¡STOP INCENDIOS! Paremos la ola de fuego que azota España

POR ISAAC VEGA / WWF ESPAÑA

Nos enfrentamos a los peores incendios del siglo XXI en nuestro país, con miles de hectáreas calcinadas en espacios naturales de vital importancia que ponen en serio riesgo la vida y el futuro de muchas personas y nuestro valioso patrimonio natural. Como venimos sufriendo año tras año y con la ola de fuegos que asoló nuestros montes el pasado mes de junio, comprobamos que España puede arder sin control; y eso no lo podemos permitir. Desde WWF aportamos soluciones eficaces: apoyar a la ganadería extensiva y la gestión forestal sostenible, promover los paisajes cortafuegos, luchar contra el abandono rural y el cambio climático… Invertir en prevención. Pero necesitamos tu ayuda y la de todos para hacer realidad nuestra iniciativa ¡STOP Incendios!

La reciente ola de calor extremo siendo aún primavera, con los días más tórridos que se han registrado en un mes de junio desde 1950 –y que parece que se va a repetir esta semana–, ha disparado la alarma y el riesgo de incendios forestales, dificultando la lucha contra las llamas que prendieron de forma simultánea en ocho comunidades autónomas: Andalucía, Aragón, Castilla y León, Cataluña, Comunidad Valenciana, Galicia, La Rioja y Navarra. Así, según el programa europeo de mapeo satelital de emergencias Copernicus y solo en el pasado mes de junio, ya se habrían quemado en España un total de 48.426 hectáreas.

Entre ellos destacan por su voracidad los más de 30 fuegos desatados en Cataluña y Navarra y, de forma muy especial, un devastador incendio en la Sierra de la Culebra (Zamora), que las primeras estimaciones desde helicóptero cifraron en más de 30.000 hectáreas calcinadas y que, según las imágenes satelitales de Copernicus, llegó a quemar 22.760 ha de superficie forestal (25.216 ha, incluyendo tierras agrícolas).

Uno de los más devastadores de este siglo

El incendio de la Sierra de la Culebra se ha convertido en uno de los más graves y devastadores del siglo XXI. Las llamas devoraron un espacio natural muy valioso, Reserva Regional de Caza y Reserva de la Biosfera, donde habita la población con mayor densidad de lobos de Europa y ha dejado tras de sí graves daños sociales para el medio rural y sus habitantes. Personas que se han sentido abandonadas a la suerte de las llamas y han manifestado su absoluta indignación por la insuficiencia de efectivos de prevención y lucha contra el fuego: mientras que la versión oficial aseguraba que estaba activado el 40%, algunos afirman que solo había un escaso 20%.

Es la décima vez que un incendio de esta voracidad supera las 20.000 hectáreas forestales calcinadas desde que comenzó el registro de la serie histórica oficial en 1968 y la mitad de ellos han ardido en los que llevamos de este siglo, lo que claramente indica que el ritmo de devastación va en aumento.

Grandes Incendios Forestales (GIF): cada vez más, más grandes y destructivos

En los últimos 20 años, la mayor concienciación ciudadana, la creciente persecución de los delitos incendiarios y la mejora de los equipos de extinción han reducido en un 37% el número de incendios que se producen cada año en España. Pero las cifras continúan siendo muy preocupantes y España sigue siendo una víctima habitual de los incendios. Cada año sufrimos una media superior a 10.500 siniestros que arrasan una superficie equivalente a 100.000 campos de fútbol y en los seis primeros meses de este año ya han ardido cerca de 70.000 ha en 12 superincendios.

Los incendios extremos –o superincendios– aumentan. Suben los Grandes Incendios Forestales (GIF), aquellos que superan las 500 hectáreas calcinadas y apenas suponen el 0,18% del total en España, pero en los que arde el 40% de la superficie total afectada. Ocurren en una proporción muy baja, pero suponen daños catastróficos para el paisaje, la economía de un país y la vida de sus habitantes.

La combinación de olas de calor prolongadas, sequías y baja humedad, una vegetación muy seca y al abandono en la gestión forestal nos coloca en un alto riesgo de sufrir GIF de una virulencia hasta ahora desconocida. El cambio climático y el abandono rural hacen que los superincendios sean cada vez más graves y la proporción de GIF respecto al total de siniestros ha aumentado en un 10% respecto a la década anterior.

Incendios de sexta generación

Además, han surgido los incendios de sexta generación: muy peligrosos e imposibles de apagar por los medios de extinción, monstruos de fuego que se desplazan a gran velocidad con un comportamiento explosivo y extremo. Están claramente vinculados al cambio climático y modifican las condiciones meteorológicas de la zona afectada.

Hasta el momento y en lo que va de siglo, los superincendios más graves registrados en España han sido los de las Minas de Riotinto/Berrocal (Huelva y Sevilla, dos personas fallecidas y 29.867 ha calcinadas en 2004), el de Cortes de Pallás (Valencia, con 28.879 ha quemadas en 2012), el reciente de la Sierra de la Culebra (Zamora, con 22.760 ha de superficie forestal) y el de Navalacruz (Ávila, 22.000 ha en 2021).

