Tomar el nombre de Dios en malo

Desde bien pequeño he escuchado eso de que la incoherencia nació el día que un obrero votó a la derecha. Llevo bastantes años notando en mi entorno el desafío de pensar que un gay, lesbiana, bisexual o transexual que crea en Dios reinventa la incoherencia del obrero que votó a la derecha.

Supongo que las crisis, no solo las económicas sino especialmente las de valores, alimentan la idea de combatir al enemigo sin matices, con un discurso radicalmente opuesto. No es nada nuevo. La intolerancia solo genera intolerancia. Después de escuchar una declaración del obispo de Alcalá de Henares, el señor Reig Pla, cualquiera podría actuar desde la obstinación. Y lo justificaríamos. Sin embargo, al igual que confundimos ideología con partidos políticos, confundimos fe con religión. No creo en Dios pero estoy absolutamente convencido de que uno puede ser homosexual y creyente. Supongo que la confusión reside en juzgar con el mismo rasero la íntima necesidad de creer en algo, rasgo que impulsa a todo ser humano, y la ideología, mayoritariamente homófoba, de la iglesia como institución. No olvidemos, además, que en esa institución también existen voces discordantes con las que un creyente puede comulgar sin necesidad de asumir la homofobia con disciplina de partido. Ser de izquierdas no es sinónimo de votar al PSOE. Ser creyente no es sinónimo de acatar el dogma de Rouco Varela.

Hay 5 países en el mundo –Irán, Arabia Saudí, Yemen, Mauritania y Sudán-, y algunas regiones de Nigeria y Somalia, en los que la homosexualidad está castigada con la pena de muerte. En todos ellos, la religión amamantó el radicalismo. En Uganda, un país cristiano, su parlamento está tramitando una ley que ya se conoce popularmente como la ‘ley mata-gays’. Una ley que te asesinará por mantener relaciones sexuales con una persona de tu mismo sexo y que condenará a tres años de cárcel a aquellas personas que supieran que eras homosexual y no te denunciasen.

Por si acaso alguien tiene la tentación de mirar a esos países con cierta superioridad occidental, creyendo que ese horror es fruto de un supuesto subdesarrollo, les recomiendo que miren a su alrededor. Hay 80 países en el mundo en los que ser homosexual es delito. Hay otros en los que los homosexuales pueden casarse y adoptar pero eso no les libera de poder ser agredidos por su tendencia sexual o identidad de género. En cualquier rincón del mundo, allá donde brote la homofobia, si rascamos un poco, aparecerá la religión.

Es cierto que en España no tenemos ese 24% de analfabetismo que existe en Uganda, pero sí tenemos los políticos mediocres y los reverendos mesiánicos de ese país africano. Y en época de crisis, eso es muy peligroso. Salvando las grandes diferencias entre ambos países, el germen del que nace la homofobia es el mismo. Creo que hay más puntos en común entre el pastor Solomon Male en Uganda y el obispo de Alcalá que puntos en los que difieren. En Uganda se instalan las sectas cristianas, evangelistas y pentecostales, alimentando el odio al homosexual. En España tenemos al Opus, a los Legionarios de Cristo, a los kikos y a los cielinos, sectas católicas que cada vez tienen a más políticos de rodillas. Vamos, que uno podría pensar que si España no es Uganda no es precisamente gracias a ellos.

Su catecismo nos ordenaba que no debíamos tomar el nombre de Dios en vano. Que no podíamos usarlo de forma irreverente pronunciando frases como “¡Dios mío, qué invento es este!” o “Te lo juro por Dios”, que son graves faltas de respeto. Sin embargo ellos, desde sus púlpitos, hacen algo infinitamente peor. Ellos toman el nombre de Dios en malo. Lo convierten en algo vengativo, oscuro, dañino para la buena convivencia de la sociedad.

Pero del mismo modo, desde esa creencia en Dios, existen religiosos como el obispo Senyonjo, expulsado de la iglesia anglicana en Uganda por defender a los homosexuales, o el obispo episcopaliano John Selby Spong, que proclaman que el reino de Dios se identifica con la vida y por eso cuestionará el racismo, el patriarcado y la homofobia ya que devalúan la vida de las personas de color, de las mujeres y de los homosexuales.

Un homosexual puede creer en Dios porque pienso que son los creyentes los que diseñan un Dios a su imagen y semejanza, y no al revés. Si son rencor y veneno, crean un Dios del odio y la oscuridad. Un Dios excluyente. Si son amor y respeto, crean un Dios de la libertad y la convivencia.

Lo del obrero que vota a la derecha me cuesta más entenderlo, las cosas como son.

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Comentarios

  • José Vázquez

    Por José Vázquez, el 17 abril 2013

    Los dioses a medida de los intransigentes de todas las civilizaciones en crisis/sin crisis y al servicio del poder con mayúsculas.
    Y, Dios mandó a su Hijo…que murió por todos nosotros…Por qué no mandó a otro hijo al rescate si todo lo puede?…Por qué no mandó a alguna hija? Todo el invento de la salvación, es una contradicción que va contra los principios de la lógica…si estamos salvados por un dios, cómo es posible que tenga tan poco valor la muerte del H de D que todavía tenemos margen para condenarnos? Qué salvación es esa?
    Las sectas proliferan intentando el control de las personas…Creo que lo consiguen, ya que no admiten que las leyes que nos regulan no se generan en sus principios.

  • Cándido Crespo

    Por Cándido Crespo, el 17 abril 2013

    Sinceramente no creo que se pueda separar Fe y Religión de Iglesia, es todo uno. Si bien, es muy respetable que cada uno tenga las contradicciones que le parezca, el soporte de las religiones a través de las creencias personales aunque no se comparta todo el complejo de dogmas y ritos es un modo de cooperación necesaria, cuando no complicidad, en los daños terribles como las guerras y la violencia contra homosexuales, o los mas ligeros como el timo y la estafa a sus creyentes y no creyentes,
    El que un obrero vote a la derecha tiene mas bien que ver con que no se cree que los partidos de izquierda, sepan o puedan llevar a cabo, los avances sociales que prometen, ya que los prometen de espaldas al funcionamiento de la economía y se quedan en puro voluntarismo, y en cambio piensan que los partidos de derechas le pueden proporcionar medios para adquirir las ventajas de esos avances de modo individual, al encajar en sus propuestas la realidad del funcionamiento económico (otra cosa es que lo hagan).

  • j2pa

    Por j2pa, el 17 abril 2013

    Cándido:Permíteme que te contraríe en el asunto de que fe y religión son uno. La fe es un don. Yo puedo ser religioso muy religioso, pero con muy poca o ninguna fe…ya que, la divinidad no creyó conveniente que dispusiese del don de la fe.
    Un obrero que vota a un partido de derechas no espera nada, creo que está engañado o forzado…Tenemos en estadísticas a algún rico, rico rentista especulador, con control sobre medios financieros o productivos votando a la izquierda? Pues eso. La coherencia es indispensable: Si en Europa los países penalizan a propietarios de viviendas vacías y aquí se pretende hacer y dicen que peligra la seguridad jurídica, ¿mienten para engañar o se trata de un problema de fe que tenemos madurar?

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