Todo lo bueno y reivindicativo que nos trae el reguetón

El músico puertorriqueño Bad Bunny, en concierto.

Puedes seguir al autor, Rubén Caravaca Fernández, en Twitter, aquí @rubencaravaca

La revista ‘Time’ incluyó hace unos días su primera portada en español con la imagen de Bad Bunny. En Solo de mí, el artista puertorriqueño trata sobre una mujer que ha sufrido violencia de género. En ‘Yo perreo sola’, uno de sus temas más populares, reclama el empoderamiento de ellas, lucha por los derechos de las mujeres y de la comunidad LGTBIQ. ‘The Economist’ reconocía hace tres años la caída, en plataformas musicales, de las canciones en inglés ante el empuje del español protagonizado por artistas de reguetón y de otros géneros latinos. Defendamos todo lo bueno que ha traído el reguetón: ni es tan machista ni tan mal hablado. Ignoran que estas músicas expresan inquietudes de barrios marginados, que han sacado de la delincuencia a muchos jóvenes, siendo clave en movilizaciones contra gobiernos y abusos de poder, y sacándole los colores al clasismo anglosajón de industria y medios.

Pablito Wilson, periodista musical y escritor argentino radicado en Colombia, en Reggaetón, una revolución latina nos acerca a su historia y realidades desde 1990 cuando, en un estudio de Nueva York, se reinterpretó la canción jamaicana Dewbow. En Talento de barrio, Daddy Yankee canta “Puedes sacar un hombre de la calle, pero nunca podrás sacar la calle del hombre”. Entornos de calle / barrio predominan en buena parte de las canciones reguetoneras. Proximidad a situaciones complejas: “Mientras el pop promociona el glamur de sus estrellas, los géneros musicales de los estratos bajos (rap, dancehall, trap, etcétera) suelen presumir –o necesitan presumir– del anti-glamur y toda característica de la realidad barrial para el cuestionamiento de otras realidades”, comenta Wilson. Falta de glamur y talento local son algunos motivos para el descrédito que reciben, sin obviar la clase y raza, que llevan a no ser considerados con el respeto y admiración que se profesa a otros géneros y artistas. Hasta ahora los mainstreams estaban cortados por el mismo patrón, elegantes, glamurosos, guapos… El reguetón ha transfigurado ese escenario.

Clasismo de medios e industria

Transformación que ha evidenciado más el clasismo de la industria y los medios. Ignoran que estas músicas han sacado de la delincuencia a muchos jóvenes, siendo clave en movilizaciones contra gobiernos y abusos de poder (derrocamiento del gobierno puertorriqueño, paro nacional en Chile, contra las leyes migratorias de Trump…). Han acompañado estas manifestaciones, pero han sido relegados por unos medios dispuestos siempre a ensalzar “el compromiso” de los artistas pop, pero silenciando a los condenados por el contenido de sus letras. Cuando las élites se sienten molestas, las libertades existen solo para ellas.

En lo estrictamente musical, Wilson comenta largamente los escenarios: un artista no tiene por qué ser apolítico. Se puede triunfar siendo negro, masivo mundialmente sin cantar en inglés. Mención especial merecen artistas latinos como Enrique Iglesias, Carlos Vives, Pablo Alborán, Shakira o Gloria Trevi, que no les queda otra que regatonear si quieren mantenerse, o cómo Tik-Tok ha permitido democratizar la música abriendo puertas a muchos artistas, al transformar los acuerdos, vigentes en otras plataformas, con discográficas y editoras, éxito que muchos no llegan a comprender. Se menosprecia el lenguaje de muchas de sus canciones, mientras que escritores que usan términos similares o superlativos son aclamados como cultos. ¿Clasismo? El reguetón expresa lo que acaece en barrios, familias… Quizás por eso sea molesto visibilizarlo; sigue sin entenderse que las reglas de la calle son otras.

Relegados, señalados, ignoradas

En los Grammy, son relegados a premios secundarios, por lo que significan para una industria sajona y por el carácter político de algunos de sus temas. Mientras se subraya el machismo, la cosificación y discriminación de las mujeres de algunos de sus intérpretes –igual ocurre con artistas pop y rock, aunque casi nunca se comente–, se ignora a reguetoneras como Ivy Queen, Karol G, Tremenda Jauría, Natty Natasha, Becky G o Farina. Esta última canta Perras como tú, reivindicando su bisexualidad en una sociedad tan conservadora como la dominicana.

