“Tenemos que restaurar el sistema de valores de la naturaleza”

El científico Unai Pascual.

Hay una crisis oculta que no vemos y que está detrás de algo tan imprescindible y único como son los valores. Y no se trata de los ‘valores’ de la Bolsa ni del precio de los objetos. Se trata de los valores que damos a la naturaleza y que hemos ido sustituyendo hasta crear otras peligrosas crisis que ponen la vida en la Tierra en riesgo, como son las del cambio climático o la biodiversidad. Esa pérdida, de la que somos poco conscientes, nos ha ido calando en las últimas generaciones y desde ahora también debe ser objeto de investigación científica para comprenderla y como paso fundamental para cambiar el rumbo. Es lo que concluye un innovador trabajo publicado en la revista ‘Nature’, bajo la batuta del científico español Unai Pascual, un referente a nivel mundial en investigaciones sobre cambio climático y sus impactos.

Pascual, del Centro Vasco para el Cambio Climático (BC3),  reconoce que la publicación ha llevado muchos meses, pero se muestra muy satisfecho porque se han logrado identificar enfoques centrados en esos valores de la naturaleza que deben ser considerados en la toma de decisiones y ahora no se tienen en cuenta. En realidad, se trata de un compendio del exhaustivo informe que él mismo dirigió el año pasado para el IPBES, el organismo de la ONU que evalúa el estado de la biodiversidad global, pero que requería del cariz científico que tiene una publicación de este tipo. “Ya es hora de que los científicos investiguen la crisis de valores de nuestra sociedad occidental, muchos provenientes de la Vieja Europa, porque afecta a las otras. Hay que recuperar valores, como el de los cuidados, la justicia, la cooperación, que hemos perdido en aras de un sistema que prima el crecimiento, la competitividad, el tener más que el vecino. Desde niños nos bombardean con esos mensajes y al final no somos conscientes de lo que está pasando y es algo que como científicos debemos abordar”, asegura.

Basta poner las antenas para encontrarnos, sin ir muy lejos, que los valores de hoy se han desvinculado de tal modo de la Tierra que triunfa el no mirar (ni arriba ni abajo), ni sentir, ni escuchar, ni siquiera querer saber las ventajas de tener unos ríos sanos, unos árboles esbeltos en grandes bosques, territorios llenos de vida, mares impolutos, cumbres sin huella humana. Y hoy nos parece normal que a nuestra casa llegue la peste de una macrogranja (“Es olor a campo”, decían hace unos días en un pueblo de Aragón), que el Mediterráneo parezca una bañera (“En verano siempre hizo calor”, aseguraba un vecino) o que desaparezcan bosques (“¿Me vas a decir que no coma carne en Segovia para salvar la Amazonía? Qué tontería”, se contestaba un aldeano).

El estudio de Nature nos destaca que hay que contar con varios tipos de valores en la naturaleza: los instrumentales, que son los que nos proporcionan bienestar, y por lo tanto comida; los que le damos porque pensamos que hay que cuidarla per se, es decir, por existir; y los que surgen por nuestra relación con ella, como colectivos que ocupan un territorio.

Pero, como tantas investigaciones reflejan, nos hemos quedado solamente con los primeros. Con los regidos por el mercado, por esa producción intensiva de los recursos que nos ofrece para conseguir beneficios a corto plazo y un crecimiento económico a toda costa. En ese camino, señala, hemos olvidado lo importante: los valores que sustentan identidades culturales distintas y que nos permiten adaptarnos a los cambios. Optamos por una huida hacia delante que no lleva más que al desastre, olvidando de dónde venimos. “En Brasil o Argentina hay millones de hectáreas que son desiertos, porque no quedan árboles, pero a los agricultores de allí ese paisaje les parece bonito. Si no recuperamos esa ética que tiene que ver con el cuidado o la justicia, al final los de los sectores poderosos y hegemónicos son los que prevalecen, mientras se pierden los valores de otros sectores no empoderados, como los de los pueblos indígenas o de las mujeres, grandes cuidadoras, que son fundamentales para un mundo más sostenible”, asegura el investigador.

