Salvemos los humedales para cuidar nuestra salud y bienestar

Laguna de Santa Olalla en Doñana, seca en 2022. Foto: WWFEspaña.

POR ISAAC VEGA / WWF ESPAÑA

WWF-España y ‘El Asombrario’ colaboran un año más con una entrega mensual en torno a los grandes retos ambientales que tenemos planteados. En 2024, el eje de los artículos será el agua, elemento vital para todos; sin agua, no hay nada. El agua desde muy diversas perspectivas. La situación, además, es preocupante; España está atravesando un periodo de sequía en pleno invierno. Así que arrancamos en febrero atendiendo a los Humedales, cuyo Día Mundial se celebró ayer. Este año, Naciones Unidas y Ramsar han puesto el foco en su importancia para el bienestar humano; de ellos obtenemos sustento, inspiración y resiliencia, y nuestro bienestar y futuro están ligados a la salud de los humedales. Por ello, debemos valorarlos y protegerlos; cada zona húmeda es importante y cada esfuerzo cuenta.

Pero no todos tienen la misma relevancia y duele mucho comprobar, bajo el prisma de la ciencia, lo crítica que es la situación en Doñana, el más icónico de nuestros espacios protegidos y el humedal más importante de Europa; tal y como acaba de evidenciar WWF en un exhaustivo informe multidisciplinar realizado en colaboración con una treintena de expertos. El tiempo se agota y las soluciones deben ser reales y urgentes.

Este último informe de WWF es una exhaustiva revisión de evidencias científicas sobre el deterioro actual de Doñana, realizada en colaboración multidisciplinar con 30 científicas y científicos del CSIC-EBD, IGME, CSIC-IEO y varias universidades. El documento Ciencia para Salvar Doñana alerta de que las actuales presiones han desencadenado un “efecto dominó” de pérdida de biodiversidad que está llevando a Doñana a un punto de no retorno.

Flamencos en sobrevolando el parque de Doñana en Cádiz. Foto: Diego López / WWFEspaña.

Flamencos sobrevolando el Parque Nacional de Doñana. Foto: Diego López / WWF España.

Todas las evidencias científicas apuntan a que la sobreexplotación del agua y el crecimiento irracional del regadío legal e ilegal, agravados por el urbanismo insostenible en Matalascañas, son las razones del deterioro de este humedal único en el mundo que están provocando la caída en picado de su biodiversidad.

El informe demuestra de forma indiscutible las principales pruebas científicas del colapso ecológico al que se enfrenta Doñana, entre las que podemos destacar cinco. La primera es que el humedal recibe cada vez menos agua. Salvo la cuenca alta del Guadiamar, la red fluvial del entorno de Doñana está en mal estado ecológico y es muy alarmante la disminución del 60% en los caudales circundantes del arroyo de la Rocina, que alimenta directamente a la marisma.

En segundo lugar, hay muy poca agua y la existente está muy contaminada por fertilizantes, herbicidas, compuestos farmacéuticos y vertidos urbanos. Por ello, 14 masas de agua se encuentran en mal estado químico según el Plan Hidrológico del Guadalquivir. Aunque estos problemas de contaminación deberían haberse resuelto hace décadas, se han incrementado y afectan a especies y a todos los ecosistemas.

El acuífero de Almonte-Marismas está en alerta roja y sobreexplotado. Se desconoce cuánta agua se extrae realmente del acuífero, pero la tercera evidencia científica concluye que se extrae más de la que se recarga. Décadas de sobreexplotación ligada a un modelo de producción agrícola industrial han provocado que el nivel de sus aguas subterráneas muestre mínimos históricos. De los 16 sectores del acuífero, ni uno está en situación de normalidad y 10 se encuentran en el nivel máximo de alarma.

La cuarta es contundente y dramática: más de la mitad de las lagunas peridunares han desaparecido y todas las lagunas temporales y permanentes, incluida la laguna de Santa Olalla, se han secado completamente en los dos últimos veranos.

Esta suma de impactos está provocando la quinta evidencia científica, una progresiva y alarmante disminución de la biodiversidad en Doñana, que está en “caída libre”. No llega suficiente agua, subterránea ni superficial, a los ecosistemas acuáticos y terrestres, y consecuencia de ello es la dramática reducción de indicadores clave: como la muerte de alcornoques centenarios; la pérdida de anfibios, que han pasado de una media de 4,3 especies por km2 en 2003 a 2,5 especies/km2 en 2021; la desaparición de 28 especies de libélulas y caballitos del diablo en los últimos 40 años; o que el número de aves censadas por la EBD, en enero de este año, ha contabilizado una tercera parte de la invernada en un buen año, destacando los 9.588 ánsares comunes, la cifra más baja de su historia.

