez.

‘La panda’ de pingüinos rey de Pau Núñez.

Nube de estorninos fotografiada por Aitor Badiola Manero.

Y a mí me encanta ese salto, la otra garceta y el morito como que pasaban por allí, y los dibujos que pintan las gotas de agua.

Entre el resto de imágenes finalistas me quedo con el alcaraván. Su autor, Javier Lafuente, titula la foto precisamente El ojo. No me extraña, ha captado al detalle ese grueso anillo ocular que rodea al ojo, el mismo que a mí me facilita la difícil localización de la especie, sea en la parte portuguesa de la desembocadura del Guadiana o en las lagunas de Meco en Madrid.

Otra imagen finalista se titula Una mirada al Cantábrico, la que ha captado Egoitz Ikaza de un charrán patinegro. También llaman la atención las miradas del Zorzal alirrojo entre ramas rojas, de Miguel Vallespir; la de uno de los cuervos de Cortejo en la nieve, de José Manuel Grandío; y, especialmente, la del Águila imperial en vuelo, de Tomás Calle.

Faltan más fotógrafas de naturaleza

Entre el resto de las fotos finalistas hay de todo: grulla, herrerillo capuchino, cuco común, chorlito carambolo, estornino pinto y pico picapinos. Lo que no hay son mujeres detrás de las cámaras. Ni una entre las premiadas. “Las fotos vienen sin nombre, por lo tanto el proceso de selección es a ciegas y, efectivamente, el sesgo de género es muy acusado, aparecen pocas o ninguna mujer”, afirma Luís Martínez. Es algo intrínseco a los concursos de fotografía de naturaleza. Por ejemplo, entre las 100 fotografías que obtuvieron algún tipo de reconocimiento en el más prestigioso certamen de este sector, el Wildlife Photographer of the Year del Natural History Museum británico, solo seis están tomadas por mujeres.

En la edición de FotoAves de 2020 sí hubo fotografías premiadas realizadas por mujeres, en concreto dos accésits y una finalista. Entonces el tema fueron las aves más cercanas a nuestro entorno cotidiano. “La explicación”, añade Martínez­, “puede tener un origen cultural asentado en el machismo, y que se ve también en el mundo de la ornitología, ya que es una afición que desde muy jóvenes requiere a veces salir en solitario, por el campo, incluso de noche, y eso tradicionalmente en la mujer no estaba bien visto, y además, desgraciadamente, sigue siendo un riesgo”.

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