Un cerdo de expresión casi humana

Detalle de la instalación ‘Sonidos para una utopía’.

Detalle de la instalación 'Sonidos para una utopía'.

Detalle de la instalación ‘Sonidos para una utopía’.

Desde que lo he visto, no puedo quitármelo de la cabeza. Ese primer plano de un cerdo con expresión casi humana me acompaña cuando escribo esto en el ordenador, en la cama y en el cuarto de baño. La responsable es Ruth Montiel Arias, artista gallega que ha hecho de la denuncia de los atropellos que cometemos con los animales y el medio ambiente el eje de su trabajo en los últimos cinco años. Ahora está exponiendo en Madrid ‘Lo que no queremos ver’ y no me quito de la cabeza ni los cerdos en el matadero, ni el listado de venenosos plaguicidas, ni el ‘chapapote’ (en todos los sentidos) del ‘Prestige’.

Llego a visitar la exposición de Ruth Montiel Arias en la Sala Cero de la escuela internacional de Fotografía EFTI, en Madrid, y lo primero que me sorprende es que la cristalera está llena de renglones rectos que dan cuenta de sustancias químicas, de las que en algunos casos se alerta que pueden resultar cancerígenas y provocar incluso alteraciones genéticas. Uno puede pensar: ya está otra activista ecologista agitando fantasmas y miedos. Pero no; Ruth nos aclara que es parte del listado -no está completo- que el propio Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente da como información de los plaguicidas que se emplean en agricultura en España. El bofetón es tremendo, y sin entrar en la exposición. La artista gallega nos explica qué es lo que ha querido contar: al escribir estos datos en una cristalera, el visitante puede detenerse a leerlos o puede ignorar el venenoso panel y mirar a través de la pared transparente y fijarse sólo en lo que hay más allá, al otro lado. «Es lo que muchos prefieren hacer en el día a día; hacer la vista gorda y no pararse a pensar en lo que nos metemos para el cuerpo. Lo tenemos delante, pero no lo vemos; es tan duro que optamos por traspasarlo sin fijarnos».

Precisamente así se llama la exposición Lo que no queremos ver. Detrás, en el comisariado, otra mujer bien conocida, aparte de por su intensa labor en el plano artístico, por su activismo en defensa de la mujer: Semíramis González. Y detrás también, llevando comunicación del espacio, otra activista por los derechos de los animales: Norma Fierro. Tres mujeres de armas tomar; armas de conciencia.

El asunto es que, en este caso, lo que nos encontramos más allá de esas paredes transparentes tampoco nos reconforta, sino que nos sigue dando de bruces con esa realidad que a menudo no queremos ver y que Ruth Montiel se encarga de recordarnos: el sufrimiento que infligimos a millones de animales a diario y al planeta en su conjunto por el sistema despilfarrador de vivir en el denominado Primer Mundo.

Imagen de la serie 'Chisa' realizada en Sudáfrica.

Imagen de la serie ‘Chisa’ realizada en Sudáfrica.

La siguiente obra es una fotografía de gran formato con un animal de expresión humana. Cuesta adivinar qué es…

Es un cerdo. Un cerdo recogido en un santuario gallego de animales, uno de los diez santuarios de recogida de animales maltratados que existen en España. Un cerdo similar a los miles y miles que sacrificamos cada día en mataderos. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), cada segundo mueren en el mundo aproximadamente 2.000 animales para abastecer la industria de la alimentación. «Con este retrato, lo que he querido ha sido potenciar la empatía, la identificación del humano que lo contempla con ese animal en el que no solemos reparar, al que sólo concebimos como materia de explotación».

Conseguido.

Y no acaba aquí la impresión de la primera estancia de Lo que no queremos ver en la Sala Cero. Se oyen los sonidos de un grupo de niños como si estuvieran disfrutando de un recreo. Algo que produce ternura y confort. Procede de una pequeña instalación, una especie de belén con figuritas de cerditos en fila que son conducidos a un matadero. El contraste entre esa alegre y enérgica algarabía infantil, las figuritas de belén y lo que en realidad estamos contemplando y haciendo (muchísimos de los animales que nos comemos son niños o bebés) no puede dejar a nadie indiferente.

