Tardaron mucho en conocerse
Tardaron en hablar por teléfono porque temían que la voz pudiera estropear la magia. Tardaron más en organizar una cita… A ciegas. Llegamos al relato 10 de nuestras historias de agosto en torno a ‘un amor de verano’, protagonizado por una romántica mujer.
Por MERCEDES GOIRIA
Ella se quitó años y las fotos que le envió eran de hace tiempo. Las que recibió de su amigo eran borrosas y, cuando le pidió alguna más, él dijo que en los hombres el físico no tiene importancia y que sólo le sobraba un poco de peso.
Chateaban por mail sobre libros, viajes, aficiones, pronto giraron hacia los sentimientos. Tardaron en hablar por teléfono porque temían que la voz pudiera estropear la magia. Pero no fue así, todas las noches conversaban durante horas. Y seguían con los mails porque es más fácil expresar las emociones por escrito. Fue ella quien pidió que se conocieran, necesitaba ver al dueño de aquella voz. A veces le parecía que el timbre y el acento eran distintos, y cuando se lo hacía notar él cortaba enseguida.
Para el encuentro se compró dos vestidos –los dos románticos, uno moderno, otro más elegante–, que se probó en una tarde feliz en la que le brillaban los ojos y se sentía hasta guapa. Le parecía que en vez de sangre circulaba champán por sus venas. Ansiaba el encuentro y le obsesionaba el aspecto del hombre, sus cambios de voz.
Él le preguntó si prefería dos habitaciones, y eso acordaron. Ella pidió su llave en recepción y subió. Al abrir, comprendió en el acto que no estaba sola y oyó:
–No enciendas la luz.
Luego, en aquel tono distinto, escuchó:
–No, no la enciendas. Estoy aquí, mi amor
Entonces ella cerró la puerta y se entregó a la oscuridad.
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Comentarios
Por Marta, el 14 agosto 2019
Malísimo el relato.