STOP Tráfico de Especies: paremos el negocio de la extinción

Cachorro de tigre incautado a furtivos en Tailandia. Foto: James Morgan / WWF.

Por ISAAC VEGA / WWF ESPAÑA

Un millón de animales y plantas están al borde del abismo. Se encuentran en peligro de extinción y el tráfico de especies se ha convertido en la mayor amenaza para la supervivencia de muchas de ellas. Las especies protegidas son acosadas, capturadas y cazadas, troceadas y traficadas, llevando a la extinción a las más codiciadas. Cuanto más escasas son, más cotizadas están en los mercados ilegales. Para detener esta barbarie, en WWF hemos puesto en marcha la campaña ‘STOP Tráfico de Especies’ en la que tú tienes mucho que decir y aportar.

En tan solo cuatro décadas la Tierra ha perdido más de la mitad de su riqueza natural por acciones humanas. Cada hora desaparecen 3 especies y nos enfrentamos a la sexta gran extinción masiva, la primera provocada por el ser humano y que está siendo voraz y veloz: mil veces más rápida que el ritmo natural de extinción. Y una de las principales causas de la aniquilación de muchas especies es el comercio ilegal de sus partes.

Animales tan icónicos como el elefante, el rinoceronte, el tigre, el leopardo de las nieves, el jaguar o el león se encuentran amenazados por la codicia humana. ¡Si no actuamos ya! las futuras generaciones sólo podrán verlos en los zoológicos o en las fotos de los libros de historia. Y eso no lo podemos permitir.

Hembra de rinoceronte sobreviviente a un ataque de furtivos que le han cortado sus cuernos en Sudáfrica. Foto: Brent Stirton. Getty Images / WWFUK

Un negocio cruel y lucrativo para las mafias

El negocio de la extinción mueve cada año entre 8.000 y 20.000 millones de euros, pero está mucho menos perseguido que otros delitos como el tráfico de armas, de personas y drogas.

Esa impunidad favorece la acción de los furtivos y las poderosas mafias internacionales que se lucran de este sucio crimen contra la naturaleza en el que se enriquecen unos pocos, pero en el que perdemos todos.

España juega un papel crucial; es un punto caliente y la puerta de entrada a Europa de gran parte del tráfico ilegal de especies procedente de África y América. A través de grandes puertos como los de Algeciras, Canarias y Valencia, llegan a nuestro país infinidad de animales y plantas víctimas del tráfico de especies. Así, entre 2005 y 2014, se incautaron en nuestro país 13.838 animales vivos.

Cifras y pérdidas inasumibles

Cada año se comercializan de forma ilegal 1,5 millones de aves vivas y 440.000 toneladas de plantas medicinales. En la última década, más de un millón de pangolines fueron capturados y vendidos en mercados ilegales por sus escamas. Miles de caballitos de mar son secados para la medicina oriental y vendidos como souvenirs a turistas. Tortugas carey troceadas y guacamayos secuestrados y enjaulados. Más de 30.000 elefantes, 1.000 rinocerontes, cientos de leopardos de las nieves y unos 100 tigres son asesinados al año para traficar con sus colmillos, cuernos, huesos y piel.

Tras asesinar a sus familias y destrozar grupos familiares y poblacionales, las crías de orangutanes, gorilas y chimpancés quedan huérfanas y son vendidas como mascotas. La mayoría mueren en el traslado y adaptación al cautiverio.

El tráfico ilegal no solo pone en peligro a las especies, también daña a las personas. Además de ser un drama para la naturaleza, al esquilmar recursos y empujar a las especies a su extinción, también lo es para las comunidades locales de los países de origen de estos productos ilegales, poniendo en riesgo su desarrollo social y económico.

El comercio ilegal de especies afecta a la salud de las personas y a la seguridad nacional, ante la crueldad y corrupción que envuelven estas prácticas, y que en muchos casos ayudan a financiar guerras y terrorismo.