La instalación de los cerdos se llama Sonidos para una utopía; y así queda explicada en la información de la muestra: «Lo que aparentemente se nos muestra como idílico es, en su sentido real, una fuerte crítica a las prácticas de explotación animal. Sonidos para una utopía muestra una pieza objeto y fotografía para generar una rotura en lo evidente para el espectador, posicionándole como público de un macabro final en el que cada uno tenemos una parte de responsabilidad. La venta de esta pieza irá en su totalidad destinada a los 10 santuarios de animales que hay en la actualidad en España».

Las obras se presentan en distintos soportes como fotografía, vídeo, escultura e instalación, estando todos muy ligados a cuestiones que la artista trabaja desde hace años: la defensa del medioambiente, una postura integral sobre la cuestión animal, el uso y abuso de plaguicidas y la contaminación, y cómo nos afectan de manera directa, a nuestra salud y a la de nuestra casa, nuestro planeta. Lo explica la información sobre la exposición: «Una declaración de intenciones que incluye cuatro trabajos realizados en los últimos dos años. Una postura ética y valiente es el trasfondo de esta expo, el reflejo de una forma cívica de concebir el mundo por su autora, comprometida en múltiples causas. Un reflejo de la difícil relación del ser humano con su entorno natural, las catástrofes ecológicas derivadas de esa tensión, la explotación sin sentido de los seres vivos y la tierra…». El reflejo de una lucha, la de Ruth Montiel. «El trabajo de Ruth Montiel Arias nos plantea, mediante instalaciones, acciones efímeras, vídeos o fotografías, la intervención en la naturaleza de impulsos humanos como el deseo de posesión y el poder. Focalizando el aspecto ético de las prácticas políticas e institucionales, las consecuencias de nuestra acción sobre un planeta tratado como mina de recursos quedan expuestas, cuestionando la moral hegemónica que nos ha llevado a este punto».

Eso que Ruth Montiel domina unir sensibilidad artística con conciencia con denuncia con ganas de crear cambios.

La obra 'Máscaras para los ilustres'.

La obra ‘Máscaras para los ilustres’.

La muestra está compuesta de cuatro instalaciones. Pero nos detenemos especialmente en otra: Máscaras para los ilustres, sobre el desastre ecológico del Prestige, uno de los que más fácilmente recuerda cualquiera. Sus dimensiones afectaron a Galicia, Asturias, Cantabria, País Vasco, Francia y Portugal. Sin embargo, ninguno de los responsables de aquel desastre fue condenado judicialmente, ni las empresas ni los responsables políticos; frente al voluntarismo de los ciudadanos, que acudieron gratuitamente a limpiar el fuel -y Ruth remarca que en 1.087 de esos voluntarios se detectaron posteriormente problemas de salud; información que apenas ha trascendido-, se queda la impunidad del poder ante uno de los mayores desastres medioambientales de España. En esta serie se explica, se señala responsabilidades, se va más allá. Y quizá por eso pasa lo que pasa: A propósito de esta pieza artística de denuncia, la artista nos cuenta algo que aún arroja más chapapote sobre la credibilidad de nuestras instituciones públicas. Le hicieron un reportaje para TVE sobre el conjunto de la exposición. Pero con una advertencia: de la marea del Prestige, no hablamos. Ese asunto mejor no tocarlo.

– ¿Lo puedo contar, Ruth?

Lo piensa medio minuto.

– La censura habrá que denunciarla también, ¿no?

– Sí, claro. Cuéntalo. Hay gente que me dice que con esta línea de trabajo de denuncia ecológica/social a través de mis intervenciones artísticas, me cierro puertas, que es una visión reduccionista. Yo creo que es todo lo contrario. En el momento en que vivimos, creo que es lo más coherente; trabajar de acuerdo con tu posicionamiento de la vida. Yo lo tengo muy claro, soy vegana y comprometida con la defensa del medioambiente y los derechos de los animales, y no me preocupa hacer de ello mi proyecto de vida y de trabajo artístico. No tengo nada que ocultar. En este sentido, admiro mucho a otros artistas políticos, por su arte y su actitud, como Nuria Güell, Pierre Valls, Tania Blanco y Santiago Talavera, que también ha indagado mucho en la relación entre los seres humanos y los animales.

No tiene nada que ocultar y sí mucho de lo que concienciar.

¿Alguien duda de que es necesario el arte denuncia?

‘Lo que no queremos ver’, de Ruth Montiel-Arias en Galería Cero. Hasta el 29 de octubre. 

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