La colombiana Carolina Sanín afirma: “Soy feminista y me gusta el reguetón / Sin perreo no hay revolución”. La argentina residente en España Ms Nina alega… “Dejen a cada uno ser lo que quiera ser. Soy chica y quiero ser sexy, déjame que sea sexy. Cada mujer puede hacer lo que le dé la gana. Hay que dejar atrás tantos prejuicios. No es ser feminista ponerles límites a otras. Yo no me sexualizo para vender más, aunque no estaría mal si lo hiciera. Me sexualizo porque me gusta verme así”.

En Todas somos reinas canta con Jedet, un chico al que le gusta usar falda identificándose como queer, mientras Miss Bolivia arremete contra los feminicidios. Reguetón femenino, incluso feminista, pocas veces reflejado. Compartimos –y nos felicitamos por ello–manifestaciones lésbicas, como las realizadas por Skahira y Rihanna en Can’t remember to Forget you, rompiendo la heterosexualidad establecida; pero, al mismo tiempo, parece molestar si las protagonistas son Karol G y Mariah Angeliq en El makinon. Deconstruyen masculinidades y moralidades dominantes.

Perrean siendo reinas. Disfrutan bailando, apropiándose de una sexualidad donde prevalece el placer sobre la maternidad. Rompen discursos conservadores y tradicionales, sobre ellas y sus vidas cotidianas. En ocasiones asumen que la victimización puede suponer poder. Rompen estereotipos siempre asociando a mujeres latinas con exotismo, culebrones y familia. Karol G canta en Tusa , junto a Nicki Minaj, que se ”cansó de ser buena… ahora soy una chica mal”, poniendo a los hombres como objeto sexual. Quizás por ello son tan peligrosas y criticadas. Molesta sentirlas libres e inconformistas. ¿Por qué se amplifican a unos y se ignoran a otras? ¿Por qué se las obvia y excluye? ¿Por qué se habla de apropiación musical en Rosalía –aunque no la podemos calificar como reguetonera, tiene mucha relación con el género–callando cuando Alejandro Sanz o Bisbal hacen algo en línea similar?

El reguetón ha abierto puertas a muchos sonidos nuevos, revitalizando otros como la cumbia, el merengue… Aunque no queramos, lo vamos a escuchar y bailar (Gasolina, Despacito, Mi gente, Todo de ti, Bailando…). Un entorno que va más allá de la música, que desgarra discursos tradicionales y conservadores de industria y medios, lo que Wilson narra de forma ágil y documentada.

Presente brillante, futuro mutante

Para completar esta lectura dos recomendaciones: El trap. Filosofía millennial para la crisis en España (Errata Naturae) y Gritos de Neón. Cómo el drill, el trap, y el bashement hicieron que la música fuera novedosa otra vez (Caja Negra). En el primero,el filósofo Ernesto Castro nos acerca a cómo el trap ha transformado nuestra industria musical por la popularidad de sus intérpretes, enfocándolo desde un punto de vista filosófico y sociológico. Su historia en nuestro país y sus intérpretes. La relación con el feminismo, la generación millennial, la memoria histórica, la apropiación cultural, la lucha de clases y el capitalismo. En el segundo, Kit Mackintosh plantea un cambio de paradigma, donde el Auto-Tune transforma la forma de crear, explotando cualidades vocales hasta ahora desconocidas, desarrolladas fundamentalmente por las músicas urbanas negras. Avances musicales que amplifican radicalmente nuevas formas de expresión artísticas, prevaleciendo la voz, como muestran artistas como Travis Scott, Young Thug o Playboi Carti.

Los que añoran las músicas de décadas anteriores, las únicas plausibles, ignoran las revoluciones sonoras que se están produciendo. Como apunta Mackintosh, “déjense intoxicar por sus fluidos alucinatorios multicolores y sus artificios halográficos. El futuro ya no suena ni frío, ni robótico. Escuchen esas entonaciones vulnerables y gelatinosas, deformadas tras una niebla de Xanax y codeína. El porvenir de la música será biotecnológico y alienígena, la banda de nuestra propia mutación”.

El futuro ya está aquí, cualquier tiempo pasado no fue mejor, solo diferente.

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