Además, proteger y vigilar a las especies protegidas y amenazadas se ha convertido en una profesión de alto riesgo. En la última década, casi un millar de guarda-parques han sido asesinados defendiendo a elefantes, rinocerontes, gorilas y otras especies contra los cazadores furtivos. 

Gorila de montaña asesinado en Ruanda. Foto: Michel Gunther / WWF.

Víctimas del tráfico y sus partes más codiciadas

La lista de atrocidades de los furtivos y sus mafias es muy dolorosa, macabra y extensa. Estas son algunas de las víctimas más perseguidas y sus partes más codiciadas:

Elefantes africanos y asiáticos: Cada 15 minutos un elefante muere para arrancarle sus colmillos de marfil, que es usado para fabricar objetos decorativos, cepillos, peines, puños de bastón o teclas de piano. También venden sus colas y patas que convierten en taburetes.

Tigre: Cien tigres mueren cada año para traficar con sus huesos, por falsos supuestos poderes afrodisíacos o anticancerígenos, vender su piel y confeccionar abrigos, gorros y alfombras, y arrancarles sus garras y colmillos, vendidos como amuletos.

Rinocerontes africanos y asiáticos: Su cuerno no tiene poder afrodisiaco ni cura el cáncer porque solo es queratina, una masa de pelo endurecido como nuestras uñas, pero su precio duplica al del oro o la cocaína y, cada día, los furtivos asesinan a 3 rinos.

Orangutanes, gorilas y chimpancés: Los tres grandes simios son cazados para consumir su carne y adiestrar a las crías como animales de compañía, vender sus cráneos como trofeos decorativos; en el caso de los gorilas, se han encontrado a la venta manos disecadas convertidas en macabros ceniceros.

Pangolín: En la última década, más de un millón de pangolines fueron capturados y vendidos. Es el mamífero más traficado para ser consumido como un manjar prohibido en restaurantes y mercados de forma ilegal, y vender sus escamas a la medicina oriental o ser utilizadas para fabricar botas y cinturones.

Leopardo de las nieves: Cada semana son asesinados entre 5 y 8 irbis para vender su piel, huesos, garras y órganos sexuales de los machos, usados en preparados “milagrosos” de la medicina oriental, aunque no tienen ningún poder afrodisíaco ni curativo.

Jaguar: Venden sus huesos y testículos como falsos afrodisiacos y curativos de la medicina oriental, y sus garras y colmillos como talismanes en llaveros y colgantes.

León: Perseguido, envenenado, trampeado y cazado para ser troceado y vendido como trofeos: cráneos, pieles, dientes y garras para bisutería; incluso se elabora vino con sus huesos.

Oso negro asiático: Venden su piel y partes de su cuerpo, y sus crías son capturadas y enjauladas toda su vida en terribles condiciones para extraer su bilis y usarla en la medicina oriental.

Maderas nobles: Árboles tropicales como la caoba y el palo santo son talados ilegalmente y con su madera se fabrican figuras, artículos decorativos y muebles.

Rayas y tiburones: Cada año mueren unos 100 millones de tiburones y rayas por sobrepesca y capturas accidentales; sus poblaciones han caído un 71% desde la década de 1970 y el 32% de las 1.200 especies conocidas están en riesgo de extinción. Especies como el marrajo dientuso, el tiburón martillo o las rayas peces guitarra son capturados y sobreexplotados para cortarles las aletas y aprovechar su cartílago.

Caballitos de mar: Miles de caballitos de mar son secados y vendidos como souvenirs a turistas, y triturados y convertidos en polvo para usarlos en la medicina oriental.

Desde jilgueros a guacamayos: Cada año se comercializan de forma ilegal 1,5 millones de aves vivas, desde pajarillos cantores como los jilgueros y otros fringílidos, que acaban en diminutas jaulas, a aves tropicales tan cotizadas como el guacamayo jacinto o arara azul, que puede costar hasta 13.000 euros.

