Turismo científico marino en las costas gallegas: así sí, siempre 

Liderada por la gallega Diana Zúñiga, North Wind – Sailing for Science promueve el conocimiento científico del mundo marino a través de experiencias eco-responsables, únicas y libres de plástico. Foto: North Wind Sailing for Science.

Hace unos meses se cumplían 20 años de la mayor catástrofe ambiental de España, el desastre del Prestige. Como para no volver a sufrirlo y mantener viva la llama del Nunca Máis, una científica marina nos invita ahora a acompañarla en barco para admirar la frágil riqueza marina y comprender tanto lo que vemos como lo que no vemos más allá de las playas. La propuesta de Diana Zúñiga se llama North Wind-Sailing for Science, y la conocimos a través de la iniciativa Oceánicas, del Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC), cuyo objetivo es poner en valor el papel de la mujer en las ciencias marinas, y que el año pasado publicó en abierto el libro Oceánicas: pioneras de la oceanografía, edición ilustrada y dirigida al público juvenil, que incluye 20 biografías de científicas marinas de todos los tiempos. 

En el portal de Oceánicas no solo se habla de científicas históricas, sino de las que a día de hoy, a bordo de un barco o de su pequeño laboratorio, siguen desvelando los misterios del mar y –como en el caso de Diana– luchando por traspasar esa barrera entre la ciencia y la sociedad. Su iniciativa quiere “transferir a la ciudadanía lo importante que es el océano en nuestras vidas”, aprovechando la riqueza de las Rías Baixas.

De momento, ya ha captado la atención de los turistas extranjeros, pero su objetivo es llegar a las escuelas y al público general. Diana quiere que nos sintamos científicos marinos, y en esa singladura no está sola… A lo largo de la charla surgen los nombres de otras iniciativas y personas que, pese a la falta de ayudas y de reconocimiento, emprenden y dinamizan la economía local aportando difusión científica y proyección internacional a nuestro patrimonio. Algo que cobra aún mayor sentido dentro del Decenio de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030) declarado por la ONU.

Bajo la filosofía slow travel, Diana propone rutas de bajo impacto ambiental en velero que reduzcan las emisiones de CO2 o minimicen los niveles de contaminación acústica submarina, además de disfrutar en intimidad de las Islas Cíes o de promocionar la gastronomía local. Tras estudiar Ciencias del Mar en Vigo, Diana hizo su doctorado en Barcelona, centrando sus estudios en mejorar el conocimiento del ciclo del carbono en el océano, que tiene un papel fundamental para comprender el cambio climático, “quizás el mayor reto al que se enfrenta la humanidad”, advierte.

Al volver de Barcelona y comparar sus muestreos creyó que estaban mal. “Nada más lejos”, recuerda. “Establecer una comparativa entre la productividad del Mediterráneo con las rías gallegas sería como comparar un páramo con una selva”. “Durante esos años descubrí una de mis grandes pasiones, el plancton, esos pequeños seres microscópicos que, gracias a su capacidad de realizar la fotosíntesis, son los responsables de absorber el CO2 de la atmósfera y convertirlo en oxígeno y materia orgánica en el agua; podríamos decir que estos pequeños organismos, además de ser fundamentales para entender el calentamiento global, garantizan que exista vida en el océano, y me atrevería a decir, en todo el planeta”.

¿De dónde surgió tu idea de turismo científico? 

Tomó forma con la pandemia. A mí me encanta la ciencia, de hecho sigo colaborando con mis compañeros del Instituto de Investigaciones Marinas de Vigo, pero siempre pensé que hacía falta traspasar esa barrera, la de la investigación y la ciudadanía. Lo que he planteado ahora es una experiencia de ecoturismo náutico en la que se colabore con un proyecto científico: hacemos una serie de medidas que sirven realmente en investigación. La idea es llevar a bordo instrumentos oceanográficos y que la actividad de turismo contribuya a recoger datos en la ría. Voy a presentar también ahora unos proyectos para colegios, para fomentar la ciencia ciudadana: desde los plásticos en la playa a una catalogación o guía de los organismos del intermareal.

La verdad es que ya dan ganas solo de oírlo. Como vigués, siempre tuve la sensación de que apenas tenemos cultura marinera y vivimos de espaldas al mar, como si toda nuestra cultura del medio se acabase en la playa. 

