Starmus Festival lanza en Eslovaquia una llamada para salvar la Humanidad

La primatóloga Jane Goodall durante su conferencia en el Starmus Festival . Foto: Max Alexander.

“Sin luchar contra la pobreza no podremos evitar los impactos del cambio climático”. La famosa primatóloga Jane Goodall no pudo ser más clara en la conferencia con la que se dio por inaugurado el Starmus Festival que este 2024 se ha celebrado en Bratislava, capital de Eslovaquia, país muy de actualidad por el reciente atentado al primer ministro. El evento, fundado en España y desde hace años ‘nómada’ por Europa, se ha dedicado en esta edición al futuro de nuestro planeta; para ello cuenta con medio centenar de mentes brillantes que, durante la semana pasada, desgranaron un diagnóstico que camina entre los funestos datos de la ciencia y la esperanza en que es posible cambiar el rumbo si nos tomamos en serio lo que está pasando.

Comenzó el Starmus Festival con un concierto que reunió a más de 20.000 personas para disfrutar de un espectáculo de luz y sonido a cargo de una estrella de la música electrónica, Jean-Michel Jarre, en momentos acompañado por el guitarrita de Queen, Brian May, uno de los artífices de este cónclave científico con el que, bajo la dirección del astrofísico Garik Israelian y su equipo, tiene como objetivo fundamental atraer a la gente joven al mundo de la investigación.

A la nómina de personajes emblemáticos que han pasado por este festival –entre los que ya figuran los irrepetibles Neil Armstrong, Stephen Hawking, Alexei Leonov o Harold Kroto–, este año se sumó Goodall. A sus 90 años, su compromiso con la vida en la Tierra y su capacidad para transmitir y emocionar quedó de manifiesto, tanto en la rueda de prensa como en la intervención ante un auditorio que la recibió en pie con una ovación. El miércoles fue ella quien abrió la ceremonia de entrega de la Medalla Hawking, un reconocimiento internacional a la divulgación de la ciencia que cada vez adquiere más prestigio. Este año los galardonados fueron la oceanógrafa Sylvia Earle, David Attenboroug, el cineasta Christopher Nolan y la cantante Laurie Anderson.

Hay que recordar que Starmus Festival comenzó en 2011 en Canarias, fruto de la iniciativa del astrofísico Garik Israelian, pero se hizo nómada por Europa tras la tercera edición por falta de apoyo institucional. Que vuelva, señalan sus organizadores, está en manos del Gobierno canario después de que el central destinara tres millones de euros para su regreso a España, en concreto a la isla de La Palma.

En Bratislava, Jane Goodall hizo un repaso a la situación a la que se enfrenta la Humanidad. “Estamos en un túnel y al fondo está la estrella de la esperanza, pero no vendrá a nosotros, debemos actuar. Tenemos una ventana a la esperanza”, aseguró. En su intervención, recordó los males que generan la agricultura y la ganadería intensivas y no olvidó mencionar que los animales “también sienten y tienen su personalidad”. También denunció, ante un auditorio en impresionante silencio, “la corrupción de quienes destruyen los esfuerzos de la gente” y criticó que “se promueva como solución contra el calentamiento global los vehículos eléctricos”, porque requieren “baterías de un litio que destruye el planeta”. Para ella, la solución pasa por hacer caso a la ciencia, “que nos dice que hay que vivir en armonía con la naturaleza”, una naturaleza que apuesta por restaurar, pero también por acciones individuales “que deben marcar la diferencia”, algo para lo que tiene depositada su confianza en los jóvenes. “Una gota en un desierto no marca la diferencia, pero mil millones de gotas lo reviven. Juntos podemos cambiar el mundo”, aseguró.

Mesa redonda con Jane Goodall en la VII edición del Starmus Festival en Bratislava. Foto: Max Alexander.

Mesa redonda con Jane Goodall en la VII edición del Starmus Festival en Bratislava. Foto: Max Alexander.

Ese mensaje de esperanza lo recogió la climatóloga y divulgadora americana Katharine Hayhoe, profesora en la Universidad de Texas y responsable científica de la organización Nature Conservancy. Hayhoe insistió en que “estamos haciendo un experimento con el único hogar que tenemos”.  Como investigadora, le preocupa que  la sociedad crea que no le afectan, hasta que no le tocan cerca, incendios, inundaciones, huracanes o fenómenos como que el CO2 esté ralentizando las corrientes oceánicas. “Hay una brecha entre la cabeza y el corazón, no somos conscientes de que vivimos entre infraestructuras que se construyeron en un planeta que ya no existe”, aseguraba ante un puñado de premios Nobel.

