Sarah McCoy: “Nunca juzgaré a nadie por aceptar actuaciones en bares”

La cantante y compositora Sarah Mccoy. Foto: Anoush Abrar.

Tras ‘Blood Siren’, en 2019, la portentosa voz y marcada personalidad de Sarah McCoy, estadounidense afincada en París, nos ofrecen un segundo disco de altísima calidad, ‘High Priestess’. ‘El Asombrario’ ha hablado con ella, de su paso por bares de New Orleans y su desembarco en Europa, pasando por su afición por los cocodrilos. “A pesar de ser enormes dinosaurios mortíferos, me encantaría darle a uno un besito en la cabeza”. 

Nacida en Carolina del Sur en 1985 en el seno de una familia católica irlandesa, Sarah McCoy estudió piano clásico en su adolescencia. Cumplida la mayoría de edad, partió de viaje con una guitarra al hombro, se trataba de un viaje iniciático y de romper con el entorno familiar. Durante un lustro recorrió los USA, sin más preocupación que vivir la vida. En ese anhelado respiro fue descubriendo el poderío de sus cuerdas vocales. Estaba en New Orleans cuando decidió tomarse un alto, parar, asimilar y aprender. Tomó empleo en un piano bar y estuvo cinco años allí. En uno de sus pases coincidió con un cazatalentos francés que andaba oteando artistas para la edición de 2014 del prestigioso festival francés Les Nuits de l’Alligator. La contrató para ese y otras fechas por allí. Con ese primer concierto en Europa, consiguió llamar la atención. Tres años después se trasladaba con sus bártulos a la capital parisina, grabando su primer disco allí en 2019, que llevaba por título Blood Siren.

Este nuevo disco que hoy nos presenta nada tiene que ver con aquel debut, donde lo que gobernaba eran la voz y el piano de Sarah, sobrecogedoras canciones, orgánicas y envolventes. El que hoy nos trae, su segundo álbum, High Priestess, está al otro extremo de aquello. Sarah se ha vuelto a juntar al productor Renaud Letang (de Manu Chao o Bebe a Charlotte Gainsbourg o Luz Casal), para fabricar un disco donde la electrónica es la que manda, por supuesto siempre al servicio de la increíble voz de Sarah. En High Priestess, la norteamericana afincada en Europa deja claro que no hay límites a la hora de crear y crecer. La carismática artista atiende a El Asombrario mientras prepara el repertorio para su gira mundial de presentación.

¿Cómo ha sido el trabajo con Renaud Letang?

Renaud es una joya. No me sorprende lo tremendamente intuitivo que es. Si digo una mierda como «oigo dientes romperse sobre trozos de cristal», él encuentra el sonido que rompe algunos dientes. Aunque sea extremadamente profesional, siempre me deja tener mis arrebatos sin sentido. El tío tiene tanto corazón como talento, así que compartir esta parte de mi vida con él es tanto un placer como un honor.

Exploras nuevas sonoridades en este tu segundo disco, ¿cómo fue tomar esa decisión y arriesgar?

En realidad, no fue una decisión consciente, sino simplemente divertirme con un nuevo medio. Sentía que el solo piano y voz no iba a encarnar adecuadamente lo que sentía en ese momento. Supongo que evolucionar como artista siempre es arriesgado, porque la gente se imagina quién o qué se supone que eres para ellos, y ya está. Pero es más arriesgado no dejarse cambiar como artista. Lo digo porque el arte es una expresión de uno mismo y de la percepción. Así que, si estás cambiando y percibiendo cosas nuevas, como yo en aquel momento, quedarte artísticamente inmóvil sería traicionarte a ti mismo.

Dices que ‘Blood Siren’, tu disco debut, salió del lado oscuro, mágico y profundo de New Orleans. ¿Cómo fueron tus años allí?

