Tolcachir homenajea en el teatro la dignidad de los ‘riders’
Claudio Tolcachir escribe y dirige ‘Los de ahí’, un homenaje a la dignidad de los ‘riders’, esos trabajadores precarios que se juegan el cuerpo y el alma en las calles de nuestras ciudades. Ellos conforman comunidades efímeras que apenas miramos, pero de las que dependemos para recibir nuestros paquetes y nuestras cenas, en tiempo y forma. En el Teatro María Guerrero de Madrid hasta el 9 de marzo.
Hoy Vladimir y Estragón esperan a Godot en fracciones de tiempo muerto frente a una máquina de pedidos de Amazon o Glovo. Su hábitat también es un baldío infecto o cualquier acera en el centro o los alrededores de una gran ciudad, llena de gente que quiere paquetes a domicilio. Sin falta y con urgencia. El paisaje polvoriento del árbol seco que imaginó Samuel Beckett en Esperando a Godot se parece al que hoy habitan los mensajeros y riders, que no pueden contemplar el horizonte en calma sino mantener una mirada intermitente entre el espacio real y el mapa de geolocalización, siempre activo en la pantallita del teléfono: “¿A cuántos minutos en bici estamos?”.
Vladimir y Estragón se llaman, esta vez, Dani, Munir, Susan y Nuno y son Los de ahí, tal el título de la pieza de teatro escrita y dirigida por Claudio Tolcachir (Buenos Aires, 1979), que se ha estrenado el 17 de enero en el teatro María Guerrero, de Madrid. Hay absurdo en estas existencias como absurda (u obscena) es la vida de consumo y despojo en la misma Europa que pensó Beckett, pero siete décadas después.
En este caso, los personajes de Tolcachir esperan “al Eduardo”, de cuya presencia da cuenta su bicicleta, mientras los que quedan sostienen con sus cuerpos la compulsión del consumo ajeno por unas monedas al día. Esperan (o viven) entre chatarra y escombros, a la sombra constante de la amenaza burocrática y policial.
Asusta la persecución, la de carne y hueso y la que les mantiene en alerta, sugestionados. En tanto, la espera infértil hace que estos vladimiros vivan en tensión, con amagos de movimiento, alguna pirueta y diálogos a medias. Esto le da un aire circense a la puesta del autor de La familia Coleman, que logra transmitir sin palabras la cotidianidad de los jóvenes contemporáneos, entre el espasmo acrobático y la rigidez catatónica que promueven los teléfonos inteligentes.
A instancias del Centro Dramático Nacional, que dirige Alfredo Sanzol, Tolcachir fue quien decidió hablar de estos chicos y chicas, o señoras, que viven en los márgenes –aunque no siempre pertenecieron a ellos– sirviendo a una sociedad anestesiada de objetos y experiencias pagadas, e incapaz de reconocerlos. No importa qué idioma hablan, o cuántas señas (o traductores de IA) necesitan para comunicarse, ellos podemos ser nosotros en cualquier momento, y así lo presiente el dramaturgo argentino, que también es un emigrante, un inmigrante en España.
En el elenco destacan la experimentada Malena Gutiérrez (Susan) y el convincente Nourdin Batán (Munir), acompañados por Fer Fraga (Nuno), Gerardo Otero (Dani) y Nuria Herrero (Mirja). A propósito, Tolcachir comentaba que estos personajes fueron escritos para estos intérpretes, algunos de los cuales han sido sus alumnos en la escuela Timbre4, que funciona desde hace unos años también con sede en Madrid. Hay sutileza en la escritura, que se descubre virtuosa en los matices culturales y en los detalles finos de cada personalidad, o en los trazos con los que pinta la dignidad de lo indigno.
Por cierto, cuando hablamos del precariado cultural y el ultraje laboral de nuestra época, la realidad se confabula con la ficción. Hace algún tiempo, el actor Nourdin Batán, nacido en Ceuta, fue invitado al anterior late show de David Broncano en la televisión, y, entre bromas y verdades, terminó pidiéndole al aire un Bizum para pagar el alquiler.
Chanzas aparte, volvamos a Tolcachir y a esta obra que lo ha devuelto a la escritura después de varias temporadas de encargos con firmas de otros autores. A propósito, esto nos decía el director cuando apenas queríamos asomar la nariz tras la pandemia, en una entrevista en este mismo espacio, ante la pregunta de los temas que había que abordar tras el encierro: “No te sabría decir. Yo en este tiempo no he escrito. Me dispongo a hacerlo en 2021, un año de investigación y escritura para mí. No creo que sean temas nuevos. Son los mismos. Si uno revisa los temas de hoy posiblemente llegue a los griegos y hable del miedo a ver, o de la responsabilidad frente a los demás, que es un asunto que me atraviesa siempre. Creo que lo que ha hecho la pandemia es potenciar lo que somos frente a los demás, cómo hemos respondido a nuestra comunidad, si hemos sido solidarios, si nos hemos cuidado. Fue fuerte para todos ver cómo estábamos rodeados. Yo tengo la suerte de tener mi familia elegida, que es Timbre 4, un grupo de trabajo que se ayuda, que crece, que se estimula”.
En efecto, en Los de ahí hay fricciones, pero también hermandad en el baldío que el fantasma de Godot comparte con el del Eduardo. La palabra mamá conmueve por lo que se repite en el texto de Tolcachir, por lo que evoca, por el desamparo que llega al espectador y que se exorciza pronunciando a la propia madre.
Por supuesto, ese refugio que es la comunidad –incluso la del Eduardo ausente– no tiene una forma única ni un contorno perfecto sostenido en el tiempo. La comunidad puede ser efímera, estar deshilachada y conformada por los que esperan trabajo en la calle… Quizá sus integrantes sean jornaleros sin papeles frotándose las manos heladas, temprano, en una rotonda, esperando la camioneta que los contratará por el día para ir a labrar la tierra, demoler un edificio o drenar una fosa séptica; pueden ser los repartidores en bici o monopatín de cualquier empresa que termine en EATS, a la puerta de una pizzería; pueden ser los trabajadores de las zonas logísticas, en el aparcamiento de un polígono en el este de Madrid o el oeste de Barcelona.
“Tengo miedo, lo confieso”, arranca la nota del director, en el programa de mano. Sin embargo, él mismo propone las alianzas temporales para hacer frente a las tempestades de la tierra baldía.
‘Los de ahí’, escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, está en cartel, de martes a domingo, en el teatro María Guerrero, sala grande, de Madrid, hasta el 9 de marzo.
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