Además, también requieren triste mención el incendio de Sierra Bermeja (Málaga), el año pasado, en el que murió un bombero y ardieron 9.581 ha durante 46 días, uno de los siniestros más complejos de España de los últimos años. El incendio de Valleseco (Gran Canaria), que en 2019 devoró durante 40 día cerca de 10.000 ha (el 6,5% de la superficie de la isla). El del Parque Natural de Doñana (Huelva), que en 2017 quemó más de 8.000 ha, incluidas áreas sensibles para el lince ibérico; el de la Sierra de Gata (Cáceres), que en 2015 calcinó 7.800 ha de gran valor ecológico; o la oleada de fuegos que en octubre de 2017 mantuvo en jaque a Galicia y Portugal. Ardieron unas 300.000 ha (47.000 gallegas en 352 siniestros) y la velocidad del fuego llegó a superar los 6 km/h, lo que supone de tres a nueve veces por encima de la capacidad de extinción.

Todos estos gravísimos incendios forestales nos recuerdan que en España no estamos tan lejos de los terribles incendios de California y Australia o de Grecia y Portugal, que han devorado casas y regiones completas, y acabado con la vida de muchas personas.

El Mediterráneo y el planeta en llamas

El fuego no entiende de fronteras. Cada año, arden de media 375.000 hectáreas en el Mediterráneo, una región donde los ecosistemas son especialmente vulnerables al cambio climático. En el verano de 2020, los incendios de Turquía, Grecia y Cerdeña confirmaron una vez más la vulnerabilidad de la región frente a los incendios.

Arde el Mediterráneo y, además, las llamas recorren nuestro planeta: desde Australia a California, Chile o Sudáfrica, hasta incluso llegar a paisajes tan fríos y hasta ahora ajenos a este problema, como Canadá o el Círculo Polar Ártico, que ya se calienta dos veces más rápido de lo normal. Y con gravísimas consecuencias en nuestras vecinas Portugal (donde perdieron la vida 110 personas en 2017) y Grecia (con la muerte de más de 100 personas en el gran incendio de Ática ocurrido en 2018).

Observamos perplejos y con horror cómo arde California de manera recurrente, devorando casas y regiones completas, y duele mucho recordar los terribles incendios que asolaron Australia en 2020, con «tormentas de fuego» de más de 1.000 ºC que acabaron con la vida de decenas de personas, arrasaron más de cinco millones de hectáreas y desplazaron, quemaron y mataron a más de 1.250 millones de animales.

Y en otros lugares como la Amazonia, considerada “el pulmón del planeta”, la deforestación, por la permisividad de los gobiernos, ha provocado que el número de incendios se dispare calcinando valiosos ecosistemas con el objetivo de cultivar productos como soja o pastos para abastecer la creciente demanda mundial de carne.

WWF alerta de que cada año crece el riesgo de sufrir oleadas de incendios extremos, impredecibles y de comportamiento explosivo, y que estos incendios in-apagables se han convertido en auténticas emergencias sociales que ponen en riesgo poblaciones rurales; la posibilidad de que suceda un episodio de estas características en España, con un serio riesgo de pérdida de vidas humanas, es muy real.

No podemos permitir que España arda sin control

Tenemos que evitarlo. Necesitamos crear bosques y masas forestales más resistentes a las altas temperaturas, a largos periodos de sequedad y al abandono. Tenemos que transformar el territorio hacia paisajes más resistentes al fuego, invirtiendo en desarrollo rural, promoviendo políticas que generen empleo rural y fomenten las actividades económicas sostenibles como la ganadería extensiva o la gestión forestal responsable. Con bosques y masas forestales más resistentes al cambio global, conseguiremos que el propio paisaje sea el mejor cortafuego.

En el verano de 2021 presentamos una serie de propuestas, junto a la oficina de ANP/WWF en Portugal, para adaptar el territorio ibérico a los incendios forestales y propiciar los ‘Paisajes Cortafuegos’. Alertamos de la urgencia de transformar el paisaje actual en un paisaje mosaico cortafuegos para extinguir los incendios forestales mucho antes de que se produzcan. El objetivo: transformar el territorio para que sea menos inflamable; y el proceso: recuperar los paisajes tradicionales, aquellos donde existen pastos con usos ganaderos extensivos, masas forestales bien gestionadas y con aprovechamientos, cultivos extensivos y bosques autóctonos.

Lourdes Hernández, experta en incendios forestales de WWF, explica en nuestro podcast Del crepitar de las llamas al silencio cómo se puede gestionar el territorio para que el propio paisaje sea la mejor herramienta antincendios.

Ahora, en nuestro último informe anual sobre incendios forestales, Pastoreo contra incendios, desde WWF proponemos adaptar el territorio al cambio climático y a los incendios que arrasan nuestro país promoviendo la ganadería extensiva en zonas estratégicas del territorio. El papel de la ganadería extensiva es crucial a la hora de recuperar un paisaje rico, que alterne zonas de bosque con áreas cultivadas y pastoreadas. Un mosaico que, además de riqueza natural, aporte una mayor resistencia a la propagación de las llamas.