Pero ¿cómo definir esos valores? No es cuestión baladí, si bien Unai Pascual destaca que hay ya numerosos métodos que son capaces de  hacerlo y, además, contando con expertos de todas las áreas implicadas, desde las ciencias biológicas a la economía, la filosofía o la psicología, dado que cada disciplina tiene su propio concepto.

También se apuntan soluciones, que pasan por educar, no sólo desde la infancia, que también, sino a la sociedad en su conjunto, primero abriendo el debate sobre este asunto y luego, en palabras del científico, “poniendo límites a la propaganda de los valores que no conducen a un futuro sostenible, sin intoxicaciones, sin bulos”. Y concluye que esto pasa por el análisis más científico, pero también por unos medios de comunicación social que, añado, no promuevan la cultura de que lo importante es tener más, un consumo sin límites. Hoy son mensajes con unos valores que van calando día a día y se traspasan de generación en generación, como los genes, “pero en los que también puede haber mutaciones que nos cambien”, apunta Pascual.

El problema añadido es, no obstante, que esos canales son propiedad de quienes tienen por el mango el sistema económico y lo manejan en función de sus intereses hasta el punto que oler en kilómetros a la redonda a purines es lo normal o comer pescado con plástico no es tan grave.

De ahí, insisten en esta investigación, que sea necesario combinar enfoques y redefinir conceptos como lo que es desarrollo y bienestar y, a la vez, reconocer las múltiples maneras en las que la gente se relaciona entre sí y con el mundo natural. En esa línea, se destaca el papel del convenio sobre biodiversidad, el Marco Mundial Kunming-Montreal de la Diversidad Biológica, que incluye procesos participativos en los espacios donde se toman decisiones ambientales y de desarrollo, algo especialmente importante en el caso de los pueblos indígenas y las comunidades locales, eso sí, los que aún están imbuidos de los exclusivos valores del mercado como ocurre, en general, en países como España.

Incluyen el ejemplo de la restauración de la laguna Chilika (India), un sitio protegido RAMSAR desde 1981, pero que fue totalmente degradada a causa de la acuicultura y diversas infraestructuras turísticas. Para su recuperación, se tuvo en cuenta a los conservacionistas, pero también a pescadores tradicionales, acuicultores y agricultores. En 2001, Chilika se convirtió en el único humedal asiático en ser eliminado como una zona en riesgo tras recuperarse con éxito debido a acciones que incluyeron aspectos productivos, pero también de conservación. Se buscó el equilibrio para que la pesca o el turismo no impactaran en la vida tradicional, pese a que conllevara pérdidas de beneficios.

Como conclusión, en un planeta que, según los satélites Copernicus, ha batido récord de calentamiento en julio (se alcanzaron los 1,5 grados más de media global), que sigue deforestándose por la agricultura intensiva, que continúa envenenando las especies que polinizan su vegetación, que se queda sin hielos en polos y cumbres, este artículo nos llama a “restaurar” el hilo que nos une a la naturaleza, una relación que va más allá de proteger una especie emblemática, una zona de selva o una montaña.

Ese hilo se rompió cuando nos inundó el mensaje de que todo lo que no nos produce un beneficio no es importante. Artículos centrados en recuperar esa relación, que no se mide en dólares o euros, son más necesarios que nunca. Porque el campo entero no tiene que oler a purines ni es hermoso ver un latifundio de soja en lo que era selva.

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Comentarios

  • “Tenemos que restaurar el sistema de valores de la naturaleza” – Diario Público – Taitoru

    Por “Tenemos que restaurar el sistema de valores de la naturaleza” – Diario Público – Taitoru, el 25 septiembre 2023

    […] https://elasombrario.publico.es/tenemos-restaurar-… El científico Unai Pascual ha publicado un estudio en la revista Nature que destaca la importancia […]

  • Una crisis de valores y el ecofeminismo - PRISMA

    Por Una crisis de valores y el ecofeminismo - PRISMA, el 09 febrero 2024

    […] noticia en cuestión versaba sobre una investigación científica de talla internacional impulsada por un […]

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