Soñé que el Diablo le pedía a mi mamá un elefante de oro

Una de las obras de la exposición ‘La cosa del pantano’, comisariada por Núria Montclús y Elena Bajo.

El título –conceptual y críptico, lo reconocemos­– responde a una de las obras que La Casa Encendida acoge dentro de la nueva edición de ‘Inéditos’. ‘Cosas que nunca sucedieron aunque existen desde siempre’ y ‘La Cosa del Pantano: crítica(s) y poética(s) desde la aberración’, de Raquel G. Ibáñez (Madrid, 1989) y Núria Montclús (Barcelona, 1985), son los proyectos de las dos jóvenes comisarias ganadoras de ‘Inéditos 2020’. La exposición –sí, conceptual y críptica– explora el mundo de los sueños y el de las pesadillas ambientales. Hasta el 10 de enero.

La Casa Encendida de la Fundación Montemadrid acoge una nueva edición de Inéditos, una muestra que, a lo largo de sus 19 ediciones, ha fomentado la inserción de los jóvenes comisarios en los circuitos profesionales, facilitándoles la posibilidad de producir su primera exposición. Gracias a ello, la fundación ya ha avalado los trabajos de más de 50 comisarios noveles, demostrando así su compromiso con los jóvenes artistas que buscan abrirse hueco en el complicado panorama artístico.

En primer lugar, esta edición nos presenta Cosas que nunca sucedieron aunque existen desde siempre, una propuesta curatorial que reúne los trabajos de diferentes artistas bajo un mismo eje conceptual: la exploración del sueño y los espacios liminares de la conciencia. Las obras mostradas “plantean el acto de soñar como un fenómeno deslocalizado que no necesita de los sentidos corporales para existir; algo que arroja la posibilidad de entender la consciencia más allá de como una mera consecuencia de flujos químicos cerebrales”, explica Raquel G. Ibáñez, la comisaria del proyecto.

De esta manera, las obras se adentran en las profundidades de la consciencia humana y las experiencias subjetivas que, a través del sueño, afloran para ofrecer nuevas respuestas. Una idea que se coloca en contraposición del irrefutable pensamiento científico, legitimado por los discursos médicos y psicológicos, y que desdeña el hueco que ocupa el pensamiento irracional que viene acompañando al ser humano desde tiempos ancestrales. Así, esta exposición nace con la intención de ofrecer un relato onírico plural donde tienen cabida diferentes percepciones sobre el fenómeno del sueño, dando lugar a un ejercicio imaginativo, ficticio, de sabor ilusorio, que desestabiliza durante unos instantes la hegemonía del cerebro. Una unidad conceptual que establece, a su vez, un diálogo entre las obras con el fin de encontrar los puntos de encuentro en base a tres ejes: lenguaje, memoria y ritual.

El lenguaje escrito adquiere una gran relevancia en este proyecto, entendiendo la escritura como la herramienta con la que aterrizar las experiencias subconscientes y oníricas. De esta forma, en la obra Soñé que el Diablo le pedía a mi mamá un elefante de oro (2010-2020), la artista Lorraine Rodríguez plantea un ejercicio de doble recuperación de los sueños acontecidos desde hace una década y cuyos vestigios, en su mayoría escritos, desaparecieron por el paso de un huracán. También Maru Calva, con Antes de dormir (2011), y Clara Moreno, a través de Hazañas (2020), muestran sus experiencias oníricas mediante el dibujo y el texto. En el caso de Maru, registrando el último pensamiento justo antes de rendirse al sueño, mientras que Clara transcribe y dibuja una vez comenzado el día, ya sea sobre sus propios sueños o sobre la imposibilidad de habitar los de otras personas o animales. De igual manera, el poemario Salitre (2019) de María Salgado navega entre lo literal y lo metafórico para enseñarnos ese espacio común de los sueños que se manifiesta en el momento en el que intentamos verbalizar nuestras experiencias oníricas.

Además de la escritura, la exposición utiliza la fotografía y el paisaje para mostrarnos esa memoria de lo que no existió. Es el caso de Biocentrismo del sueño (2010), donde la artista Carla Andrade se vale del soporte fotográfico para representar el sueño lúcido como un modo de vivir en un presente real. Un fenómeno que Jorge Anguita Mirón también explora en su trabajo, creando visiones viscosas, lejanas, cargadas de una suerte de eco ancestral que sugieren esa otra interpretación difusa que obtenemos en el acto de soñar.

Los procesos rituales toman forma en la obra de Cristina Mejías, que nos presenta un tapiz creado por miembros de la comunidad wayú de Venezuela, un tapiz que se deshila como parte de una performance cargada de simbolismo, y con cuya obra repite este año en La Casa Encendida, pues participó en la muestra de Generación 2020, el otro gran proyecto de esta casa para apoyar jóvenes valores artísticos. El ritual que también está presente en las misteriosas máscaras de Timothy Hyunsoo Lee, resultado de conversaciones nocturnas con otros hombres sobre construcciones y conflictos identitarios. Por último, obras como las de Leonor Serrano Rivas o Manuel Rodríguez expresan esta ritualización mediante la coreografía y el juego de luces y sombras que se reflejan sobre los cuerpos en movimiento.

Por otro lado, esta muestra nos trae La Cosa del Pantano: crítica(s) y poética(s) desde la aberración, comisariada por Núria Montclús. En ella, se toma al famoso monstruo protagonista de los cómics de los años 70 para hacer una reflexión sobre el deterioro medioambiental. Paradójicamente, la estética aparentemente amable y romántica del monstruo confronta con el mensaje apocalíptico actual que se extrae de las obras mostradas. Esa dualidad se ve plasmada, por ejemplo, en las imágenes en movimiento del caudal de agua contaminada del río Nalón, donde las artistas Bárbara Fluxá y Lara Fluxà muestran la belleza estética de la representación de la naturaleza. Una belleza que camufla la polución de las aguas.

De la misma manera, las obras de Maria Thereza Alves, Elena Bajo, Luna Bengoechea, Joaquín Fargas, Basim Magdy y Joana Moll advierten de las consecuencias medioambientales. En el caso de Luna Bengoechea, exhibe en sus dibujos la alteración genética de los cultivos. A su vez, la obra de Joana Moll demuestra el impacto sobre el medioambiente por la llegada de internet y las nuevas tecnologías. Así, esta propuesta coral discurre por el sendero de la concienciación mediante distintas propuestas discursivas que de forma implícita cuestionan las alteraciones del medio provocadas por el desarrollo del sistema capitalista neoliberal.

‘Inéditos 2020’. La Casa Encendida. Madrid. Hasta el 10 de enero.

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