¡SOLUCIÓN! Mejor inversión contra los incendios

La actual peligrosidad del fuego se debe en gran medida a la enorme transformación del paisaje sufrida desde el siglo pasado; por ello, invertir en desarrollo rural sostenible y recuperar los usos del territorio formarían el mejor escudo contra los incendios.

Dos factores son clave: el cambio climático y el abandono generalizado del territorio. Las condiciones meteorológicas extremas amplifican la virulencia de las llamas acelerando la propagación y el abandono de usos tradicionales, como la ganadería extensiva o la silvicultura, transforma el paisaje en un auténtico polvorín.

Es necesario un cambio radical en la política de lucha contra los incendios. El modelo centrado en altas inversiones para dispositivos avanzados de extinción debe ser superado, ya que cada año supone un saco sin fondo y no resuelve las causas del problema. Según Enrique Segovia, director de conservación de WWF: “Debemos avanzar hacia un modelo preventivo que apueste por promover paisajes resilientes, vivos, rentables y mucho menos inflamables”.

“Tenemos que invertir en recuperar paisajes agroforestales en mosaico y recuperar usos y aprovechamientos sostenibles en el medio rural, bajo el prisma de la sostenibilidad, que sean compatibles con la conservación de la biodiversidad”, añade Segovia. “O nosotros gestionamos el paisaje o lo hará el fuego con dramáticas consecuencias sociales y ambientales”.

Para Lourdes Hernández de WWF: “La ganadería extensiva cumple un papel relevante para recuperar un paisaje que alterne zonas de bosque con áreas cultivadas y pastoreadas”. Y concluye: “Gracias a este mosaico, habrá más biodiversidad y de esta forma el territorio será más resistente ante la propagación de las llamas y más adaptado al cambio climático”.

Todo esto supone además una gran oportunidad para hacer frente a otro de los grandes retos: la despoblación rural. Las administraciones públicas deben identificar las zonas estratégicas y promover un manejo pastoral planificado y ordenado que permita compatibilizar el aprovechamiento con la conservación, estableciendo pagos justos a los pastores por la prestación de servicios ambientales.

“El consumo de productos de proximidad del medio rural, como un cordero, un queso o un vino con D.O. contribuyen al desarrollo rural sostenible y a la lucha contra incendios”, afirma David Martín, responsable de proyectos de la Fundación Pau Costa.

Ayúdanos a detener la ola de fuego

Tenemos que parar la ola de fuego que azota España y recorre el planeta. No podemos permitir que nuestro país arda sin control y que el planeta quede arrasado por las llamas. Es mucho lo que tenemos que cambiar y para ello te pedimos que te unas a nuestra campaña STOP Incendios.

Firma para pedir que se plante cara a los incendios forestales tomando medidas urgentes. ¡Más de 3.500 personas ya se han sumado! Desde WWF pedimos a la ministra para la Transición Ecológica que apruebe una Estrategia Estatal de Gestión Integral de Incendios que invierta en prevención social y ponga la gestión del territorio en primer plano, a fin de promover paisajes más resilientes a los incendios forestales.

“Debemos recuperar los rebaños en nuestros campos y poner en marcha una Estrategia Estatal de Ganadería Extensiva que la diferencie de las explotaciones intensivas y caracterice sus productos en el mercado con un etiquetado claro, que alivie la carga burocrática de los pastores y asegure precios justos para los ganaderos extensivos”, explica Celsa Pleiteado, responsable del Programa Alimentos de WWF.

Además, como el 95% de los incendios responden a causas humanas (casi 55% intencionadas), se deben realizar mayores esfuerzos para reducir la siniestralidad y acabar con la impunidad, aplicando de forma efectiva y ejemplar las sanciones y condenas para disuadir a los responsables de los incendios. Y, finalmente, combatir el cambio climático acelerando la transición energética hacia modelos de producción más limpios, eficientes, renovables y más respetuosos con la naturaleza y las personas.

Un solo bosque en un solo planeta

Los incendios forestales no son fenómenos aislados: todos los árboles forman parte de un mismo ecosistema global. Juntos mantienen el clima estable, capturan inmensas cantidades de CO2, liberan oxígeno, crean agua y forman bosques que son el hogar y sustento de millones de personas y de la mayor parte de la biodiversidad de la Tierra.

Para WWF, salvar los bosques y su biodiversidad siempre ha sido una prioridad: cada árbol cuenta y es vital en nuestra lucha contra el cambio climático. Por eso, cada año restauramos cientos de hectáreas y protegemos y gestionamos de forma sostenible infinidad de bosques en todos los rincones del planeta. Denunciamos las causas que están detrás del fuego y a quienes lo provocan, luchamos contra el cambio climático, impulsamos la creación de paisajes cortafuegos y proponemos alternativas sostenibles al sistema alimentario, que a su vez alimenta los incendios y la deforestación.

Todos somos parte del gran pulmón verde del planeta y nuestro sustento, futuro y supervivencia dependen de su salud y existencia. Súmate a nuestra lucha y di no más fuegos: ¡STOP INCENDIOS!

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