Siniestro Total dice adiós este fin de semana, ¡no me toques la pirola!

Siniestro Total fotografiados por Ricky Dávila.

No necesitan presentación. Son los autores de ‘Miña terra galega’, ‘Bailaré sobre tu tumba’, ‘Diga qué le debo’, ‘Assumpta’, ‘Ayatolah!’ (con el glorioso estribillo “¡no me toques la pirola!”), ‘Cuenca minera’, ‘Alégrame el día’ y otras tantas canciones que pertenecen por derecho propio a la cultura popular de este país. Arrancaron con un punk iconoclasta en tiempos de La Movida que tornó con los años a rock´n´roll mordaz, sarcástico e inteligentemente lúcido, y que los ha hecho imprescindibles en la escena estatal durante cuatro décadas. Ahora Siniestro Total ha decidido decir adiós: dos conciertos en el Wizink Center, hoy y mañana, 6 y 7 de mayo, serán los últimos.      

Hablamos de la despedida con Julián Hernández, miembro fundador, cantante y compositor, la cara más visible del grupo; Miguel Costas, que estuvo coliderando Siniestro hasta 1994 y ha sido felizmente recuperado para la ocasión, y Óscar Avendaño, bajista que lleva las dos últimas décadas militando en la banda.

En un principio, parece que la decisión de llamar a Miguel Costas no iba ligada a la despedida del grupo, sino únicamente a la celebración del 14º aniversario: “Hacía unos 28 años que no estaba con ellos”, explica Miguel, “aunque yo hay temas de la época con Siniestro que he seguido tocando, son míos y la gente me los pide, los hago a mi manera y con otro rollo, pero los toco. El caso es que hubo una primera toma de contacto, para ver si no nos matábamos después de tantos años… Y fue bien. Yo estoy igual que hace unas décadas, un poco más blanco y algo más rellenito, pero igual, y esto esencialmente es una cosa profesional: ver un par de cuestiones, hablar de las canciones y poco más, no es que tengamos que ir al cine juntos, además, tampoco ha habido gira, que ya hubiera sido otra cosa. Me dijeron para hacer el concierto aniversario, querían contar conmigo, y luego ellos han decidido, por su cuenta y riesgo, que ya es lo último”.

Transformar dicha onomástica en la última a celebrar se sobreentiende pasa por ser una decisión última del líder de la banda, Julián Hernández: “Bueno, ¡lo sobreentendéis vosotros!”, rebate Julián. “La decisión última la tiene el tiempo (¡40 años!) y la edad (¡61 castañas!). Una vez perdida por el parón pandémico la inercia de la gira interminable, que duró cuatro décadas, se hacía muy difícil volver a subir a la furgoneta, al avión o lo que fuese. Por otra parte, nos pasamos la vida diciendo lo de que hay que saber retirarse a tiempo y alguna vez habría que aplicarlo, ¿no? Y mejor no hacer caso a los cantos de sirena”.

Oscar Avendaño incide en la idea de que, aunque inesperada en cierta forma, tampoco ha sido una decisión irreflexiva hecha al tuntún: “Era algo que más o menos flotaba en el ambiente, y la pandemia precipitó los hechos. Por otra parte, que hubiesen pasado ya dos años sin tocar hace que este final suene más a celebración que a otra cosa. Todo en esta vida debe tener su final, y este me parece un final cojonudo. Puedo decirte que estoy más ilusionado que otra cosa… Personalmente, la incorporación de Miguel me parece un plus. Y no digo de cara al público, sino de lo que a mí me supone: me resulta curioso, después de tanto tiempo, tocar por primera vez ciertas canciones que considero muy importantes en la historia de la banda o escuchar otras cantadas por esa voz que recuerdo de los discos cuando era un chaval…”.

Por lo que se ve, la decisión es firme y definitiva, aunque no es la primera vez que en nuestra escena se dan retiradas en falso o muy alargadas (Miguel Ríos, Burning, Tequila, Los Enemigos, etc…), no en vano, el líder de Los Enemigos, Josele Santiago, mostraba en público incredulidad ante la decisión de Siniestro y tentaba a Julián con un ¿Quién no se ha separado alguna vez? Julián: “Las palabras del señor Santiago siempre están llenas de cariño. Y no, no se equivocaría si estuviésemos en el mismo momento de nuestra carrera en el que estaban Los Enemigos cuando se separaron. Además, en aquel momento, las explicaciones de Josele fueron brillantes: Los Enemigos no se iban a acabar nunca porque todos llevamos al enemigo dentro. ¿Pero nosotros qué podemos hacer? ¿Volver dentro de diez años con 70 tacos? ¡Amos, anda!”.