Como explica Teresa Gil, responsable del Programa de Agua de WWF España, “hemos revisado toda la información científica disponible y hemos contado con los mejores expertos para demostrar de forma irrefutable cómo la contaminación de sus aguas, la sobreexplotación del acuífero para el cultivo de fresas o el turismo insostenible han deteriorado significativamente los hábitats y las especies propias de Doñana”. Y añade: “La ciencia es clara y se necesita voluntad política para poner en marcha acciones valientes e integrales que ataquen la raíz del problema y reduzcan la presión de la agricultura industrial que seca Doñana”.

Garceta en Doñana. Foto: Diego López / WWF España.

Demasiadas amenazas

En pleno siglo XXI aún persiste la idea errónea de que los humedales son terrenos baldíos y simples charcas con patos, en lugar de considerarlos como lo que son: ecosistemas de importancia crucial, fuentes de vida y de recursos naturales, de empleos e ingresos vitales para combatir el éxodo rural y que nos proporcionan bienestar y servicios ecosistémicos esenciales, especialmente importantes ahora con la emergencia climática; los necesitamos en buen estado de salud para adaptarnos a los efectos del cambio climático.

Además de una incomprensible falta de aprecio, sus principales problemas son el robo del agua y la sobreexplotación de los acuíferos que los alimentan, su desecación, colmatación y relleno para conseguir terrenos agrícolas y construir urbanizaciones, polígonos industriales y espacios de recreo, el cambio climático, las especies invasoras, su uso como vertederos ilegales, la contaminación por vertidos industriales, plaguicidas agrícolas y el plomo acumulado por los disparos de cazadores.

Biodiversos y muy amenazados

Los humedales pueden ser de agua dulce (llanuras de inundación y marismas, lagos y pantanos, estanques y turberas), salobre o salada (albuferas, deltas, estuarios, lodazales, marismas saladas, manglares, lagunas y arrecifes), continentales, costeros, naturales o artificiales (arrozales, estanques piscícolas y salinas), permanentes, temporales, estáticos o corrientes.

Todos ellos tienen un doble denominador común: el agua los alimenta y son una explosión de vida en preocupante regresión. A pesar de todos sus valores, no los cuidamos y los hemos convertido en el ecosistema más amenazado de La Tierra: están desapareciendo tres veces más rápido que los bosques y, por ello, una cuarta parte de todas las especies que viven en ellos están en peligro.

Nuestro consumo de agua y cómo lo hacemos hacen que cada vez haya menos agua para la naturaleza y está afectando de forma muy dramática y acelerada a las zonas húmedas. Ya hemos degradado y perdido cerca del 90% de los humedales del planeta y solo en el último medio siglo hemos destruido un 35%.

Origen de una concienciación cada vez más necesaria

Para dar voz a los humedales, al agua que los alimenta y a la multitud de especies de los habitan y dependen de ellos, en torno al 2 de febrero, millones de personas de todo el mundo se unen en una campaña internacional de concienciación para celebrar el valor y la belleza de las zonas húmedas de nuestro planeta. Una llamada de acción a países y personas en favor de estos entornos naturales extraordinariamente productivos, cuya existencia está entrelazada con nuestra propia supervivencia.

Esta sensibilización nace del Convenio de Ramsar o Convenio relativo a los Humedales de Importancia Internacional especialmente como Hábitat de Aves Acuáticas, un tratado aprobado el 2 de febrero de 1971 en la ciudad iraní de Ramsar y en vigor desde 1975. En la actualidad, hay más de 2.400 Humedales de Importancia Internacional repartidos por todo el planeta y, en conjunto, cubren más de 2,5 millones de km2, una superficie mayor que México. El acuerdo cuenta con 172 países miembros, denominados Partes Contratantes, que celebran el Día Mundial de los Humedales desde 1997. Además, la Asamblea General de la ONU aprobó en 2021 una resolución para adherirse a la Convención y sumarse a esta celebración, y cerca del 90% de sus 193 Estados Miembros, son “Partes Contratantes” de la Convención sobre los Humedales.

