Sitges 2015: la coronación de Michael Fassbender

Michael Fassbender

Michael Fassbender

Michael Fassbender en su papel de ‘Macbeth’ en la versión de Justin Kurtzel

El festival internacional de cine de Sitges cierra su 48 edición con cierta apuesta de los programadores por la indecisión: mengua la fantasía y aparece el eclecticismo. Más allá del palmarés, en ‘El Asombrario’ os vamos a recomendar hoy cuatro buenas películas que hemos visto en el certamen. Desde la nueva de Sorrentino a una valiosa adaptación de ‘Macbeth’. Y una constatación: dos de estas películas confirman a Michael Fassbender como uno de los mejores actores actuales.

POR GERARD EUGENI MUR SOLÉ

Con ajenos y menores dilemas nos hemos topado este año en Sitges. Parece que en esta edición todo lo que rodeaba al festival -certamen incluido- tendió a la imprecisión. Nada se concretaba. Tan pronto aparecía un sol picante y tentador que empujaba perversamente a compartir la mañana con los bañistas de la Platja de San Sebastià como de pronto la más inoportuna lluvia complicaba los trayectos entre las dos salas del Hotel Melià y el otro par en el centro del pueblo. El frío y el aguacero asomaron la cabeza para recordarnos que el veranillo de San Miguel peligraba. Donde también se intuyó cierta falta de concreción y determinación fue en el programa: las películas que supuraban menos terror y fantasía eran las mejor tratadas. Con un poco más de voluntad, la lista de películas habría quedado mejor acoplada a los géneros que protege este festival. Aun así, con el retroceso del miedo y las caricias a otras categorías -thriller, experimental, drama y comedia- pudimos asistir a la proyección de propuestas potentes entre una nada despreciable cantidad de errores garrafales. Aquí van cuatro recomendaciones.

La abundancia de exhibiciones impide hablar de todo lo proyectado -hasta 167 películas programadas-, así que nos ahorraremos, por ahora, irritarnos poniendo a caldo esos descalabros con el celuloide. Veamos qué filmes han valido la pena para retener su fecha de estreno -si la hay, que ya sabemos cómo de desfasado está este país esperando obras mayores (dos, tres años tarde…)-.

Para la que no hay que sufrir, porque ya está en la salas desde esta misma semana, es Slow West, el primer trabajo como director de John Maclean, músico y líder de la desaparecida banda escocesa The Beta Band. El filme, dirigido con habilidad para ser una opera prima, cruza lo que podríamos llamar como forest movie con los recursos más reconocibles de las novela de iniciación -la actitud del protagonista recuerda levemente al John Gray de All the Pretty Horses, de McCarthy-. Maclean narra en este western renovado la búsqueda de un amor idealista. Jay, actuando con la inocencia de quien aún lo debe aprender casi todo, confiesa a Silas, un aliado sospechoso que le ofrecerá ayuda y protección, que ha llegado a Estados Unidos desde su lejano nido escocés para encontrar a Rose. Otros ofrecen por la chica una alta recompensa; eso cambiará las prioridades de los personajes, enfrentándolos. Las interpretaciones de Kodi Smit-McPhee -su actitud en el tiroteo final, digno de un Tarantino principiante, quita el hipo- y especialmente la de Michael Fassbender en el rol de Silas suben el nivel de este debut de notable alto.

También se queda cerca de lo excelente Youth. En su nueva película, Paolo Sorrentino tenía la cruda y colosal tarea de, al menos, llegar a igualar los elogios que se llevó con la sobrevalorada La Grande Bellezza. Por supuesto que no era una película detestable, pero su dirección apuntaba a un público selecto que pudiera digerir algo tan cargante y pretencioso. En este caso, el napolitano no se ha reinventado como venía haciendo desde el inicio de su carrera. Con cada nuevo proyecto, Sorrentino parecía sufrir amnesia y olvidar sus anteriores filmes. En cambio, Youth está hecha con un tono y ritmo muy parecidos a los de la crónica romana de Jep Gambardella. Las caminatas sin destino continúan, esta vez en otro paraje. En un balneario suizo se hospedan todo tipo de personajes: un director de orquesta retirado y un cineasta enfrentado a su obra final -dos amigos lamentando la senilidad (Michael Caine y Harvey Keitel)-, la hija del director abandonada por su novio, un actor preparándose para interpretar a Hitler, monjes budistas, Miss Universo, un futbolista calcado a Maradona, entre otros huéspedes no menos particulares. Todos reflexionan, se desesperan, se alteran, pero viven, en cambio, en una apacible calma. Encontrarle un sentido concreto a la película es inútil. Se debe visualizar como la fantástica ópera final que cierra la película e interpreta una espectacular Sumi Jo, como un elenco poético que desprende sensibilidad y sabiduría. La misma sabiduría con la que avanzan los dos viejos amigos, opuestos a la confusión y ensoñación de la juventud. Sorrentino levanta un monumento a la vejez.

