Si tienes la regla y te duele mucho, te aguantas
Asisto atónito a la ‘guerra de la regla’. Resulta descorazonador gran parte de lo que se lee en las redes sociales en general, pero más descorazonador aun lo que se lee últimamente sobre la propuesta de que las mujeres que sufran reglas incapacitantes tengan derecho a una baja laboral. La polarización del panorama político en las redes sociales se cobra como víctima el mínimo consenso y el sentido común.
He conocido a varias mujeres que han sufrido reglas dolorosísimas. Se retorcían sobre sí mismas como la niña de El exorcista, tiradas en el sofá hechas un ovillo, apretando los dientes a cada pinchazo, tomando ibuprofeno con la misma fruición que los fiesteros toman pastillas de éxtasis. Daba miedo. Yo, ahora mismo, me encuentro encamado con covid, sin demasiado dolor, pero aun así incapacitado para ir a trabajar. Nadie me pide que vaya. El dolor es dolor, la debilidad corporal es la debilidad corporal venga de donde venga, ya sea de una enfermedad o de un proceso natural como es la menstruación. Esta, en algunos casos, puede ser tremenda.
Son muy descorazonadoras las cosas que se leen en las redes sociales en general, pero más descorazonadoras aun las que se leen últimamente sobre la propuesta de que las mujeres que sufran reglas incapacitantes tengan derecho a una baja laboral. La posibilidad de no ir a currar cuando uno tiene dolor, cuando el cuerpo no le da de sí, es un derecho conquistado hace tiempo y sobre cuya bondad existe bastante consenso. Hay ahora, sin embargo, quien dice que las mujeres deben aguantarse esos dolores como han hecho toda la vida e ir trabajar tomándose un paracetamol y p’alante. Curiosamente, aunque algunos pongan el grito en el cielo, ya existían bajas que contemplaban las menstruaciones complicadas.
Lo más triste son esas hipotéticas mujeres que en Twitter (nunca sabemos quién es quién en Twitter, a ver qué hace Elon) aseguran que ellas se han aguantado toda la vida yendo a currar y que así está bien, no solo presumiendo de haber afrontado ese sufrimiento, sino prescribiéndoselo a las demás. Hay quien se queja, fantasiosamente, de que todas las mujeres automáticamente se van a coger una baja todos los meses: son de la escuela de los que dicen que los comunistas nos van a prohibir la carne o el alcohol o que nos van a dejar de prohibir los porros.
Hasta se ha dicho que esta posibilidad estigmatiza a las mujeres, supongo que bajo la lógica de que en la sociedad hipercompetitiva todo lo que muestra cierta debilidad genera estigma (lo que, por desgracia, cada día es más cierto). En mi opinión es al contrario: pasar por alto una dolencia por el mero hecho de que sea exclusivamente femenina es discriminatorio.
El debate no tendrá mucho recorrido porque, trifulcas tuiteras aparte, creo que el derecho a baja laboral por regla incapacitante es algo de sentido común, y por definición, porque si la regla es incapacitante, incapacita. Es algo que quizás en otro contexto político y temporal hubiera generado bastante consenso. Lo que muestra es que, con esta cosa de las guerras culturales, el fantasma del wokismo y el fango de las redes sociales, muchas personas se ven impelidas a luchar contra algo que solo amplía derechos simplemente porque va con su pack ideológico que, como se ve, muchas veces se antepone a la propia condición biológica de mujer.
Lo más triste es la cantidad de políticos y opinadores que, igual que pasó con el caso de la carne o el alcohol, saben que son cuestiones perfectamente razonables pero, aun así, lo niegan y montan pollo con el único fin de agitar el panorama y conseguir rédito electoral, con el consiguiente deterioro de la democracia. A nadie con dos dedos de frente se le escapa que es razonable comer menos carne roja o beber menos alcohol, así como lo es una baja para la menstruación incapacitante, pero hay quien cae en una especie de prevaricación moral con el único fin de ridiculizar al adversario.
¿Cómo percibiríamos el panorama político si no tuviéramos el efecto polarizador de las redes sociales?
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