Aunque la ciudad en sí tiene una historia turbulenta y un amenazador problema de violencia, siempre guardaré un lugar muy especial en mi corazón por los años que viví allí. Vivir allí era una moneda de dos caras, y creo que tuve suerte de que la mía saliera cara. Me forjé como intérprete tocando en The Spotted Cat. A menudo me encontraba con compositores y músicos que me parecían mucho más talentosos que yo, pero que simplemente molaban una barbaridad (Jason Butler, Julian Addisson, Salvadore Geloso, por nombrar algunos). Fui realmente afortunada allí, ¡en muchos aspectos inestimables! Vivía con dos de mis mejores amigos y me sumergía casi a diario en una creatividad salvaje y extraña. La gente exploraba constantemente las sublimaciones y se expresaba abiertamente en la calle, para bien o para mal. No puedo olvidar lo profunda que se volvió para mí la palabra amor desde que estuve allí (¡y no por razones románticas!).

Te mudaste a París, un gran cambio, sin duda. ¿Cómo fue ese cambio en lo profesional y en el día a día?

Sí, la respuesta a mi día a día en París contrasta bastante con mi respuesta sobre Nueva Orleans. Casi nunca me lo paso tan bien como en Nueva Orleans, pero en gran parte se debe a las barreras lingüísticas. Aunque hable francés, algunos días lo hago fatal porque estoy cansada o mentalmente preocupada. Aquí he tenido que tomarme más en serio a mí misma, algo que necesitaba. Puedo soñar un poco más y, la verdad, me han dado un espacio para cuidarme como nunca antes había podido. Sé que es un gran privilegio, y no se me escapa. ¡También puedo decir que l’apèro francés probablemente ha cambiado mi vida para siempre. (Risas).

Me gustaría comentar alguna canción. Dices que ‘High Priestess’ nace de algo mucho más personal y profundo, una autopsia de tu alma… ¿Nos cuentas el proceso?

Empecé a hacer psicoanálisis hace cuatro años. Ese proceso, a menudo muy incómodo, ha sido una disección continua y masiva de una misma. No importa qué tipo de terapia recibas, creo que hay mucha mierda de la que te das cuenta que necesitas admitirte a ti misma para sanar o crecer… O ambas cosas. Empecé el proceso pensando que sería como sacar el tapón de un desagüe o reventar un grano, una especie de alivio instantáneo, pero es más como sacar micro nudos de una bola gigante de pelo enredado de muñeca. El proceso es lento y, a medida que avanzo, es como si me despellejaran suavemente para descubrir lo que hay debajo. Este álbum para mí ha sido un poco como pelar esa piel.

‘Take it all’ me lleva a esos universos mágicos que creaba Morcheeba. ¿Lo sientes así?

¡La verdad es que no conocía a este grupo!, así que ha sido una buena oportunidad para conocer algo nuevo. La verdad es que no les veo demasiado parecido, pero eso puede ser mi propia ingenuidad respecto a su música. Sus arreglos parecen ser un poco más limpios, frescos y complejos, pero, en cualquier caso, tienen buen rollo, así que acepto el cumplido.

‘Oracle’ se sumerge en lo espiritual, en lo orgánico, al principio… para desembocar luego en un caleidoscopio de discretas sonoridades que nos llevan de Marruecos al futuro. Un mantra multicultural…

¡Wow! Me encanta que lo hayas llamado caleidoscopio de sonoridades. Eso es…, wow… ¡Gracias! Esta es en realidad mi canción favorita del álbum, y estoy bastante convencida de que nos va a costar unos cuantos errores hacerla bien en directo. En realidad, estamos tratando de averiguar la manera correcta de hacerlo. Pero sí, tiene muchos tipos de sonido que no aparecen necesariamente en la música popular. Quería que fuera realmente espeluznante y misterioso…, como ese rincón prohibido de la mente. Ojalá todos tengamos el valor, algún día, de mirar en ese lugar. Arrojar algo de luz ahí dentro, ¿sabes?

¿Por qué elegiste el piano como instrumento cuando te empezaste a formar?