Esenciales para la vida y nuestro bienestar

Vitales para la humanidad, los humedales proporcionan servicios que sustentan nuestro bienestar. Más de 1.000 millones de personas dependen de ellos para su supervivencia y nos aportan múltiples beneficios. Son una extraordinaria fuente de recursos y medios de subsistencia, suministran alimentos esenciales, filtran y depuran aguas contaminadas. Además de inspirar ricas culturas durante milenios, regulan el clima, nos protegen frente a tormentas e inundaciones, mitigan el cambio climático y absorben mucho carbono, sobre todo las marismas, turberas y los manglares cuando están bien conservados.

Son un excepcional oasis de vida donde, en algún momento del año o del día, se reúnen todos los seres vivos que dependen del agua para vivir. Son el hogar, el supermercado natural y el área de reproducción, descanso, invernada o dormidero para millones de animales pertenecientes a miles de especies, algunas en peligro de extinción y muchas únicas en el mundo. Sustentan mucha naturaleza y, a pesar de que sólo cubren el 6% de la superficie terrestre, en ellos viven y se reproducen el 40% de todas las especies de animales y plantas conocidas.

Búfalo cafre y pelícanos blancos en el lago Nakuru en Kenia.

Búfalo cafre y pelícanos en el Parque Nacional Lago Nakuru, Kenia. Foto: Peter Chadwick.

Guardianes de los humedales

Desde nuestros orígenes, hace más de 60 años, en WWF nos hemos convertido en los guardianes de algunos de los humedales más importantes del mundo: africanos como el Lago Nakuru (Kenia) y el Delta del Okavango (Botsuana), americanos como los Everglades (EE UU) y el Pantanal (Brasil) o asiáticos como los Sundarbans (India y Bangladesh) y los deltas costeros de Mai Po (Hong Kong). Y de espacios españoles tan emblemáticos como Doñana, las Tablas de Daimiel y el Mar Menor. Fuimos impulsores de la declaración como parques nacionales de los dos primeros, somos propietarios del corazón de la marisma de Doñana, estamos ayudando a restaurar algunos de ellos y siempre los hemos defendido de sus amenazas.

Objetivo: recuperar el esplendor húmedo

Cumplir los objetivos globales de biodiversidad, clima y desarrollo sostenible nos exige detener la pérdida de humedales y poner en marcha de forma urgente su restauración. Así, desde hace más de 20 años y en colaboración con Bulgaria, Moldavia, Rumanía y Ucrania, en WWF trabajamos en la recuperación del Corredor Verde Bajo del Danubio, los mil kilómetros finales del cauce del río Danubio, sus humedales y sus llanuras aluviales para proteger su rica biodiversidad y prevenir las inundaciones debidas al cambio climático, además de favorecer a las economías locales.

En WWF también participamos en la mayor iniciativa de restauración de ríos y humedales de la historia: el Desafío del Agua Dulce. Liderada por Colombia, Ecuador, Gabón, México, R.D. del Congo y Zambia, pretende restaurar para 2030 un total de 300.000 km de ríos (equivalente a dar más de 7 veces la vuelta a La Tierra) y 350 millones de hectáreas de humedales (una superficie mayor que la de India).

En nuestro país, ya hemos restaurado seis hectáreas de marisma en Trebujena, en el Estuario del Guadalquivir. El trabajo realizado ha consistido en la adecuación de las tierras, creación de islas artificiales y llenado del lucio. La marisma ha recuperado su biodiversidad y ya están nidificando numerosas especies de aves. Además, con fondos europeos y gracias al apoyo de la Fundación Biodiversidad, desarrollamos otras dos iniciativas. Por un lado, con el Ajuntament d’Alcúdia y la UIB en RestaurAlcúdia, que contribuirá a la recuperación ambiental de los humedales de Maristany y Estany des Ponts, una zona muy degradada pero de gran valor ecológico y social; y en Murcia con Resalar, que coordina la Fundación ANSE, para recuperar los valores naturales en 16 hectáreas de La Manga, restaurar una salina abandonada recuperando su actividad económica y dos espacios de dunas litorales invadidos por especies de plantas exóticas.

La situación de algunos de los humedales más icónicos del planeta es crítica. Para asegurar nuestro futuro y el de muchas especies debemos devolver la vida a estos ecosistemas clave y hacerlo ya, bien y de la mano de las comunidades locales. Es urgente y muy necesaria una reconciliación con la naturaleza y una concienciación global que promueva la valoración, restauración y conservación de los humedales con garantías de futuro. Abandonar y maltratar estos tesoros naturales, únicos e irreemplazables, no es una opción, y para muchos de ellos quizá sea su última oportunidad, y también la nuestra. Para empezar, ponte un calzado cómodo y regálate este fin de semana un buen paseo por la orilla de un humedal. ¡Disfrútalo y defiéndelo!

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