¿Tenía Mozart el sentido del tiempo de un estornino?

Un estornino mira la estatua de Mozart en Salzburgo, su ciudad natal. Fotomontaje: M. Cuéllar.

En 1784, Mozart se encontró en una tienda vienesa con un coqueto estornino que cantó una versión improvisada del tema de su ‘Concierto para piano nº 17 en sol mayor’. Al percibir un espíritu afín en el joven pájaro, lo compró y se lo llevó a casa como mascota. Durante tres años el estornino vivió con Mozart, influyendo en su obra y sirviéndole de compañero, distracción, consuelo y musa. En 2018 la escritora, naturalista y ecofilósofa estadounidense Lyanda Lynn Haupt recogió esa asombrosa historia para componer un extraordinario libro (publicado recientemente por Capitán Swing) que para los coordinadores de ‘El Asombrario’ ha sido una de sus lecturas favoritas del verano: ‘El estornino de Mozart’. Publicamos aquí, en este agosto que toca ya a su fin, uno de los capítulos de tan original y entretenido libro, mezcla de ciencia, biografía, historia y divulgación sobre las aves, sobre Mozart y sobre la música en general.

‘El sentido temporal de las aves y Mozart’

El director de orquesta Michel Swierczewski dijo de Mozart: “Tengo la teoría de que es alguien que vivió más rápido que otras personas […]. Cuando pienso en su vida como una película, siempre la veo como una película acelerada”. Hace tiempo que pienso lo mismo. Cuando Mozart enfermó y falleció prematuramente a los treinta y cuatro años de edad había presenciado la muerte de su madre, de su padre y de cuatro de sus hijos, había sufrido altibajos económicos y había experimentado la exuberancia y la angustiosa depresión propias del talento artístico mientras componía cuartetos, quintetos, sinfonías, conciertos, misas, danzas, cuadrillas, varias de las mejores óperas jamás escritas y un hermoso réquiem cuyas páginas tenía en el regazo al morir. Lecciones, dirección de orquesta, conciertos, primer violín, compositor de la corte. Miles y miles de páginas de manuscritos copiados y publicados. Miles de cartas enviadas a lugares lejanos y cercanos. Miles de kilómetros recorridos en coche de caballos.

En cuanto a las condiciones de su existencia diaria, sin duda Mozart no fue muy distinto del típico vienés de su época. Pero, en lo referente a su ritmo laboral, sumado a las dificultades de su vida personal y a la complejidad de su mente artística, fue todo menos típico. Es como si el espacio de una vida se hubiese expandido para contenerlo.

Una nueva investigación confirma algo que siempre creí posible. Los animales más pequeños perciben el tiempo a cámara lenta. En un estudio de 2013 publicado en Animal Behavior, investigadores del Trinity College de Dublín utilizaron luces intermitentes para determinar la resolución temporal a la que procesan información diferentes especies. Observaron que los animales de cuerpos más pequeños y metabolismo más rápido (como las moscas domésticas o los pájaros) perciben y procesan más información en una unidad de tiempo que los animales más grandes de metabolismo más lento (como los elefantes o los humanos). Esa es la razón de que, aunque nos creamos muy listos con el periódico enrollado, la mosca escape la mayoría de las veces: la secuencia de acontecimientos se desarrolla más lentamente para la mosca. Un comentarista comparó este efecto con la “secuencia de las balas” en la película Matrix, cuando Keanu Reeves, con sus faldones al viento, esquiva los proyectiles que le llegan a cámara lenta. Aunque para el tirador las balas van a toda velocidad, el personaje de Reeves puede esquivarlas fácilmente. Según este nuevo estudio, los pájaros viven en Matrix.

Las implicaciones del estudio nos llevan mucho más allá de la noción de “años de vida canina”, esa idea de que para los animales de vida más corta esta transcurre a un ritmo que puede medirse y ajustarse a una escala temporal humana para encontrar una edad comparable. En cambio, se nos invita a pensar de forma mucho más amplia y relativista sobre el tiempo. No sugiero que, por ejemplo, un pájaro de rápido corazón experimente, en su breve vida de tres años, más que nosotros en ese mismo periodo de tiempo, sino que su vida real percibida puede ser más larga que tres años. La medida es misteriosa; el tiempo vital del pájaro supera nuestros típicos cálculos en formas que no podemos entender, al menos de momento. ¿Es posible que algunas personas también experimenten este portal de tiempo/espacio y permitan que se desarrolle más experiencia dentro de ellas y a su alrededor? ¿Que podamos sumar la duración de ciertas vidas en nuestra forma lineal habitual, pero que estas vidas no encajen en esa medida lineal, que en cierto modo hayan vivido más?