Bueno, y las playas que limpiamos… A mí lo de las palas y excavadoras en la playa me pone nerviosa. Porque eso te da idea de qué concepto tenemos del mar. De explotarlo económicamente.

De piscina urbana, sí. 

Como si fuera un negocio, y al final, mira, toda la gente que hasta ahora se está interesando por el proyecto son extranjeros. El factor de vivir fuera es muy importante. Yo por ejemplo estuve un año haciendo una estancia en Nueva Zelanda y allí me cambió el chip totalmente. Porque es un país que no tiene el nivel de desarrollo de Estados Unidos y podríamos comparar perfectamente con lo que es Galicia, por cómo vive la gente allí. Y tú ves cómo han cogido el país y lo han convertido en un foco de turismo internacional protegiendo la naturaleza…

Parece que la naturaleza tiene que estar al otro lado del mundo para admirarla por su exotismo o virginidad, ¿no?

Pero yo creo que también es el marketing que ellos hacen. Si tú pones en valor tu territorio; o sea, si explicas al que venga aquí por qué tiene que ser consciente de donde está… A nivel marino, siempre lo digo, el ecosistema de Galicia es equiparable al Amazonas de Brasil. Todo el mundo a nivel terrestre reconoce que el Amazonas es un lugar muy especial a proteger. Pero sin embargo, a nivel marino, no. No tenemos ese concepto, incluso teniendo el mayor parque nacional marino de España.

A la derecha, Diana Zúñiga, promotora de North Wind Sailing for Science, durante una de las actividades de turismo ecológico. Foto: Fani Alonso.

Es increíble. No pasamos de la playa. Yo creo que en esa forma de ver nuestro paisaje hace mucho la cultura y los tópicos que arrastramos. Por eso me parece tan importante la aportación que hacéis los científicos al turismo, le dais una vuelta radical a la forma en que vemos nuestro propio territorio. 

Ahora la actividad la estoy haciendo con una agencia norteamericana que viene a Galicia. Empiezan en Oporto y acaban en Santiago. Duermen en Baiona y hay un día que yo hago la experiencia con ellos en las Cíes. Bueno, pues el feedback que me dan me ha animado muchísimo. Porque ellos vienen aquí con otros ojos, y me dicen: «Diana, yo he viajado por todo el mundo, y te puedo decir que este es de los sitios más especiales que he visto». También es verdad que ellos valoran la ciencia, y cuando les digo que soy científica marina se les iluminan los ojos. Mi idea por eso sería desestacionalizar el turismo náutico, porque para lo que yo quiero hacer no me gusta ver las Cíes masificadas, y esto se puede aprovechar el resto del año.

Quiero ofrecerlo también en los hoteles donde se organizan congresos. De hecho, hay extranjeros que se han hospedado en el Parador de Baiona y me han llamado interesados. También estoy en contacto con unas chicas de Vigo que están haciendo un trabajazo: 13 grados. Crearon una cooperativa para divulgar los fondos marinos de la ría de Vigo. Están haciendo talleres para colegios, y una de ellas es ilustradora, así que acaban de lanzar un libro sobre los fondos de la ría. El proyecto que presentaron es para crear una experiencia de realidad virtual realizando una inmersión en la ría, con un robot submarino, y así ver el fondo con unas gafas en directo. Estamos buscando formas de colaboración y una experiencia más completa.

¿Qué tipo de cosas están viendo los que te acompañan o cuál es el principal objetivo de las salidas? 

Poner en valor el ecosistema marino. Al ser personas extranjeras, les doy un concepto más global, vinculado a nuestra cultura marinera, la pesca o al marisqueo. Estos días, cuando pasamos por Baiona, por ejemplo, están recogiendo la almeja y les explico toda la actividad económica que genera. O el cultivo del mejillón… También les hablo de las investigaciones que hacemos aquí los científicos. Y luego está la experiencia con instrumentos oceanográficos: tomar medidas de luz en la columna de agua (para medir la productividad de la ría en función del régimen de vientos), medidas en el color del agua, la temperatura y el PH.