¡No lo hice! ¡Tenía tantas ganas de ser guitarrista para poder unirme a una banda de metal y romperme el cuello haciendo headbanging, ja, ja, ja…! La historia larga es una historia dulce y triste, pero la historia corta es: un amigo cercano de la familia notó que me gustaba cantar para mí misma, y le preguntó a mis padres si les gustaría venir y quedarse con el piano de su difunta esposa. Así que condujeron hasta Nueva Jersey para traerme este piano… Aunque, ahora que lo pienso, apuesto a que sólo la gasolina costó lo mismo que un piano de Carolina del Sur… (Risas). Recibí clases por nueve dólares cada miércoles de una anciana llamada Sra. Younkin, cuyos anillos giraban en sus dedos mientras tocaba… Murió a los 100 años. Era una mujer muy impresionante, aunque yo deseaba desesperadamente clases de guitarra. Fue extraordinariamente generosa al habernos dado lecciones por sólo nueve dólares… Lo que ella me dio fue algo más que lecciones de piano. Me dio un puto bote salvavidas.

Cuando empezaste a cantar y componer, ¿a quién (qué artista) tenías como ejemplo a seguir, como musa en la que inspirarte?

En aquella época escuchaba mucho Pink Floyd y The Beatles y, francamente, Gwar. A veces puedo escuchar pequeños bocados de Pink Floyd, he hecho una letra barata emblemática de Paul McCartney en mi época…. y la teatralidad de Gwar consiguió al 100% mi interés en la parte costumbrista / teatral de los espectáculos, aunque no me guste nada lo que hacen. Pero no estoy segura de llamarlos mis musas.

Cuando cumpliste 18 te largaste de casa, a recorrer los USA. Una travesía de cinco años. ¿Qué fue lo más importante que aprendiste en ese lustro?

(Risas)… Hay tanta ambigüedad alrededor de mi línea de tiempo. Yo tenía 20 años por aquel entonces y no tenía guitarra, alguien me había robado la mía; aunque, de todas formas, era eléctrica, así que no me habría servido de mucho. Al final conseguí suficiente dinero, de forma no convencional, para comprarme una acústica un año más tarde. (¡Que también fue robada!). Bueno, en cuanto a lo importante… Nunca sabes lo dura que es la lluvia hasta que no puedes salir de debajo de ella.

Te fuiste con una guitarra… estaba claro que llevar un piano era inviable…

(Risas)… Sí, evidentemente.

También estuviste cinco años de música residente en un bar de New Orleans… ¿No es demasiado tiempo para estar metida en un bar? Ya sabes…

He tenido algunos de los espectáculos más increíbles tocando en un bar. No se trata de la cantidad de tiempo, sino de la calidad. En mi caso, me lo pasé muy bien tocando para la gente que se acercaba a tomar algo durante mi actuación. Cinco o diez años; habría sido divertido hacerlo a mi manera. Nunca juzgaré a nadie por aceptar actuaciones en bares durante el tiempo que sea, es un trabajo honrado y duro. Para mi gran suerte, el final de mi carrera en el bar coincidió con mi éxito en Francia. Cuando los lugareños que venían a disfrutar de la música y la compañía tomando copas fueron sustituidos por turistas tambaleantes que venían a divertirse y a gritar, llegó la hora de que me fuera.

Llevas un tatuaje de un caimán en uno de tus brazos… ¿Qué significado guarda?

Tengo tres huevos justo al lado de él, ¡pero nadie me pregunta por ellos!… Pero sí por mi Crocagator. Es algo ligado a mi infancia. El cocodrilo tiene un gran significado para mí, y los respeto y temo a la vez. Ambos esperan pacientemente el momento oportuno y, una vez que lo tienen, nunca lo sueltan. Es una virtud que me gustaría ejercitar más. También creo que son ridículamente monos, a pesar de ser enormes dinosaurios mortíferos, y me encantaría darle a uno un besito en la cabeza.

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