El anuncio de la despedida se saldó con un inusitado éxito de venta de localidades, ya que la fecha del 6 de mayo en el Wizink Center madrileño se agotó en menos de una semana, por lo que la banda ha tenido que añadir una segunda cita al día siguiente en lo que supone el mayor tirón de Siniestro Total de venta de entradas de toda su historia. Julián: “Creo que todos, en mayor o menor medida, estamos patidifusos con esto. Yo, desde luego, no lo vi venir. Con meter cuatro, cinco, seis mil si quieres, ya sería la hostia, pero resulta que no, que ya llevamos un Wizink y medio (más de 17.000), y la venta sigue. Los nervios iban a ser más o menos iguales en cualquier caso. Como bien dice Quico Cadaval, actor y director de teatro (y sin embargo amigo), el que tiene que tener miedo es el distinguido público, no nosotros”.

“¡Coño! Hace ilusión”, interviene Oscar, “como decía antes: es una celebración. Cierto que nunca habíamos vendido tanto, pero hay que entender que, al ser la última vez, se junta gente de todas partes. Normalmente tocamos para el público de una ciudad concreta, pero esta vez el público acude de todas partes. Es lógico, una vez que sabes que no va a haber otra oportunidad de vernos en directo”.

Una vez concluya este último encuentro con su público, que se prevé y se plantea como una auténtica fiesta multitudinaria de dos días, los protagonistas tienen diferentes planes de futuro. Oscar lo tiene claro: “Por supuesto, seguiré tocando con The Bo Derek’s, mi banda. Puede que Siniestro Total dejemos de tocar, pero la vida continúa… Y tengo muchas ganas de ver con qué nos sorprende”.

En ese mismo sentido Miguel tampoco tiene intención de dejar los escenarios: “Voy a seguir tocando, tuve que parar por la pandemia, tengo pensado sacar un disco a finales de este año, que igual sea mi último disco, aunque tocar, tengo que seguir tocando, porque no me da para la jubilación. Es cierto que mi nombre es una marca propia, pero el nombre de Siniestro, aparte de que lleva muchos más años, tiene otra visión, más general; dices Miguel Costas y la gente no sabe, el nombre hace mucho. Si toco yo solo, pues no es lo mismo, no viene tanta gente; de hecho, hay incluso gente que ni sabe que ya no estoy en Siniestro desde hace años”.

Por otros derroteros parece que va a encarar Julián sus próximos pasos y, aunque se rumorea que es un gran aficionado a cultivar su huerta, su quehacer profesional más conocido, aparte de ejercer de estrella de rock, es el de escritor: “¡No es incompatible escribir con cuidar la huerta!”, nos explica entre risas. “Hay que tener cuidado con lo que se carga, eso sí. Yo tengo una hernia incipiente por cargar sacos de 70 litros de abono; no querría que me pasase lo mismo por escribir demasiado. Definitivamente, ni la música ni la escritura son fáciles de dejar, aunque lo que haga sólo sea para mí y los pobres gatos. Por lo pronto, se publica ahora mi primer cancionero comentado, que es un género que tenía muy poco trabajado. Son todas las versiones de canciones ajenas que hizo Siniestro Total en toda su carrera, con sus circunstancias comentadas al detalle. Se titula Folla con él y publica Trama Editorial, toda una garantía de seriedad. (Sí, ¿qué pasa? Yo vine a hablar de mi libro…)”.

Despedimos la charla pidiéndole a Julián una breve reflexión sobre el país que encontraron (cuando España entraba en democracia) y el mundo que dejan (a las puertas de una supuesta nueva guerra global o del agotamiento de los recursos naturales) después de brear con escenarios y discos durante esa cifra maldita de cuatro décadas. Julián: “Eh, ¡que no vinimos aquí a arreglar nada! Entre otras cosas, porque ni España ni el mundo tienen arreglo; pensar lo contrario es un poco iluso a estas alturas. Los humanos tendemos a pensar que el momento en el que vivimos es único, ya sea para bien o para mal, pero somos muy aburridos. La Historia no se repite, eso es verdad, pero el homo sapiens (¿sapiens?) es la especie más aburrida y previsible que habita el universo conocido, así que mejor no creer que vivimos un momento especialmente horrible o especialmente guay. Siempre ha sido todo un desastre. Digamos que ahora la industria militar está alcanzando una sofisticación tecnológica que acojona más que un hacha de sílex. O no, que aquí vemos demasiadas películas”.

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