Me gustaría también poder tomar muestras de plancton en vivo… Algo que puedan hacer los propios turistas, que no sea complicado y que, de hecho, sirve en proyectos colaborativos internacionales alrededor de todo el mundo. Por último, también toco el tema del cambio climático. Siempre intento hacerles ver por qué es importante cuidar el medio marino y cómo un proceso global puede tener consecuencias locales. Eso lo estamos viendo a nivel científico aquí. Al final intento tener ese feedback de ellos, porque hay opiniones muy diversas. Siempre me preguntan, ¿pero tú crees al 100% que el cambio climático es real? Y yo les digo: sí. Y se lo explico.

Es curioso que la gente que siempre ha sido más idealista y ajena al escepticismo científico sea ahora precisamente tan escéptica con el consenso científico, hasta referirse a él como “religión climática”.

En Estado Unidos no te imaginas. Pero yo llevo mi dossier para darles datos científicos. Yo ya sé más o menos lo que me van a preguntar y así poder rebatirles. Resumiendo, se van al final con la idea de que el ecosistema marino es muy importante y que para nosotros un cambio en el clima también es importante a nivel económico, porque una gran parte de las personas dependemos del mar.

¿Qué tiene de singular el plancton aquí? He visto que es uno de tus campos de estudio…

Este es uno de los mejores sitios del mundo para estudiar el plancton marino, por la biodiversidad que hay. El plancton serían microalgas, la base de la cadena alimentaria marina. Son organismos unicelulares y necesitas un microscopio de alta resolución para poder verlo. En una muestra de 10ml puede haber 200 especies y miles de células. Y las rías son tan dinámicas, que, por ejemplo, si tú muestreas cuando cambia el viento, en 3 o 4 días puedes tener unas especies totalmente diferentes. Toda la comunidad de plancton cambia.

Eso no pasa en muchos sitios del mundo. Pasa en ecosistemas de afloramiento costero, porque son muy dinámicos y productivos. Y porque el número de esas microalgas, si lo comparas probablemente con el Mediterráneo, son 3 órdenes de magnitud. Yo cuando volví de Barcelona e hice mis primeras medidas creía que los datos estaban mal. Por ejemplo, el plancton puede ser un factor clave en las mortalidades masivas en la almeja. El porqué de estas mortalidades es una gran pregunta que compañeros míos del Instituto de Investigaciones Marinas están intentando descifrar. Porque, claro, se especula mucho y te dicen: «Ah, iso é que choveu”.

Esa parte del turismo científico es otro plus: desmitificar o despejar de prejuicios algunas creencias populares. ¿Qué me dices del avistamiento de cetáceos? 

Aquí la costa es poco profunda y no es tan fácil avistarlos, pero además del trabajo que hace el Cemma, hay un chico en O Grove que tiene una escuela de mamíferos marinos, y vienen investigadores de fuera para hacer estancias y salidas con él. En esas salidas hacen seguimiento aprovechando las rutas migratorias. Pero para eso tienes que ir varios días. Yo a este chico lo encontré por casualidad y me parecía increíble que hubiera alguien haciendo algo así aquí al lado.

Es una pena lo fragmentados que estáis todos los que tenéis iniciativas tan positivas y que ganarían tanto de estar asociadas en red. 

Con 13 grados ya lo hago. Además, el año pasado organicé una salida para una agencia de viajes sostenibles, Ecowildlife, de Barcelona, viajes por todo el mundo. Cuando hice la salida con su responsable a las Cíes le conté mi proyecto y le encantó. Y este año, con las partidas que vienen de Europa, en la de turismo hubo una convocatoria de proyectos para mejorar la oferta turística a nivel nacional, y él presentó una red de experiencias de ecoturismo de calidad en España para ofertar en el extranjero. Para que la gente conozca España de otra manera: una chica que te lleva a ver ballenas en Tarifa, avistamiento de aves en el delta del Ebro… Y de Galicia nos incluyó a mí y a las chicas de 13 grados. Pues de 200 proyectos, el suyo quedó el segundo.

Ahora la mayor parte del dinero es para hacer una página web en inglés en la que estemos todos en red. Al final, es verdad que detrás de estos proyectos a veces dices: pero ¿dónde voy yo, tan pequeñita…? Pero luego te das cuenta de que no, de que somos muchos más, y conoces personas aventureras y encantadoras… Y cuando estás en contacto con ellas, te llega toda la energía y te sientes parte de algo más grande.

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