‘Sin habitación propia’: historias de mujeres sin hogar de norte a sur
En ‘Sin habitación propia. Crónicas sobre mujeres sin hogar de norte a sur’ un grupo de mujeres periodistas contará, desde los cinco continentes, cómo viven y sobreviven las sin techo, mujeres atravesadas por todas las violencias. Una de sus autoras nos cuenta el proyecto, que saldrá adelante por la vía colaborativa.
Sin habitación propia. Crónicas sobre mujeres sin hogar de norte a sur es el grito de seis reporteras repartidas por los cinco continentes para exponer las violencias, la vulnerabilidad extrema y el silencio que padecen las mujeres sin hogar. ¿Cómo viven? ¿Dónde y cómo sobreviven? ¿Por qué no las vemos ni aparecen en las estadísticas, por qué no ocupan la calle en la medida que sí lo hacen los hombres? ¿Qué pasa con sus hijas e hijos? ¿Qué enfermedades padecen? ¿Cómo se sale de su situación, se sale? Las respuestas a esos interrogantes serán parte del contenido de un proyecto que queremos escribir desde China, Colombia, República de Sudáfrica, Egipto, Estados Unidos y España con la intención de hacer un periodismo desgarrado e intencional para que cambien las cosas.
Dicho de otra forma, nos hemos juntado para escribir un libro que revuelva los estómagos y las conciencias y que logre que la sola idea de que estén en la calle parezca de locos y que haga vomitar y avergonzarse a los políticos. «Ojalá este libro sea como una piedra que dé en pleno rostro de quienes pueden actuar y, sobre todo, de los conformados», apunta la feminista y activista por los derechos humanos Pilar del Río. Ella escribirá el prólogo de las crónicas que saldrán de la pluma de Nuria Tesón, Eileen Truax, Laila Abu Shibad, Carla Fibla, Dolors Rodríguez Puerto y la mía.
Contaremos –si conseguimos el apoyo de la campaña de crowdfunding puesta en marcha para sacar el proyecto– las complejas e invisibilizadas vidas de las más pobres, las más migrantes, las más viudas y solas, las cuidadoras, las mujeres que no miramos y a las que estamos matando. Porque no tener casa mata y no vale decir que un coche o un pasillo son un hogar. Resultarán unos textos incómodos, sin duda. Hoy Nuria Tesón, al teléfono, comentaba lo que empieza a ver en la investigación que está llevando a cabo para su crónica. En las calles de El Cairo, donde vive la periodista desde hace más de una década, se está encontrando que además de las viudas, ya tengan 22 o 67 años, entre las sin techo cairotas hay niñas, menores, sí, crías que se travisten y disfrazan de niños para estar más protegidas. Se llama supervivencia y una crisis redomada que se suma a una crisis económica histórica que pagan siempre más las más vulnerables, las mujeres. ¿Que por qué las niñas se visten de niños? La respuesta es fácil: entre las muchas violencias que sufren estas mujeres, las sexuales son una más. Sí, una de las causas por las que ellas acaban sin techo, al menos en España y los países occidentales, son las violencias machistas.
Supervivencia es también lo que las lleva a asumir parte de esos abusos. “Prefiero que me viole un conocido que una persona que no conozco”, repiten aquí y allá cuando se les pregunta. Y lo peor, muchas veces no lo cuentan: tienen más problemas y reconocer la violencia sexual cuesta siempre (con o sin hogar) y su angustia y problemática les pesan tanto que consideran esas violencias, esas violaciones, esas relaciones no consentidas, un mal menor. Necesitan techo. Necesitan dormir. Necesitan una ducha. Necesitan cargar sus móviles. Necesitan estar aseadas si tienen que ir a rellenar papeles para un posible puesto de trabajo. Necesitan una habitación propia.
En las crónicas que estamos preparando cabrán, claro, esos abusos sexuales, pero también saldrán las barbaries y abusos de índole económica que soportan para subsistir, vivan o no entre cartones. Porque no tener hogar es también pasar las horas de la noche en un sofá prestado, en un coche o pagar 300 euros por un trastero en Madrid.
Y si supervivencia será una de las palabras más repetidas, migrantes será otra. Veremos la vida de las venezolanas que cruzan Colombia y viven al raso; las latinoamericanas y centroamericanas que llegan a Estados Unidos y se encuentran con el universo contra ellas.
Eileen Truax contará por ejemplo las vidas de esas mujeres que alimentan a sus familias que dejan en el sur de las Américas y se encuentran con un feroz sistema que les permite trabajar en un lugar y generar recursos en sus países a costa de no ser, de no tener, de no pintar, de dormir en un pasillo compartido. Laila Abu Shibab entrará también en los dramas de las excombatientes colombianas que en su día se armaron y entraron en la guerrilla por no tener hogar. Hoy, con la paz firmada, el conflicto vivo y la desigualdad sin resolver, siguen mutiladas, siguen sin ser, siguen sin ese hogar que los mandatos de género imponían al sexo femenino. Aquí y allá. Porque sin duda el libro contará con una intencionada y profunda perspectiva de género que narre qué es ser mujer y no aparecer ni ser reconocidas por los sistemas, que no las ven, que no las cuentan. ¿Por qué? La respuesta es amplia, pero podría resumirse en que las mujeres, como dice la periodista Carmen Sarmiento, son el sur del sur y a ellas les duelen sus hijos e hijas con los que siempre cargan, les duele ser mujeres, les duele su autoestima, les duelen sus cuerpos, les duele el mundo, que sigue sin verlas.
Sin habitación propia quiere romper una lanza por ellas y, ojalá, conseguir romper también con las violencias institucionales y estructurales que significa su invisibilidad. «Ojalá este libro sea como una piedra que dé en pleno rostro de quienes pueden actuar”, gritamos desde ya.
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