El potencial de semejante experiencia forma parte de nuestras mitologías culturales. En el archivo occidental encontramos el País de las Hadas, un reino donde se puede entrar por casualidad o por desgracia o, a menudo, por la música de la flauta. Es el país donde los mundos se encuentran: lo salvaje y lo doméstico, el sueño y la realidad, el lenguaje y la poesía, los pasos humanos superpuestos a los de los animales del bosque, las hojas y las setas. Es la tierra de la imaginación y de la suspensión del tiempo, de lo práctico entreverado con lo mágico. Es el mundo de La flauta mágica.

A veces, cuando Carmen [Carmen es el estornino que adopta la autora del libro como mascota para poder escribir con más propiedad de la experiencia mozartiana] se sienta en mi hombro, cierro los ojos y escucho. No pesa nada; si no fuera por el pequeño pinchazo de sus uñas, ni siquiera sabría que está ahí. Si hay silencio y tengo el oído lo bastante cerca de su cálido pecho emplumado, puedo oír su corazón. Mi ritmo cardíaco, como el de Mozart y el de la mayoría de los humanos, es de unos ochenta latidos por minuto. El de Carmen, como el de Star [así se llamaba el estornino de Mozart] y la mayoría de los pájaros cantores, es de unos cuatrocientos cincuenta latidos por minuto. Las aves de mayor tamaño tienen una frecuencia cardíaca más lenta (en los pollos es de aproximadamente doscientos cuarenta y cinco), y las más pequeñas, más rápida (en los colibríes es de unos mil). Pongo la mano en mi corazón y la oreja en el pecho de Carmen y siento el ritmo de nuestras dos vidas.

El metrónomo fue patentado por el inventor alemán Johann Maelzel en 1815. Todos los abnegados estudiantes de música están sujetos a su tiranía, pero la mayoría de los compositores siguen resistiéndose a sugerir tempos exactos para sus obras. En su lugar, los tempos que aparecen en la parte superior de una partitura son descriptivos, sugestivos, subjetivos y muy relativos. Allegretto (bastante rápido, pero no rápido), allegro ma non troppo (rápido, pero no demasiado rápido), lentissimo (más lento que lento). Sabemos que la música puede alterar y cambiar nuestra percepción del tiempo, y un sinfín de estudios demuestra lo fácil que es para los seres humanos entrar en una relación temporal diferente cuando escuchan música bien compuesta. El Royal Automobile Club del Reino Unido llegó a determinar cuál es la música más peligrosa que se puede escuchar mientras se conduce: La cabalgata de las valquirias de Wagner. Evidentemente, el riesgo no es que el oyente se involucre demasiado en la música ni que esta en sí sea demasiado rápida, sino que su naturaleza extática interrumpa el sentido normal de la velocidad de los conductores, haciendo que inconscientemente conduzcan más rápido.

El difunto poeta galés John O’Donohue creía que “la música es, quizá, la forma de arte que más nos acerca a lo eterno porque cambia de forma inmediata e irreversible nuestra forma de experimentar el tiempo”. En su opinión, crea un puente entre el mundo visible y el invisible o lo imaginal, como se denomina en la erudición, donde nuestras medidas habituales tienen poco sentido. Mozart vivió en este mundo de la música, con tempos siempre cambiantes en su cabeza y un estornino en su hombro. ¿Es posible que su experiencia del paso del tiempo fuera única? ¿Que para él el tiempo pasara de una manera distintiva e idiosincrásica? Me gusta imaginar que experimentó el intervalo de su breve vida con el expandido sentido temporal de un pájaro.

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Comentarios

  • Francisco Delgado Montero

    Por Francisco Delgado Montero, el 01 septiembre 2023

    Me ha gustado mucho este artículo basado en la investigación de la Dra. Linn sobre Mozart y su estornino Star.

    Soy escritor especializado en Biografías de compositores y he publicado dos biografías sobre WA Mozart. La segunda titulada «Mozart, una vida hacia la libertad» (ed. Incipit) contiene un detenido análisis sobre MOZART y su estornino: Star murió a los pocos días de morir el padre de Mozart; y éste, que no había podido ir al entierro de su padre, pues su hermana no le informó de nada, enterró con mucho cariño y ceremonia a su estornino. En el texto explicó cómo MOZART desplazó inconscientemente sus sentimientos de duelo, de su padre al estornino:es un mecanismo de defensa que el psicoanálisis expone claramente.
    Mi formación y experiencia como psicólogo clínico y psicoanalista me permiten tener puntos de vista diferentes a la mayoría de los biógrafos.
    Un cordial saludo y mis felicitaciones por el Asombrario, que leo siempre.

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