Especial fue la presencia de la oceanógrafa Sylvia Earle, una pionera a nivel mundial por sus investigaciones sobre un océano que supone el 97% del agua en la Tierra y que, como mencionó, se sabe ahora que gobierna el clima del planeta. En una ponencia en la que recordó su intensa trayectoria vital, incluida su estancia como “acuanauta” en el fondo oceánico durante dos semanas, Earle realizó un paralelismo entre la exploración del Cosmos y esas desconocidas profundidades. “Con unos ingenieros diseñé la tecnología para ir más abajo, y explorar y conocer. Ya hay quien ha bajado hasta siete millas (11,2 km). A 100 metros ya está muy oscuro, solo se ven algunas luces, que son una galaxia de vida”, comentaba mientras mostraba en la pantalla una cabina ideada por su iniciativa, que consiste en una bola transparente en la que sumergirse a cientos de metros.

“Usamos el océano para sacar vida y meter materiales; desde 1950 he visto reducirse los corales, desaparecer el 70% de los tiburones o usar el krill para cosméticos. Ahora la minería es una nueva amenaza. No podemos arrasar los océanos antes de saber cómo funcionan, no hemos visto más que el 10% de lo más profundo. Cuando era joven”, dijo, desde sus increíbles 88 años, “resultaba impensable que una sola especie impactara tanto en el planeta”. Pero no se rinde. Aún sigue en la batalla para conseguir, a través de la organización que lidera, Mission Blue, que se proteja hasta un 30% de ese mundo que, recordó, apenas lo está en un 3%. “Los países deben unirse para generar un marco de protección, porque el 64% no está bajo ninguna jurisdicción y debemos dejar a los jóvenes un mundo mejor”.

Los hielos, o deshielos, polares se hicieron presentes con la paleoclimatóloga Maureen Raymo, directora del Observatorio de la Tierra Lamont-Doherty, de la Universidad de Columbia, quien alertó del aumento del nivel del mar: “Si se derrite el hielo polar, y se están perdiendo placas de hielo en la Antártida, puede aumentar cinco metros. Debido al eje de la Tierra y su inclinación, se distribuye de forma desigual. Hoy tenemos una población humana enorme y decenas de naciones amenazadas, pero el futuro no está escrito y necesitamos un cambio ecosistémico para ser neutros en carbono. Conocimiento más acción es poder”.

La visión económica llegó al escenario de Starmus Festival con el experto Nathalien Keohane, presidente del Centro para Soluciones Energéticas y Climáticas. Él fue asesor de Barack Obama. Keohane, desde su visión dentro del sistema capitalista, defendió la opción de poner un límite máximo a las emisiones y subir el precio de los bonos de carbono hasta los 185 dólares por tonelada de CO2, cuando en la UE ronda los 60 dólares y en otros países es aún menor. Considera fundamental generar ese mercado para reducir los gases contaminantes y potenciar las tecnologías de captura de la atmósfera, algo que, aseguró, ya está captando un 40% de las inversiones.

La parte tecno-optimista la aportó otro norteamericano, el nobel Steven Chun, que fue secretario de Estado de la Energía, también con Obama. Chun expuso su catálogo de soluciones al cambio climático que pasan, desde su punto de vista, por el desarrollo de baterías más eficientes, pequeñas y baratas para electrificar la economía; aludió a una minería en fondos oceánicos “sin contaminar”, opuesta a la visión de la oceanógrafa; por el hidrógeno como fuente natural; o por la energía nuclear, de la que dijo que no causa más daño que un plátano, salvo en caso de accidente. “A la fusión aún le faltan 40 años”, argumentó.

Más tarde lo confirmó, también en Starmus, el director general del ITER, que busca esa energía, el italiano Pietro Barabaschi. En el caso de la agricultura, aventuró Chun que tras la Revolución Verde desde la década de 1970, está por llegar la revolución genética, la de los transgénicos para adaptarse mejor al nuevo clima terrestre, algo en lo que señaló que está trabajando su empresa. “Hay nuevas tecnologías y opciones para evitar llegar a los 3ºC más pero necesitamos una mayor conciencia política porque se tarda mucho en cambiar el rumbo”.

En Starmus, además de su parte de exploración astronómica y espacial de otras ediciones –con presencias como la del astronauta del Apolo 16 a la Luna o el Nobel Michel Mayor, que nos descubrió que existían planetas fuera del Sistema Solar– se ha hablado mucho de inteligencia artificial. Especialmente crítico se mostró el gran experto estadonidense Gary Marcus, uno de los popes de la IA que trabaja en Silicon Valley. “Es tóxica, tiene sesgos y perpetúa los estereotipos”, aseguró. “Necesitamos más transparencia para evaluar los riesgos, pero las empresas se niegan a facilitar los datos. No deberíamos dejar que las grandes tecnológicas la manejen. Necesitamos un proyecto global que haga que nos beneficie a todos, que no se rija por el beneficio”.

Otro momento estelar fue ese encuentro sobre el escenario del grupo The Offspring con Brian May, en el concierto Sonic Universe del Festival. Pese a que dos horas antes el primer ministro de Eslovaquia, Robert Ficus, sufrió un atentado que le llevó al borde de la muerte, dejando al país en shock, muchos jóvenes se acercaron a ver a sus ídolos al complejo Tipos Arena donde Starmus Festival cerró sus puertas el viernes.

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