En las poco más de dos horas que dura Victoria, al personaje que interpreta una increíble y ascendente Laia Costa se le escapa el tiempo para soñar. Hay un porqué: la película está rodada en un solo one take, es decir, en un mismo plano secuencia. Esa decisión no permite al equipo detenerse ni física ni psicológicamente. Todo debía de salir perfecto la madrugada de abril de 2014 en que se grabó esta única escena, entre las 4 y las 7, en el barrio berlinés de Kreuzberg. La cámara persigue ansiosamente a una inmigrante española que es engatusada por cuatro jóvenes berlineses para cometer un incierto y arriesgado delito después de conocerse saliendo de una discoteca. La soledad que implica su condición de inmigrante -el entorno social de Victoria sigue siendo muy reducido a los tres meses de su llegada- es uno de los puntos fundamentales para entender su toma de decisiones que, a veces, puede rozar lo inverosímil -una opinión muy escuchada durante el festival-. Junto al aislamiento y muy ligado a este, hay que tener en cuenta otro factor que también la lanza a la aventura fatal: el flirteo con los cuatro amigos, lo que evidencia la necesidad de sentirse acompañada en su nueva ciudad, tener alguien a quien acudir. El director Sebastian Schipper -actor alemán que trabajó en Lola rennt, otro filme en que la técnica se convierte en la mayor atracción- ganó el premio a mejor película y director en los galardones de la industria alemana, y Costa también se llevó el de mejor protagonista por su memorable actuación. A ambos deberemos seguirles la pista porque apuntan a futuras y prometedoras sorpresas. Su estreno en España llegará el próximo viernes, 23 de octubre.

Fassbender en 'Slow West'

Fassbender en ‘Slow West’

El australiano Justin Kurzel ha querido batirse con los mejores adaptando a Shakespeare. Un arduo reto del que no era nada fácil salir airoso y lo ha conseguido. Sobre todo gracias al trabajo del actor principal de Macbeth, otra vez Michael Fassbender, segunda aparición en el festival y la evidencia de que es uno de los mejores actores actuales. La peor tragedia de la corte escocesa está rodada en el caso de Kurzel con la huella de un autor realista. Elige la crudeza para representar las batallas y muertes violentas -repletas de sangre y primeros planos-, usa una sobria gama cromática de marrones, grises y naranjas para enmarcar el siglo XVII de Macbeth y Duncan, y filma en planos estáticos que recuerdan escenarios operísticos. En lo que se excede Kruzel es en las directrices a los actores. Todos hablan como agotados y desvalidos, lo que convierte los diálogos en un falso acercamiento a la profundidad del guion. Un guion orientado a los intereses del director. El principal foco es el papel de Lady Macbeth (Marion Cotillard) en la pareja. La francesa, sin decir casi palabra, borda las intenciones de una influyente y calculadora esposa que empuja al rey a la cobardía; confirmando que ella es el personaje más atrayente de la obra. Esta película, cuyo estreno está previsto en España para Navidad, con los resultados de las elecciones generales bien calentitos, no ocupará los primeros lugares de mejores adaptaciones de Shakespeare -recordemos la que hizo Orson Welles para Campanadas a medianoche o la más reciente y original Much Ado About Nothing (Mucho ruido y pocas nueces, Joss Whedon, 2012)-, pero es un Macbeth filmado rodado con sencillez y sutileza que ya es mucho ante tal coloso literario.

 

Deja tu comentario

¿Qué hacemos con tus datos?

En elasombrario.com le pedimos su nombre y correo electrónico (no publicamos el correo electrónico) para identificarlo entre el resto de las personas que comentan en el blog.

Comentarios

  • Alex Mene

    Por Alex Mene, el 22 octubre 2015

    Michael Fassbender en su papel de ‘Macbeth’ parece una estimulante propuesta.

Te pedimos tu nombre y email para poder enviarte nuestro newsletter o boletín de noticias y novedades de manera personalizada.

Solo usamos tu email para enviarte el newsletter y lo hacemos mediante MailChimp.