Tortuga carey: Roban sus huevos y son despedazadas para usar el carey de sus caparazones en peines, diademas, monturas de gafas, anillos, pulseras, pitilleras… Además, con su piel y carne cocinan una sopa prohibida considerada un manjar.

Incautación de colmillos de elefante africano en el aeropuerto de Tailandia. Foto: James Morgan / WWF.

Avances en la COP19 de Panamá del CITES

Tras el cierre de la reciente Conferencia de las Partes de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES) celebrada en Panamá (COP19, del 14 al 25 de noviembre), destacan los históricos avances en la protección de tiburones y rayas.

A partir de ahora, el 90% de las especies de elasmobranquios sólo podrán comercializarse si sus poblaciones no se ven amenazadas por su comercio, en comparación con sólo el 20% antes del inicio de la conferencia. Entre otras especies, se han incluido en el Apéndice II del CITES 54 especies de tiburones réquiem, 6 tiburones martillo y 37 peces guitarra.

También es destacable el nuevo reglamento sobre el comercio de aves cantoras tropicales y la incorporación en el Apéndice II de más de 140 especies de árboles tropicales, de las ranas lémur y cristal (un pequeño anfibio centro y sudamericano traslúcido muy traficado) y de tres especies de pepinos de mar del género Thelenota.

Las holoturias juegan un papel vital en la depuración de los ecosistemas marinos y son muy apreciadas a nivel medicinal y alimentario en Asia y Oriente Medio. En España ha crecido la captura ilegal de pepinos de mar para su comercio ilegal a países asiáticos, con la incautación de centenares de kilos en los últimos años por parte del SEPRONA.

Finalmente, destaca la aprobación de reconocimiento a la importancia de garantizar la incorporación de la perspectiva de género e igualdad en el CITES. Una base para el desarrollo de instrumentos y medidas que pondrán a la Convención rumbo al éxito de la conservación, la mejora de las condiciones de vida y la gobernanza, la reducción de conflictos, las desigualdades sociales y la erradicación de la violencia de género relacionada con el comercio internacional legal e ilegal de vida silvestre.

Desde WWF pedimos la implementación urgente de las medidas aprobadas y lamentamos el retraso en la protección de dos árboles latinoamericanos (el cumaru y el ipé), lo que puede suponer su sobreexplotación, y una oportunidad perdida: el ritmo lentísimo para mejorar la protección de los tigres frente al furtivismo en su año lunar.

60 años luchando contra este crimen

Gracias al apoyo de nuestras socias, socios y colaboradores en todo el mundo, en WWF trabajamos sin descanso para poner fin a esta barbarie. Nuestro objetivo es frenar el furtivismo, detener el tráfico ilegal y reducir la demanda de las especies en peligro.

Para ello, protegemos a los animales más icónicos y amenazados: elefantes, rinocerontes y tigres, gorilas, chimpancés y orangutanes, guacamayos, leopardos, leones, jaguares, osos, tiburones, rayas y tortugas; y cuidamos sus hogares.

Creamos espacios protegidos y formamos a los guardas de las reservas y a los técnicos de las aduanas. Impulsamos la creación del Convenio CITES, que regula el comercio mundial de especies amenazadas y protegidas, y trabajamos para su desarrollo e implementación. Y junto a la UICN, creamos la red TRAFFIC que vigila el comercio ilegal en mercados y fronteras. Pero aún queda mucho por hacer y tú puedes ayudar.

Pangolín cocinado en un restaurante. Foto: WWF.

Paremos el negocio de la extinción

El momento es crucial. ¡Actuemos YA! Con tu ayuda podemos detener la hemorragia que destruye la vida en nuestro maravilloso planeta.

Únete a nuestra lucha contra este crimen y ayúdanos a salvar a las especies en peligro de extinción: https://traficoespecies.wwf.es. Firma y comparte nuestra lucha contra el tráfico de especies… Más de 300.000 personas ya se han sumado.

Sé su voz y pon fin al sucio y cruel negocio de la extinción; miles de especies amenazadas te lo agradecerán.

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